
La semana pasada hubo una marcha en el Centro capitalino
Una más de tantas, que por suerte suceden continuamente.
Nuestro país integra la selecta lista de democracias plenas.
Y el derecho a manifestarse no lo cuestiona nada ni nadie.
Pero esta vez, ocurrió que la policía decidió entrar a reprimir.
¡Y se desató Troya! Empezaron los gritos y reclamos:
“Yuta Asesina”, “Criminalización de la protesta”, “Fascistas”.
Parece que, a algunos, los uniformes les provocan gran alergia.
Da la impresión que otros se perfilan con el tema, mirando octubre.
El motivo de la intervención policial, a muchos no le importa nada.
Que un grupito de nenes de mamá encapuchados, quieran jugar a
hacer la revolución pintando paredes y agrediendo milicos se mira
con simpatía y se justifica por una izquierda con cola de paja.
Los hechos se reiteran una y otra vez con premeditación y alevosía.
¿Saben qué? Nos hartamos de este onanismo revolucionario.
Es hora de frenar a estos guerrilleritos de la pintura en aerosol.
Me da mucha vergüenza que algunos crean que esto es izquierda.
Me da mucha bronca ver a mujeres laburantes, a pobres proletarias,
limpiando al otro día, los grafittis de estos nabos, en las fachadas.
Me da mucha pena que la central sindical condene para la tribuna,
olvidándose que tiene entre sus afiliados trabajadores con uniforme.
Me parece que seguimos manteniendo algunos dogmas y prejuicios
sobre la represión, por la experiencia histórica que nos tocó vivir.
Las fuerzas policiales son imprescindibles en cualquier sistema.
Acá todos tenemos libertad de expresión y de protesta pública.
Y seguiremos ocupando 18 de Julio con muchas marchas callejeras
Pero la protesta más efectiva no es la que rompe más vidrios sino la
que convoca más gente marchando por una reivindicación justa.
Poco favor le hacen los desmanes y excesos a cualquier causa.
No se confundan, lo más revolucionario es cuidar la democracia.
Alfredo García