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Barrancas y teatralidades populares

Barrancas y teatralidades populares
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¿Teatro o teatros?

El grupo L’Arcaza suele proponer espectáculos en que se combinan notablemente los recursos de un teatro “popular” con otros que bien podríamos llamar de teatro “académico” o “culto”, tomando prestadas categorías más desarrolladas en el ámbito de la música que en el de las artes escénicas. Antes de adentrarnos en un análisis de Barranca, el último espectáculo de L’Arcaza, vamos a recordar algunas ideas de pensadores como Carlos Vega o Coriún Aharonián que ya hemos tratado en estas páginas.

Hay disciplinas artísticas en que tenemos más asumido que hay más de una forma o código para crear, y en principios todos son válidos, más allá de las cargas ideológicas que a veces traen las formas en sí mismas. La musicología en América del Sur parece haber entendido esto, y gente como Carlos Vega empezó a distinguir dos ramas de la cultura, una que se entiende como “superior” y otra que no tiene nombre “pero todo el mundo sabe lo que es”. Dentro de esta última área se encuentra la llamada música “popular” y Carlos Vega propuso llamarla “mesomúsica”. En esta categoría entran desde Gardel a Lou Reed, desde Amalia de la Vega hasta Madonna. En el otro ámbito, el que solemos llamar como música “culta” pueden entrar desde Mozart o Wagner hasta Silvestre Revueltas.

En un artículo titulado Teatro y situación cultural en Latinoamérica[1] Coriún Aharonián plantea la idea de un “mesoteatro” en el que podrían incluirse el drama gauchesco, el sainete, la comedia de bulevar, o los parodistas de carnaval. Así se delimitan, para un estudio que no confunda cosas distintas aunque sean ambas llamadas “teatro”, obras que abrevan en la tradición teatral europea más “académica” de otras manifestaciones codificadas de forma de comunicar mucho más directamente con un público popular, como pueden ser los que se representaban en el circo criollo o en los tablados de carnaval. Hay por supuesto zonas fronterizas, en la música local gente como Leo Masliah o Jorge Lazaroff son brillantes ejemplos, y en las artes escénicas artistas como Alberto “Coco” Rivero y L’Arcaza.

La calidad no se mide por el área en que se trabaje. Uno no compara a Lamarque Pons con Rubén Rada, o a Jaime Roos con Eduardo Fabini. Cada uno tiene su valor en el ámbito en que se desarrolla. De la misma forma espectáculos escénicos más cerca de una codificación popular no tienen ni más ni menos valor por esto que otros más de “vanguardia”. Sí es verdad que el área llamada “culta” es la que suele problematizar sobre las fronteras de la representación, sobre las posibilidades del propio lenguaje artístico para desarrollarlo.

 

¿Barranca o Barrancas?

Barranca es el nombre bajo el que el grupo L’Arcaza, integrado por Pablo Albertoni, Fabiana García y Richard Riveiro, realiza una versión de Barranca Abajo de Florencio Sánchez en las que conviven diversas capas de teatro “popular” o “mesoteatro” y teatro “culto” o “académico”. El primer elemento que hace referencia a las representaciones teatrales populares del Río de la Plata a principio del siglo XX es la escenografía que recrea el picadero de un circo criollo. Es en esos espacios en donde tienen lugar las primeras representaciones teatrales netamente rioplatenses, siendo la adaptación de los hermanos Podestá de Juan Moreira la piedra fundacional de esa estética. L’Arcaza ya realizó un espectáculo que homenajeaba esos espacios de creación y representación escénica con La gran Pepino en el año 2008. Y que aparezca ese espacio en Barranca no es antojadizo, ya que la compañía de José Podestá fue la que, en 1905, realizó la primera versión de Barranca Abajo.

Sobre esa capa veremos otra que también remite a formas teatrales populares. Al comienzo del espectáculo se nos dice que quienes van a “representar” Barranca son un grupo de teatro de “autoayuda”. La versión que dirige Richard Riveiro coloca a un grupo teatral amateur entre Florencio Sánchez y el público que ve el espectáculo en El Galpón. Hay un desdoblamiento de la ficción que le permite justificar a L’Arcaza el que sean solo tres actores los que representen Barranca Abajo, pero además no deja de haber un guiño, una suerte de homenaje a ciertas agrupaciones amateurs que tienen como eje de sus actividades “hacer teatro”. Vale recordar aquí que desde fines de los años setenta hasta fines de los ochenta hubo en Montevideo una intensa movida de “teatro barrial” que se podría entroncar con lo que aquí estamos llamando teatro popular. Ese grupo de tres actores amateur que se presenta temeroso ante el público para brindar su versión de Barranca Abajo parece entroncarse con esa tradición más barrial.

El tercer nivel reúne a los otros dos, y ya en tanto es una reflexión escénica sobre las posibilidades de representar a Florencio en la actualidad estaríamos ante un momento teatral “académico”. Los integrantes de L’Arcaza aparecen, en esta interpretación, como esos músicos de formación “clásica” que parten de temas del folklore o de la música popular para integrarlos a su discurso. Y en esa lógica L’Arcaza se pregunta por la posibilidad misma de representar a Florencio Sánchez de formal “fiel” o sobre si cuestionar o no la misoginia implícita de la obra. El propio colectivo afirma que su lenguaje es una “interpretación propia del Clown del Teatro Sunil dirigido por Daniele Finzi Pasca y la Antropología Teatral de Eugenio Barba” lo que ya deja entrever la convivencia de lo “culto” y lo “popular”.

Echado a andar el espectáculo, impresiona nuevamente el virtuosismo de los tres integrantes de este colectivo. Luego de una escena en donde presentan a los personajes, incluyendo las convenciones que el espectador debe aceptar, el espectáculo sigue la línea argumental de la obra de Sánchez cargándose de las digresiones y comentarios de los actores sobre el público y sobre sus inseguridades con un histrionismo hilarante. Las apariciones casi brechtianas de un narrador que cubre los baches de la historia y de canciones ejecutadas en vivo centradas en ritmos folklóricos como la zamba terminan de conjugar esa doble característica “culta” y “popular” de esta versión.

La enorme capacidad de comunicación de los tres actores seguramente esté potenciada por la trayectoria de este colectivo haciendo teatro para niños, una dinámica que hace necesario que el intérprete esté constantemente pendiente de lo que sucede en la platea. Pero el histrionismo y la capacidad de hacer que el teatro sea un momento sumamente disfrutable no deben obviar la agudeza de este grupo para elaborar una estética propia, que abreva fuertemente en lo popular y que siempre tiene algo para decir respecto del teatro hoy.

Barranca. Versión de Barranca Abajo de Florencio Sánchez. Dirección: Richard Riveiro. Elenco: Richard Riveiro, Pablo Albertoni y Fabiana García.

[1] Reproducido en “Conversaciones sobre música, cultura e identidad”, Ediciones Tacuabé, 2000

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.