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Cine: una necesaria puesta a punto

Cine: una necesaria puesta a punto
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Volvemos después de dos meses de vacaciones, y el panorama no parece haber cambiado demasiado. Y ya de entrada quizás me pelee con todos: con los que dicen que estamos peor y los que defienden la idea que estamos mejor, porque para mí está todo igual, y el área cine es la prueba de ello.

LAS SALAS. Nos fuimos con los cines abiertos, pero con poco público asistiendo a las salas y sin estrenos de importancia, debido a que en Hollywood los estaban reservando para 2021. Días después el gobierno volvía a cerrar los espectáculos hasta principios de enero, y el panorama cultural volvió a ser igual al invernal, pero con más temperatura (la real, y la de la gente, que empezó a hartarse de tanto desacomodo). Y cuando el Ejecutivo volvió a permitir los espectáculos y los cines pudieron reabrir sus salas, la única empresa que se animó a hacerlo fue GrupoCine, que está funcionando con sus salas del Shopping Punta Carretas. Se rumorea que, si le fuera medianamente bien, podría reabrir las que posee en el Shopping Las Piedras. No podemos olvidar tampoco la fidelidad para con el público y el cine de dos instituciones valientes como son Cinemateca Uruguaya y Cine Universitario. Pero las ausencias se notan, porque Life y Movie siguen brillando por su ausencia, sin explicitar ninguna fecha para sus reaperturas. A eso se suma que la política de Hollywood sigue incambiada, anunciando los films “para más adelante”, signifique eso lo que signifique. Uno presume que varios títulos podrían llegar para comienzos de abril, dado que por entonces se estará entregando el Oscar, pero no hay nada seguro al respecto, porque a ese señor hace rato que se lo llevaron preso…

LO MEJOR DEL 2020. En medio de ese panorama atípico, el 6 de diciembre fallecía el Dr. Tabaré Vázquez, por lo cual un número entero de Voces fue dedicado a su figura, lo que nos impidió llevar a cabo el habitual balance anual con los mejores films del año. Bastaron los 90 días iniciales de 2020 para que llegaran dos grandes películas. La mejor fue Parásitos, del surcoreano Bong Joon-ho, que combinaba la comedia de humor negro, el cine social, el drama y el thriller para narrar la vida del patriarca de una familia compuesta por esposa, hijo e hija, quienes viven en un miserable sótano de Seúl. Desocupados, se mantienen gracias a trabajos informales y lo que puedan obtener gratis. Sin embargo, cuando al joven se le presenta la oportunidad de dar clases de inglés a una estudiante perteneciente a una familia rica, todos intentarán sacar máximo provecho al asunto. Sin diploma ni estudios, el muchacho se hará pasar por universitario, presentará a su hermana como profesora de arte, a su padre como chofer y a su madre como mucama, sin decir que son familiares. Con gran maestría Joon-ho pone cara a cara dos Coreas del Sur que no desean verse: la de una burguesía opulenta que goza de todos los beneficios del país desarrollado, y la de los olvidados de la sociedad, que se las tienen que ingeniar para sobrevivir a diario. El lugar que define esa lucha es la familia y el hogar, con personajes enfocados de tal manera que tampoco pueden definirse como buenos o malos, ya que todos tienen matices que impiden el encasillamiento. El resultado era una clase magistral de cine: entretenido, inteligente y sorprendente.

La otra gran película fue 1917 del británico Sam Mendes que, a partir de las memorias de su abuelo, un soldado de la Primera Guerra Mundial, traza el camino de dos soldados a quienes, pese a su inexperiencia y juventud, se les ordena cruzar el territorio enemigo y entregar un mensaje urgente que evitará la muerte de 1600 compañeros en una celada. El guion transforma los recuerdos del abuelo y da verosimilitud a esa travesía porque está constituida por un único plano secuencia. Por ello, lo que más brilla es la proeza técnica. Es innegable que Mendes sacrifica el desarrollo de sus personajes para permitir que esta aventura se convierta en la protagonista, conjuntando la magia del cine y de todas sus herramientas audiovisuales. La cinta es un homenaje al enorme talento que hay en quienes siguen creyendo en un cine tangible, que no depende del montaje o los efectos visuales, sino del protagonismo de la cámara, que termina siendo el espectador mismo, una suerte de tercer soldado que debe rescatar la vida de sus compañeros. En un contexto donde el mundo del entretenimiento está en una pelea constante entre el streaming y los cines, este film nos recuerda lo afortunados que podemos ser viendo ciertas historias amparados en la complicidad y la oscuridad de una sala.

Los 90 días iniciales dieron pie a otras buenas propuestas. Una fue la estupenda master class ofrecida por Agnés Varda antes de fallecer en el documental Varda por Agnès. Aunque pasó desapercibida también importó Diane de Kent Jones, historia de una mujer que pasa sus noches dando una mano en un comedor social porque dispone de tiempo, energía y ganas de ayudar al prójimo, posibilitando un ejercicio de honda introspección psicológica. Y aún habría que sumar la inteligente relectura que Greta Gerwig realizó de Mujercitas, o la extraña conexión entre el horror onírico y el minucioso realismo corporal que propuso El faro de Robert Eggers. Ya ubicados luego de la reapertura de salas en setiembre no debe olvidarse Dogman de Matteo Garrone, que logró hallar belleza dentro de una historia de extrema sordidez, y Bacurau de Kléber Mendonça Filho, film valioso e inclasificable, porque puede ser un western de izquierda, una historia de suspenso o una ciencia ficción basada en una realidad abrumadora. O, quizás, todo eso a la vez.

Y ahora se murió Christopher Plummer, pero de él hablaremos el próximo jueves.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".