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Diego Delgrossi: Cuando el Dr. Lacalle nombró a Keynes, todos nos caímos de culo

Diego Delgrossi:  Cuando el Dr. Lacalle nombró a Keynes, todos nos caímos de culo
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En tiempos de cuarentena y aburrimiento, decidimos alegrarnos un poco la rutina y fuimos a buscar a este humorista. El hombre es muy rápido y nos mantuvo riéndonos durante dos horas, mientras mostraba un nivel de profundidad, conocimiento y apertura mental muy poco frecuente en estos tiempos. Esto, más que una entrevista, es un show, que lo disfruten.

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

 

¿Cómo se labura en tu profesión con coronavirus?

No se labura. Es sencillo.

Vos siempre fuiste flaco. ¿O estás pasando hambre ahora?

Soy docente. Si sos docente y gordo, no te dan el título.

Jodete, hermano, vos ocupaste el IPA contra Rama.

Así es, en el 96.

Habrías tenido mejor sueldo.

Fui encargado del arroz en la olla popular. Nunca más me dejan cocinar en una ocupación. Era portland. Comieron enduido.

Es que hacer arroz para más de uno no es fácil.

Éramos sesenta. Y hay que saber cuándo ya está hinchado. No la tenía esa. Qué épocas. Y qué frío. Era invierno. Nunca más. Solo a nosotros se nos ocurrió ocupar el IPA en invierno. ¡La pucha!…

Pero como docente estás bárbaro, con lo que curran ahora.

Ah, están todos online.

¿Estás dando clase online?

No. Yo tenía cursos privados, más que nada con grupos de adultos. Ahora estamos esperando. Digo “adultos” y “privado” y parece que hablo de swingers, pero no, en este caso era un grupo para gente extra edad. Prefiero hacerlo presencial. Sé que colegas míos están haciendo teatro o charlas online. Pero el teatro, desde la época de Pericles, es el actor ahí arriba y el público tirando un tomate o una lechuga. Eso es el teatro. Es como el boliche. El otro día veía a Jorge Nasser tocar. Está bárbaro. Pero a mí a Jorge me gusta verlo en un bolichito underground, donde todavía se olfatea un poco de tabaco cuando uno va al baño a fumar. Me acuerdo que en El Lobizón me crucé con Darnauchans, estaban charlando él, Juceca y René Jolivet. Mirá qué tres. Y los tres fumando. “Vení, flaquito.” Y me senté un rato con ellos. Las cosas que oí… Imaginate, Jolivet era pachequita, Juceca era comunista y el Darno era un deprimido. Y yo venía mal porque me había peleado con una novia. “Yo te doy un casete mío y te cortás las venas”, me dijo el Darno. “Andar deprimido es lo peor que hay, te tenés que definir.” Y yo me senté ahí y me tomé una grappita con ellos y los escuché. Tenía diecinueve, veinte años. Eso es boliche. No puedo creer que la nueva normalidad sea el distanciamiento.

Antes de la nueva normalidad estos boliches ya estaban en un declive bárbaro.

Ya estaban bajo el nivel del mar.

Uruguay históricamente construyó su idiosincrasia en boliches. Hoy no quedan.

Sí, quedan. Acá tenés el Café Brasilero, el Tasende. Bueno, el Tasende ya se está modernizando.

Andá a hablar al Tasende… No podés con el ruido. Hay que estar buscando la excepción entre los sobrevivientes. Los últimos charrúas.

Totalmente. Yo iba al Chez Piñeyro hasta que lo reformaron todo. Iba al Expreso Pocitos, que también lo reformaron todo. Quedaron preciosos, pero…

Tenés el de Pipiolo, ahí en Francisco Simón.

Sí. Y en Hocquart creo que todavía está El Chupetín. Frente al Canal 12 teníamos el bar del gallego Manolo, que tenía un cartel ostentoso que decía: “chorizos al vino blanco”. Lo único que se podía servir ahí era whisky, lo único que mataba los gérmenes. Cuando vino Hillary Clinton lo jodíamos con si Hillary Clinton había entrado al baño. Hay boliches que si entrabas al baño te agarrabas tétanos, y gonorrea antes de desenvainar.

O sea que teatro nada.

No hay nada, porque las salas no están habilitadas.

Y fiestas tampoco.

Y no, porque imaginate que las fiestas son sí o sí una concentración de gente.

No estuviste en el casamiento de Carmela.

No. Me invitaron, pero tenía otra cosa. Había una reunión en Kenia, donde justo había un brote de ébola. Me fui allá, era mucho más seguro. Se ve cada cosa… La mayor parte de los infectados son gente de clase social alta. La mayoría viene de ese foco infeccioso. El Uruguay anda bien, pero es horrible lo de los fallecidos.

El tema es si ya llegamos al pico. Donde se empiece a extender en otros lados es como un reguero de pólvora.

Ayer hablaba con un capo de un hospital del interior. Tenemos que estar atentos a cada cosa que viene. Ahora vienen los cañeros de Brasil. Con que uno se tome una grappa cuando termine y vaya para el quilombo del pueblo, la onda expansiva va a ser como la piedrita en el arroyo. Vi que el ejército está controlando los pasos normales, pero hay estancias que están de los dos lados, con peonada brasilera de un lado y del otro. Hay cosas que son incontrolables. La aftosa pasó con los jabalíes. Te hacían mojar las patas, pero pasaba con los chanchos salvajes.

Y Brasil ya se está viendo como el próximo epicentro, después de Estados Unidos.

¿Y qué querés, con un timonel como el que tienen? Es el capitán del Titanic pero por diez. El capitán del Titanic se mandó la macana para que la gente no entrara en pánico, pero este no. Este es bravo. Contradecir a tu propio ministro de Salud, despedirlo y salir a darle la mano a la gente… ¡La pucha!… Y doscientos palos y algo de gente. Iceberg es el segundo nombre de Bolsonaro. Pero creo que Uruguay va a salir bien. Me dijo un médico que, al tener poca densidad poblacional y límite fluvial con uno de sus países colindantes, cosa que en Europa no pasa, si controlamos la frontera brasilera… Ya tenemos cerrados los puertos. Buquebús no viene. Capaz, en una de esas, nos salvamos. Capaz la yerba mate hace bien, también. Trescientos años de yerba mate tienen que haber hecho algo. ¿Por qué los japoneses son tan inteligentes? Hace tres mil años que comen pescado. Bueno, los uruguayos hace trescientos años que estamos dándole al mate. Algo bueno tiene que tener.

Estamos verdes.

Creo que es eso. Al virus le da lástima vernos. ¿Te acordás que el cólera no llegó, en el 92? Le hubiese tocado al Cuqui padre. No llegó. Me acuerdo que había invertido no sé cuántos millones de dólares en el Clínicas, en una sala para cuarentenar a los enfermos de cólera. Y no se usó.

Esto parece diferente.

Creo que hay que cuidarse, pero sin exageración. No con esa cosa de los coditos. Está todo bien, pero dame un abrazo. Aunque seas médico. Mi padrino es médico y trabaja en el Piñeiro. Claro, llega a la casa y se saca todo, pone todo para lavar, se da una ducha y se pone el piyama. Y al otro día hace lo mismo. No me gustan las confabulaciones, pero cosas raras tiene que haber. Algo raro hay. La gripe española no era española, era francesa, o inglesa, pero la llamaron española porque ellos fueron los únicos que dijeron: “Tenemos gripe”, estando en guerra, en medio de las trincheras, cuando en Verdún morían setenta mil en una mañana. ¡Qué importa la gripe! Hay gente que te dice: “Mirá que en África…” ¿Te pensás que en el norte de Tanzania, donde hay guerras civiles, les importa el coronavirus? Se están levantando todas las mañanas a ver si no viene la etnia pirulo a cagarlos a tiros. Lo mismo en Siria. ¿Te parece que en Siria les puede importar el coronavirus, si un día los bombardea Rusia y al otro la OTAN o Estados Unidos? Hay que poner esas cosas en la balanza. Los gringos son libertarios, no hacen caso. El gringo es “acá vengo yo”.

En Michigan estaban desfilando con las ametralladoras pidiendo libertad.

Se te escapa un tiro y matás a una criatura. Estados Unidos tiene muchas cosas admirables, pero tiene muchas otras por las cuales no quisiera vivir ahí. Tiene cosas admirables como el sistema judicial por el cual mi vieja si se tropieza en la vereda le hace un juicio a la alcaldía y se lo gana, porque la baldosa no puede estar salida. Una vez fui allá a la casa de mi cuñado. Invierno, una nevada de la gran flauta. Me levanté a la madrugada por el jet lag. Fui hasta abajo a tomarme un café con leche. Cinco de la mañana. Miré por la ventana: el vecino estaba con una pala grandota sacando la nieve. “Che, Luis, qué lo parió, qué cultura cívica”, le dije al otro día a mi cuñado. Me dijo que el año pasado no había limpiado nada, y una vieja se había descaderado y lo habían multado por tres millones de dólares, por eso ahora limpiaba la nieve hasta cuando no nevaba. Treinta y ocho grados y el tipo está limpiando el bitumen. Es genial. Es la cultura cívica.

Igual que acá.

Ese mismo cuñado vino acá, ya con Martínez intendente. “¡Qué bien que estamos manejando!”, me dijo. Le pregunté si había visto cada tanto un marciano cuadrado colgando. No había visto los radares. Al uruguayo le tocás el bolsillo y ya está. La última vez que había venido todavía estaba Ehrlich. Era a ver quién metía primero la jeta, a ciento ochenta por la rambla. Un amigo mío se llevó puesto un quiosco estando en pedo, incluso (risas). Cuando volvió mi cuñado era el lago de los cisnes, después de que empezaron a meter multas de tres o cuatro palos. Te saca las ganas de manejar. Hay lugares donde te ponen multas si avanzás en el rojo. La otra vez me contaba mi mujer que venía la ambulancia atrás y todos empezaron a adelantarse, en 26 de Marzo y la rambla. Y los que se adelantaban era flash, y flash, y la gente sacaba el cuerpo por la ventana y le gritaba a la cámara: “Es una  ambulancia”. Eso me imagino que se podrá justificar de alguna manera. ¡Yo qué sé!… Lo bueno es que esto nos afectó en lugares donde la gente tiene cobertura médica. En salud andamos bastante bien. No me cae bien el FONASA. O no es que no me caiga bien, pero fue organizado a pérdida. No dan las cuentas. Por cada persona que está en el FONASA, cuando no estábamos en pandemia, eran unos tres mil y pico de pesos de costo, mientras que el Estado da entre mil quinientos y mi setecientos. Va a pérdida. Me gustaría que fuera más equilibrado. El sistema está bien hecho en el aspecto de cobertura, pero no en el financiero. No hablo de los que lucran, pero hay gente en el sistema de salud que tiene que vivir de eso. Pero igualmente estamos bien preparados.

Mirás el resto del mundo y las sanidades meten miedo. Es una de las cosas que está quedando al desnudo, la importancia del Estado.

Totalmente. El Estado tiene que estar. El otro día cuando el Dr. Lacalle nombró a Keynes, creo que todos nos caímos de culo.

Pero esos lapsus no los tienen todos los días.

Hay que aprovecharlos y recordárselos.

Termina esto y te viene la zafra. Te vas a llenar de guita.

Ojalá. Ojalá, porque mis hijos ya no me hablan. Se les da por comer. Y milanesas, con carne.

Dale soja, que es barata.

Claro, ahora que bajó la soja.

La carne también.

Bajó dos o tres pesos, ¿no?

Sube treinta pesos y después baja dos.

Pero cuando baja, te avisan. Eso es psicología. No sé, mis hijos quieren yogur y esas cosas. Los tipos cambiaron.

Los malcriaste.

Sí, los aburguesé. El capitalismo salvaje está echando a perder a esos dos botijas. Yo les cuento anécdotas de cuando éramos botijas y comíamos corned beef.

Todavía hay.

Sí, Fray Bentos, la misma marca.

Vos eras docente de jóvenes. ¿Qué usan? Teléfono e Ipad.

Yo igual les pido un cuaderno. Les pido cuaderno porque me lo quiero llevar para corregir. Lo lindo es que vi a uno de mis hijos con el celular, mientras estaba en Zoom. “Estoy hablando con mis compañeros”, me dijo. Las cosas que se deben decir por WhatsApp sobre los profesores mientras están en Zoom… Antes era por atrás, cuando el profesor se daba vuelta. Y se copian por WhatsApp, es genial.

De vos pueden decir que sos un botonazo.

“El coronel”, me decían. “¡El de la tele!”, decían el primer día. Al tercer día ya no era con tantas ganas. Ahí perdí audiencia. Ya no miraban más Consentidas.

Los jóvenes no miran más televisión.

Claro. Ahí fue que bajó Plop, Telecataplum, El Show del Mediodía… Soy el Atila de la televisión, donde paso no crece más el pasto. Se acabó el recreo (risas).

¿Cómo ves la cultura hoy en Uruguay?

Esto ha sido un parate importante, pero la cultura siempre fue muy buena. Siempre fuimos buenos referentes en todas las materias. Incluso hasta las expresiones más populares, como el carnaval, tienen gente con cabeza como los Cardozo o el Flaco Castro, que además es publicista. Con compositores. Tenés a los Ibarburu, a Pitufo Lombardo. Tipos a los que les ponés una partitura adelante y la sacan con los ojos cerrados. Y últimamente se ve hasta en los futbolistas. Escuchás a las viejas generaciones de futbolistas y eran barrio barrio.

El fútbol también es cultura. Y cómo se extraña el ir a buscar a los nietos, el buscar lugar para estacionar, la gente, el ir a comprar un choripán. Igual que se extraña el teatro, las fiestas, los eventos. ¿Cuánta gente festejó por Zoom el cumpleaños de la abuela? No estamos en una guerra… ¿Tenés patio? Poné una mesa acá y otra allá, le ponés alcohol en gel, le das un beso y un abrazo al abuelo y te volvés a la mesa. Pequeñeces. Van a decir que estoy incitando al contagio. No es ni la peste negra, ni la peste bubónica ni el ébola. Es un virus gripal más agresivo que el habitual. ¿Hay que cuidarse? Sí. Pero cuando se pedía la cuarentena obligatoria. Sé lo que es eso, porque lo estudié a lo largo de la historia. En Uruguay la cuarentena obligatoria era solamente posible en caso de que tuviéramos servicio militar obligatorio. Con todos los conscriptos, todo el ejército y la policía íbamos a llegar a unas ciento cincuenta mil personas, y ahí podías vigilar las calles.

Depende de la situación. En España la tuvieron que hacer.

Porque empezaron más tarde. Imaginate que tenemos doscientas treinta mil personas viviendo en asentamientos. ¿Qué cuarentena obligatoria le vas a pedir a una familia de seis hijos con un padre o una madre ausente? Los chiquilines no van a la escuela más que para comer. Vuelven y tienen que hacer los deberes. Si los encerrás, se agarran a los tiros.

Tenemos buena cultura, buenos escritores, ¿pero seguimos teniendo buenos lectores?

No, no. Eso ha caído mucho. La aplicación tecnológica ha sustituido al libro material. Los chicos leen más que antes, pero leen mal. Leen en WhatsApp, en Twitter, en TikTok, en Tinder. Leen cosas mal escritas. Se pasan constantemente tecleando. Mis alumnos de catorce y quince años ya tienen tendinitis, algo que le venía al abuelo a los sesenta y cinco, después de haber tecleado en la máquina del Banco República. Un amigo me dice que soy poco optimista. Le digo que no, que no soy poco optimista, que soy pesimista. El mundo no va cada vez mejor. ¿Después de la Primera Guerra fuimos más solidarios? No. ¿Después de la Segunda? No. ¿Después de la Guerra Fría o de Chernóbil? Tampoco. ¿Después de las Torres Gemelas? Capaz que en Estados Unidos durante un par de días fueron un poco más solidarios. Y ya está.

Hubo más voluntarios para ir a pelear afuera.

Sí. El ser humano no es de aprender rápido. La experiencia no se hereda, se tiene que vivir. La vaca va contra el alambrado y cuando le da una patada, aprende. El ser humano no.

Estás dando la mejor definición para explicar por qué triunfó la coalición.

La gente no aprende (risas). Ya se van a dar cuenta.

Sos historiador.

Profesor de Historia.

Alguna cosita escribiste.

Algo he hecho.

No digas que la humanidad no aprende nada. ¿No ves una tendencia positiva de la humanidad? No es lo mismo ahora que en la Edad Media.

Hay avances en algunas partes, en materia de derechos, de mentalidades. Hoy tenemos una consideración mucho más especial por los animales que la que teníamos cuando éramos chicos. Cuando éramos chicos, jugábamos a cazar bichos. ¿Quién no se fue al medio del campo con una chumbera y bajó una torcaza? Hoy sería impensable. Hoy, donde yo le regale una chumbera a mis hijos, mi esposa me echa de casa. Ya está. “Le gritaste al perro”, me dice mi esposa. Meó adentro, ¿querés que le dé un Pulitzer? No jodas. Cada cosa en su lugar. Tenemos una sensibilidad, pero en Occidente. El Occidente aburguesado, el Occidente de las libertades, de las nuevas ideas, del humanismo. Andá al otro lado. En los países donde hay un islamismo puro y duro, un islamismo radical, donde te tiran a un homosexual desde una azotea o lapidan a una botija porque la violaron y la culpa fue de ella porque “los provocó”. En África, donde funciona la ablación. Ahí no podés hablar de Montesquieu y Voltaire porque no saben ni quiénes son.

Pero también tienen otros mecanismos de socialización. Son más solidarios entre ellos.

No son tan materialistas. Son felices con menos.

Parecen más felices, aún en la absoluta carencia de cualquier cosa material. Y ves gente llena de todo lo que pueda precisar, riqueza para varias generaciones, que no logra ser feliz porque está con la cabeza pensando cómo hacer para invertir mejor.

Totalmente de acuerdo. En eso coincido con Mujica en un mil por ciento. Es sencillo: estamos atrás de cosas materiales de las que solo al borde del abismo nos damos cuenta que no eran necesarias, y que por eso arriesgamos la salud, las relaciones, los afectos, un matrimonio, una amistad. La cantidad de divorcios que debe haber habido en estos meses en que estamos todos encerrados…

No hay, porque no funciona el Registro Civil.

Una cola de cuatro cuadras, todos a un metro de distancia, y no por sanidad sino porque no se hablan. Una cosa es la relación cuando hay para comer y otra cuando no tenés el pan para llevar a la casa. Hubo matrimonios donde ambos se quedaron sin laburo, o uno sin laburo y la otra en zafral. Esto es mucho peor que el 2002.

¿De esto no estamos aprendiendo? De que estamos prescindiendo de las cosas que no son necesarias. Algunos por necesidad y otros porque se dieron cuenta que no eran importantes.

A corto plazo, sí. A mediano plazo se olvida. Suponte que en junio para la cuarentena, volvemos de a poco, vuelven los chiquilines a las escuelas, abren los cines y los supermercados y volvemos al Estadio. Bárbaro. Va a haber un mes en que la publicidad nos va a decir que volvimos, y nos van a hablar de la hermandad de los uruguayos, de vamo’ arriba, de Gardel, el dulce de leche, las empanadas y el salamín cortado fino. Perfecto. Eso va a ser durante uno, dos o tres meses. Capaz que se reflota en Navidad, hablando de la familia. ¿Y en verano? Van a venir los brasileros, los argentinos. Alguno largará otro lechón desde un helicóptero. Vendrá Tinelli a meterse en las dunas y a hacer mierda todo. y lo van a multar. Mirtha Legrand va a enterrar a otros de ciento treinta años y seguirá haciendo sus almuerzos. Y vamos a volver a la misma, a que la tarjeta vence mañana. Desgraciadamente, a corto plazo, sí va a haber un aprendizaje, pero como estamos tan bombardeados nos vamos a olvidar. Va a ser pasado, y a otra cosa.

Algo siempre queda.

Ojalá. Lo estoy deseando.

La humanidad siempre de todos modos ha ido avanzando.

En muchos aspectos sí.

¿Los artistas laburan poco?

Juceca tuvo que laburar hasta el día antes de morir, pobre. Una vez hablando con Juceca, con esa voz tan particular, me dijo (Lo imita): “No hay cosa más linda que trabajar con María Inés Obaldía, porque ella te quema los chistes antes que los digas y los tenés que repensar en el aire”.

¿Cómo fue laburar con él en El viaje hacia el mar?

Un crack. Ahí ya estaba enfermo, y él sabía que estaba mal, con un cáncer de pulmón jodido. Y nos tocó grabar en momentos complejos, en julio, en pleno invierno en las sierras minuanas, con un frío de la gran flauta, y nosotros teníamos que hacer que era verano, porque así es el cuento de Morosoli. Nos ponían transpiración artificial, porque qué transpiración íbamos a tener si había dos grados de sensación térmica. Y llovía, una lluvia fría como la puta. Hay una escena en que estamos todos cantando, como si estuviéramos contentos. Héctor Guido iba en la camioneta con Hugo Arana, ellos iban chochos. Nosotros íbamos atrás con la lluvia artificial, cantando. “Hay que ser actor”, decía Juceca. En la última escena, en Atlántida, llegábamos a la playa. Había dos grados bajo cero y nosotros de manga corta. Nos habían hecho como una especie de mangrullo con mantas, para que nos metiéramos cuando cortaba la escena. Estábamos todos tapados, con bolsas de agua caliente, todos tiritando, y de repente, en el silencio, la voz de Juceca que dice: “¿Será necesario hacer cine en Uruguay, la putísima madre que lo parió?” Fue la primera vez que lo escuché decir una mala palabra. Hacía tres meses que estábamos cagándonos de frío. Fue bestial, fue brutal. Se juntó un elenco muy lindo que no se habría juntado en otras circunstancias. Héctor estaba en El Galpón, Julio Calcagno había salido de la Comedia, Huguito  Arana estaba acá enfrente en gira con Soledad Silveyra, lo trajeron especialmente, y César Troncoso era la primera vez que hacía cine. Y fue el único actor en Uruguay que después vivió de eso. El Robert Mitchum uruguayo.

Pero porque labura en Brasil.

Sí, claro. Y buenas películas ha hecho. Y acá también. Acá hizo Zanahoria, Memorias del calabozo.

Gran película Zanahoria.

Gran película.

Saliste alcahuete.

No, uno tiene que ser objetivo. Una cosa es ser colorado y otra es saber la historia y decir las cosas como son. Las cosas son como son. Hay cosas que no me gustan, y obvio que no me gustan. ¿Cómo me va a gustar Salsipuedes, ese engaño a los caciques que habían sido fieles a la revolución? Obvio que no me gusta, pero también había que ver lo que estaban haciendo esos caciques. Venían los estancieros a quejarse de que la botija había sido violada o habían incendiado en tal lado. No se civilizaban. Los guaraníes también se quejaban. Guaraníes y charrúas eran Peñarol y Nacional. Por eso los guaraníes estaban con los portugueses. Los que empezaron a matar charrúas fueron los jesuitas, en el siglo XVIII. Claro, en las misiones jesuitas les enseñaban a plantar a los guaraníes y venían los charrúas de noche y se llevaban los choclos, los chanchos y las gallinas. Los jesuitas, que eran los soldados de Dios, los empezaron a sacar a los tiros. Ahí empezaron las matanzas, y los sacaron para el sur, para el norte del río Negro, que estaba despoblado. Si en aquel momento hubiesen existido Pomies y Cifra, hubiesen dicho que el 99.9% de los orientales querían extinguir a los charrúas, y que el 0.1…

Eran charrúas.

Ahí va. O tenían Alzheimer. Sí, la concepción del ser humano cambió para bien. Desgraciadamente hoy vemos las consecuencias. Tenemos las asociaciones indigenistas descendientes de charrúas. Inclusive hasta uno, sin querer, puede ser descendiente de charrúas o tener mezcla con negro. En aquella época, si algo se mezclaba era el español. La Malinche era hija de una tribu enemiga de los aztecas, que le habían matado a los padres. ¿Qué maldición de Malinche? Vino alguien fuerte a dársela a los aztecas y ella se juntó con ellos. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, ese es ABC de la historia. Hussein fue aliado de Occidente mientras le sirvió. La política internacional es brava.

¿Y la uruguaya?

Es un ejemplo. Mirá que he viajado por España y Argentina… Ya con ver que Cristina no le pasó la banda a Mauricio te das cuenta. En Brasil no se hablan, se apuñalan. En Colombia el propio ex presidente Uribe odiaba a su ministro de Defensa, Santos, que luego fue presidente de la República. En Chile también hay una división bastante grande, menor que en la Argentina, pero la hay. En Ecuador tenés el propio Lenin traicionando a Correa, del que era el delfín. Acá, el hecho de poder ver a Miranda, Olesker y Bergara charlando con el presidente habla de un civismo importante. La oposición tiene que ser oposición. Lo hará bien o mal, pero tiene que serlo. Y lo mismo el gobierno. Somos maduros políticamente.

¿No notás que hay mucha polarización en la gente? En las redes…

Las redes son un mundillo. El que en las redes dice que saquen a Alfredo García porque dijo que la bandera es un trapito después se lo cruza en el shopping y se saca una foto con él. No se lo dice en la cara. Ni a mí tampoco. Yo hace siete años que choqué, y te puedo asegurar que ni al paso de un camión me gritaron “borracho”. Las redes son un submundo. Lo que sí te puedo decir es que, si no tuviéramos cultura política y cívica, Tabaré Vázquez no podía, en quince días, destituir a dos comandantes en jefe, seis generales, un ministro y un viceministro. Andá a hacer eso en Nicaragua. Intentá hacerlo en Chile. Te aparece el bisnieto de Pinochet, que es cadete de no sé dónde, y se te levantan cuatrocientos milicos. O en Argentina, donde se te aparece un Aldo Rico. Y en Brasil ni te digo.

En Chile nombraron a una bisnieta de Pinochet como ministra de la Mujer.

Caramba. Ojalá que salga todo bien. Es como meter a Drácula en un banco de sangre. Tenemos una madurez que es envidiable. La semana pasada en Brasil la gente estaba pidiéndole a Bolsonaro que disolviera las cámaras y el Poder Judicial, y él los salió a saludar. No podés hacer eso. Es el presidente de todos los brasileros, de los del PT, de los apolíticos, de los sin tierra, de los fazendeiros. No podés salir a saludar a unos tipos que te piden un golpe de Estado. Eso no se hace. Hay que tener un poco más de tino, y Uruguay lo tiene. Lo veo muy maduro al gobierno en eso. Lo veo bien. No quiero ver gente del gobierno contestando los tuits. No quiero, porque está mal. No quiero, como pasaba antes, al director del IMPO diciendo que ojalá no estén más los programas de Victoria Rodríguez y Petinatti. Sos director del IMPO, ¿estás hablando de derechos y tuiteás en contra de dos periodistas porque te caen mal? Te tenés que llamar a silencio. Cuando salgas del cargo, vomitá lo que quieras, pero mientras tanto mantenete. Bonomi siempre se mantuvo. Habrá sido mal o buen ministro del Interior, pero siempre se mantuvo como ministro. No contestaba a las ofensas. “RenunciáBonomi” era un hashtag. Te tenés que mantener, porque eso habla de la institucionalidad. Si no, bajate. Me parece muy bien esto que está haciendo el presidente, que unos dicen que son conferencias de prensa y otros dicen que son cadenas. Son conferencias porque estamos en emergencia, estamos en guerra.

¿No son conferencias encadenadas?

El que quiere las pone y el que no quiere, no. La otra vez Canal 10 entró tarde, TV Ciudad no la emitió y Canal 5 la reprodujo más tarde. Está hablando de algo que nos interesa a todos. Y está. Si no estuviera se diría que el presidente está ausente.

Lo que se decía de Tabaré.

Claro, lo que pasa es que veníamos mal acostumbrados con el Pepe, al que le gusta más el micrófono que el dulce de leche.

Vos has logrado algo difícil en Uruguay. Se te condenó al grito, por ejemplo, en las redes, y después te la perdonaron. Es muy difícil ese paso que lograste vos.

Sin tiempo no hay cicatrización. Decidí callarme la boca, pensando que con el tiempo aquello iba a ir decantando acorde a cómo yo precediera. Estábamos acostumbrados a que los futbolistas, los políticos y los “hijos de” chocaran y después no se supiera más nada. Yo, cada cosa que hacía la hacía pública. Cuando iba al Piñeiro era inevitable sacarme la foto y que alguno la pusiera en las redes. Trabajé con los viejitos, estuve en la quinta, en la cocina. Hice pila de cosas. Después, bueno, procedí como se debe proceder. ¿Que conozco gente que me podría haber evitado la breva que me comí? Sí. En un pueblo así chiquito, ¿te pensás que no me llamó gente para decirme: “Mirá que podemos arreglar esto”? Fue la única vez que usé un abogado, el Gordo Barrera, y de piola, todavía. Me acompañó al juzgado cuando tuve que ir a declarar. Fue la única vez que puse un abogado de por medio. Con la dueña del negocio, fui el otro día a la casa. Todo depende de cómo lo encares. Hay gente que esos problemas los arregla solamente con plata. Otros compran abogados, jueces, policía, prensa. Yo lo hice como me enseñó mi abuelo: a lo hecho, pecho. Usted la caga, usted la arregla.

El tema es la reacción posterior. Acá las cadenas son perpetuas.

Sin duda. Preguntale a Franklin Rodríguez.

Lo mató la prensa (risas).

Cuando la gente ve que realmente te arrepentiste de lo que hiciste y no lo volviste a hacer… No volvió a pasar, y no solamente eso, sino que tuve voluntad de colaborar con la Fundación Alejandra Forlán, y dando charlas voluntarias en los liceos de la zona periférica compleja de Montevideo, que es donde muere más gente con motonetas, cuando a los botijas de doce años el padre les dice que se quedaron sin pan y que vayan hasta la panadería, y el guacho no se pone el casco y pasa un COPSA y lo pisa. Fui a varias escuelitas. Al final venían los botijas y te contaban las anécdotas. “Mi padre es camionero y el otro día lo rezongué porque no se puso el cinturón.” Esas cositas. Compré cincuenta chalecos, y se venía uno en motoneta sin chaleco por la calle, le daba uno. Esto te lo estoy diciendo recién a vos, porque es algo que ya pasó. Realmente fue una cosa que me afectó. Pude haber matado gente. Y por año hay cuatrocientos y pico que no tienen la suerte que tuve yo. Cuatrocientos setenta muertos por accidentes de tránsito, además de los que quedan lisiados y de los destrozos familiares. Yo entiendo cuando el SUNCA para porque un botija se cae del andamio. Es un trauma para toda la vida, quedarte a los veinticinco en silla de ruedas. Es una existencia, es un ser humano, es una vida, y atrás de eso está todo, está la madre, el padre, los hijos, los amigos. Están los que lo quieren y los que no, pero siempre hay que pensar en los que lo quieren, que son los que te van a alentar o te van a putear cuando te tienen que putear. Mis mejores amigos son los que me putean.

Somos buenos amigos, entonces.

Ustedes dos son flor de hijos de puta. No, es fundamental cuando te putean. Me caliento mucho con las redes. Me calenté mucho cuando tuvimos el intercambio por las redes. Y me pasó también con Oscar Andrade, al que defendí cuando se decía que había que sacarlo de Todas las voces. Me preguntaban si me había vuelto comunista. No, soy un ciudadano que ve que están linchando a una persona por una ideología política, queriendo que se quede sin laburo. “Sí, pero tiene otro trabajo.” No importa. Él está ahí, haciendo ese trabajo. Y lo hace bien. Otros pedían que echaran al Connie. No, no es así. “No consumamos lo que auspicia Puglia” fue la última. No, eso hacían los nazis en el 34, juntarse para no comprarles a los judíos. Y te prohibían casarte con judíos, salir con judíos. Dejaron sin efecto los títulos universitarios dados a judíos. Así empieza la cosa. Como dice el refrán, primero se quema el libro y después se quema la gente. A mí me gusta que haya libertad, y Uruguay está considerado uno de los países con mejor calidad democrática. ¿Por qué? Porque tuvimos ese proceso. Aprendimos.

¿La corrección política no te rompe los cocos?

De ocho de la mañana al medio día me la paso por el genital izquierdo, paro una horita para comer y de una a seis me lo paso por el derecho.

Muchas veces en tu humor sos políticamente correcto, sin embargo.

En el humor soy no ofensivo. A veces la gente confunde eso con ser políticamente correcto. Siempre hubo corrección política, lo que pasa es que ahora se ha institucionalizado. Cuando éramos chicos y jugando al fútbol alguno empezaba a contar un chiste de negros se callaba cuando aparecía el Tito, que era negro. ¿Chiste de gallegos? Ahí viene Luis, que la mamá es gallega. Eso era la corrección política, era el respeto hacia el otro. Cuando había pelea entre dos barritas y se escuchaba un “La puta que te parió”, uno desde el fondo gritaba: “¡Con la madre no!”. Y ahí se armaba la general. Pero nunca se le pegaba al que estaba en el piso. Hoy no sé si están enfrulados o qué, pero te dan con un cascote en el piso. Nos estamos pasando de rosca para un lado y para el otro. Si hacés un chiste de gallegos, es un chiste de gallegos. Ya no quedan.

Ahora hay que hacer de venezolanos.

Que son educados, serviciales, que nos enseñaron otra vez a sonreír, como hace cien años los gallegos y los tanos nos enseñaron a laburar.

¿Aprendimos?

No, para nada. Hay panaderías que abren a las nueve de la mañana. Hace cincuenta años era impensable, una panadería abría a las siete como mínimo, y como diciendo: “¡Qué gallego pelotudo!”. Hoy algunas abren a las nueve. Se quedan sin venderles a los gurises y las maestras. La gente de la construcción a las nueve ya está trabajando. Estamos más aburguesados. Ahora el de la farmacia cierra a las cinco para irse a Parque del Plata. No, el gallego que dejaba a su familia allá laburaba hasta el 1º de mayo si era necesario, y no por carnero, porque era socialista y había peleado en la Guerra Civil. Y los nietos vinieron a decirle: “Abuelo, no disfrutaste tu juventud”. Sí, en términos de consumo burgués tal vez sí, el abuelo no disfrutó. Murió en la panadería. Vino el hijo y trabajó un poquito menos. Y ahora los nietos están dilapidando la guita que hizo el abuelo, yéndose de trolas a Miami. Capaz es la sucesión natural. Y pasa con la colectividad judía, con la armenia, con la italiana. Hoy los nietos quieren vivir mejor que los abuelos. ¿Y qué es vivir mejor? Disfrutar al ahora. Los millennials.

Lo quiero todo y ya.

Antes teníamos la utopía. Ahora no existe más.

¿No tenés utopías vos?

Tenía una, pero se me rompió el cardán y la dejé hasta que llegue el repuesto. Desde que hay crédito, la utopía se acabó. Antes la utopía era la independencia. Era irte a los dieciocho años de tu casa, recorrer el mundo de mochilero como hizo el Che Guevara. Ahora es tener veinte días en la Riviera Maya a pagar en veinticuatro cuotas con OCA. Y eso no es ninguna utopía, si capaz que te lo paga tu viejo porque pasaste a facultad. Y viene el guacho y te dice que se va a tomar un año sabático. ¿Eh? Yo le llegaba a decir eso a mi viejo… Las gárgaras de dientes que me hubiera hecho hacer. Mi vieja más que mi viejo. La sargento Casal. Era brava la gallega. Yo me llamo Diego Hernán. Cuando me decía “Diego”, estaba todo bien. Cuando sentía “Diego Hernán vení para acá”, ya la nalguita me empezaba a doler. Y es que ahora los psicólogos te dicen eso, que si hay que decir que no y pegar un sopapo, lo pegues. Cuando salimos de la dictadura, en los ochenta y hasta principios de los noventa, los psicólogos te decían: “Déjelo ser libre, que el niño fluya, porque vivimos mucha represión”. Ahora ya no. Ahora los psicólogos vieron que a la nueva generación hay que saber decirle que no. No porque no puedas, sino por el manejo de la frustración. No puede ser que a los diez años el guacho ya tenga computadora, tablet, Iphone y no sé qué, y que ya haya ido a Disneylandia antes que al Parque Rodó, porque cuando te querés acordar, sin querer, criaste un monstruito. Mañana el guacho va a estar en una oficina con gente que no le va a hacer los favores. Él va a tener que sacar las fotocopias, y no va a tener quién le haga la comida. Y va a venir un jefe que lo va a mear, que lo va a estar negreando un tiempo. Muchos ahora se piensan que salen del bachillerato y ya va a estar el helicóptero esperando en un helipuerto porque son gerentes generales. No. Las carreras no son de dos meses. Ser periodista no es poner un micrófono y empezar a hablar. Ahora ves cualquier cosa, pero cuando eras botijas veías periodistas como Azadour, el armenio que hacía los móviles policiales del Canal 4. Eso no existe más. El que quebró un poco eso fue Almendras. Después de él todo se desmadró.

Lo abdujeron.

Sí, lo abdujeron y lo devolvieron inmediatamente, envuelto en papel celofán y con dos litros de leche, por las dudas.

¿Qué te define? ¿Profesor de Historia o humorista?

Soy un ciudadano que tiene la suerte de haber nacido en una familia muy laburante. Me pude comprar mi primer libro con ahorros, acá en una librería en 18 que ya no está, un Traversoni de la Segunda Guerra Mundial. Lo abrí y estaba fallado. 2.700 pesos me había costado. Meses de ahorrar. A mitad del libro empezaba a hablar de Enrique VIII. ¿Cómo había pasado de Churchill a Enrique VIII? Todavía lo tengo guardado.

¿No lo fuiste a devolver?

No tenía ni plata para el ómnibus, qué iba a ir a devolver. Me lo quedé.

O sea que tenés la Segunda Guerra Mundial hasta la mitad.

Hasta que estaban en empate técnico. Ahí quise averiguar qué pasaba y me metí en el IPA. Hoy por suerte tengo el gusto de decir que gracias al laburo artístico me di el placer de dar Historia como la tendrían que dar todos los profesores: tranquilos, con los materiales que quieren, haciendo lo que quieren. Si bien es verdad que en los últimos quince años se les ha pagado mejor, veo amigos que para parar la olla y llevar a la casa un salario digno trabajan de lunes a sábado, como mínimo de ocho a diez horas por día, preparando clases, corrigiendo, haciendo las coordinaciones. No hay país del mundo que les pague bien a los profesores.

La profesión de profesor ha perdido un poco de prestigio.

Tal vez porque se han profesionalizado mucho otras carreras. Han venido los posgrados y los másteres, palabras que antes no existían. Yo tengo que agradecerle a la gente por haber podido dedicarme tanto tiempo a esto. En los últimos años han ingresado al ruedo muchos botijas jóvenes que hacen stand up, los que estudiaron y los vocacionales. Que me contrate la tercera generación de una familia, que veas arriba de una chimenea una foto tuya con un veterano que es el abuelo del que hoy te contrata… Esto es verídico. Los artistas parece que arriba del escenario nos comemos a los niños crudos, pero rascá un poquito y vas a ver que el artista es piel y nervio. Por eso a veces a las redes no vale ni entrar. Ahora vi las fotos de la Marcha del Silencio que se viene. Y está Victoria Rodríguez, sé que siempre le ha interesado el hecho de que haya verdad y justicia. Y las cosas que le dicen… ¿Por qué? Porque es Victoria Rodríguez, porque es de Carrasco, porque se crió en un colegio bien. Está el hijo de Posadas, que está en silla de ruedas. Y hablan del padre. ¿Qué culpa tiene el botija? No podés meter la factura a nombre de otro, son sociedades anónimas distintas. ¿Qué mejor que se acerque la sociedad acomodada, que a veces está lejos de ciertos intereses y preocupaciones sociales? Vamo’ arriba. Las causas de los derechos humanos tienen que ser de todos. A mí me putean. He ido a la Marcha del Silencio un par de veces, y no me saco fotos porque no me interesa hacer publicidad de eso. No soy como algunos políticos, que van y se sacan selfies. Es una marcha fúnebre. He conocido, directa o indirectamente, a gente que ya no está. Mi suegro era militante universitario, y le han muerto compañeros al lado. A mi viejo también se lo llevaron equivocado, buscaban a su hermano que era bancario, y mi viejo no tenía nada que ver. Era muy parecido, y se lo llevaron al cuartel. “Felipe, ¿qué hace usted acá?”, le dijo uno de los coroneles, que había sido cliente de mi viejo en su taller de chapa y pintura. “Me trajeron.” Y mi vieja esperando en casa. “Sí, sí, claro”, le dijo cuando mi viejo volvió tardísimo y le dijo que lo habían agarrado las conjuntas. “Ahora al señor lo agarraron las conjuntas.” Mi viejo tuvo que volver al cuartel y hacer ir al oficial de guardia a que convenciera a mi vieja, que no lo dejaba entrar. Eso solo pasa en Uruguay. Es de pueblo chico. Pero sí, es algo que está en el debe. Y muchos me dicen: “Vos sos amigo de Sanguinetti…, y la ley de caducidad”. ¿Y qué tiene que ver?

Podes ser amigo. El tema es compartir su idea.

Yo la idea de que no se investigue no la comparto. El artículo cuarto tiene que ser cumplido a rajatabla.

¿Qué asignatura pendiente tenés en teatro?

Hacer una obra seria y que no se me caguen de la risa en la jeta. Lo hacía cuando era chico. Hice Mollière, hice Shakespeare.

No te fue muy bien.

Salía a escena de lentes, porque mis viejos no tenían plata para comprarme lentes de contacto. Salía con lentes culo de botella. Y claro, estaban todos vestidos de época, con calzas, capas y no sé qué, y de repente salía uno con lentes culo de botella y era Woody Allen. Mary da Cunha era mi maestra.

No tuviste maestra…

Ella y Elena Zuasti, unas regias las dos.

Con razón saliste así.

Deforme. Elena, con el pucho en la boca, me decía: “Te vas a tener que dedicar a la comedia,  Delgrossi.” Grandes maestras, una cracks. Y de compañeros a Roberto Jones, Pepe Vázquez, Imilce. Imaginate. Roberto fue tupa, fue preso. Y Pepe e Imilice tuvieron que salir corriendo de Uruguay. Y la mitad de mis profesores del IPA también fueron presos. A Leticia Soler la arrestaron en el avión, pronta para irse. Y también he conocido del otro lado. Mujeres de capitanes que quedaban armadas cuando sus maridos tenían que ir para el cuartel, y a veces sin saber tirar. Escuchaban el caño de escape de un Volkswagen y se pensaban que era una bomba, con los chiquilines debajo de la cama. No estoy haciendo la teoría de los dos demonios. Estoy queriendo decir que fueron épocas de plomo, bravas. El hecho de que los hijos y las esposas puedan poner una flor donde están los restos es cerrar una de las heridas.

¿Qué es la cofradía del quincho de Artois?

Es una logia, una secta satánica compuesta por gente de todas las ideas.

Cooptaron a Richard Read. Dejó de ser de izquierda.

No, eso nunca lo vamos a lograr, es imposible. Es como que yo deje de ser pelado. Va contra la genética. Somos un grupo de gente de todas las ideas, de todas les religiones, sectas, logias y creencias, que nos juntamos a charlar. Debatimos, nos puteamos. A veces al otro día no nos hablamos, al otro nos pedimos disculpas y seguimos adelante. Somos gente de todos lados. Y está bueno, está lindo que eso no se pierda. Es como las familias: “Ahí viene Mengano, no le des la torta con alcohol porque este estuvo en Alcohólicos Anónimos.” Es la vida, la sociedad, el bar, el boliche. Por eso no entro mucho en las peleas en las redes. A veces mirás cuando te putean y no sabés quién es. “Doctor en Urología”. A vos te debe pasar. Te mandan a la puta que te parió y capaz que son los que mañana te van a atender en la emergencia. Vamos a equilibrar un poquito las cosas. Si te insulta Juan de los Palotes, ta. “Delgrossi, fascista hijo de puta”, y mirás y es una maestra preescolar. ¡No!

¿Por qué dejaste de hacer televisión?

Tuve una gira impresionante con una obra de teatro en el interior, que empezó con cinco funciones y terminó con veintiocho. Delgrossi viral, se llamaba. La mayoría de las funciones fue entre semana, porque los fines de semana hacía teatro en Montevideo. En esos días grabábamos Consentidas, y me pareció una falta de ética y respeto hacia mis compañeros y mi empleadora faltarle el día antes porque me había salido una función en Paysandú. Me hice a un costado, y llamaron al mago Daniel K. fue una cuestión de respeto hacia el laburo y mis colegas. Para mí fue un salario menos y fue no estar expuesto en la televisión, donde un poquito tenés que estar para que la gente vea que estás vivo. Como dice Cacho de la Cruz, cuando dejás de estar en la televisión, dejás de existir. Aunque hoy también están las redes.

¿Hay espacio para el humor en televisión? ¿Para lo que fueron los grandes programas de humor?

Ya no. Ahora el humor está en grajeas, en todos los programas. Estaba Hogue en Código País haciendo una viñeta. En la mañana hay un poco de humor. En la radio tenés a Moré, a Gustav, y a Petru en el 10. Estalló ese programa, como si fuera una granada de fragmentación, y sus esquirlas se distribuyeron equitativamente en distintos lugares. Hoy para ver humor tenés que ir al teatro, al tablado. O mirar Netflix.

No matés a los standuperos y a los boliches.

Los standuperos, ahí va. En los bolichitos de seis o siete mesas donde está el guacho o la botija con el micrófono, y de ahí sale una cosa importante. Los standuperos profesionales hoy están llenando el Movie, y salieron de esa camada hace cinco o seis años. Se depuró y quedaron diez, quince. Había doscientos, que iban por la comida. “Cobren algo”, les decía yo. Al cobrar algo dignificás la profesión.

¿Tres aciertos de los gobiernos del Frente?

El Plan Ceibal. Las leyes sociales, donde incluyo las ocho horas del peón rural, la reglamentación del trabajo doméstico, las leyes de equidad para las minorías. Y otra, que está buena pero que hay que corregirla, es el FONASA. Son cositas que hay que retocar, como todo lo que hacen los seres humanos.

¿Y los errores?

Un debe grave es la educación. Segundo, las políticas de seguridad. Fue algo que se sabía que iba a pasar, porque en la filosofía de izquierda uruguaya está muy enraizada la palabra represión como algo negativo. Le tienen fobia a esa palabra. ¿Y qué es represión? Represión es cuando el policía ve que sale un guacho, o un tipo o una mujer, corriendo de la farmacia mientras el farmacéutico sale atrás gritando: “¡Ladrón, me robaron!”, y el policía va, y no le tira pero agarra la cachiporra y se la manda en la nuca. Eso es represión. Hubo una relación de amor odio con esa palabra, y costó. Ese fue un error, encarar mal la seguridad. Y no encarar la educación. Y después tuvimos una pata medio renga con la polarización social; creo que hubo gente demasiado resentida en cargos de mucha confianza, y que plasmó su resentimiento. Eso suele pasar, cuando hay un grupo humano que está muy alejado del poder durante mucho tiempo, y es natural que afloren las bajezas humanas cuando alcanzan el poder.

Puede pasar ahora, también.

Desde luego, siempre. Dale un carguito a Pedrito. Eso lo vi. No lo viví yo, no puedo quejarme. A mí me contrató gente del Partido Comunista, de UTE, de ANTEL. Yo iba, y había gente de todos los partidos. No soy un humorista militante, soy humorista. Vos sabés, cuando Araca se sube al tablado es la murga compañera. E igual me encanta, porque los aprecio en el aspecto artístico y musical. Los artistas percibimos de otra manera. Como digo siempre, si no te gusta un gordo pintado entonces no vayas a ver una exposición de Botero, porque el pinta gordos. Pero no prohíbas a Botero. Lo mismo con Araca. Me revienta cuando se dice que no hay que ir a verlos más y que se fundan. No, muchachos. Podés joder con la filosofía política o con el cuadro de fútbol, pero con el pan de la gente no se jode. Con eso no se jode.

Está instalada la idea de que estos gobiernos que pasaron solamente favorecían a sus artistas. Vos con lo que decís rompés con eso.

Primero tenés que ver que la gran mayoría de los artistas son votantes del Frente Amplio. Partiendo de esa base, hay una probabilidad altísima de que los contratados sean del Frente Amplio. Cuando Benito Stern era intendente de Maldonado y hacía esas jornadas al atardecer con recitales, tocaba La Vela Puerca. O contrataban murgas de Montevideo. Y eran frenteamplistas. ¿Por qué? Porque no hay murgas coloradas. ¿Me explico? Y el humor que yo hago, como es sui géneris… No puedo hablar de si las giras de otros se arreglaron por motivos políticos.

Pero no hubo persecución.

A mí no. En los ambientes intelectuales hay comprensión y tolerancia. Yo me crié en ambientes de docentes y artistas, “en Fuerte Apache”, como me dice Sanguinetti siempre. Territorio comanche era eso.

La verdad que sos raro.

Sí, me pegué en la cabeza. Me caí de la cuna, como decíamos nosotros. La caída del catre. Mi abuelo me hablaba de esa siempre. Yo estudié el batllismo, y el batllismo no cree en la lucha de clases. Siempre tiene que haber una pata liberal tirando a la socialdemocracia en el batllismo. Creo haberme metido en el lugar indicado. En el otro lado, que sería en el Frente Amplio, sí creen en la lucha de clases. La lucha de clases es un enfrentamiento, y un enfrentamiento implica odio. Eso ha cambiado mucho en los últimos ciento veinte años. Cuando en 1848 Carlitos (Marx) hizo el manifiesto, que yo lo tengo en casa y leído, junto con El Capital y todo, porque gracias a Dios he leído todo… Claro, Carlitos y Engels lo hicieron para una sociedad industrial en la cual a los seis años los niños ya estaban doscientos metros bajo tierra en las minas, donde las mujeres parían en las fábricas y los hombres ganaban un jornal misérrimo, y vivían ocho personas en una habitación de dos por dos. Era obvio. Yo hubiese sido otra que proletario marxista. En España hubiese sido republicano hasta las pelotas. Pero cuando ves todo lo que se ha avanzado en el Uruguay gracias al batllismo… El propio Che, cuando estuvo acá en la Universidad, dijo que bajaran dos cambios, que acá no era necesario hacer una revolución a la cubana. Pero bueno, estaban estos muchachos pensando que sí se podía, muchachos muy jóvenes, imbuidos de toda esa maroma que venía del norte. Y otros imbuidos de otra cosa. Así empezó ese maremágnum, y pasó como el sapo en agua tibia, que cuando se quiere acordar ya no puede salir. Pasó eso. Por eso cuando veo que hay faltas de respeto… A algunos gobernantes del Frente Amplio les observo eso. El ex canciller Almagro, al que hoy el Frente odia, en la elección del 2014 habló del “Cerro contra Carrasco”. Una autoridad nacional no puede poner a un barrio entero contra otro barrio entero. Conozco gente de Carrasco, de Carrasco Norte, gente de Pocitos que vive en una propiedad horizontal. Y aunque sean cajetillas, si sos el presidente de la República no lo podés decir. No podés decir “mierda”. ¿Qué me va a decir el alumno de segundo año de liceo al que yo le prohíbo que diga la palabra mierda? Me va a decir que el presidente lo dijo. El simbolismo republicano tiene que permanecer, porque es lo que hace que nos respetemos entre nosotros. Por eso no me gusta cuando veo faltas de respeto.

¿Qué esperás del gobierno de Lacalle Pou?

Que cumpla con lo que prometió. Si prometió que va a bajar la criminalidad, que lo cumpla. Si dijo que va a sacarles la cincha a los monotributistas y unipersonales, de los que formo parte, que lo cumpla. Y si dijo que la educación va a mejorar, tendremos que evaluarlo dentro de cuatro años. Yo soy colorado batllista, y los voté en este balotaje, pero en 2004 voté al Frente Amplio. Soy colorado pero sin secta. Estoy en contra de los fundamentalismos y me siento un alma libre. Si en la próxima el Frente Amplio me viene con un candidato y una propuesta, vamo’ arriba. Pero espero que esta situación en general se revierta. Ahora han tenido que cambiar todo, no están gobernando sino apagando el fuego. Es como que te den las llaves del quincho de García y llegues y esté todo prendido fuego. No te podés poner a hacer chorizos, y esto es igual.

Desde la educación, que es tu ámbito, se ha dicho que se fracasó. ¿Por dónde pasan los cambios? ¿Cuáles son las causas del fracaso?

Yo confió mucho en Robert Silva, lo conozco desde hace muchos años. Dimos clases juntos. Él lo que tiene como objetivo es que la educación sirva, como sirvió en el primer batllismo, para que la equidad llegue a los que menos tienen. O sea, que el pobrerío vuelva a tener la mentalidad de que “quiero que vayas a la escuela para que seas mejor que yo”, que era lo que me decían mi abuelo y mi viejo. Mi vieja hizo hasta cuarto del liceo, que en esa época era ser casi bachiller. Pero mi viejo hizo solo la escuela. Era mandadero de una carnicería, cuando no existía la palabra delivery. De mañana iba a la escuela, en Tacuarembó, y era delivery en la carnicería del pueblo con la bicicleta. Y tengo la foto: mi viejo en Tacuarembó era abanderado de la bandera uruguaya. Capaz que la exigencia era menor, no sé. Pero laburaba seis horas en la carnicería. Y mi abuelo Martín, su padre, que era mozo de bar y bancó a once hijos, algunos de los cuales murieron en una peste de paperas, cuando no existía la vacuna y era mortal. Que un mozo de bar haya criado a nueve hijos, y que mi viejo, mandadero, haya sido abanderado de la bandera uruguaya… Yo también fui a la escuela pública. Confío en el Uruguay batllista. Y este presidente, que es de raigambre herrerista, va a tener que respetar ese batllismo porque lo tenemos en los genes y es lo que nos diferencia. Tuvimos la primera reforma educativa del Cono Sur. E incluyo a Estados Unidos también, donde en los años cincuenta Eisenhower tuvo que sacar a los milicos de los cuarteles para que dejaran entrar a los negros a la Universidad. Eso acá no pasó.

Es un problema que trasciende lo educativo, es un problema cultural de la sociedad.

En parte sí. Y no se puede combatir así nomás. Estuve ocho años en el IPA, y mis compañeros de izquierda estaban deseando que ganara el Frente Amplio para hacer una reforma educativa. Y cuando ganamos, porque también yo los voté, dijimos: “Por fin”. La izquierda, que siempre se había preciado de tener a los más grandes intelectuales del Uruguay, desde un Benjamín Nahum hasta un Galeano o un Benedetti, y gente que ha hecho cursos estupendos de pedagogía, gente que en el exilio se cultivó en Holanda, en Francia, en Australia, en España, pensé que entonces iba a hacer una reforma educativa de la hostia. Me imaginé que se iban a terminar los cantegriles en dos generaciones, porque los guachos iban a poder estudiar. Y ahora veo que más del 80% de los guachos que entran al liceo no tienen comprensión lectora. Leen y no saben qué leen. “Me la llevé al río pensando que era mozuela, pero tenía marido.” Les pregunto qué leyeron y no saben. Es un fracaso. ¿Cómo se soluciona? Con más horas dentro de la escuela, con tres maestras en vez de una, mezclando profesores, con una mixtura entre liceo y escuela en quinto y sexto, cosa que los guachos ya empiecen a tener otro manejo. Y usar mejor las ceibalitas, que están mal utilizadas. Los guachos entraban para jugar, nada más. Ahora aumentó un 300%, porque no hubo más remedio. Por eso te decía que el uruguayo, y en general el ser humano, hasta que no se ve al borde del abismo no aprende. Hasta que no veamos que entrás al agua y se te infectan las patas no vas a decir: “¡Uy, qué cagada lo que estamos contaminando!”. El otro día, cerca de una represa del río Negro vi el agua verde. Me cago en diez. Y el paisanaje mismo está alarmado, porque hace quince años ahí pescaban palometas y ahora no hay bicho vivo. Con la educación pasó lo mismo. Por eso te digo que me sentí decepcionado. No quiero decir que no hubo fogonazos de reforma. Sí, los hubo, pero descoordinados totalmente. Por un lado, tenías el Plan Ceibal, por otro tenías el morfi que se les daba a los botijas, que venía de la época de Rama. Cuando a Mujica le preguntaron cinco cosas buenas de la educación, nombró cuatro que eran de la reforma de Rama: las escuelas de tiempo completo, la comida para los chiquilines, los CERP y los bachilleratos tecnológicos. El periodista se lo hizo notar, y Mujica contestó que Rama no estaba tan equivocado. Los mismos que en su momento decían que había que ocupar y hablaban de “la reforma ramera”.

¿Quién es tu referente en el humor?

Olmedo, un crack. Y después los maestros de Telecataplum y Decalegrón. Un Almada, con su verborragia. Un Espalter, con sus gestos. Telecataplum era una escuela brutal donde te enseñaban a bailar, a cantar. Estuve diez años ahí. Los últimos en hacer los arreglos musicales en Plop fueron el Pitufo Lombardo, Raúl Medina y Alejandro Balbis. Mirá qué nenes. Los libretos eran de los hermanos Tulipano, y llegó a escribir Juceca y Bimbo de Pauli, y ni que hablar de Jorge Denevi. Era un semillero. A mí ahí me pagaron por aprender, si no aprendí fue culpa mía. Los profesores eran unos cracks. Era como estar en Peñarol en el 66, o en el Nacional del 71. ¡Puta madre! ¿Qué mierda hacía yo ahí, que venía del barrio Goes, la puta que me parió? Para mí fue un privilegio y lo tengo que agradecer hasta el día de hoy.

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