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Asco

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Los uruguayos pasamos por lo que hoy pasa Venezuela. El 14 de agosto de 1968 moría asesinado el estudiante de Odontología Liber Arce, no sería el único, a los pocos días también fueron asesinados Susana Pintos y Hugo de los Santos en manifestaciones estudiantiles de protesta ante el gobierno autoritario de Pacheco Areco. Como los estudiantes venezolanos que marchan a la cabeza de las multitudinarias manifestaciones, tampoco llevaban armas, sólo la determinación de hacer sentir su reclamo de libertad. Cuando vemos las imágenes de extrema violencia en las calles de Venezuela no podemos sentir más que una profunda solidaridad con esos jóvenes que arriesgan sus vidas ¿a cambio de qué?

En sólo un mes de protestas en la calle, el gobierno de Maduro asesinó a casi 40 manifestantes desarmados, la mayoría jóvenes. ¿Con las manos vacías es que la oposición venezolana va a dar un golpe contra Maduro, acusación que el chavismo repite como un latiguillo infame?

El pasado 3 de mayo, el estudiante de 17 años, Armando Cañizalez, camina lentamente hacia la línea de la Guardia Nacional con los brazos abiertos, evidenciando no portar armas. Se oyen disparos y el joven cae, impactado en el cuello por un proyectil de gas lacrimógeno, siendo llevado inmediatamente por sus compañeros hacia el servicio de emergencia. Nada pudieron hacer para salvar su vida, ni en el traslado al hospital ni allí. Pero hay momentos, y hay símbolos que generan un cambio en las luchas populares. La muerte de Liber Arce fue uno de esos momentos. El reciente asesinato de Armando Cañizalez es otro de esos hitos en que la protesta popular marca un cambio.

Era músico, tocaba el violín en el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles. Ese mismo día debía ir a matricularse en la universidad para cursar Medicina. La muerte del joven causó un estallido de indignación en todo el sistema de Orquestas, una repulsa que llegó al chavista Gustavo Dudamel, Director del Sistema, aparte de Director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, de la Sinfónica de Gotemburgo, y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Dudamel conocía a Armando, lo consideraba un chico talentoso. Desde el momento en que corrió la noticia, Dudamel puso luto en su portal, y en su cabecera de Twitter, en banco sobre negro, sólo se lee: “Armando Cañizalez Carrillo (17)”. Fue su ruptura con el régimen.

Su desolación lo llevó a escribir una carta publicada en su facebook, titulada: “Levanto mi voz”. Es una carta concreta, clara, no muy larga, que empieza así: “Mi vida entera la he dedicado a la música y al arte como forma de transformar las sociedades. Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo clamor de un pueblo sofocado por una intolerable crisis. Históricamente el pueblo venezolano ha sido un pueblo luchador pero jamás violento.” Más adelante, Dudamel, ante la muerte del violinista de la Orquesta Juvenil José Francisco del Castillo solicita, requiere de Maduro: “Hago un llamado urgente al Presidente de la República y al gobierno nacional a que se rectifique y escuche la voz del pueblo venezolano. Los tiempos no pueden estar marcados por la sangre de nuestra gente. “, para terminar, dice en su carta de discrepancia con el régimen: “Es el momento de escuchar a la gente: Ya basta.”

En el velorio de Armando Cañizalez, frente al féretro abierto, sus compañeros de la orquesta juvenil, y entre lágrimas, ejecutaron el Himno Nacional y el segundo movimiento de la 7ª. de Beethoven, lo último que Armando había tocado en su violín.

La resistencia pacífica y la valentía de los jóvenes que marchan delante de las manifestaciones comienzan a horadar las filas gubernamentales, enquistadas en el inmenso poder económico que tuvo Venezuela. A la reacción de Dudamel, el niño mimado de Chávez, se le une la voz crítica de María Luisa Ortega, Fiscal General de la Nación, que progresivamente ha ido variando su posición obsecuente con el régimen chavista, hasta discrepar con la validez constitucional de suplantar al Poder Legislativo por parte del Tribunal Supremo de Justicia. Del mismo modo, ha hecho público su disentimiento de la forma más clara que cualquier otro alto funcionario del gobierno: «Llamamos a la reflexión para que se tomen caminos democráticos, que respetando la Carta Magna, propiciemos un ambiente de respeto y de rescate de la pluralidad». No menos importante es la opinión de numerosos beisbolistas, que en los últimos días piden por el cese de la represión frente a un pueblo desarmado, que ha salido a hacer valer su derecho a rechazar el engendro jurídico del Tribunal Supremo de Justicia, al pretender eliminar uno de los poderes del Estado, que cuenta con un enorme voto popular.

Las imágenes de Maduro, su mujer, y un enorme séquito de funcionarios gubernamentales, bailando salsa frente a las ventanas del Palacio Miraflores, sede del gobierno, mientras del otro lado de los cristales las tanquetas de la Guardia Nacional, en medio del humo de los gases lacrimógenos, intentan avanzar sobre el pueblo, da asco. Es la más brutal imagen que se puede conseguir para ilustrar lo que es el poder absoluto. Pero si eso provoca asco, porque del otro lado de los cristales hay gente que está siendo apaleada, y quizás hasta esté siendo asesinada o herida de gravedad, es incomprensible que haya uruguayos que sigan amparando frente a la institucionalidad internacional a semejante hornada de desalmados delincuentes.

¿Cuál es el reaseguro del gobierno ante un golpe militar? Que la mayoría de los ministerios, y la estructura del gobierno ha sido transferido a los militares. Una de las áreas que maneja el Ejército es la distribución de comida para los sectores populares: los CLAP, Comités Locales de Abastecimiento y Producción. Una versión de la cartilla de abastecimiento de Cuba, que consigue establecer, con una parte de la población, un régimen muy parecido a la esclavitud. No hay trabajo digno, se ha destruido todo el aparato productivo de Venezuela, pero ahí aparece la bolsa mensual de alimentos básicos, que el Estado compra a los abastecedores de los CLAP a un precio exagerado. La diferencia entre el costo original y el final es el pasamanos que queda en manos del Ejército, responsable del área.

Maduro se abastece de un poderoso y extendido Servicio de Inteligencia y Contrainteligencia, pero la prueba de su debilidad fue llamar a las armas a un millón de milicianos, sin preparación, aunque con armas como para llevar adelante cualquier tipo de acción irregular que contribuya a sembrar más caos y temor en la ciudadanía. Ese manejo de fuerzas irregulares puede acabar cansando a los mandos medios de las Fuerzas Armadas. La trayectoria de Maduro es la de un hombre que no tiene miedo ni al ridículo, algo muy fuerte lo sostiene en el poder, pero una cosa era Chávez. Ese poder subterráneo está mostrando algunas cartas, quizás la Fiscal General Luisa Ortega sea parte del iceberg.

Más tarde o más temprano se dilucidará todo, incluso quiénes son los extranjeros que vendieron su honor por unos dólares sucios. El gobierno que llegue después de Maduro no va a estar muy feliz con el comportamiento de la izquierda uruguaya, y seguramente encuentre varios papelitos escondidos por ahí. Ojalá que la defensa uruguaya del régimen de Maduro no esté relacionada con dinero corrupto y sí con ideas, que aunque equivocadas, no envilecen el debate.

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