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¡AY,  VALENTI! Por Hoenir Sarthou

¡AY,  VALENTI!  Por Hoenir Sarthou
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En una nueva pirueta, Valenti reapareció como abanderado de UPM.

Ya no es nada de lo que fue sucesivamente, ni dirigente comunista, ni publicista del Frente Amplio, ni vocero de Astori, ni justificador de PLUNA, ni repentino y encarnizado crítico del FA, ni socio electoral de Mieres. Ahora reapareció travestido, con traje de defensor de UPM.

Valenti tiene todo el derecho a decir lo que quiera y a dar las piruetas que se le antoje. Yo lo dejaría darlas sin abrir opinión, si no fuera porque esta vez se le ocurrió decir que miento.

Lo hizo en un artículo que publicó en Montevideo Portal, con el que intenta terciar en la polémica sobre UPM2 que mantuve con Pablo Carrasco en el programa “En Perspectiva”.

En ese artículo, Valenti reproduce todas las cifras y argumentos publicitarios falaces que utiliza el gobierno: “La vía no es sólo para UPM”, aunque el contrato la ponga a su disposición preferencial  “24 horas al día, los 365 días del año”; “El transporte de celulosa por tren dejará ganancias”, aunque hace un año el gobierno rebajó a la décima parte el costo que UPM pagará por tonelada; “El puerto también recaudará”, aunque el costo del dragado exigido por UPM casi emparde esa supuesta ganancia; “Comprar la energía de UPM es un buen negocio”, aunque no la necesitemos  y la estemos exportando a un precio mucho más barato que el que nos comprometemos a pagarle a UPM durante décadas; “ UPM va a pagar 170 millones de dólares al año por impuestos”, aunque hace un mes eran 120, y nosotros pagaremos durante quince años 148 millones anuales por el tren y casi 70 por la energía.

Todo eso sin contar que le daremos gratis el agua del Río Negro con un caudal mínimo asegurado, dos oficinas del Ministerio de Trabajo a su disposición, el control de los programas de enseñanza técnico profesional, el control de las políticas de desarrollo tecnológico, y la seguridad de que no legislaremos para cambiar las políticas forestales, ni las sindicales, ni las tributarias, ni las ferroviarias, ni las de circulación por carretera, ni las de energía, ni las educativas. Es decir: estabilidad jurídica, o sea el compromiso de no hacer ni legislar nada que modifique las ganancias de UPM, con la garantía de que tendremos nuestras cabezas en el cepo de los tribunales del Banco Mundial si incumplimos.

La tarea que se propuso Valenti es hercúlea. Quiere demostrar que, en un negocio que dejará casi 700 millones de dólares anuales de ganancia, para el que Uruguay invertirá más de 4.200 millones (la mayor parte endeudándose), mientras que UPM invertirá unos 3.000 millones, es lógico que toda la ganancia sea para UPM y que Uruguay no reciba un solo dólar de utilidad. Menuda tarea, Esteban.

Casi que me dan ganas de terminar el artículo acá. Pero conviene aprovechar la ocasión para desnudar la falacia usada para justificar ese disparate.

Valenti y el gobierno confunden deliberadamente el concepto “utilidades” con los impuestos y los sueldos. En una especie de mosqueta intelectual, hacen pasar por ganancias a los impuestos y también a los sueldos que cobrarán los empleados de UPM.

Todas las empresas pagan impuestos (proporcionalmente mucho más que UPM) y pagan los sueldos de sus empleados. ¿Cuántas de ellas tienen zonas francas, puertos y exoneraciones tributarias? ¿A cuántas se les construye una vía férrea (2.200 millones de dólares), carreteras y puentes a su medida?  ¿A cuántas se les pone gratis un río (con caudal asegurado) a su disposición? ¿A cuántas se les asegura la compra de subproductos sobrantes (en este caso energía, por 1.400 millones de dólares)? ¿A cuántas se les llevan cables de alta tensión (100 millones de dólares) a su establecimiento en medio del campo? ¿A cuántas se les garantiza que ninguna ley futura, ningún decreto del Ejecutivo ni departamental, ni ningún impuesto, afectará sus ganancias? ¿A cuántas se les ponen oficinas públicas en su planta industrial y se les asegura que se aplicarán leyes que les eviten las ocupaciones?  ¿A cuántas se les asegura que no será demandadas por el Estado ante jueces uruguayos? ¿A qué otra empresa se le ha entregado así la soberanía legislativa, económica, ambiental, jurídica, cultural y educativa del País?

Con razón el Ejecutivo quiso que este negocio se acordara en secreto y no pasara por el Parlamento. ¿Cómo permitir que los uruguayos lo conociéramos y pudiéramos oponernos mediante referéndums o acciones de inconstitucionalidad?

Son al menos 4.200 millones que Uruguay destinará a que UPM se instale. Más todo lo otro, que es infinitamente más valioso, pero no tiene precio. A cambio, ¿qué obtendrá Uruguay? Impuestos y sueldos, que todas las empresas pagan, aunque el Estado no invierta un peso en ellas. O sea, utilidades por la inversión, nada. Los 700 millones de dólares de ganancia se los llevará UPM. Para Uruguay, apenas las migajas de un canon, lo que se pueda pichulear con la vía cuando UPM no la necesite, y lo que se rescate de vender una energía que pagaremos cara.

Para colmo, la cláusula 4.2.2.2 del “Contrato complementario” le permite a UPM irse cuando quiera y dejarnos también sin esos impuestos y sueldos. O renegociar cualquier aspecto del contrato bajo amenaza de irse.

Nadie, ningún empresario, ni ninguna persona sensata, puede decir que eso es un buen negocio. Y Valenti es un empresario.

Su aparición como abanderado de UPM2 me genera algunas intrigas. ¿Por qué lo hizo? ¿Y por qué ahora, cuando, como él mismo nos recuerda, hasta hace poco decía que el asunto había sido mal negociado?

Llama la atención que su artículo haya coincidido con un cambio de estrategia del gobierno, que parece haber resuelto abandonar el silencio y salir a defender activamente a UPM2. Un cambio de estrategia que llevó a la reciente cadena oficial de radio y televisión, esa especie de aviso publicitario de UPM, en la que ni el Presidente ni ninguno de los ministros se atrevieron a poner la cara.

Pero tampoco hay que olvidar que UPM2 es, ante todo, una enorme transferencia de recursos públicos a manos privadas. Las expropiaciones, la construcción de la vía, puentes y carreteras, las obras, contratos y créditos de todo tipo, así como la ingeniería jurídica, tributaria y publicitaria necesarias, harán que el Estado se endeude en miles de millones de dólares que, en buena medida, irán a parar a manos privadas. Incluso creo recordar que algunas de las manos que andan en la vuelta con ese dinero estuvieron también en el negocio de PLUNA.  Reitero, Valenti es un empresario. Quizá, en tiempos revueltos, su instinto empresarial le indique que es más conveniente abandonar el espíritu crítico y ponerse del lado del poder y del dinero. Otros hemos elegido otros caminos.  Pero, sobre todo, Valenti no logró afectar lo fundamental: que el acuerdo con UPM es un muy mal negocio para el País.

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