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Eduardo Mangarelli, Decano de Ingeniería en la ORT: Repensar el rol que tiene el empleo en la vida

Eduardo Mangarelli, Decano de Ingeniería en la  ORT: Repensar el rol que tiene el empleo en la vida
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Esto no es una entrevista, fue una clase particular a la que tuve el privilegio de asistir como único alumno. A Eduardo lo conocí en el 2016 y, ya en aquella charla, me hizo explotar la cabeza y darme cuenta de mi supina ignorancia en muchas áreas. Volví por la revancha y creo que esto se va a transformar en una costumbre a repetir cada cinco años. Apague su celular, y ponga foco en la lectura, regálese esa experiencia.

 

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

 

¿Por qué dejaste Microsoft?

Cuando me llamaron de la universidad y me ofrecieron venir como decano, universidad en la que estudié y llevo más de veinte años como docente, eso me generó un sentido de motivación y responsabilidad. Si bien estaba feliz en lo que estaba haciendo en Microsoft, tomé la decisión de dejar la empresa para venir como decano en la Facultad de Ingeniería.

¿Vale más la vocación que la plata?

Hay momentos en que sí. Me genera mucha motivación el devolver parte de lo que tuve la enorme oportunidad de aprender. Tuve mucha suerte, por la gente con la que he trabajado en Microsoft, en Endeavor y en la Universidad. Me generó un gran sentido de responsabilidad poder contribuir a la educación y la formación de profesionales.

¿Hay interés por la ingeniería en la juventud?

Sí, y afortunadamente está creciendo, aunque no tanto como quisiéramos y no tanto como creo que el país necesita de ingenieros.

Estamos mal.

Exacto. Uruguay tiene un ingeniero cada cinco mil doscientos habitantes, cuando hay países, como Alemania, que están en el orden de un ingeniero cada ochocientos habitantes. Brasil y Argentina están mejor que nosotros, por no irnos tan lejos. Se están dando una gran cantidad de acciones por las cuales ese número está mejorando paulatinamente, pero estamos lejos todavía.

¿Seguimos con el pánico a las matemáticas?

Eso está muy condicionado por cómo son enseñadas. Hay otra parte que va por las carreras tradicionales. En eso somos un país muy tradicionalista. Y otro factor es que todavía no hemos sido lo suficientemente efectivos como para contar qué tantas cosas distintas uno puede hacer desde la ingeniería y la informática. Hoy la tecnología está embebida en todas las actividades cotidianas. Hay ingenieros que están produciendo música y arte. De hecho, tenemos una ingeniera, egresada de la Facultad, que trabaja en la Universidad de Nueva York en el departamento creativo de música y arte. Hoy una parte importante de la medicina pasa por la tecnología. Ni que hablar en el mundo de las finanzas. Creo que tenemos que ser más efectivos en esto todas las universidades, la Cámara Uruguaya de Tecnología e Información, las empresas e inclusive el gobierno. Creo que hay un buen nivel de colaboración en el área de la tecnología, y junto con eso la excelente oportunidad de empleabilidad, calidad y remuneración en el área de la tecnología. Lo vemos en la Facultad, con gente que elige tecnología como una segunda carrera. Dentro de la Facultad de Ingeniería tenemos la Escuela de Tecnología y la Escuela de Ingeniería. La Escuela de Ingeniería son carreras universitarias, mientras que la de Tecnología son técnicas y terciarias. En el área de las carreras técnicas hay una que se llama Analista Programador, de dos años, que es la tiene más estudiantes. Hay un porcentaje importante de personas que tienen otra profesión previa y que buscan complementar su conocimiento actual con conocimiento en tecnología.

Tiene vigencia aquello de: “cada empresa es una empresa de software”.

Esa frase es brillante. Todos los años doy un curso en el MBA, que se llama “Gestión de la innovación tecnológica”, y repito esa frase. Toda empresa pasa a ser una empresa de software. Es así. Lo veo desde la universidad y desde las empresas en las que estoy involucrado, el hecho de que hoy cualquier empresa depende de la tecnología para innovar, para ser eficiente, para mejorar la relación con los clientes, el contacto con los proveedores. Sin duda que toda compañía es una compañía de software.

¿Tanta tecnología no quita la parte humana?

Hay dos fenómenos importantes. Toda tarea que sea automatizable va a ser automatizada, lo que pone en riesgo una cantidad de empleos de tareas que son repetitivas. Las tareas repetitivas no son para lo que los humanos somos más efectivos. Desde el punto de vista de las empresas, genera una enorme cantidad de eficiencia, con escenarios de innovación. Esto genera el desafío de qué pasa con las personas cuyas tareas pasan a ser automatizadas. Yendo a la pregunta sobre la deshumanización, creo que la tecnología mueve a la responsabilidad de que las personas se puedan enfocar en aquellas cosas en que son buenas: la creatividad, el contacto con los clientes, las relaciones personales. Por supuesto que eso no sucede sin fricciones. Esto requiere, en las empresas y en los gobiernos, acompañar el proceso de transformación de esas personas. Históricamente se ha hablado del tema de la reconversión laboral. Si miramos en la perspectiva histórica el pasaje del campo a las fábricas y las ciudades, vemos que el cambio que vivimos hoy es mucho más profundo en las habilidades requeridas en las personas para ser productivas en esta nueva revolución industrial. Es ahí donde está el desafío enorme para las empresas y los gobiernos. Estas cosas hay que entenderlas en los aspectos culturales de las generaciones, y particularmente de las nuevas.

Profundizá un poco en eso.

En este cambio del tablero del empleo creo que hay una variable muy importante que no podemos descuidar y es cómo esto impacta en el sentido de propósito de las personas. Por un lado, el empleo es un generador de ingresos. Por otro, si nos ponemos a pensar en cómo funciona una parte importante de nuestra sociedad, vemos que está diseñada alrededor del trabajo, de cómo trabajamos. Un ejemplo claro es el trabajo a distancia. Esto lleva a repensar el rol que tiene el empleo en la vida, en la sociedad como un todo, y en cómo ese rol de ser un proveedor de ingresos y de función social y de sentido de propósito, y qué pasa con el trabajo en esta nueva estructura. Muchas veces nos concentramos en la parte económica. Creo que en las nuevas generaciones es más fuerte el sentido de propósito, y creo que eso es extremadamente importante, porque esto hace a la felicidad. El sentido de propósito es algo muy humano. Qué nos hace sentirnos realizados. Todos buscamos que haya cosas que nos generen energía, motivación, que nos conecten con la tarea que hacemos, que nos permitan ponerle pasión, y donde por momentos nos olvidamos de cuánto eso nos paga. Nos genera ese entusiasmo. Es una realidad muy humana, el qué hacemos para que nos motive y nos conecte con la tarea.

El trabajo pasa a tener un rol menos importante. Se va a dar naturalmente la reducción de la jornada natural.

Quizás sí. Trato de no hacer predicciones, pero hay una realidad y es que es que hoy hay una gran cantidad de actividades en las que se pueden obtener los mismos resultados de forma mucho más efectiva gracias a la tecnología. Hoy una de las áreas que genera mayor automatización y eventual reemplazo de la actividad humana es la inteligencia artificial. Hay toda un área de desarrollo que aumenta las capacidades humanas. Un ejemplo bien claro: hoy, dada una radiografía, un sistema inteligente puede detectar una lesión, con un alto grado de precisión. El objetivo no es reemplazar al médico, sino que el médico ya tenga un mejor análisis que el que tendría que hacer en ese momento, para poder tomar una mejor decisión, para hacer el diagnóstico y el tratamiento que corresponda. Hay cien ejemplos más, de sistemas de inteligencia artificial que lo que hacen es asistir al humano para poder tomar una mejor decisión. En este ejemplo se apunta a mejorar la eficiencia del médico, del tratamiento, de la experiencia del paciente. Pero hay muchos otros ejemplos donde vemos a la tecnología complementando y maximizando las capacidades del humano.

¿No se termina sustituyendo al humano? Ahora existe el robot Da Vinci, que opera, y que lo maneja un médico. Pero capaz no se necesita ser médico para manejarlo, en el futuro.

Capaz en cincuenta años no. Pero es tanto lo que falta… Todas las decisiones importantes terminan siendo tomadas por un humano, con la cantidad de imprecisiones que eso genera, pero es parte de la vida.

El tema de la inteligencia artificial es el temor a ser reemplazado.

Sin duda. En ciertos países, como en Estados Unidos, hay líneas de recorridos de camiones con sistemas de manejo automático. Hay tres o cuatro empresas en Estados Unidos que están desarrollando una velocidad tremenda en el desarrollo de conducción automática de camiones. El camión va por una autopista, y tiene un recorrido muy previsible. Esto está cambiando los centros de carga y descarga, que los están haciendo en los extremos de las ciudades, para que los camiones no tengan que entrar. Prácticamente solo hacen un recorrido de autopista, que es mucho más seguro. Pero es un ejemplo claro de reemplazo y de necesidad de reconversión en ese mercado, que implica miles de camioneros. Es algo que va a suceder. La tecnología siempre generó cambios en la estructura del empleo. Lo que pasa ahora es que sucede a más velocidad. En 1900 este tipo de cambios implicaban cincuenta años. Yo, que estoy en el mundo de la tecnología, a veces miro veinte años para atrás y pienso en las cosas que hemos visto cambiar y que nos hemos acostumbrado a cambiar.

¿Qué es lo que te sorprende?

El celular, sin ir más lejos. Hace quince años era un ladrillo que no servía más que para hablar. La batería duraba dos o tres horas. Hoy con el celular estás trabajando, tenés conferencias, y por ahí pasa el entretenimiento, la vida social, la conexión con los amigos, con la familia. Nada más que hace quince años no existía el iPhone, el Android, y todo lo que se disparó después.

Que también nos aliena.

Sin duda. Después está la parte del efecto negativo o patológico. De acuerdo. Lo que pasa es que como individuos nos acostumbramos rápido a los cambios, pero la sociedad o el sector del comercio no se adapta tan rápido a la evolución de la tecnología. Eso genera disrupciones o cambios abruptos, fricciones.

Conflictos.

Conflictos. Genera que de repente, en tres años, el 75% de los conductores de camiones dejen de tener empleo. Es muy poco tiempo para reconvertir a todas esas personas. Esto pone una parte de la responsabilidad en que si las empresas, los gobiernos y los sistemas educativos no se adaptan rápidamente, ahí podemos tener tiempos muy complicados desde el punto de vista del empleo, por el desfasaje de velocidades entre los cambios que se dan y la adaptación que tiene que venir con ellos.

La tecnología está todo el tiempo generando elementos disruptivos, y va a seguir.

Es una constante, y probamente se dé cada vez más rápido.

Hay marchas y contramarchas. Uber fue un boom en Uruguay y ahora se desinfló.

Sí, pero porque por las condiciones de mercado probablemente no era tan buen negocio, y porque están limitadas las cantidades de licencias habilitadas para conducir Uber. Pero en Nueva York prácticamente no conseguís taxis en la calle. Muchos taxistas ahí se han reconvertido a Uber, comprando un auto por leasing. Pasaron a administrar su propio negocio, a elegir cuándo y cómo trabajan. En el caso de Uber, el sistema está optimizado para esa realidad, en la que prácticamente desplazaron a los taxis. Al principio hubo problemas con los taxis. Pero el cambio abrupto se dio en tres o cuatro años.

Nosotros vamos a contrapelo. Acá nos invadieron los monopatines y desaparecieron.

Eso pasó en varios lados. No soy experto, pero creo que tenían algunos temas de seguridad. En España tuvieron bastantes problemas con la seguridad. Los usaban arriba de las veredas, o en calles muy angostas donde no se podían usar. Probablemente el escenario de las bicicletas tenga más futuro, en una modalidad similar.

¿Los uruguayos somos lentos y reacios para incorporar la tecnología?

Como generalidad creo que está cambiando o que ya ha cambiado. Lo que sí sucede es que tenemos sectores del comercio y la industria que son más reacios o más lentos en la adopción. Pero tenemos otros tantos que no, como el Plan Ceibal, que ha sido extraordinario en cuanto a la alfabetización digital desde una etapa muy temprana.

Vos no estás muy de acuerdo con que empiecen muy temprano.

Estoy de acuerdo con la alfabetización digital temprana en la escuela, sí. Con lo que no estoy de acuerdo es con el chupete digital, con la utilización de la tecnología como principal medio de entretenimiento en edades tempranas.

¿Tu hija Lucero tiene celular?

Decidimos dárselo en la época de pandemia, como una forma de conectarse con sus amigas. Escribimos con ella un acuerdo de reglas: no hay celular en la mesa, ni para ella ni para los padres, y son papá o mamá los que deciden en qué horario se puede usar, que siempre pueden ver el celular, y que son los que eligen qué juegos o aplicaciones se pueden usar, con solamente amigos cercanos o familia como contactos. Son cosas básicas, pero lo importante es que estuviese claro que había reglas, que estaban en un papel. Ha salido impecable. Volviendo a la pregunta, con lo que no estoy de acuerdo es con el celular como principal entretenimiento. No estoy de acuerdo con el niño con el celular en la mesa cuando los padres están teniendo una conversación de adultos. Eso es un horror. Si estamos todos ahí, tenemos que tener una conversación que podamos tener todos. Hay muchos ritos sociales que son importantes y que están cambiando. El rito de la comida, más allá del comer…

Perdió su rol social.

Cuando voy a comer afuera y veo esa situación de ver a los niños en la mesa con el celular… Me preguntabas por la velocidad de los uruguayos para aceptar la tecnología. Por un lado, está en Uruguay lo que llamamos industria de tecnología, que es extremadamente relevante por lo que produce internamente y por lo que exporta, con exportación directa de talento local. Por otro lado, hay sectores del agro que están sumamente tecnologizados. Se cuenta poco, pero hay sectores que están basados en la tecnología, desde cosechadoras que funcionan a distancia hasta la utilización de drones para poder detectar la salud de un cultivo en base al análisis de fotografías. Creo que hay más de lo que contamos, respecto al aprovechamiento de la tecnología.

El Plan Ceibal les dio a los niños un nuevo lenguaje. Tiene más de diez años. ¿Notás a nivel universitario que eso haya tenido repercusiones?

Estamos justo ahí. Creo que lo podemos llegar a notar en más cantidad de interesados por vincularse con la tecnología, por haberla vivido desde el comienzo. Hay algo que hizo muy bien en Plan Ceibal y es el convertirse en plataforma para formar en ciertas áreas. Al principio el Plan consistía en el acceso al dispositivo, luego empezó a transformarse en plataforma. No puedo hacer una evaluación fina pero, desde lo que sé, tuvo un buen enfoque. Ya de plano tiene un impacto positivo en la alfabetización digital.

Se nota a nivel de gurises que han tenido premios a nivel internacional.

El Plan Ceibal como plataforma de inglés y robótica.

¿Es verdad que la primera olimpíada de esta materia fue organizada por Uruguay?

Sí. La robótica es un excelente ejemplo de cómo la tecnología, cuando es un medio para algo que genera motivación y entusiasmo puede hacer que, por ejemplo, la matemática deje de ser un problema. Para hacer robótica seguro necesitás matemática. En la olimpíada de robótica muchísimo es geometría, matemática y hasta algo de física. El primer concurso interno de robótica lo organizamos desde Microsoft. Pablo García, un uruguayo que ahora está en Chile, fue el principal responsable. Lo hicimos con la ORT y la Facultad de Ingeniería, con robots Lego.

¿Seguís jugando al Lego?

Ayer estuvimos con Lucero armando uno, sin ir más lejos. Estamos armando la estación espacial en Lego. Con la Facultad hacemos actividades de robótica en los liceos. Cuando lo planteás desde la robótica, donde el robot tiene que superar ciertos obstáculos y hacer ciertos movimientos, nadie se queja de la matemática y la física, porque se transforman en un medio para hacer algo que genera entusiasmo. Es un muy buen ejemplo de cómo el problema de fondo no es la matemática sino la forma de enseñarla, y el encontrar realmente el instrumento de motivación. La robótica es un excelente ejemplo de eso.

El tema en la educación es la motivación. El sistema educativo uruguayo sigue siendo poco moderno.

No es un tema en el que me considere experto, pero entiendo que sí. También entiendo que hay iniciativas por cambiar, tanto en algunas escuelas públicas como en algunos colegios. Ese cambio viene dado por la creatividad aplicada al sistema como un todo y por la creatividad aplicada por el docente en el aula. Vuelvo con la pregunta de en qué somos buenas las personas versus las máquinas. En la creatividad, por ejemplo. La educación es de las áreas en las cuales tenemos que poner mayor énfasis y aprovechar las riquezas de las personas, de proveer de las herramientas y la infraestructura a los maestros, pero luego invocar al máximo la creatividad, que es la que te lleva a encontrar cuál es esa motivación, ese gancho en los estudiantes, que por supuesto es distinto en distintas edades y en distintos sectores de la sociedad y el país.

Hablás de que hoy la acumulación de datos es tan grande porque somos generadores de datos en forma constante.

Todo el tiempo generamos datos.

Eso al mismo tiempo nos condiciona.

Desde muchos puntos de vista. Muchos de esos datos terminan en un anunciante que nos va a ofrecer productos, que nos hace comprar algo que no necesariamente queríamos comprar, pero que compramos por la forma en que se nos ofrece, que ataca directamente nuestras vulnerabilidades a la hora de tomar una decisión, porque nos conocen muy bien en cuanto a qué, cómo y cuándo preferimos una cosa.

¿La sociedad es manipulable?

Hay una parte de los datos que generamos y de cómo son utilizados en la generación de publicidad que nos hacen manipulables, sí.

No solamente en publicidad, también en las opiniones.

Sí, en base a que si nosotros utilizamos una plataforma determinada para consumir información y esa plataforma está eligiendo qué información nos muestra o no. Eso por supuesto que nos pone en riesgo de ser manipulables e influenciables. Me viene a la cabeza en este punto la importancia de la educación para poder discernir qué pasa con una información determinada que estoy leyendo, y discernir si me quedo solamente con el titular que me mostró Facebook o si lo corroboro, si es algo importante, si es algo que va a condicionar una decisión que voy a tomar, como un voto. Ahí apuntaría a que estemos educados. Es parte de la formación de los ciudadanos digitales, el cuestionar lo que leemos. Leer algo en un titular de Facebook o inclusive en un diario no significa que necesariamente eso sea así. No lo podemos hacer con cada cosa que leemos, porque nos pasaríamos la vida dedicados a eso, pero sí con aquello que nos va a ser cambiar de opinión o, ni que hablar, cuando es algo que influye lo que vamos a votar. Particularmente el riesgo que genera Facebook es que nos puede pasar que entramos y encontramos diez noticias distintas con un sesgo determinado. Es una reacción humana, ante eso, pensar en la dirección que tienen esos sesgos.

Siempre se habla de los algoritmos. ¿Cuánto nos influyen? Explicame el tema de los algoritmos, para el ciudadano digital ignorante.

Cuando digo que todo el tiempo estamos generando datos eso quiere decir que cuando abro una página web y leo no solamente estoy generando la información de qué noticia estoy leyendo sino de qué no me interesa. El diario también está leyendo a qué velocidad estoy pasando, y qué titular me detuve o no a leer. Mide si elegí compartir esa noticia con alguien más. Y te hablo solamente de entrar a la página de un periódico, con toda la información que generé y le di a ese medio. Lo mismo sucede cuando abro Facebook, al que le estoy diciendo lo que me interesa. En cada acción estoy generando información que alguien va a poder utilizar para algo. Facebook empieza a saber que a una persona le interesan tales temas, o dónde está, o dónde trabaja. Una vez que tiene esa información, puede entrenar un algoritmo, que aprende de las preferencias de la persona. Y una vez que aprende eso puede generarle publicidad que es muy efectiva para esa persona. El negocio de Facebook es la publicidad. Facebook genera toda esa inteligencia para entrenar miles de algoritmos, que optimicen qué publicidad le muestra a quién en qué momento. Google hace lo mismo. La mayoría de las redes sociales operan de esta forma. Este mismo concepto de algoritmo se puede aplicar en otro escenario, por ejemplo en el caso de una empresa que vende productos por internet, y que va generando información acerca de qué compra o no la gente en su sitio, o en qué horario, o qué terminó comprando el que entró buscando tal producto. Una de las técnicas de la inteligencia artificial se llama optimización del precio dinámico, que consiste en que el sistema automáticamente encuentre cuál es el precio adecuado a un producto para que se venda más. Es una estrategia muy genuina de comercialización, y es una técnica muy utilizada en el sector de e-commerce.

Es personalizado. Puede darse que vos pagues por algo más que yo.

Por ejemplo. El precio automatizado es una técnica muy desarrollada y muy utilizada. Lo traigo como un ejemplo distinto al anterior, no de manipulación sino de facilitar una operación entre dos partes entre las que se termina encontrando un precio óptimo entre quien quiere vender y quien quiere comprar.

Hablaste de ciudadanos digitales. ¿Hay un decálogo de buenos ciudadanos digitales?

Hay una primera parte que es la alfabetización digital, el entendimiento del uso de las herramientas básicas. La siguiente parte, que para mí es extremadamente importante, es el cuidado de la seguridad y la privacidad. Estoy convencido de que a nivel social, empresarial y gubernamental tenemos un enorme desafío de seguridad informática. La enorme digitalización que se dio en los últimos diez años, pero que se dio en forma muy acelerada en los últimos dos, lo que ha generado es una enorme cantidad de desafíos y de riesgos de ciberseguridad. No es casualidad que en los últimos dieciocho meses hayamos escuchado más noticias con respecto a la seguridad digital. Y hay una gran cantidad que no se conoce, porque para nadie es bueno publicitar sus propios problemas de ciberseguridad. Tanto es así que la de profesionales en ciberseguridad es una de las profesiones más requeridas. Cuando tenés una enorme cantidad de empresas, y también de gobiernos, que llevaron su operativa desde el papel al mundo digital, en el que la gente tiene que poder acceder a la información desde sus casas, ahí se abren una cantidad de puertas. Ese es un desafío enorme. El problema de la ciberseguridad es hoy un desafío enorme, a consecuencia de la digitalización.

Se cae internet y se para el mundo.

Hemos visto, con algunas pocas caídas que hemos tenido, el enorme impacto que eso tiene.

Hay gente que no sabe qué hacer. Y no hablemos ya a nivel entretenimiento, sino a nivel laboral. Quedás totalmente bloqueado.

Totalmente. Una parte importante de las reuniones y del trabajo se realiza a distancia. La otra parte, luego de la ciberseguridad, es la privacidad, algo especialmente relevante en los niños. Uno tiene que saber que cuando uno publica una foto en una red social esa foto va a ser analizada, guardada, con algoritmos que van a analizar esa foto de mil formas distintas, y que a partir de esa foto se va a extraer la información de dónde estuve, con quién, qué estaba haciendo. Toda esa información la estamos eligiendo compartir. Desde el punto de vista de los niños, lo veo como mucho más relevante. Tengo la política personal, que comparto con la mamá de mi hija, de no publicar fotos de mi hija. Mi hija decidirá en su momento hacer lo que quiera, pero mientras tanto respeto su privacidad antes que ella pueda decidir.

¿Tampoco publicás fotos tuyas?

Fotos mías sí, aunque no de cosas privadas. Mi énfasis es no decidir por mi hija. Parte del enorme potencial que tienen estos apartitos inteligentes es que estás a dos botones de compartir una cantidad de información con un público infinitamente amplio. Pensándolos como ciudadanos digitales, es importante educar a los niños en el valor de la privacidad. Voy un paso más allá y pienso en términos de los adultos. Muchas veces me pregunto cuántos de los adultos, cuando publican fotos, saben qué está pasando con esa foto que están publicando. No es para generar terror, ni mucho menos, pero es una pregunta genuina acerca de cuánto sabemos de lo que sucede. Cuando uno compra un smartphone, con el potencial enorme que tiene, no tiene que sacar una libreta de conducir para usarlo, a pesar de tener ahí desde el manejo de la cuenta en el banco hasta la foto de la familia y la ubicación o la información de cuándo está en la casa o no.

¿Seguridad y privacidad son los elementos básicos para los ciudadanos digitales, o hay más?

Hay más. La alfabetización digital, la privacidad, la seguridad, si pienso en tres elementos. Y luego hay otros factores que incluiría y que tienen que ver con habilidades blandas. La flexibilidad para la toma de decisiones. La creatividad. La adaptabilidad. Son características particularmente relevantes en el mercado laboral y profesional de hoy, y ni que hablar hacia el futuro.

En el mercado laboral no se sabe qué va a pasar en futuro. ¿Cómo educamos a las nuevas generaciones para eso? ¿A dónde debemos apuntar como sociedad?

No tengo la respuesta del cómo, pero tengo la respuesta del qué, que algún margen de error puede tener. Necesariamente tenemos que formar en flexibilidad y adaptabilidad. De lo que podemos estar seguros es que el mercado laboral y cada una de las profesiones van a continuar transformándose a ritmo acelerado. Sé que esto va a sonar a frase armada, pero se trata de aprender a aprender. Lo uno con otro concepto que me parece importante y que es el disfrute por el aprendizaje. Así como es importante la agilidad y la flexibilidad, hay una realidad y es que la evolución de las tareas, de los oficios y de los empleos va a hacer que tengamos que vincularnos con nuevas herramientas, con nuevas tecnologías, con nuevas formas de hacer las cosas, y que muchas veces no vamos a tener el tiempo de decir: “Voy a hacer un curso formal”. Parte de lo que hoy tienen las nuevas generaciones, los adolescentes actuales, es que en ciertos casos hay un muy buen uso de los medios digitales para aprender a hacer cosas.

Los tutoriales.

Ir a YouTube para buscar un tutorial sobre cómo resolver algo. Creo que así como hay mucha chatarra también hay muy buenos tutoriales de gente que le pone dedicación y tiempo. Me refiero al hábito de decir: “No sé de esto y tengo que encontrar los recursos para aprender de ello”. Flexibilidad, adaptabilidad, capaz de aprender por los propios medios, y la tecnología como base de alfabetización digital, donde ya no se trata solamente de la tecnología para navegar internet de forma efectiva sino usando conocimientos mínimos de programación, de entender cómo funcionan ciertas cosas. Insisto, esto permea en todas las ramas, en todas las disciplinas, y creo que es un agente de diferenciación en términos de capacidades.

Muchas veces has planteado que los humanos no somos multitarea. Hoy en las nuevas generaciones notás una tendencia a cambiar rápidamente y no hacer foco en algo. ¿No hay una contradicción en eso?

Me genera una enorme preocupación la falta de atención. Hay una realidad y es que los humanos no somos multitarea y que el trabajo de calidad se produce en ciertos intervalos de concentración. Es una falacia el fenómeno de las distracciones, el de dedicar dos minutos a una cosa y dos minutos a otra. ¿Cuántas veces nos pasa que estamos escribiendo un documento o un mail con cierto contenido y te llaman por teléfono, en una llamada de quince segundos, y luego te lleva unos dos minutos volver a conectarte en la tarea? Ese es solo un minuto, ¿pero cuántas distracciones de esas tenés? Probablemente eso te genere algún error, porque venías en una línea de pensamiento. Yo tengo bastante disciplina, cuando estoy preparando una conferencia desactivo todo, para que no haya nada que me interrumpa en un bloque de cuarenta minutos. Tengo esos bloques de tiempo en los cuales estoy cien por ciento concentrado, porque sé que realmente lo necesito, si quiero hacer algo de calidad y que no me lleve seis horas. Creo que tenemos que revalorar el sentido del foco y de la atención.

Es incompatible con el celular.

Es incompatible con cómo elegimos utilizarlo.

La inmediatez, el estar conectados, se ha vuelto una especie de obsesión, y eso en definitiva va en contra de la idea del buen ciudadano digital.

No sé si va en contra. Quizás a la práctica del buen ciudadano digital deberíamos incorporar el saber administrar el foco. Saber administrar el tiempo. Es más fácil saber administrar el tiempo que el foco. Es fácil poner cosas en una agenda, lo que es más difícil es cumplirlas. De las cosas que más valoro cuando armo los legos con mi hija es que de repente estamos una hora concentrados haciendo eso. Es de los juegos que generan eso, y me parece fascinante, porque el foco y la atención son un músculo que se desarrolla.

¿Cómo hacés en la docencia para lograr que los gurises mantengan la concentración y el foco en la clase?

La única forma es la motivación, que muchas veces implica cambiar dinámicas, cambiar la forma en que llevás la actividad docente. Si tenés cincuenta y cinco minutos de una clase expositiva, en la cual solamente el profesor habla, es imposible. Tenés que ir al recurso de hacer preguntas para generar interacción, o ponés ejercicios, o les pasás parte de la responsabilidad del aprendizaje a los estudiantes. Con esto último me refiero a algo que yo hago mucho, que son lecturas cortas de siete u ocho minutos, para que cada uno la haga en el momento y después poder discutir entre todos. Le pasás parte de la responsabilidad al alumno, para que se haga su análisis. El intervalo corto de tiempo no es un tema menor. Si le das quince minutos, se va a distraer. Son esas prácticas distintas que uno tiene que ir generando para mantener la dinámica de atención en la clase, y donde inclusive muchas veces, y acá entra en juego la experiencia del docente, se necesita cambiar sobre la marcha. Hay veces que planificás la clase de una forma y te das cuenta que hay días en que están más cansados, que hay humedad y el día está más pesado y notás que la energía está más baja, entonces tenés que cambiar la dinámica con un ejercicio que tengas guardado, o una anécdota específica. Tenés que contar con una cantidad de recursos y flexibilidad por tu parte, para saber qué utilizar en cada momento, midiendo en el momento la efectividad que estás teniendo.

El feedback es importante.

Es extremadamente importante. Ahí la educación online ha puesto un desafío, porque realmente necesitás que todos los estudiantes tengan la cámara prendida para poder tener ese feedback. En la facultad armamos una suerte de contenidos de videos cortos de entre seis o siete minutos sobre buenas prácticas para que los estudiantes tomen clases a distancia. Dentro de ellas estaba el tema del foco, el tema de prender la cámara como una forma de ayudar y acompañar al docente para poder guiar la energía de la clase. Tuvo un buen nivel de receptividad y efectividad.

Sos de los que no permitís el celular en la clase.

Soy de los que pido que no se utilice el celular en la clase. Si veo que alguien se engancha con el celular en la clase, le voy a hacer algún comentario. Pero sobre todo desde el punto de vista del respeto con el docente y el resto de los compañeros. En esto soy el primero en ser impecable a la hora de cumplir esa regla. En el momento en que entro a la clase mi celular entra en modo no distraer. Ni siquiera me entero si me llega un mensaje. En estas cosas uno tiene que ser el primero en dar el ejemplo.

¿Para dónde tiene que apuntar Uruguay desde el punto de vista del desarrollo del conocimiento? ¿Tenemos que apuntar a lo tecnológico, a lo creativo?

Creo que no hay una sola respuesta. La respuesta es diversa, en varias de esas líneas que tú decías. Claramente seguimos teniendo una característica diferencial, que es el talento de las personas. En términos relativos seguimos teniendo muy buen talento, por distintos motivos, por el sistema educativo, por las universidades, por la realidad de que somos un país chico y eso genera ciertos aspectos de idiosincrasia que se ven reflejadas. Parte de lo que te encontrás en los profesionales uruguayos de múltiples disciplinas es el encontrar la forma de solucionar problemas.

El “sieteoficios” académico.

Como pasa muchas veces en una empresa chica, donde tenés que hacer muchas cosas. Eso genera habilidades adicionales. Creo que, en el área de la tecnología y de la biotecnología, donde particularmente en el último año ha habido un desarrollo interesante, con una motivación por parte de quienes eligen qué estudiar. Lo hemos visto en nuestra carrera de biotecnología.

¿Han tenido más matrícula?

Sí. Hemos tenido más cantidad de personas interesadas. Obviamente todo lo que se generó alrededor de las vacunas, de los test, de los tratamientos, el GACH, el Pasteur. Creo que eso generó un momento muy importante de ser aprovechado. El área de tecnología es extremadamente variada. Cuando hablamos de tecnología, hablamos desde inteligencia artificial hasta temas de ciberseguridad. Muchas veces se habla de tecnología como si fuese una sola cosa, pero la verdad es que hoy hay una enorme cantidad de sectores adentro de la tecnología. Está el área de la biotecnología, por ejemplo. Después hay otras áreas complementarias.

¿Cuáles?

Vamos hacia un mundo que cada vez valora más los aspectos de cuidado ambiental, de la sostenibilidad. Creo que tenemos una muy buena oportunidad para construir alrededor de eso. No me refiero solamente a la posibilidad eventual de exportar hidrógeno sino a buenas prácticas, a servicios alrededor de la sostenibilidad, donde inevitablemente todo eso vuelve a estar conectado con la tecnología, porque hay una parte importante de eso que pasa por la tecnología. Nuestra imagen de país tecnológico, con un fuerte know how en ciencias de la vida, en biotecnología, con industrias y prácticas sostenibles, líder en el sector de energías renovables. Tiendo a pensar que por ese lado va la cosa. En lo primero que pienso es en cuál es el impacto de esto en términos de generación de oportunidades para una parte importante de la población. Y creo que esto se da, en complemento con industrias tradicionales como el agro,  porque el agro tiene mucho de tecnológico. Tiendo a pensar en que la combinación de estas áreas, sectores e industrias puede hacer de Uruguay un muy buen lugar de oportunidades para personas con distintos niveles de formación.

Los cambios culturales llevan tiempo. Ves la matrícula universitaria hoy y las carreras humanistas tienen una matrícula enorme con respecto a las tecnológicas. No es tan sencillo mover ese elefante.

Sí, pero hay pequeñas señales. Por ejemplo, el área de ciencias económicas cada vez está más cerca de la parte tecnológica. O hay carreras que empiezan a combinar las dos cosas. O hay personas que eligen como segunda carrera el área de tecnología. En el área de ciencias económicas, aunque no es de las que están más lejos de la tecnología, es una señal lo que empezamos a ver, con la cantidad de gente que viene a hacer posgrados en tecnología. O con las nuevas carreras que se están creando, como la Licenciatura en Negocios Digitales, que tiene un cierto componente de tecnología, de administración de empresas. Es lento, como muchas cosas, pero seguro en la dirección correcta.

¿Cuánto pesa la economía del comportamiento en un país?

Esta es una reflexión personal, pero es algo que todos deberíamos estudiar. Particularmente soy un apasionado del tema. Lo veo como un excelente método para analizar y cuestionar cómo pensamos y cómo tomamos decisiones, reflexionando, por ejemplo, en la cantidad de decisiones que tomamos estando convencidos de haberlas tomado racionalmente cuando en realidad son impulsos emocionales, o la cantidad de decisiones que tomamos creyendo tener información que las sustenta, cuando en verdad estamos filtrando la información de la realidad que nos sirve para aquello que queremos decidir. Dentro del análisis están lo que se llama sesgos cognitivos, y uno de ellos es el sesgo de confirmación, algo que hacemos todo el tiempo, el filtrar la información que nos es relevante para decidir algo de lo que estábamos previamente convencidos de querer decidir.

Y las redes son una muestra de eso.

Y contribuyen, exacerban el sesgo de confirmación.

¿Las redes pueden generar una brecha a nivel social?

No lo sé. Prefiero no inventar.

Vos no manejás Facebook, y Twitter muy poco.

Twitter lo utilizo bastante como lectura. Que las redes generan polarización, generan. Mi duda es qué tanto de eso puede permear en la sociedad real, más allá de la virtual. Creo que eso lo puede responder mejor un sociólogo.

La discusión es que las redes sociales son parte de la realidad, pero no son la realidad.

Absolutamente. Es una realidad influenciada, una realidad sesgada, porque está hecho para que sea así, por definición.

Y uno tiende a buscar a la gente que fortalece sus propios puntos de vista.

Cuando un sujeto dado abre Facebook y encuentra diez cosas con las que está radicalmente en desacuerdo, va a dejar de abrir Facebook. Este sesgo también es una realidad humana: nos gusta que nos confirmen nuestras ideas. Yo trato de hablar con gente que me hace pensar y ver cosas distintas, valoro especialmente eso, desde las peguntas que me hacen pensar distinto hasta los que me hacen ver cosas que yo no veo. Pero que nos confirmen nuestras creencias es una realidad que nos genera cierta satisfacción. Si abrís y te muestran diez cosas con las que estás en desacuerdo, va a llegar un momento en que vas a dejar de usarlo, porque lo que buscás es reafirmar lo que ya creés.

¿Seguís dando pocas conferencias?

Ahora estoy dando más. Va según el momento del año, pero sí, estoy dando bastantes conferencias, y disfrutándolas.

Eras medio reacio.

Capaz en algún momento en particular. Pero en la pandemia es algo que extrañé bastante, las conferencias presenciales. Lo estoy disfrutando bastante.

No te arrepentiste de volver a la docencia full time.

No estoy full time en la docencia, pero no me arrepiento de haber vuelto full time a lo académico. Mantengo mi vínculo con varias empresas.

¿Seguís con Endeavor?

Sí, estoy como presidente, desde que fui electo el año pasado. Y mantengo el vínculo con varias empresas. Lo considero un vínculo muy importante para mantener el sentido de lo que pasa en la industria real, como una forma, también, de retroalimentar la academia. Hay una parte muy importante de la academia que tiene que ver con el entender realmente el sector, la industria, el mercado, para que los profesionales que buscamos formar estudiantes que tengan las mejores oportunidades, logramos que esas oportunidades estén vinculadas a esa realidad.

¿La pandemia favoreció la valorización de la ciencia y de la academia a nivel político y de tomadores de decisiones?

Sí. Como todo, sí, porque hubo quien hizo algo para que eso sucediera. No en todos lados pasó y no era obvio que fuese a pasar. Sucedió porque el gobierno hizo su parte. Sucedió porque la academia se prestó. Porque los integrantes del GACH se prestaron. Sucedió porque se generó un sentido de propósito que era mucho más fuerte que los intereses de las distintas partes. El sentido de propósito era el de contribuir entre todos a que como país saliéramos de la mejor forma posible de la pandemia. Creo que es algo extremadamente importante y a destacar, y a recordarnos que, cuando tenemos un sentido de propósito, como sociedad hacemos algo mucho más fuerte que los intereses particulares.

¿Qué te pareció la Comisión de Futuro, de la cual tú fuiste uno de los oradores?

No vi todas las conferencias, vi algunas. Los dos aspectos a destacar son que es extremadamente importante que se ponga el tema sobre la mesa y que se abra esa discusión, invitando a personas con perfiles y experiencias diversas, y luego el ver una cantidad de legisladores de todos los partidos políticos presentes, escuchando y tomando nota atentamente, no con el celular, sino con un papel.

Son viejos.

Lo veo como positivo, el ver esa dedicación de tiempo, esa atención, y algunas conversaciones que tuve oportunidad de tener luego. Lo destaco como algo muy positivo. Con respecto al contenido, dependiendo del perfil y de la procedencia cada uno dio posturas distintas y creo que fue muy rico desde el punto de vista de la diversidad. Como en todo, el siguiente paso es ver qué de todo esto se puede concretar. Pero al final de ese día el balance para mí fue muy positivo en cuanto a que este efectivamente sea un tema, que se esté hablando del trabajo del futuro, de la reconversión laboral, del rol de la tecnología, del rol de las ciencias. Y tomo como algo positivo el ver que a fin de cuenta una parte importante de quienes toman buena parte de las decisiones esté presente ahí, con muy buena representación de todos los partidos políticos.

El sistema político está medio rezagado en el tema de la tecnología, a nivel parlamentario. Hay hasta un tema generacional.

Habría que ver qué tanto más habría que hacer desde la regulación. Creo que ese es un buen comienzo. Varios de los que estaban ahí presentes, de todos los partidos, tienen estos temas. Claramente uno de los temas más importantes a atender es el de la reconversión del trabajo, y es un tema que estuvo muy presente. Mi balance es positivo por eso.

¿Hay buena vinculación entre la ORT y la Udelar?

Sí, y de hecho en julio de este año cerramos un proyecto colaborativo entre la Universidad de la República, la Universidad de Montevideo, la Universidad Católica y la Universidad ORT, en un proyecto por el cual los decanos de las cuatro facultades nos reuníamos una vez cada dos meses. Hay muy buen nivel de diálogo. Es más, en conjunto hicimos algunas iniciativas para fomentar que más gente estudie ingeniería, sin importar dónde estudie. Valoro mucho esas instancias, así como antes destacaba el sentido de propósito. Valoro mucho las iniciativas que nos desprenden de los intereses particulares. Hasta tuvimos una reunión con el ministro Da Silveira, los cuatro decanos en conjunto, para hablar de la importancia de llevar adelante ciertos programas para fomentar el desarrollo del estudio de las ingenierías. Hay muy buen nivel de diálogo y colaboración en el área de ingeniería no solo con la Universidad de la República sino con las otras universidades privadas.

¿Les dieron bola desde el punto de vista ministerial?

Tuvimos muy buena receptividad. Todavía no llevamos eso a una iniciativa concreta. Cuando hablamos ya estaban definidos los presupuestos, pero creemos que para el próximo año, junto con el Ministerio de Trabajo y la ANII, puede ser que podamos llevar adelante algunas de las iniciativas.

¿Nunca te arrepentiste de quedarte en Uruguay?

No, para nada.

Podías haberte ido a cualquier lado.

Sí, y muchas veces me empujaron. Pero siempre me mantuve. Tuve la suerte de que me ofrecieran cargos de responsabilidad a nivel global, y creo que fui un buen experimento de cómo se pueden gestionar y liderar equipos globales desde Uruguay.

¿Para dónde apunta Lucero profesionalmente?

Depende de qué día me preguntás. Este fin de semana tuvo un fin de semana de muchas artes. Otros días está más metida en la programación, o convencida de que va a ser jardinera. No sabemos. Todavía es chica. Tiene varios intereses. Veremos.

Aprendió inglés, por lo menos. No como vos, que aprendiste de viejo.

Es más, me corrige la pronunciación. Y me la banco, felizmente.

 

 

 

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.