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“El estado actual de la educación uruguaya: la tormenta perfecta»

“El estado actual de la educación uruguaya: la tormenta perfecta»
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Por Jorge Grünberg

La agenda de hoy, que es la agenda del país es la siguiente: 1) ¿qué está pasando con la educación uruguaya?; 2) ¿por qué está pasando?; 3) cuáles son las consecuencias y 4) cómo se arregla. El punto cuatro no lo voy a discutir porque es el menos complejo. Los otros tres puntos son intelectual y moralmente más desafiantes.

Partamos de una constatación: nuestra educación es disfuncional. Más adelante ilustraré esta observación pero discutamos primero las consecuencias. Si un problema no es importante no se justifica invertir los enormes recursos que se están invirtiendo para tratar de resolverlo en detrimento de otras necesidades nacionales.

La educación de un país en el siglo XXI es fundamental para su desarrollo porque la geopolítica de la creación de riqueza cambió. Durante siglos la creación de riqueza dependió de la disponibilidad de grandes extensiones de territorio, de flotas navales, de poderío militar, de recursos naturales de fácil explotación, de fuerza de trabajo abundante. Estamos viviendo una revolución en la cual la riqueza se producirá a partir de la propiedad intelectual, del conocimiento, de la innovación, del emprendimiento.

En esta distribución geopolítica de la riqueza no existirá una “clase media de países”. Los países ricos serán aquellos que puedan producir conocimiento y aplicarlo en forma rápida e inteligente, es decir con la capacidad de emprendimiento para transformar el conocimiento en valor. El resto de los países van a tener que competir por fracciones de una torta cada vez más chica de valor creado a partir de producción de bienes y servicios indiferenciados de bajo valor.

Algunos países van a producir vacunas, semillas genéticamente modificadas, sistemas de inteligencia artificial, bots y robots, drones, hyperloops, autos autónomos y otros bienes y servicios con alto contenido de conocimiento, tecnología e innovación. Otros países basarán su producción en call centers, servicios de logística de bajo nivel, explotación extractiva de recursos naturales o manufactura de bienes no sofisticados donde el único factor de competencia serán los sueldos.

No solamente los países que no produzcan conocimiento aplicable van a ser cada vez más pobres y van a tener que trabajar en base a sueldos cada vez más bajos, sino que además enfrentarán el inevitable fenómeno de la automatización. Robots, sistemas inteligentes, interpretadores y traductores de lenguaje natural, drones autónomos reemplazarán total o parcialmente cientos de ocupaciones de ejecución programable o rutinaria.

Enfrentaremos un círculo vicioso en el cual no solamente vamos a tener que competir en base a sueldos cada vez más bajos sino que además existirán cada vez menos trabajos de baja calificación debido a la automatización. Estas son las temibles consecuencias de no ser un país competitivo en producción y aplicación productiva de conocimiento.

Uruguay no es un país competitivo en conocimiento y no vamos en la dirección correcta. Uruguay no es una excepción, forma parte de un continente que va todo en la mala dirección. Toda América Latina tiene un problema de producción de conocimiento. Solamente el 3% ó 4% de las universidades latinoamericanas publican a nivel internacional. La cantidad de patentes que produce toda América Latina es comparable a la cantidad que produce Corea del Sur en un año.

La inversión en Israel en equipamiento de empresas de alta tecnología es mayor que la inversión directa extranjera en alta tecnología en América Latina. Uruguay no es una excepción, pero mal de muchos no debe ser consuelo para nosotros. Además, por nuestro tamaño, nuestra cultura y nuestra historia, Uruguay no debería de aspirar a emular a América Latina en estos aspectos sino a liderarla.

Nosotros tenemos que estar orgullosos de ser parte de América Latina en materia cultural, musical, artística, pero un país como el nuestro donde vino el señor Albert Einstein en 1925 a discutir con el señor Carlos Vaz Ferreira fue una potencia intelectual más que respetable.

Nuestro destino no estaba marcado. Nosotros a comienzo del siglo XX nos habíamos recuperado de la colonización y ya teníamos una elite local intelectualmente potente, teníamos un equilibrio político razonable, se habían terminado las guerras civiles, teníamos un sistema electoral estable. En conclusión, las consecuencias de no ser un país emprendedor, innovador, educado son graves y lo serán cada vez más. Atenta contra nuestra prosperidad y contra nuestra sostenibilidad democrática.

En cuanto al funcionamiento del sistema educativo uruguayo, yo lo calificaría como “la tormenta perfecta”. Tenemos problemas de calidad, de cantidad y de equidad. Por calidad me refiero a la calidad del aprendizaje que reciben los alumnos. Por cantidad me refiero a cuántos alumnos son educados anualmente y hasta qué nivel. Y por equidad me refiero a si los alumnos más pobres tienen las mismas oportunidades de aprender que los alumnos que vienen de familias más ricas.

En las tres variables Uruguay está en muy mal estado en relación a los países con que tenemos que competir si aspiramos a convertirnos en un país productor de conocimiento e innovaciones como Corea del Sur, Israel, Finlandia o Nueva Zelanda. En cuanto a calidad podemos remitirnos a las pruebas PISA que muestran que los resultados de Uruguay son muy malos en matemática, en idioma español y en ciencia.

Para darles nada más que un ejemplo, los alumnos de las familias más ricas del Uruguay tienen peores resultados que los más pobres de Corea. Esa es una medida de la enormidad de la brecha a la que nos enfrentamos y la velocidad en que está creciendo.

En materia de cantidad de educación, uno de los principales problemas es que casi dos terceras partes de los uruguayos no terminan secundaria. No terminar secundaria en el siglo XXI es una condena a la pobreza para el individuo específico, y a nivel de sociedad un peligro para la democracia. En una democracia los ciudadanos tenemos que saber elegir a quienes nos gobiernan, saber distinguir los conocedores de los improvisadores, a los honestos de los demagogos, a los competentes de los incapaces.

En la época de José Pedro Varela, bastaba culminar la educación primaria para tener un país cohesivo y una democracia sustentable. Pero ese nivel de educación ya no es suficiente. En la sociedad del conocimiento el ciudadano debe culminar la educación secundaria y en el futuro necesitará una licenciatura universitaria.

Nuestro objetivo debe ser que en menos de 10 años el 90% de los uruguayos culmine bachillerato, que los desempeños de los alumnos uruguayos superen el promedio de la OCDE, que todos los bachilleres se gradúen con un dominio del idioma inglés por lo menos equivalente al First Certificate. Debemos proponer y exigir resultados concretos y medibles. ¿Por qué se pueden medir los impuestos que se recaudan y no se puede medir la cantidad de bachilleres que se gradúan?

Así que en materia de cantidad de educación apenas más de un tercio de los uruguayos culmina bachillerato, solamente 12% ó 13% de los uruguayos tiene título universitario, solo 2% de los uruguayos culmina postgrados. ¿De dónde va a salir el conocimiento? Estadísticamente, en el barrio Borro, Casavalle o en 40 semanas hay muchos Bill Gates, Zuckerberg, Vaz Ferreira y Torres García porque la inteligencia se distribuye en toda la población, pero si esa inteligencia no se cultiva a través de la educación, no puede florecer.

En materia de equidad, el objetivo de un sistema educativo democrático debe ser compensar diferencias. En la Grecia antigua la educación de calidad era privilegio de la aristocracia. En una educación democrática lo que se busca es que las diferencias al inicio no condicionen los resultados. En Uruguay confundimos igualdad con equidad. La igualdad implica darle lo mismo a todo el mundo.

Un alumno de un liceo de Pocitos que tiene profesor particular de matemática, de inglés y padres que lo ayudan y supervisan necesita una determinada organización del sistema educativo. El alumno de un barrio marginal no puede recibir lo mismo porque necesita mucho más. Cuando trabajamos en base al concepto de igualdad, estamos haciendo una gran desigualdad porque el chico de un barrio marginal no tiene libros en la casa, los padres no tienen estudios universitarios, la familia puede ser monoparental. Un liceo de un barrio marginal necesita contar con un equipo multidisciplinario que incluya psicólogo, asistente social, profesores de apoyo, entre otros.

Las personas provenientes de familias más pobres tienen que tener un sistema educativo organizado diferente. Con otros horarios, otro plan de estudio, un edificio pensado diferente, suministro de alimento, biblioteca, asistente social, psicólogo y profesores de apoyo como mencioné anteriormente.

El presupuesto de educación no se puede hacer en base a la cantidad de alumnos sino ponderando de dónde viene cada alumno. Llevar un alumno del último quintil a terminar bachillerato cuesta más que uno del primer quintil, porque en el primer quintil si el alumno tiene dificultades, los padres le van a pagar profesores particulares y lo van a ayudar, va a estar mejor alimentado, no va a tener que trabajar. Yo multiplicaría cada persona por el quintil en que está. Entonces el alumno del quintil cuatro sale cuatro veces más, el del quintil tres, tres veces más y así sucesivamente. De esa manera podríamos estimar un presupuesto educativo más realista que permita equiparar oportunidades reales de culminar bachillerato.

La educación media uruguaya tiene además problemas graves de equidad. La culminación de bachillerato entre los más ricos de Uruguay tiene niveles europeos, es casi total. Entre los más pobres de Uruguay es menos del 10%, es decir de nivel africano. En conclusión, tenemos entonces graves problemas de calidad, de cantidad y de equidad de educación. Tenemos que mejorar en los tres ejes.

Para terminar quisiera discutir con ustedes mi opinión sobre las causas de esta importante disfuncionalidad de nuestro sistema educativo. ¿Por qué el país de Vaz Ferreira, de Rodó, de Figari, de Herrera y Reissig llegó hasta esto? Creo que tenemos un problema metafísico. Existe una rama de la metafísica que es la teleología que estudia los fines, las metas y los objetivos. Y hay otra rama de la metafísica que es la teología que estudia la fe y las creencias.

El problema es que en materia educativa nuestro país transformó un problema teleológico que es cómo llegar a los objetivos de equidad, de calidad y de cantidad educativa, en un problema teológico. Existen creencias de rigidez teológica, inamovibles en determinados postulados que impiden no solamente ejecutar reformas o aunque sea discutir reformas, sino que además impiden concebir el concepto mismo de reformar preceptos que conforman sistemas de creencias totales.

¿Cuál es nuestro problema? ¿Nuestro problema es ofrecer educación de alta calidad a todos los ciudadanos para que podamos ser un país moderno y ser parte de los países que se desarrollen en base al conocimiento? Entonces es un problema teleológico y aquellos que piensan que el Estado hace todo mal, tienen que superar sus dogmas. Aquellos que piensan que el Estado no puede hacer nada mal también tienen que superar sus propios dogmas y todos tenemos que estudiar una batería de medidas a ver cuáles son las más efectivas.

Pero lamentablemente el paradigma del cambio educativo en nuestro país se transformó en teológico. Entonces parte de la sociedad uruguaya piensa que determinadas creencias son inamovibles y ciertas autoridades infalibles. Con esto no estoy haciendo ningún argumento partidario.

Como Rector de una universidad considero que no tengo que tener partido político público. Yo tengo diálogo muy bueno con los especialistas de todos los partidos políticos. No tengo ninguna opinión política en esto, pero sé que hay sistemas de creencias que se calcificaron y hemos transformado la educación en un campo de batalla en donde lo que se busca es la predominancia cultural, no el aprendizaje de los alumnos.

Las contradicciones están a la vista. Si necesitamos un bypass por ejemplo, a nadie le parece raro que con los fondos que pagamos los ciudadanos a través del Fondo Nacional de Recursos podemos elegir el centro cardiológico de nuestra preferencia, sea público o privado. Para la atención de problemas delicados de salud, los uruguayos adoptamos un paradigma teleológico, atendemos a los fines y las metas. Buscamos la mejor posible atención para el paciente y una utilización racional de recursos.

En otro problema central como es la educación hemos adoptado un paradigma teológico. Los dogmas predominan sobre los fines, los principios abstractos sobre los resultados concretos, los discursos sobre las acciones.

Todos los ciudadanos actuales estamos pagando y pagaremos más caro en el futuro con pobreza y subdesarrollo, el haber transformado la educación en un terreno de evangelización ideológica y de colisión de creencias en lugar de ser un sistema de creación de oportunidades y de fortalecimiento de la democracia. Solo la sociedad civil puede desbloquear esta forma perversa de bloqueo metafísico.

*Conferencia del  20 de abril en el Rotary Club Aguada

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