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Comedores escolares universales, muy varelianos por Ernesto Kreimerman

Comedores escolares universales, muy varelianos por Ernesto Kreimerman
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El programa de almuerzo escolar en Suecia generó, según un estudio académico publicado en la The Review of Economics Studies, “beneficios sustanciales a largo plazo, donde los alumnos expuestos al programa durante todo su período de escuela primaria tienen un 3% más de ingresos de por vida. El efecto fue mayor para los alumnos que estuvieron expuestos a edades más tempranas y para los alumnos de hogares pobres, lo que sugiere que el programa redujo las desigualdades socioeconómicas en la edad adulta. La exposición al programa también tuvo efectos sustanciales en el logro educativo y la salud, lo que puede explicar una gran parte del efecto del programa en los ingresos de por vida”.
El estudio fue desarrollado por Petter Lundborg, Dan-Olof Rooth y Jesper Alex-Petersen, publicado en el Volumen 89, Número 2, páginas 876 a 908, de la The Review of Economics Studies. Este mismo estudio inspiró otra investigación de características similares en las escuelas españolas, realizado por José Montalbán Castilla, un Ph.D. en Economía, hoy docente en el Instituto de Investigación Social, SOFI, de la Universidad de Estocolmo. Ambos trabajos, en sus fundamentos, sostienen que “las inversiones que mejoran las condiciones de vida de los niños en los primeros años sueles tener un alto retorno”, según un trabajo publicado en la Journal of Economic Literature, volumen 56, número 4, de fecha diciembre 2018, páginas 1360 a 1446 (Almond, Douglas, Janet Currie y Valentina Duque. 2018. «Childhood Circumstances and Adult Outcomes: Act II”). El trabajo español ha sido publicado en el blog “Nada es gratis”, un desprendimiento de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada.
Montalbán destaca que “las políticas de comedor escolar entre países son muy variadas, especialmente en la UE. En Suecia, Finlandia y Estonia, los comedores escolares están totalmente subvencionados por el Estado. En España, Francia, Italia y Gran Bretaña se subvenciona a una pequeña parte de las familias a través de becas de comedor, y el resto pagan el coste total. En Noruega y Dinamarca, no hay comedores escolares, y los niños llevan su propia comida al colegio. Existe escasez de evidencia causal de los efectos a largo plazo de estas iniciativas”.
En este sentido, el trabajo incluido en la Review of Economic Studies, hace foco en “el efecto causal del sistema universal de comedores escolares sueco en los resultados a largo plazo”. Las conclusiones destacan “que el programa genera efectos positivos a largo plazo. Los estudiantes que estuvieron expuestos durante toda la educación primaria (nueve años) al programa de comedor escolar universal incrementaron sus ingresos en un 3% a lo largo de su vida laboral, con respecto a los estudiantes que no estuvieron expuestos. Los autores encuentran efectos heterogéneos por ingreso del hogar, siendo el retorno de los comedores escolares decreciente en el ingreso familiar. Aquellos cuyos ingresos familiares estaban en lo más bajo de la distribución de ingresos fueron los que más se beneficiaron de esta política, incrementando sus ingresos futuros en un 5,8%. Sin embargo, los estudiantes pertenecientes al resto de cuartiles de distribución de ingresos también se beneficiaron (en torno a un 2%). Por tanto, aunque las ganancias no fueron iguales para todos, el rendimiento positivo de este programa universal es, de hecho, universal a lo largo del nivel de ingresos”.
Hay otra resultancia que merece especial destaque: “el comedor escolar universal también incrementó los años de escolarización y la probabilidad de acceder a la universidad. La mejora significativa en la calidad nutricional es el mecanismo principal por el cual los estudiantes mejoran sus resultados. Los estudiantes expuestos al programa registraron una mayor estatura, y los hombres estaban más sanos cuando entraban en el servicio militar obligatorio. En cuanto a las finanzas familiares, el programa no generó una mejora significativa derivada de la reducción del gasto en comida. Sin embargo, el programa incrementó significativamente la oferta laboral de las madres, sin alterar las de los padres”. De este último aspecto hay en Uruguay probada experiencia pues fue una de las primeras consecuencias de tiempo completo, pues la estadía del niño/niña en la escuela, con alimentación incluida, abrió al mayor que se ocupaba de su cuidado, generalmente la madre, pero no siempre, obviamente, muchas veces un hermano/a mayor o un abuelo, a disponer de tiempo ya sea para estudiar o para trabajar.
En el trabajo de Montalbán, se incursiona en otro aspecto, éste de salud pública, generalmente no destacado a la hora del análisis acerca de los comedores escolares universal. El alto porcentaje de niño/as con sobrepeso y obesidad (en España, 23,3% y 17,3% respectivamente). La implementación de una política de comedores escolares universal derivaría, como consecuencia de corto y mediano plazo, en una disminución drástica de estas condiciones, generalmente consecuencia de la mala alimentación, tanto por sus productos como por incorrectas costumbres. Este punto, remarca Montalbán, sobre el cual ensaya escenarios costo-beneficios propios de la realidad española, adelantan una mejora de la calidad en salud al llegar a la adolescencia, y por tanto, una reducción de los costos de salud pública.
Si bien el implementar un programa de comedores escolares universal en Uruguay demanda una carga presupuestal adicional, pues no se parte de cero, pero falta bastante para alcanzar una meta de este tipo, sus beneficios se compensan en relativamente poco tiempo pues, como ya se hizo notar, erradicaría problemas de salud pública derivados de la inadecuada alimentación.
Sin embargo, hay un factor adicional muy importante, que hace a la armonía de la convivencia en el ecosistema educativo. El tiempo y, también, el espacio, en el que se comparte el habito diario, rutinario y distendido de desayunar, almorzar y merendar, contribuye a unas nuevas interacciones positivas, al momento de compartir un almuerzo rico, sabroso, todos juntos, incluidos alumnos y docentes. Por aquello de panza llena, corazón contento. Nunca más cierto. Y muy vareliano: “los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una escuela, en la que eran iguales, a la que concurrían usando de un mismo derecho, se acostumbran fácilmente a considerarse iguales, a no reconocer más diferencias que las que resultan de las aptitudes y las virtudes de cada uno: y así, la escuela gratuita es el más poderoso instrumento para la práctica de la igualdad democrática”.

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