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LAURA RAFFO, ECONOMISTA

LAURA RAFFO, ECONOMISTA
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publicado a la‎(s)‎ 25 jul. 2014 21:09 por Semanario Voces

Cuando le pedimos la entrevista, a diferencia de muchas de sus colegas periodistas, aceptó sin dudarlo un instante. Es economista, periodista y emprendedora. Trabaja a nivel privado, hace informes económicos en Telemundo, realiza publicidad, es madre y feminista fulltime.  Le habían advertido que nuestras preguntas eran muy profundas, creemos que todavía las debe estar esperando, pero se rió muchísimo. La cuestión es que durante dos horas charlamos de todo un poco con esta mujer que dista de ser solo una cara bonita.

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos Rodrigo López

PERFIL

Nació en Montevideo, hace cuarenta años, es casada y tiene mellizos de siete años: Francisco e Ignacio, y una hija “postiza”, que se llama Josefina, del primer matrimonio de su marido. Es economista recibida en la UdelaR y tiene un Master en Administración de Empresas (MBA) en el IEEM de la Universidad de Montevideo. Es católica pero no practicante. Hincha de Nacional por “ósmosis familiar”.

¿Lo del periodismo, de dónde surge?

La veta de escribir me surge desde temprano. Mi viejo es escritor y mi madre es muy lectora. Siempre se cultivó mucho eso. Cuando tenía alrededor de dieciocho años escribía poemas y obra en prosa. Fui Premio Nacional de Literatura en obra inédita. Yo tenía un profesor de literatura que era un divino, y me decía: “No estudies Economía Laura; eso te va a matar toda la veta”. Siempre me apasionó mucho el escribir y el contar. Estaba estudiando Economía y tenía una íntima amiga trabajando en el diario El Observador. Se fue la persona que cubría Mercados en el diario y me preguntó por qué no me postulaba, porque El Observador tenía la tesitura que era más fácil contratar a una estudiante de economía que aprendiera a escribir que a un periodista que aprendiera economía. Eran los inicios de El Observador (muy lindo), me contrataron e iba todos los días con mi libretita a la Bolsa de Valores de Montevideo, que en esa época tenía unos pizarrones y había un señor que se subía a una escalera y escribía con tiza la cotización de los bonos. Era como arcaico. Arranqué en El Observador, arranqué en Mercados, después me pasé para Economía y cubrí equipo económico, cubrí Mercosur, y después pasé para Café y Fax, que fue el antecedente de Café y Negocios, y me encantó. Ahí me enganché con el periodismo.

También trabajé en radio, en FM Setiembre, con Néber.

Estando en El Observador hice el MBA y ahí entré a trabajar en Manpower. Mientras estaba ahí, me llama un amigo de mi hermano, Iván Ibarra, que es el de Sur Films ahora. Estaba iniciando con la productora y estaba en Canal 10. Él había creado el concepto Zona Urbana. Me dijo que estaban buscando alguien que hiciera la columna de economía. En Manpower era gerente de un área de reclutamiento y headhunting (cazatalentos) y había que desarrollar esa área porque Manpower en esa época no estaba posicionado en ese segmento, sino que estaba posicionado más como para personal administrativo, personal temporario, personal industrial, y mi jefe, que era el gerente general y era un porteño muy macanudo, me dijo que agarrara ahí porque si salía en la tele la gente te conoce y después llamás a los clientes… la tenía clara.

Hago el piloto y gustó, y empecé a salir en Zona Urbana, que después fue un boom. Esos fueron mis primeros pasos en la tele.

¿En radio solo estuviste un tiempo?

Sí, en Setiembre. Ahí cubría Mercosur y me llamó Néber y me dijo que quería que fuera columnista de economía y me dio esa oportunidad, que estuvo muy buena. Ahí vivía con mis padres todavía. Atendió mi madre y me dijo: “¡Laura, te llama Néber Araújo!”. Fui temblando hacia el teléfono porque para mí él era un bastión y me llamó para invitarme a ir a Setiembre. Dejé Setiembre cuando en el diario no recuerdo si pasé a ser sub editora de Economía o se creó Café y Negocios, y no podía con las dos cosas. Me encanta la radio.

Sos buena comunicando. La economía no es fácil de transmitir y vos lo hacés para todos, la bajás a tierra.

¡Qué suerte! Me gusta que se entienda. Siempre fui bastante “maestra ciruela”. Di clases mucho tiempo en Facultad de Economía. Ahí das clase desde que tenés veintidós años porque se anotan tantos que hacen llamados a los estudiantes de tercero o cuarto de facultad para ver si se animan a dar los prácticos. Daba los prácticos de Economía I (muy entretenido). La primera vez que di clase me temblaban las manos. Tenía veintidós años y los alumnos también. Pasé muchos nervios pero me encantó. Me apasionó dar clases. Recuerdo que iban las inspecciones de la cátedra y me daban siempre el mismo feedback: “Todo muy bien, pero bajás tan a tierra los conceptos, el teórico tiene que quedar más”. Pero el teórico es aburrido. Los estudiantes tienen que entender para qué están estudiando la economía. De ahí me quedó eso. En El Observador también hacía muchas notas explicativas, y trato de hacer eso, bajarla a tierra. La economía es una ciencia social, no es una ciencia complicada.

¿La complican para que la entiendan solo entre especialistas?

Creo que sí. Tengo colegas renombrados, muy buenos, brillantes, que me dicen: “Laura, ¡ya está, no lo tiene que entender todo el mundo! ¿Por qué querés que lo entiendan? Hay gente que lo entiende y gente que no”. Yo me apoyo mucho en mis colegas y consulto a veces cómo explicar bien algo. Cuando tenés que explicar algo en la tele en dos minutos, la tenés que tener muy entendida, y me dicen que no jorobe más, que no lo tiene que entender todo el mundo. Me rebelo, estoy en contra de eso. Quiero que se entienda.

Te van a echar del Olimpo. Además los economistas son poco menos que los nuevos gurúes.

Lo que pasa es que a mí lo de gurú me da terror. La gente la pregunta que más me hace es: “Che Laura, ¿a cuánto va a estar el dólar?”. Entonces, es como que tuviera el termómetro. Si yo realmente supiera, sería rica. Uno sabe, conoce y se maneja pero no es una ciencia exacta. Se cometen errores en forma permanente, por eso hay que ser muy cauteloso con las predicciones, porque surgen eventos inesperados, como el quiebre de Lehman Brothers. Soy muy cautelosa cuando aconsejo a la gente. Aconsejo dando un contexto, diciendo que las cosas pueden variar. Digo: “Yo, hoy, me la jugaría a esto”.

Nuestros lectores quieren saber a qué se la tienen que jugar ellos.

Depende de la persona. Es difícil dar un consejo en genérico -y por eso soy muy respetuosa y trato de no darlos-, porque depende del ciclo de vida, del perfil de riesgo y de los activos que tiene la persona. ¿El dinero lo va a precisar a mediano plazo o puede prescindir de él por un tiempo? Cada perfil indica una preferencia distinta, por eso, sería muy atrevido aconsejar. Hoy es obvio que las letras están dando una tasa de rendimiento increíble, 15 o 16% en pesos, y todo el mundo se está volcando a eso, pero depende cuándo querés salir, a qué plazo, si tenés plata para invertir en pesos o no. Es muy difícil, depende del perfil.

¿Recomendás comprar fondos buitre?

¡Qué horrible! ¡Qué complicado!

¿Qué tan sensible es Uruguay con respecto a Argentina?

Hoy mucho menos que antes. En el 2002 la vivimos muy dura porque teníamos una exposición financiera argentina muy alta. Teníamos un nivel grande de depósitos de no residentes. El Banco Central no te permite ver de qué origen son los depósitos pero se sabe que los depósitos de no residentes, en más de un 90%, son de argentinos. Y en el 2002 como el 40% de los depósitos eran de no residentes. Hoy eso bajó brutalmente, a 10 o 15%. Y también pasó con los préstamos, porque siempre se habla de la cantidad de depósitos que tenían los argentinos, pero había muchas empresas locales con operaciones en Argentina que tenían préstamos de la banca local que, cuando Argentina entra en crisis, se convierten en morosas, y por eso también empieza a irles mal a los bancos. No solo por la corrida y los depósitos, sino también por el lado de los préstamos. Ahí también estamos mucho más protegidos porque solo el 1% de los créditos, hoy por hoy, son a no residentes. Entonces, no tenés como un canal de contagio -por lo menos, por la vía financiera- que es lo que le da terror a la gente, el corralito, el dólar, mis ahorros, la devaluación, es lo que genera terror. Ahí estamos más protegidos, aunque igual nos impacta.

Por supuesto. Pero en otras áreas.

A nivel del mercado laboral. Ahí tenés un comercio, por más que lo que exportamos a Argentina hoy por hoy ha bajado, igual es todo comercio intraindustrial, mucho de autopartes. Son industrias que emplean bastante mano de obra, y si bien ya venimos bajando y bajando, obviamente puede afectar mucho el empleo. Como es comercio intraindustrial está vinculado a la generación de puestos de trabajo y por eso puede afectar. También en todo lo que es servicios y turismo hay mucha fuente laboral.

También el sector inmobiliario está con miedo.

Sí, también dicen que el mercado inmobiliario está más parado pero tampoco estamos viendo que los precios de las propiedades inmobiliarias, tanto en Montevideo como en Maldonado, caigan. Tanteás y no parece por ahora que haya habido un desinfle tan grande.

Desinfle tiene connotación de burbuja. ¿Hay burbuja inmobiliaria?

No me parece. Va muy pegado con el dólar. Cuando el dólar bajó mucho, las propiedades tendieron a subir y cuando el dólar sube un poquito a veces quedan más frenadas.

La política económica de los últimos años tiene cierta continuidad y todo apunta a que en el futuro va a seguir así. ¿Se hizo un buen manejo de la economía?

Creo que los distintos partidos políticos se pusieron de acuerdo en que la estabilidad macroeconómica es fundamental. Hay matices pero tratar de bajar la inflación, que está bajo el diez por ciento, pero ahora se complica. Pero mantener baja la inflación, lograr la recuperación del poder de compra de los salarios, mantener las cuentas públicas en orden -ahí capaz que está un poquito más alto que lo previsto-, la política de endeudamiento, que se han ido extendiendo los plazos, desdolarizando la deuda. Nadie discute que va más allá de los partidos. El camino de estabilidad macroeconómica lo han logrado hacer los dos gobiernos del Frente Amplio y se ha venido trabajando desde antes. Ahora, gane quien gane, se va a seguir en eso. Nadie dice: “Demos marcha atrás” y eso es importantísimo.

¿Con el diario del lunes, la desdolarización de la deuda con un dólar planchado ha sido conveniente?

Es lo que decíamos de las predicciones. Pero siempre es bien visto por parte de las agencias calificadoras que el país emita títulos en su moneda. Teníamos una excesiva dolarización de la deuda, era el 80%, insostenible. Me parece que la política de deuda ha estado muy prolija.

Hablaste de las calificadoras, que son cuestionadas por mucha gente.

Porque le erran.

Son en parte responsables de la debacle de 2008.

Son un agente necesario en el sistema y, como todo agente, a veces comete errores. Todo el mundo las critica porque no supieron predecir la crisis de las subprime y que dónde estaban cuando tuvieron que alertar sobre esas cosas, pero son un agente más del mercado y tienen que estar. Es una visión objetiva que dice: “Miremos los indicadores de este país, cómo se están comportando. Y como se comportan de cierta manera y tienen determinada estabilidad, digo que estos títulos de deuda son más o menos riesgosos, son investment grade o no, y después todas las categorías”.

Se les criticó también que demoraron muchísimo en devolvernos el investment grade, pero también después de la crisis de 2002 estábamos muy desequilibrados. Entonces, capaz que fueron cautelosos en eso. Yo qué sé.

No tiene sentido pelearse contra las calificadoras.

Nosotros fuimos catalogados no solo por el tema del investment grade sino que también tuvimos problemas por el tema de la lista gris de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). ¿Fue correcta la aceptación del gobierno de las condiciones para salir?

Creo que ahí también estás en camisa de once varas. Hay una comunidad financiera internacional a la cual pertenecés o te hacés el rebelde y no pertenecés, y un país chico como el nuestro con economía abierta, inserta en el mundo, como que no podés tener el changüí de no pertenecer y hacerte el loco. Creo que en ese tema todos los partidos están de acuerdo en que hay que ser amigos de la comunidad financiera internacional. Lo que más se criticó fue si el acuerdo de revelar información tributaria a Argentina podía perjudicar o no, pero me parece que está bien, seguimos un camino de prolijidad. Somos un país pequeño de economía abierta, rodeado de gigantes. Es mejor ser amigo de todos, o por lo menos parecerlo.

¿Realmente nos pega Argentina o nosotros también les pegamos a ellos y responden?

Nos pega duro y parejo, entre gobiernos, no entre personas. Muchas de las medidas argentinas no son exclusivamente para Uruguay pero nos afectan enormemente. Nos pega, nos viene palo y palo.

¿Si fueras ministra de Economía, qué cambios harías?

Me sentiría muy atrevida de andar opinando qué hay que hacer en un Ministerio de Economía. Hay un montón de gente que sabe muchísimo más que yo sobre eso.

¿Sentís el tema inflacionario como un problema?

Sí, claro. Creo que hoy lo que más afecta a la gente es la inflación. Todo el mundo tiene esa sensación y es el problema más acuciante.

Es un tema que no hay que descuidar.

Es un problema. Cuando le metés la mano en el bolsillo a la gente, algún problema hay.

Uruguay ha tenido una bonanza muy interesante, por suerte, pero también hay gente que tiene ingresos muy bajos. Se habla de un millón de uruguayos que tienen un salario menor a los quince mil pesos y con esa plata no vivís. ¿Cómo es que con una bonanza económica tan interesante se da esa situación?

¿Cómo no desparramó? Se generó riqueza y se distribuyó. En realidad, los indicadores de distribución de la riqueza han mejorado.

Hay muchas maneras de leer los números.

Podés hacer lo que quieras con los números. Hay que ser sumamente cuidadoso con los números. A una gráfica le cambiás la escala y decís una cosa, y si la ponés al revés, estás diciendo otra. Si la tomás desde un año base, estás diciendo una cosa y si la tomás de otro, otra. Hace unos años había un trabajo muy interesante en el cual se medía cuánto de la reducción de la pobreza se debía al simple crecimiento económico y cuánto a políticas sociales específicas que la habían atacado. Estaba bueno. Yo creo que a lo que tiene que apuntar Uruguay es a generar empleabilidad de las personas. Es dramático que tanta gente tenga un ingreso inferior a los quince mil pesos por mes, y creo que hay que apostar a la generación de puestos de trabajo y a darle a la gente empleabilidad.

Trabajé muchos años en la industria de recursos humanos y hay gente que queda por fuera de la industria, hay mucha gente que no tiene las habilidades, y que nadie tuvo la generosidad de enseñarle que buscar trabajo en sí mismo es un trabajo, y que no vale solo lo que aprendiste, y si sabés hacer un currículum o presentarlo, sino también las habilidades blandas, como el cómo presentarte a una entrevista de trabajo. Para mí, sería importante que en el sistema educativo se pudieran generar más aprendizajes para que las personas en el día de mañana puedan ser empleables. Con eso se mejoran los niveles de ingreso, mejorás la empleabilidad de la gente.

En general, los que tienen esos niveles de ingreso deben coincidir bastante con quienes quedan por fuera del sistema educativo.

Puede ser que hayan hecho abandono, tenemos toda una generación perdida. Es muy complejo. No sé cómo se hace. Es un problema más de país, de cómo educás a la gente, qué tecnicaturas existen, cómo los preparás para el mundo del trabajo, para que la persona pueda desarrollarse, ganarse la vida y hacer su carrera. Cuando ves a una persona que logró avanzar por su propio mérito y fue aprendiendo cosas, y fue creciendo dentro de su trabajo o cambiando de empresa; el orgullo que siente esa persona y cómo se lo transmite a su núcleo familiar es espectacular.

Hay muchísimos que tienen habilidades y están por debajo de esos niveles de ingreso.

Por algo seguimos siendo un país de ingresos medios, no somos un país desarrollado aún.

¿Ves que eso es viable?

Para empezar, soy optimista. Algún día llegaremos.

¿A qué le llamás ser un país desarrollado?

A lo que vos dijiste, somos un país de ingresos medios.

Ahora que nos calificaron de ingreso medio, nos entran a sacar la cooperación internacional. Sí, país de ingreso medio pero cuánta gente vive con menos de quince mil pesos.

¿Es un problema de mala distribución del ingreso?

Todavía no tenemos lo suficiente como para distribuir. Como país aún estamos en etapas en las cuales seguimos exportando un montón de commodities, podríamos avanzar mucho más en la agroindustria, hemos avanzado mucho en las nuevas tecnologías, el software, pero todavía la generación de conocimientos está en la capacidad de los uruguayos que han demostrado que se puede hacer un montón de cosas, pero nos queda muchísimo por crecer en industria, en servicios. Como país podemos ser muchísimo más productivos de lo que somos. Una mayor producción va a hacer que las personas accedan a mejores niveles de ingresos.

¿Hay falta de inversión?

La inversión ha venido creciendo, lo que pasa es que también hay rachas porque vemos el precio de la soja que vuela y entonces todos vamos a plantar soja. Hay un riesgo empresarial y hay que ver quién quiere tomar el riesgo de invertir en investigación y desarrollo y luego aplicar esa investigación. Hoy la competencia es mucho más global. Antes, cuando se estaba creando una nueva tecnología para aplicar en algún tipo de industria, no se estaba al tanto de lo que estaba pasando en el resto del mundo. Hoy sí.

Detrás de los desarrollos que después se van a aplicar a la empresa, tiene que haber una inversión de riesgo. Tenés que ver si estás dispuesto a hacerlo o no. Eso también juega.

¿Sos partidaria de que si no aparecen los inversores se ocupe el Estado?

El Estado está fomentando la innovación a través de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). A veces hay como un desdoblamiento entre lo que es la investigación científica y académica y lo que es la innovación para el mundo de la empresa. Hay un divorcio muy grande. A veces el objetivo final del investigador es publicar un paper y no que se aplique en una empresa y eso genere alguna ganancia y fuentes de trabajo, entonces hay que trabajar más el maridaje de esas dos cosas.

¿Nos hace daño el precio alto de la soja?

Frente a un inversor es jugar y ganar. Cortamos y entra mucha plata, hay puestos de trabajo atrás de eso.

¿No nos hace daño dejar de lado otras áreas de desarrollo más estables?

¿Y qué hacés? ¿Cómo sabemos? Si no hubieran puesto la plata en el litoral y la hubieran puesto en esto. No sé. No soy partidaria de que regulen. Cuando alguien quiere hacer alguna explotación productiva de algo y eso genera puestos de trabajo, paga sus impuestos y es un ingreso para el país, ¡dale que es tarde! A la gente que está invirtiendo no la tenés que castigar, más bien tenés que promoverla.

¿Qué tan emprendedores somos los uruguayos?

Creo que podemos ser más emprendedores. Al uruguayo se le inculca, hay una cuestión cultural de “m’ hijo el doctor” y el empleo público que te protege. Todavía es deseable en los núcleos familiares que el hijo consiga un trabajo y se quede ahí y le vaya bien y es menos deseable que se tire a un proyecto que no se sabe qué va a pasar. Yo no pienso así pero eso sigue existiendo en nuestra sociedad. Necesitamos muchos más emprendedores.

¿Ha ido creciendo el número de emprendedores?

Hace como una década que está empezando a cambiar. Acabo de dejar la dirección ejecutiva de Endeavor pero cuando la empresa se instaló en el país (va a cumplir quince años), la palabra emprendedor no era utilizada ni existía. Hoy la gente está más familiarizada con lo que es ser un emprendedor y ves nuevas generaciones de gente que se animó, tuvo un sueño y lo llevó a cabo, creó puestos de trabajo y tiene ventas. Necesitamos más emprendedores. Más de esas personas que además de tener sueños se animen a pasar por ese embudo y llevarlo a cabo. Necesitamos que el emprendedurismo, que ahora se enseña en todas las facultades, se incentive a nivel de escuela y liceo. Me parece que hay un divorcio muy grande entre el emprendedor y el empresario. El emprendedor le cae simpático a todo el mundo mientras que el empresario no. ¿Cuándo dejás de ser emprendedor y empezás a ser empresario? El que se anima a tomar ese riesgo, a desafiar al mercado, a atraer nuevas prácticas, a ser innovador, a tener una ventaja competitiva, también tiene que ser empresario. ¿Por qué todavía está tan mal visto ser empresario?

Culturalmente está mal visto.

Claro.

¿Es sabiduría popular?

Lo percibo cuando charlo con la gente. La simpatía que genera el emprendedor y muchas veces la antipatía que genera el empresario cuando, muchas veces, son las dos cosas.

¿Uruguay es un país amigable para los emprendedores?

Ahora sí. Falta un poco de difusión, de conocer cuáles son las herramientas que tiene el emprendedor para salir adelante. Hay un ecosistema emprendedor donde si tenés una idea, podés generar un prototipo, si querés sacar un plan de negocios, hay distintas universidades que te ayudan a armarlo porque te postulás, después podés incubar tu proyecto en una incubadora. Después hay organizaciones como Endeavor que te ayudan a internacionalizarte una vez que ya tenés tu empresa en marcha. Hay diferentes apoyos para el emprendedor pero me parece que algunos están por debajo del radar y debería hacerse un mayor esfuerzo en trasmitir ese ecosistema que existe. Entre las instituciones se derivan los emprendedores. Existe ese encadenamiento positivo pero hay gente que no sabe que eso existe. Una vez que entrás al ecosistema, te derivan y te entrás a ubicar y lográs que te apoyen. Muchos después fracasan, pero medianamente tuviste la oportunidad de que te ayudaran pero hay muchos que no saben eso. Obviamente, el ecosistema está mucho más concentrado en Montevideo que en el interior.

¿El Estado está jugando un rol más fuerte en eso?

A través de la ANII, sí. Hay distintos programas como el programa Emprender aunque creo que más la ANII que ahora está ejecutando un programa del BID que se llama Programa de Apoyo a futuros empresarios y está fomentando que las distintas instituciones apoyen.

¿Por qué Uruguay es tan caro?

En el ranking de tasa de inflación estamos después de Venezuela y de Argentina. Nosotros tenemos 10%, pero dentro de todo el continente americano somos los terceros con la tasa de inflación más alta. También se ve una coyuntura que arrancó hace cuatro años cuando empezó a crecer el precio del petróleo, gran demanda de China y, por lo tanto, encarecimiento generalizado de los alimentos. No podés pretender que el kilo de pan lo vendas afuera a un precio y para adentro a otro. Hubo tres factores: el encarecimiento del petróleo, el encarecimiento mundial de los alimentos y en este boom económico, la recuperación del poder de compra de los salarios, deja a los hogares muy contentos y también los incita a consumir y el consumo también genera un alza de los precios. En su momento, en 2010-2011, con tanta fuerza en el consumo, eso también generó la inflación. También hubo un abaratamiento de los electrodomésticos, de los bienes importados y todo el mundo quería el plasma. Eso también generó que la inflación subiera y hoy te coloca en esa situación en la que decís que te sale más caro comer en Montevideo que comer en Buenos Aires.

¿Cuánto pesa la cadena de distribución?

No conozco los márgenes ni quién se lleva cada pedazo de

la torta. No sé. Entre que llega a la góndola o al puesto de

la esquina de tu casa y salió del productor, hay algo en el

medio.

Hay muchos que muerden.

Sí, y también hay valor agregado. Hay las dos cosas. Habrá quienes ponen márgenes altos y se puede decir: ¡qué margen de ganancia!, pero también ponen laburo atrás porque si no ¿para qué están en la cadena? No te sé desagregar eso. No sé cómo llegás de tres a veintitrés, no sé dónde están los márgenes. Hay tendencia a decir que el margen de ganancia de una empresa es excesivo, no sé. Dáme los números de la empresa, mostrame cuánta gente emplea, cuánto paga de sueldos, de luz, de alquiler y ahí te doy mi opinión, si el margen de ganancia es excesivo o no.

Esa empresa también está generando sueldos. Como verás, soy muy pro empresa.

¿También empresas públicas?

Me muevo con profesionalismo y tratando de no meter tintes políticos en el medio. No me gusta que me etiqueten.

¿Qué sensación te surge cuando ves las enormes rebajas que hacen de los productos algunas tiendas?

Eso existe en todas partes del mundo. Son ciclos de venta. Vas a los “sales” en Estados Unidos después del día de Acción de Gracias y te tiran las cosas por la cabeza. Son ciclos que los comercios los van poniendo para campear la zafralidad que tienen. Te meten los descuentos para conservar el volumen de ventas. Si le sirve a la gente que lo compra y a la gente que lo está vendiendo, a mí me parece encantador. Nadie te obliga a ir a comprar nada, salvo los alimentos y la vestimenta básica.

En la percepción de la gente existe la idea que en Uruguay se lava mucho dinero.

Hay mucha más fantasía que realidad.

Se controla bastante el tema del lavado.

Sí, desde hace tiempo.

Ha cambiado bastante ese tema.

Hay fantasías, como la fantasía del empresario malo, hay de todo. Acá habrá lavado, como en todas partes del mundo, pero hay controles.

¿Cuánto te ha dificultado en tu carrera académica, empresarial, económica, etc. el hecho de ser mujer?

Me topé con barreras que los hombres no se toparían. Estoy convencida y las supe sobrellevar bastante bien.

¿Las saltase, las sorteaste?

De todo, por abajo, por arriba, de costado y con simpatía.

Creo que las mujeres nos topamos con un montón de barreras. Tiende a haber un discurso de género moderno donde le preguntás a cualquier ejecutiva y te dice: “Yo, la verdad, no las sentí a las barreras”. Eso, para mí, es una enorme hipocresía. Te hago un racconto de las cosas que he vivido. He tenido entrevistas laborales donde me preguntaron mi estado civil y si estaba por procrear. ¿Por qué le tengo que contar si quiero o no quiero tener un hijo? ¿Se lo preguntarían a un hombre? No, nunca. Cuando trabajaba en Recursos Humanos, tuve clientes que me habían dicho que estaban buscando un contador que tuviera master, experiencia en tal área, que sea hombre…

¿Cómo que sea hombre? Sí, una mujer no porque no quiero líos, no quiero que estén hablando. Les he preguntado si yo como mujer les estaba brindando un buen servicio. ¡Ni qué hablar! Pero en sus empresas no querían mujeres.

¿Empresas grandes?
Estoy hablando de empresas enormes. Hay de todo, no todos los clientes son así, pero muchos me lo decían en la cara, sin ningún pudor. No les importaba en lo más mínimo.

También me pasó -y nos pasa a las mujeres ejecutivas-, que vivimos en un mundo de hombres en el cual tenemos que convivir con que hay negocios que se resuelven tomando whisky a deshora y si vas a esos ámbitos quedás más expuesta por ser mujer. Te cuesta que te carguen, que estés dispuesta a ser la única mujer entre veinticinco hombres. Eso nos pasa a todas. Por suerte, estoy bien plantadita y, si alguien avanza, lo detengo enseguida. Les pasa a muchas que el trabajo continúa después del trabajo y continúa en horarios y con modismos de hombre y eso te pone una barrera porque el networking (construir relaciones con personas del entorno profesional que quieran hacer negocios) y el después de la oficina es importante para poder avanzar en nuestra carrera profesional.

¿Algún ejemplo concreto que te haya pasado?

Cuando estaba en Microsoft, entre los distintos jefes que me tocaron, cuando volví de mi licencia maternal, me tocó un jefe que no comulgaba con las políticas de la compañía (se terminó yendo), ahí tenés muy tabuladas las evaluaciones de desempeño en donde tenés tus objetivos anuales y tenés que ver cómo los cumplís. Yo había cumplido todo, con esa información entre otras cosas se define tu bono de fin de año, que es determinada suma de dinero. Si está todo bien, te ponen un cinco. Él me dijo que no me podía poner un cinco porque me había ido de licencia maternal y había estado tres meses sin trabajar. Me agarró más joven y sin experiencia. En ese momento, no me dio el cuero y eso me hace pensar cuánto les da el cuero a las mujeres para rebelarse frente a estas actitudes.

Tengo colegas que me cuentan que han vivido ese tipo de cosas así como he tenido jefes hombres espectaculares.

Existe esa discriminación y somos ciegas y nos tapamos los ojos. Me molesta cuando las mujeres dicen: “Yo no soy feminista”, porque salís a defender tus derechos. Les parece que queda feo eso de ser feminista, eso me produce mucho malhumor.

¿Te exigen más por ser mujer? ¿Para obtener cosas a nivel empresarial tenés que luchar más?

No necesariamente. Me parece que depende mucho más de qué jefes te tocan. Hay compañías que se rigen por conceptos súper claros de performance y si vos performaste bien, no tenés que demostrar más. Sí implica un sacrificio adicional para las mujeres porque cuando somos madres tenemos un rol de madre que es insustituible y otras que se creen que son insustituibles. Te tenés que desdibujar pero ahí el tema no es que tenés que demostrar más sino que convivís con más frentes. Hay empresas que contemplan esos frentes y te dan mayor flexibilidad horaria o tienen salas de amamantamiento, etc. y otras que no lo perciben. Las mujeres no somos conscientes hasta que no tenemos hijos. A veces, no existe una mala voluntad por parte de las personas sino que no hay consciencia y ¿cómo luchás contra algo que no se pone arriba de la mesa?

Hoy, más del 50% de las profesionales universitarias son mujeres.

Sí, estamos más formadas que los hombres.

Sin embargo, los cargos gerenciales y de dirección son mayoritariamente masculinos.

El 20% mando medio y gerencial.

¿Por qué no hacen algo?

Yo me muevo todo lo que puedo. Se hacen muchos esfuerzos a nivel de compañía. No hay esfuerzos mancomunados. El techo de cristal existe y más si le ponés las cifras adelante. Cincuenta y veinte, si no hay un techo de cristal, ¿qué hay? Habría que tener más campañas de sensibilización, un encare quizás más a nivel de gobierno, algo que haga una toma de conciencia sobre la importancia del tema. Me da la sensación que hay muchas mujeres que no se animan a decirlo. Porque vos pateás el tablero a partir de determinada estabilidad, pero si necesitás tu laburo y tu sueldo, no le pateás el tablero a nadie. No sé.

A nivel político, se está planteando muy fuerte el tema de la cuota.

Tenemos el 15%.

Gabinete y parlamentario.

¡Un horror!

Sí, además, se pone la cuota en las listas por única vez.

Con trampa.

Parece que lo político fuera lo único.

No, en otros ámbitos es más. Hoy por hoy en Estados Unidos se discute la presencia no solo de mujeres en los puestos gerenciales sino de las mujeres en los directorios de las compañías. Hay un estudio donde se compara los directorios de las compañías que tienen presencia de mujeres y los que no y cómo responde la compañía en ganancias y en clima laboral, y el resultado es mejor en las que tienen mujeres. Una mujer es consciente de todos los problemas y empieza a ponerlos arriba de la mesa. Ese mix hombre-mujer en los directorios resulta mucho mejor. Estamos tan lejos de eso porque también en Uruguay estamos lejos de que las compañías como gobierno corporativo tengan directorios. Estamos un paso atrás en el desarrollo empresarial. Primero, tenemos que pelear para que haya más gerentas.

¿Cómo enfrentar esta situación?

La teoría económica que estudia la discriminación laboral por género se explica por la racionalidad. La discriminación se mide según brechas salariales. El empleador tiene conducta racional. Cuando el empleador toma de empleada a una mujer en determinada edad parible, evalúa que esa mujer probablemente tenga familia y deberá prescindir de ella durante el tiempo de su licencia maternal y prefiere contratar al hombre. Cuando toma la decisión, es racional.

Después, vienen las investigaciones de ahora que dicen que tenés mejores resultados con las mujeres, tenés mejores resultados a nivel de clientes, ganancias, clima laboral. Soy consciente, he tenido gente a cargo y sé que a veces te parte al medio que una persona se te vaya tres meses. Ahora, si el único factor para medir las posibilidades va a ser que, en algún momento, se te va tres meses porque es mujer, estaríamos todas barriendo nuestra casa.

¿Es suficiente tres meses de licencia por maternidad?

Estoy pensando a nivel del sistema de cuidados porque hoy las mujeres reclaman más tiempo porque no tienen la posibilidad de contratar a una persona que cuide a los niños o enviarlos a una guardería que te genere confianza, todo eso es plata más plata. Ese reclamo proviene de que no están dando la red de apoyo suficiente como para que la mujer pueda insertarse en el marco laboral. Más allá de que algunos meses más podrían ayudar, lo que importa mucho es el desarrollar un sostén. En eso, creo que las empresas tienen que colaborar con flexibilidad de horario, con guarderías, salas de lactancia. No todas pueden hacerlo pero hay que hacerlo, no solo a nivel gobierno sino también a nivel privado.

¿Conocés experiencias en países más avanzados?

Acá mismo hay. En Microsoft, así como te conté esa anécdota que tuve con ese jefe, tenía compañeras de trabajo que se podían reintegrar medio horario, claro, es una compañía multinacional adoptando prácticas de primer mundo.

Y con un poderío que no está al alcance de las medianas empresas.

Es tan sencillo como el trabajo remoto cuando es posible. El trabajo administrativo con habilitar al trabajador móvil y el trabajo remoto, simplemente con eso estás ganando un montón. Cuando no se trata de trabajos administrativos, no sé qué se hace a nivel mundial.

¿Integrás la comisión de género de algún partido?

De ningún partido, pero para hablar de género estoy para quien quiera y donde quiera porque me apasiona el tema.

¿Por qué el tema del aborto fue llevado adelante por las legisladoras?

Hay una comisión bicameral femenina.

¿También es parte del problema que sea reducido?

Porque nadie los toma los temas; si no, las que se empoderan son las mujeres. Después, empezás con la segregación: si es mujer, que hable de políticas sociales, educación, etc. ¡Ah, eso me enerva! Como de esos temas no se empodera ningún hombre para agarrarlos; entonces, los termina agarrando una mujer, y eso genera segregación y las mujeres no podemos hablar de economía.

¿Cómo te definís ideológicamente?

Liberal y de centro. Siempre soy políticamente correctísima.

¿Definirte políticamente te quita clientes?

No sé si me quita clientes o no, pero no me interesa que me etiqueten.

¿Te pareció bien lo del aborto?

Sí, por supuesto.

¿No fue muy limitada?

¿Por las múltiples consultas?  Está bien que asesoren a las personas. No me pareció que fuera un palo en la rueda. No es una decisión a tomar apresuradamente. No me parece mal que la mujer pase por determinados especialistas para entender bien la decisión que está tomando.

¿Hacia dónde impulsarías a tus hijos? ¿Tratarías de que fueran emprendedores?

Siempre discutimos eso con mi marido. Él quiere que sean emprendedores y yo quiero que emprendan en lo que les gusta. Que logren mantenerse de su pasión. Me gustaría respetarles su elección.

¿Les darías mayor formación?

Todo exige formación. Los apoyaría en lo que pudiera en lo que a ellos les apasiona. Lo más importante es que sean felices.

¿La Ley de la Marihuana te pareció bien?

No estoy de acuerdo. No me aterra la marihuana pero lo pienso en función de mis hijos. No me gusta. Lo equiparo un poco al alcohol. No me gusta que se vayan a comprar una cerveza a la esquina, ni que se vayan a comprar un porro. El haberla liberado da la sensación de que, como se liberó, no debe de ser tan dañino. Es como el alcohol, que es libre y, sin embargo, es dañino. Te da un frente más de educación que complica.

¿Qué hobby tenés?

Últimamente, se me ha dado por hacer cupcakes (magdalenas) a los nenes. No los decoro pero me distiende, me divierte.

¿Abandonaste la escritura?

Sí. Quizás me pase como a mi viejo, que veinte años después, se puso a escribir de nuevo.

¿El Frente Amplio gana las próximas elecciones?

No creo.

¿Votaste en las Internas?

Voté. No soy militante. No me atrae la vida política. Fui militante muchos años, con mi padre, en el Partido Nacional y lo acompañé al interior a los actos.

¿Sos dueña de El Terruño?

Es de mi tío, el hermano de mi viejo.

¿Los Raffo son un montón?

Son seis hermanos y perdí la cuenta de cuántos primos somos.

¿Qué estás leyendo hora?

Un Libro de Reid Hoffman, el inventor de Linkedin, que se llama “The start-up of you”. Está bueno.

¿Lees en inglés?

Sí.

¿A qué escuela fuiste?

Al Liceo Francés o sea que tuve que machacar el inglés. Mi padre era muy exigente. Iba al Liceo Francés de ocho y cuarto de la mañana a seis y media de la tarde y después iba al Anglo a aprender inglés, además tomaba clases de guitarra y, además, me tenía que sacar buenas notas.

¿Sos la más chica de todos?

Soy la del medio.

¿En qué va a afectar a la Argentina, si tiene que pagar mucho?

Se le va a acabar la platita y no va a poder pagar.

Va a ser una catástrofe.

No sé si va a ser una catástrofe, ya entraron en recesión.

Independientemente de los fondos buitre.

Dos trimestres con caída del Producto Bruto Interno (PBI); un dólar paralelo que ya no aguanta más, en algún momento, eso se tiene que blanquear. Va a entrar en crisis, capaz que logran zafar. A nosotros nos sirve que le vaya bien.

 

Paradigma del emprendedor en Uruguay, ¿en quién pensás?

Nicolás Jodal.

¿No querés hacer docencia?

Es súper sacrificado. Te consume una energía y una cantidad de horas enormes.

¿Qué vas a hacer ahora laboralmente?

Voy a hacer tres cosas. Sigo en el canal con la columna de Telemundo. Estoy todos los martes y si hay algún tema económico de relevancia también, pero es una vez por semana. Tengo contrato con Sura, donde estoy asesorando en estrategia de marca y dando charlas a clientes y personal; y con Martín Guerra vamos a intentar un emprendimiento nuevo que se llama Tao que, entre otras cosas, vamos a tener la representación de ESPN para Uruguay y Paraguay, y luego vamos a agregar otras cosas.

¿Endeavor es un ciclo terminado?

Es un ciclo cumplido. Estuve casi cinco años.

 

¿Sos de la generación que cambia de laburo cada tanto?

Sí, cada cuatro o cinco años cambio.

¿Hay un cambio cultural en eso a nivel juvenil?

Sí, la generación “Y”, ni qué hablar. Yo me considero más de la generación “X”, pero me animo a cambiar de trabajo.

De mi círculo de amigos, soy la que más cambio.

¿Al empresario cómo le sienta esa generación “Y”?

Hay que manejarla con códigos totalmente distintos y con otra flexibilidad. Son personas que valoran mucho más que las dejes salir dos horas antes el viernes porque tienen el casamiento de un amigo, que más dinero. Si les hacés marcar tarjeta, les entra el desespere. Es una generación que te avisa por sms que llega tarde, que no viene o que renunció.

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