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El teatro bajo la arena

El teatro bajo la arena
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«El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana –afirmaba Federico García Lorca en 1936- Y al hacerse habla y grita, llora y desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vea los huesos, la sangre”.

 

Las palabras de Lorca son recogidas por Felipe Morales en una entrevista del año 1936, y el autor agregará luego que el camino intermedio es estéril. “Hoy en España –continuaba el granadino- la generalidad de los autores y de los actores ocupan apenas una zona intermedia. Se escribe en el teatro para el piso principal y se quedan sin satisfacer la parte de las butacas y los pisos del paraíso. Escribir para el piso principal es lo más triste del mundo. El público que va a ver cosas queda defraudado y el público virgen, el público ingenuo, que es el del pueblo, no comprende que se le hable de problemas despreciados por él en los patios de la vecindad”.

Justamente en El público, obra escrita por Lorca en 1930, lo primero que percibimos es un tratamiento irónico hacia un “Director de teatro al aire libre”, al que felicitan por su último y “originalísimo” espectáculo, titulado Romeo y Julieta. Cuando le cuestionan la posibilidad de que en verdad los personajes de su obra estén enamorados el director se defiende: “yo no estoy adentro” y es allí que se le reclamará: “¡Basta! Usted mismo se denuncia”. Y es que el director parece estar lejos de trabajar personajes a los que: “se les vea los huesos, la sangre” como pedía Lorca. Por eso en El público se pide por un teatro en que se sepa “como orinaba Romeo”, un teatro que vaya hasta los huesos, “el teatro bajo la arena”.

Una de las formas de interpretar El público es justamente la de entenderlo como un rechazo visceral al teatro que se hace para el público del “piso principal”. En ese sentido Lorca desarrolló un teatro que por un lado hurgará en los motivos populares de una España casi medieval a principios del siglo XX, creando poderosos símbolos de estirpe popular. Pero por otro lado investigó el lenguaje poético que se expandía a partir de las llamadas “vanguardias” de su época. En el mismo año que escribe El Público Lorca publicará Poeta en Nueva York, un libro de poemas que recoge versos como: “No duerme nadie por el mundo. No duerme nadie. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros”.

Llegados aquí es interesante volver a la entrevista inicial, y encontrarnos que en ese 1936 en el que Lorca ya es un dramaturgo reconocido por obras como Bodas de sangre o Yerma, el autor afirmaba: “Yo en el teatro he seguido una trayectoria definida. Mis primeras comedias son irrepresentables (…) En estas comedias imposibles está mi verdadero propósito. Pero para demostrar una personalidad y tener derecho al respeto he dado otras cosas” O sea que es legítimo suponer que el verdadero interés como dramaturgo de Lorca estaba más que en sus obras reconocidas universalmente en las otras que él mismo asume que son “irrepresentables” en su época, entre ellas El público.

 

Dando forma a nuevos trajes

En este lugar ya nos hemos referido a cómo la gente de teatro, esa que integra lo que Lorca consideraba “lo más triste del mundo”, se apoderó del legado del granadino castrando su veta popular. La posibilidad de ver El público nos permite ir más allá y ubicar también esta zona de su teatro prácticamente desconocida como la de principal interés del dramaturgo. Y ese es uno de los grandes aportes que Fernando Rodríguez Compare, y su equipo, realiza con este espectáculo. Nos permite conocer una zona del trabajo de Lorca que el propio autor consideraba fundamental y que, lamentablemente, Margarita Xirgu y sus seguidores aparentemente desconocieron. O nunca quisieron que se conociera.

El público habla de teatro, de la representación, de ir a la verdad abandonando la máscara. Y para eso la referencia es la obra de amor por antonomasia, Romeo y Julieta de Shakespeare. Pero Lorca no se interesa en los abordajes cosméticos, como decíamos arriba. No se satisface con un director que dice que no sabe si en verdad hay amor en la historia, le reclama al teatro que se adentre en ese abismo, o que se destruya. Sobre el final escucharemos que el teatro es el lugar en que se puede convertir un navegante en una aguja de coser. “Por eso yo me atreví –dirá el director- a realizar un dificilísimo juego poético en espera de que el amor rompiera con ímpetu y diera nueva forma a los trajes.”

Paradojalmente nos encontraremos presenciando una revuelta que “el público” de Romeo y Julieta protagoniza el descubrir un artificio: quien interpretaba a Julieta no era mujer, sino un varón que se travestía. Y esto da pie a otro aspecto de la obra que también la hacía “irrepresentable” para su época, la homosexualidad. Si el juego poético buscaba que el amor “rompiera con ímpetu y diera forma a nuevos trajes”, nuevas formas de representarlo, también está en juego que “Romeo puede ser una ave y Julieta puede ser una piedra. Romeo puede ser un grano de sal y Julieta puede ser un mapa”. Las alusiones al amor homosexual son más o menos explícitas pero están presentes durante toda la obra. Si recordamos el escándalo que se generó hace diez años en nuestro país cuando Mariana Percovich en una versión de Bodas de Sangre hizo foco, brevemente, en ese punto es fácil imaginarse la catástrofe que se hubiera producido con un montaje de El público en la España, o el Uruguay, de la primera mitad del siglo XX.

El público es un descubrimiento para quien escribe estas líneas, y la primera razón para celebrar este espectáculo es, como decíamos arriba, el que podamos repensar la totalidad de la obra lorquiana a la luz de este descubrimiento. Y no es menor teniendo en cuenta el peso que tiene la tradición de este autor en nuestro teatro. Por otro lado, Rodríguez Compare realiza una propuesta estética provocadora, con signos que hacen referencia al universo gay por un lado, y al universo de la representación teatral por otro. El espacio mismo donde se representa El público juega con diversos planos. Un anfiteatro en donde esperaremos. Una sala de exhibición en donde veremos esqueletos de animales. Niveles que tendremos que ir subiendo hasta llegar a un espacio en que “el teatro” parece estar en otro plano. Más que como “público” el espectador se ubica casi como espía de lo que sucede en la representación. El juego meteateatral sin embargo es difuso, y eso hace más estimulante el espectáculo, en tanto el espectador nunca queda abandonado libremente a una ficción linealmente determinada. Entre algunos momentos trágicos y otros más irónicos o lúdicos, el erotismo que gran parte del elenco impone a sus creaciones es un elemento sustantivo de la puesta. En particular la relación de los caballos entre sí y con Julieta exacerba esa situación. Las actuaciones son orgánicas, la mayor parte del elenco construye sus personajes desde sus cuerpos, que bailan, o se mueven de forma coordinada cronométricamente, pero también desde sus miradas, cargadas de sensualidad o de ironía.

“Es rara” se escuchaba decir al final a gran parte del público en referencia a “El público”. Y si, es un espectáculo distinto, pero definitivamente hay que ir a verlo. Y luego pensar a Lorca de nuevo.

El público. Autor: Federico García Lorca. Dirección: Fernando Rodríguez Compare. Elenco: Fernando Amaral, Julio de León, Claudio Weiss, Sebastián Carballido, Rodrigo Peluffo, Gustavo Pivotto, Nicolás Tapia, Matías Borgarelli, Mathías Albarracín.

Funciones: sábados 21:00, domingos 19:00. Museo de Historia Natural – «Dr. Carlos Torres de la Llosa» – Eduardo Acevedo 1427. Entrada en venta únicamente en ABITAB

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.