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50 Años después por Ignacio Martínez

50 Años después por Ignacio Martínez
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En este mes de junio se van a incrementar los encuentros para reflexionar sobre el Golpe de Estado y sobre la Huelga General.
Hay quienes dicen que el golpe fue en febrero de 1973. Yo creo que eso es una simplificación de la historia que concibe los procesos como meras fechas en los calendarios.
El Golpe de Estado del 27 de junio es tal porque, efectivamente, se cerró el Parlamento, se clausuraron medios de prensa y se intervinieron los principales centros neurálgicos del país. Sin embargo, hubo un largo proceso lleno de acontecimientos que derivaron en el trágico junio. Desde la ocupación militar de UTE para reprimir a los trabajadores que luchaban por sus derechos en 1959, hasta el 15 de abril de 1972 donde la Asamblea General, con la oposición del Frente Amplio, vota la suspensión de las garantías individuales y el Estado de Guerra Interno, pasando por la creación de las Fuerzas Conjuntas el año anterior, en setiembre.
Lo que no debemos olvidar es que, por ejemplo, en febrero de 1970 se sustituyen el Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria y el Consejo Directivo de la Universidad del Trabajo del Uruguay por Consejos Interventores.
Lo que no debemos olvidar es que en abril de 1968 Pacheco pide la renuncia de todo el Gabinete y en junio se implantan las Medidas Prontas de Seguridad, provocando la renuncia de 3 ministros que habían asumido semanas antes.
La crisis institucional era evidente en el marco de la carestía desenfrenada que apabulló los magros salarios. La desocupación, el crecimiento de la pobreza, el cierre de empresas fabriles, el estancamiento económico, la represión como única manera de enfrentar la legítima lucha de un pueblo que veía derrumbar su bienestar, fueron parte del entorno que dio lugar a la creciente idea de la participación militar en resortes del poder y de llegar a dar un golpe de Estado si fuera necesario. A esto hay que agregar clausuras, censuras, detenciones, asesinatos de estudiantes e intervenciones.
El marco internacional del golpe no fue menos importante. Desde el golpe militar en Brasil en 1964, hasta los golpes en Argentina en 1966 y luego en 1976. La dictadura de Stroessner desde 1954. Las crecientes tensiones en Chile que desembocarán en el golpe militar en setiembre de 1973. Todas situaciones directamente alimentadas por EEUU cuyo fin era detener la creciente lucha de los pueblos latinoamericanos, particularmente del Cono Sur.
Cuidado con leer la historia con los lentes del presente y los intereses políticos hoy. Debemos ser categóricos en desalentar toda idea de que en Uruguay hubo una guerra de dos demonios y que el golpe fue por el enfrentamiento con la guerrilla. Verlo así es equivocado, simplificador y hasta con intenciones de justificación.
Cuidado con parcializar la información y desmerecer la activa participación que tuvieron sectores civiles de los partidos tradicionales en la construcción del golpe, con la complicidad de jerarquías eclesiásticas, de parte de la prensa y de las cámaras empresariales.
Entre nosotros, el pueblo organizado, debemos ser absolutamente honestos en la narración de los hechos y en asumir dónde nos equivocamos y donde fuimos dignos representantes de los mejores valores de libertad.
Como ejemplo de esto último, levanto bien alto el hecho de los intentos del coronel Bolentini, entonces Ministro del Interior, que quiso dividir al movimiento sindical procurando que FUNSA y decenas de sindicatos se separaran de la conducción mayoritaria de la CNT y aquel heroico gremio dejó bien claro que, aun teniendo divergencias importantes, su lealtad estaría con la CNT hasta el final.
Poco después, el 26 de julio en la Sala Verdi, ante la convocatoria de Bolentini de intentar dividir a la clase trabajadora y crear una Central Sindical Democrática, en presencia de la OIT, Miguel Gromaz, dirigente de FUNSA, dijo “Esto no es verdadero diálogo. Esto es una gran pantomima. ¿Cómo puede haber diálogo cuando el movimiento obrero está coaccionado por el gobierno, cuando hay decenas de dirigentes presos y cientos de despedidos? El proyecto que trae el gobierno no puede ser aceptado por ningún obrero decente del mundo. Es un proyecto para carneros y guampudos”

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