Home Sociedad 6 y 9 de agosto de 1945 Hiroshima y Nagasaki (Cuentos inéditos de Ignacio Martínez)
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6 y 9 de agosto de 1945 Hiroshima y Nagasaki (Cuentos inéditos de Ignacio Martínez)

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El último empuje de la madre permitió la salida de la niña que enseguida se hizo oír con su llanto fuerte y claro. La madre primeriza sonrió. El joven padre novel también. Los abuelos de la recién nacida prepararon el té de la mañana sólo atentos al sonido de un avión que parecía muy lejos y muy alto. La partera siguió con sus labores y anotó que una niña de tres quilos y medio y cincuenta centímetros había nacido el lunes 6 de agosto de mil novecientos cuarenta y cinco, en la ciudad de Hiroshima, a las 8 y …

 

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El objetivo a destruir era el puente Aioi, pero los fuertes vientos desviaron el pesado artefacto, haciéndolo caer exactamente sobre la clínica quirúrgica de Shima. Doce quilómetros cuadrados de ciudad fueron arrasados. Ningún edificio quedó de pie. Alrededor del noventa por ciento de los médicos y el noventa y tres por ciento de las enfermeras murieron instantáneamente porque se hallaban en el centro de la ciudad arrasada. Cerca de ochenta mil personas también murieron en el acto de la explosión y otras setenta mil personas quedaron gravemente heridas, pero ya no quedaba casi nadie que las pudiera asistir en Hiroshima.

 

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Familias enteras caminaban por las carreteras tratando de huir de la ciudad arrasada.

–Allá estaremos a salvo –dijo el señor mayor que iba al frente de un grupo de más de veinte adultos y doce niños, miembros de cinco familias que confiaron en él y lo siguieron. Tres días demoraron en cubrir la distancia entre las dos ciudades. Aquel lunes seis de agosto todavía seguía detonando una y otra vez en sus memorias resquebrajadas. Hiroshima había quedado atrás. Era jueves nueve, apenas unos minutos después de las once. El grupo de sobrevivientes se detuvo en una colina. Nagasaki se estremeció.

 

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El nueve de agosto de mil novecientos cuarenta y cinco la ciudad de Kokura amaneció nublada. Algunos habitantes protestaron.

–Además de guerra, tenemos un día gris –dijeron unos.

–Ni siquiera podemos disfrutar de una jornada despejada y con sol –dijeron otros.

Encima de las nubes volaba un avión transportando la bomba nuclear Fat Man. Desde la altura no podían ver la ciudad. Sobrevolaron tres veces la nublada Kokura procurando dejar caer la bomba.

–Las nubes tapan todo, señor.

–Volemos hacia el segundo objetivo.

El avión Bockscar, pilotado por el Mayor Charles Sweeney, se dirigió a Nagasaki. Kokura, todavía nublada, despertaba.

 

 

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