Home Política 2020 con malos augurios por Ruben Montedonico
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2020 con malos augurios por Ruben Montedonico

2020 con malos augurios por Ruben Montedonico
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In memorian: Otto Cisneros, periodista amigo, compañero en CX8.

Por días, al inicio de año llueven bienaventuranzas y promesas de cambio. Cuando la cotidianidad se reinstala, afloran los problemas, las desdichas olvidadas emergen de la espesa sucesión calendárica que las escudaba con indulgentes augurios e ilusiones personales. Sí, a algunos pocos sus antojos les serán cumplidos.

Con las regiones y los países sucede -periódicamente- algo parecido. Si diésemos brochazos de memoria del 2019, no se escaparía recordar los vaivenes del petróleo; las tensiones de Estados Unidos (EE.UU.) con China; las de Washington con Teherán; tampoco que como eco hubo consenso internacional para dar impunidad al heredero saudita autor intelectual del asesinato de Kashoggi; la expulsión de Assange del asilo en la embajada ecuatoriana; las movilizaciones en Chile, además de las cesantías de los presidentes Mauricio Macri (elección democrática) y de Evo Morales (por golpe de Estado).

Por otra parte, los cambios de febrero (legislativos) y marzo (en el Ejecutivo) de Uruguay ponen punto final a tres gobiernos nacionales consecutivos del Frente Amplio. Sin embargo, esas mudanzas no producirán más que una desmejora local, mientras regionalmente contribuirán al refuerzo de los intereses sectoriales de la burguesía que dirige el Atlántico norte sudamericano y que lanza -como piratas- cabos y ganchos a las naciones del Pacífico -mientras se sueldan lazos políticos con Trump y las trasnacionales que ganarán espacios. Fortalecerán a Washington y al bolsonarismo al sumarse al coro anti-Venezuela, justificarán la usurpación boliviana y votarán la reelección del secretario general de la OEA. A eso se abocará el binomio Luis Lacalle-Ernesto Talvi; los TLC llegarán por adición y por ser propios de la idealidad conservadora; las reformas internas estarán a cargo de Jorge Larrañaga que, gustoso, cumplirá, auxiliado por Pablo Mieres en Trabajo, encargado de “contener” la rebeldía laboral organizada, creciente cuando el gobierno ahorre o se endeude y pague Juan Pueblo.

Pudiera suponerse que escribo un réquiem por el liberalismo progre que arrolló toda expresión de izquierda: no, nada más lejano a mi quehacer. Creo sí que se sentirá con estruendo por todos lados el brexit: la confirmación electoral de Boris Johnson, su redacción del acta de divorcio de la Unión Europea -tipo el antiguo “desquite” brasileño-promovido desde la administración Trump, que da inicio a la disgregación del espacio común de uno de los principales competidores de EE.UU. en el mundo comercial, financiero y político. Los estadunidenses se abren permanentemente flancos a las rivalidades y las evidencian: ahora lo hacen con China y Rusia; elevan tensiones con Irán (un 40% del petróleo pasa por Ormuz); con presencia en Irak para mayor control del crudo regional, y sus acciones en Siria le posibilitan conservar el privilegio de fuero sobre los accesos a Europa desde Oriente.                                                                                                   En este año electoral en que Trump aspira a un segundo mandato los demócratas procuraron desgastarlo con un impeachment fatalmente destinado al fracaso. Especular sobre qué haría del final de su gobierno de llegar a perder es un ejercicio terrorífico como el de imaginar que de no ser así estará en la Casa Blanca cuatro años más. Un  nescrupuloso en la cima del imperio evoca las aberrantes acciones de otros -se llamen Calígula o Heliogábalo- a lo que debe agregarse que éste posee un botón para borrar en un santiamén todo vestigio civilizatorio: está más cerca del Dr. Insólito -imaginado por Stanley Kubrick- que cualquier otro déspota de la historia. Lo demuestra en cada acto de trascendencia a partir del inaugural, cuando abandonó toda obligación contraída en los Acuerdos de París, aunque en el norte de California -robada a México- sus habitantes intentan idear algo que les permita seguir viviendo allí pese a los 150 centímetros que amenaza elevarse el mar. Al “hacer buena letra” y no contradecirlo frontalmente, en el fondo, más allá de encubridores piruetas semánticas -obedeciendo sus deseos, atenuándolos (apenas) en algún momento- son como una aspirina para el cáncer que -en el mejor de los casos- permitirá aliviar en parte los dolores, pero no curar el mal que padecen millones: la derecha ultraconservadora trata a los no wasps (poderosos e influyentes supremacistas blancos protestantes y anglosajones habitantes de EE.UU.) como prescindibles, escoria, basura. Eso no se cambia con buenos deseos, palabras grandilocuentes, discursos y condenas contra quienes destratan: los que apoyan y votarán por Trump nunca tomarán en cuenta dichas manifestaciones o supondrán que se trata de debilidades.                                                                                             La inevitable exoneración senatorial de Trump y la amenaza a la democracia estadunidense, de John Cassidy, en The New Yorker, subraya lo riesgoso que resulta eximirlo de la destitución; Trump considerará el hecho como un aliento y posiblemente proceda -de aquí en más- eludiendo normas en forma persistente y manifiesta. Para ejemplo de desacatos pasados baste citar la sustracción de EE.UU. a obligaciones ambientales –inspiradas en los Acuerdos de París- y la propuesta de independencia de Palestina –aplaudida por Israel y su gobierno- que abandona toda ponderación de la normatividad dispuesta por Naciones Unidas desde 1948.                                                                      Las esperanzas del 2020 quedaron atrás, desaparecieron tras las sombras ominosas del futuro que asuela a los más. En tanto, la política enseña que los peones de brega como Lacalle, Talvi, Larrañaga, Mieres y demás, llegan a nuestro Uruguay rejuntados en lo que sintetizamos como reacción opositora (aglomerado multicolor) que dará votos en el Parlamento a dos propuestas próximas: la del presupuesto y la ley de urgente consideración, bases del proyecto neoliberal de gobierno. En los comicios municipales del 10 de mayo todavía mostrará unión; después vendrá otro tiempo, donde los votos serán empréstitos (como del FMI) a cambio de “favores”: tendremos un gobierno de derecha, como hubo tantos otros en la historia.

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