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“Buenos Aires todavía no se dio cuenta que tiene un genio nacido en la Argentina”

“Buenos Aires todavía no se dio cuenta que tiene un genio nacido en la Argentina”
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Luego de 30 años desde que Astor Piazzolla pisara por última vez Montevideo, llega al Teatro Solís el Quinteto Astor Piazzolla, la agrupación oficial de la Fundación Astor Piazzolla, dirigida por la esposa de Astor, Laura Escalada Piazzolla. Será el próximo 10 de abril  a las 21 horas y tocará como invitado Hugo Fattoruso. Escalada contó a Voces cómo sostiene vigente el legado del músico y cómo vive esta presentación del quinteto en Uruguay.

El Quinteto fue la formación musical que mejor expresó las ideas de Piazzolla, acompañándolo en los momentos más destacados de su vertiginosa carrera internacional. Su primera creación nació en la década del sesenta con un sonido provocador y por momentos melódico, causando furor entre el público joven. En 1978 comenzó un segundo período distinto, con una propuesta musical más elaborada e intelectual, mostrando a un Piazzolla en constante evolución. Luego de su fallecimiento, y con la creación de la Fundación Astor Piazzolla, se inició una nueva etapa.

Con  la finalidad de continuar difundiendo el legado del maestro, Laura Escalada Piazzolla decidió formar un nuevo conjunto con cinco solistas virtuosos, capaces de interpretar la vasta obra del compositor que revolucionó el tango.

El actual Quintero Astor Piazzolla lleva más de 20 años recorriendo el mundo, aclamado por la prensa internacional como el único conjunto musical capaz de  representar el estilo único e irrepetible del gran Astor Piazzolla. Está integrado por Lautaro Greco (bandoneón), Sebastián Prusak (violín), Sergio Rivas (contrabajo), Cristian Zárate (piano) y Germán Martínez (guitarra). La dirección musical Julián Vat, director musical de la Fundación Astor Piazzolla y de la obra de Piazzolla por los escenarios del mundo.

¿Cuáles han sido los desafíos que han implicado todos estos años mantener vivo el legado de Piazzolla?

(Risas) ¡Vaya pregunta de iniciación! Bueno, los desafíos son, han sido muchos, porque después de que Astor se nos fue, yo hice un año digamos de catarsis. No lo había aceptado todavía y me fui a visitar todos los lugares donde estuvimos juntos – Europa, Estados Unidos, Japón – ; cuando volví a Buenos Aires sentí que yo tenía una deuda con él que era divulgar aun su música. Siempre pensé que las personas, por más famosas que sean, si no tienen alguien detrás que va impulsando su obra, el público no es que sea ingrato, es nuevo, va cambiando, y quizás un chico joven no sabe quién es una persona importante que ha pasado. Porque tampoco por ahí le interesa, entonces como Astor se dedicó a los jóvenes, yo también me dediqué a los jóvenes y empecé a dar primero charlas, y después formé el Quinteto. Empecé a salir con el Quinteto y al mismo tiempo seguía dando clínicas y tenía que explicar la manera de escribir de Astor, porque él de pronto para lograr ciertos sonidos usaba palabras que nadie entendía. Entonces yo tenía que explicar qué quería decir esa palabra, el significado dentro del instrumento del sonido que él quería. Tenía, por ejemplo, la palabra chicharra, o látigo, entonces estaban desconcertados porque no sabían qué quería decir musicalmente. Y fui notando poco a poco el suceso impresionante que tenía Astor en Europa, en la gente joven que ahora tiene una mediana edad. Las nuevas generaciones están más interesadas todavía que ellos en aquella época y ya lo tienen como un clásico, un ídolo. Para el que es músico goza mucho leer la música tal como está escrita de Astor y luego obviamente está la interpretación. La interpretación de la música viene del alma, del corazón, y Astor todo eso lo tiene en su música. Vos si querés conocer a Astor escuchálo y vas a escuchar sus amores, sus desamores, sus tristezas, sus alegrías. Todo está en la música.

A propósito de eso, ¿cuáles son los dos o tres momentos que vivió junto a Astor que recuerda especialmente? ¿Y cuáles los más difíciles?

Mirá, obviamente lo más difícil cuando él se enfermó, ni que hablar. Momentos difíciles hubo, por ejemplo, cada vez que llegábamos a Buenos Aires. Buenos Aires todavía no se dio cuenta que tiene un genio dentro de su país, nacido en la Argentina.

¿Hasta el  día de hoy?

Hasta el día de hoy. Le cuesta mucho… Fijate que viene un avión noruego que tiene la foto de Astor en la cola y vos te preguntás ¿por qué un avión argentino no tiene algo de Piazzolla? ¿No? Yo, para que en Mar del Plata, el lugar en el que él nació, le pusieran al aeropuerto – un aeropuerto chiquitito, nada del otro mundo – , el nombre de él, me tuve que pelear con todo el mundo y los amenacé que se los iba a dar acá, a Uruguay. Y recién ahí, cuando le dije que se lo iba a dar acá ahí, fue cuando me lo dieron.

¿Por qué cree que pasó eso en su momento? Supongo que lo habló con Astor en su momento…

Hay una explicación, nosotros somos todos parte, es decir venimos de una generación de inmigrantes que obviamente no nos enseñaron a amar la patria donde uno nace porque el nonno era español o el abuelo, la abuela o polaco o alemán o lo que fuera, que no fue transmitiendo ese amor a su familia del país que le daba el cobijo y del cual vivían, algunos ni aprendían el idioma, entonces tenemos un arraigo y desarraigo al mismo tiempo muy conflictivo, somos muy conflictivos los argentinos y la patria no la estamos llevando con orgullo porque estamos en bandos diferentes todo el tiempo, hay mucha gente que yo veo en lugares que cuando se hacen cosas incluso con gente del gobierno y transmiten en televisión nadie canta el himno porque no saben la letra, no lo conocen, no abren la boca, no lo cantan. Y yo veo que en otros países, por ejemplo en los partidos de fútbol, se llevan la mano al corazón y cantan con toda su fuerza, nosotros somos imprevisiblemente extraños. Tampoco tenemos buenos críticos, lo digo con dolor, entonces los críticos están abocados a los que vienen de afuera, a la gente más o menos joven que hace cierto rock. Que pasado el tiempo no va a suceder nada, pero no se dedican profundamente a un estudio de un fenómeno que se llama Astor Piazzolla, que es un genio en el mundo, un compositor de quien se puede extraer cosas para todos los instrumentos del mundo. Tiene un sello indiscutible de su país, que vos lo escuchás y decís “¡éste es Piazzolla!”, y no te podés equivocar.  Toda esa personalidad que él impuso en su música, todo ese amor tremendo que puso en la música en vida, no fue recompensado. Y en la mía me cuesta horrores.

¿De qué va la propuesta del Quinteto? ¿Qué es lo que se va a mostrar en esta presentación en el Solís?

Este Quinteto es una maravilla. Se puso la camiseta de Piazzolla a muerte. Estos sí cantan el himno nacional, se llevan la mano al corazón, donde lo tienen a Astor. Todos tocan como los dioses, y están unidos por el amor a Astor, por la admiración a ese gran músico que tan generoso. No conozco ningún músico hasta ahora y he indagado mucho, sobre todo en los músicos argentinos, que tenga la generosidad que tuvo él de darle a cada músico su lucimiento personal dentro del Quinteto. Nunca lo vi. Para nosotros, además, es un honor compartir este quinteto con otro monstruo de ustedes, como es Fattoruso, un hombre multifacético musicalmente, impresionante que yo creo que nos va a dar a nosotros también una lección de su vida, de su música, de lo que él hace. Nos sentimos muy honrados y hasta un poquito asustados porque él es un monstruo de ustedes también. Fattoruso además toca un montón de instrumentos, ha vivido en tres países diferentes, ha escrito, canta, etc. ¡Lo único que le falta es bailar! (risas). Etonces eso también nos honra mucho y agradecemos mucho esta oportunidad.

 

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