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A puro galope por Onofre Laborde

A puro galope por Onofre Laborde
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Las carreras de caballos siembran enorme pasión en el público internacional, sobre todo en países como Argentina, Inglaterra, Estados Unidos, y sin dudas, Uruguay. Brindaremos algún comentario y detalle sobre el origen de este deporte.
El turf es un término común en diversos países americanos para designar a las carreras de caballos en las que el público puede apostar. Debido a que las carreras de caballos tuvieron su origen en las campiñas de Inglaterra, recibieron el nombre popular de turf («césped», en inglés).
El origen de las carreras asciende a la más remota antigüedad. Fueron el objeto principal de las fiestas de Grecia y cantadas por sus poetas. Varios pasajes de Homero, de Píndaro y de Sófocles, atestiguan que las carreras de caballos estaban ya muy en boga cuando fueron introducidas en los Juegos Olímpicos, hacia la olimpiada 85. De la Grecia pasó el gusto de estos ejercicios a los romanos quienes los hicieron entrar en sus festejos públicos. La carrera consistía en dar siete veces la vuelta al circo; los caballos iban atados a carros ligeros y encontraban en cierto paraje del tránsito límites colocados de tal manera, que sin una destreza infinita de parte del conductor, el carro podía hacerse pedazos.
Sin embargo, durante la Edad Media las carreras de caballos cayeron en un profundo olvido; no reaparecieron en parte sino para la época de los torneos y de las fiestas caballerescas, de las que tanto tiempo se mostró tan pródiga la Europa medieval.
Luego de la debacle, los ingleses fomentan la resurrección de las carreras, bajo un punto de vista diferente al de las antiguas. Esos juegos no eran más que un medio de desarrollar el valor, la fuerza, la destreza, y la agilidad de los luchadores y de los guerreros; para los modernos se considera como un medio de mejorar la especie caballar así como un medio de diversión.
En Gran Bretaña, las carreras de caballos se consolidaron en el siglo XVIII. Su popularidad continuó creciendo a lo largo del XVIII y más allá. El rey Carlos II (que reinó de 1649 a 1685) era un ávido deportista que dio protagonismo al hipódromo de carreras de Newmarket. Hacia 1750 se formó el Jockey Club para controlar las carreras de Newmarket, establecer las reglas del juego, evitar la deshonestidad y lograr la igualdad de condiciones. El Derby de Epsom comenzó en 1780. Las cinco carreras clásicas comenzaron con el St Leger Stakes en 1776. El sistema se completó en 1814 con cinco carreras anuales. Newmarket y el Jockey Club establecieron las normas, pero la mayor parte de las carreras se celebraron por pequeños premios en metálico y un enorme prestigio local en los campos de los terratenientes y en las ciudades emergentes.
Pero si nos referimos a los inicios del turf en Montevideo, en enero de 1855 comenzaron las carreras extranjeras, llamadas también inglesas, en las inmediaciones del saladero de Legrís. Arnaldo Gomensoro (2015) señala que las carreras “a la inglesa” tenían como escenario los hipódromos. El primero de ellos se construyó en Punta Carretas en 1861, donde hoy se ubica el centro comercial (shopping) de esa zona.
En la década del 70 del siglo XIX, más allá de la Plaza de Toros de la Unión funcionaba otro hipódromo inaugurado en 1867 para “Carreras Nacionales”, ubicado en las proximidades de Maroñas a impulso de la “Sociedad Hípica” presidida por el Gral. Francisco Caraballo. Como indica Aníbal Barrios Pintos (1971), hay registros de que en enero de 1872 corrían caballos de José Pedro Ramírez y del Gral. Caraballo, y la prensa daba la cifra de $40.000 apostada a los caballos favoritos.
En 1875 Tomas Tomkinson y un grupo de ingleses estableció un hipódromo en Maroñas con la denominación de “Carreras de los ingleses”, que rápidamente dio animación a la zona. Este hipódromo fue construido en 1874 por la comunidad inglesa. El nombre que recibió el escenario fue “Nuevo Circo Pueblo Ituzaingó”, pero era conocido como el “Circo de Maroñas” en referencia al antiguo propietario de las tierras donde se instaló y donde está emplazado actualmente. Esos terrenos pertenecieron a Juan Maroñas, un importante pulpero de la zona.
La pista original tenía una extensión de 1750 metros y, en sus primeros años, la organización de las carreras corría por parte de comisiones de propietarios y aficionados, hasta que el 14 de agosto de 1877 el gobierno nacional dictó el primer Reglamento de Carreras.
Diez años más tarde, en 1887 José Pedro Ramírez asumió la presidencia de la Comisión de Organización de las Carreras Nacionales y se convirtió en uno de los propietarios del Hipódromo junto a Gonzalo Ramírez y Juan y Alejandro Victorica.
El 15 de noviembre de 1888 se fundó el “Jockey Club” de Montevideo. Este hecho fue fundamental en la historia del Hipódromo de Maroñas, debido a que poco tiempo después el escenario fue adquirido por el Jockey Club de Montevideo, organizando las primeras Carreras Nacionales. El hipódromo fue inaugurado oficialmente el domingo 3 de febrero de 1889 y la institución inició sus actividades organizando su primera reunión hípica. La primera carrera contó con una numerosa concurrencia, con la asistencia del entonces presidente de la República, general Máximo Tajes, quien fue uno de los representantes de los poderes públicos, dirigentes y socios del “Jockey Club” y miembros de la sociedad montevideana. El club tuvo como primer Presidente a Pedro Piñeyrúa y como vicepresidente a José Pedro Ramírez; Horacio Areco su tesorero, y Carlos Sánez de Zumarán como secretario.

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