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El Viejo Mundo por Julio A. Louis

El Viejo Mundo por Julio A. Louis
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Se analizará Europa brevemente hasta los viajes de Colón (1492). El VM comprende a Europa, Asia y África, con grados diferentes de desarrollo. En base a la técnica del riego, el modo de producción tributario fue revolucionario. Luego dio paso a 4.000 años de estancamiento técnico (-3000 a 1000). Ese estancamiento se ve atenuado con la divulgación del hierro. El hierro, que se utiliza desde el -3000, se populariza aproximadamente por el – 1200 con el método de producir hierro forjado. Por esa época hay dos grandes saltos en el desarrollo de las fuerzas productivas: la invención del arado de metal, que extiende la agricultura a las tierras secas- y la navegación por mar.  Ellos son la base productiva del nuevo modo de producción esclavista, de discutido alcance universal (1) ya que acrece la producción y el intercambio, y estimula las conquistas militares para obtener prisioneros y convertirlos en esclavos. La humanidad progresa con desigualdad, empeorando la suerte de la clase más explotada. También es la época del surgimiento de la escritura alfabética en el Cercano Oriente, la que facilita el comercio, que vuelve a verse favorecido por el -700 con la invención de la moneda acuñada que da fluidez a los negocios al por menor. Todo contribuye a que la civilización se extienda por más vastas zonas y se haga más popular pues el hierro -más barato que el bronce- democratiza la agricultura, la industria y la guerra.

El apogeo del período está en el Imperio Romano, de predominante economía extractora y no productiva. Sin embargo, la “pax romana” impuesta por las armas, disminuye el  suministro de esclavos. Una lenta crisis de regresión económica y de desorden global, resquebraja al Imperio y hunde el modo de producción esclavista. En cambio, florece con esplendor, sobre la base de estructuras tributarias, la parte oriental del Imperio (Bizancio) y más lejos Persia, Asia Central, India y China.

La reconstrucción de Europa se basa en el modo de producción feudal, también de cuestionado alcance universal (2). Supone otra revolución de las fuerzas productivas: empleo generalizado del arado de hierro, rotación trienal de cultivos, y la aplicación de la energía animal, del agua y del viento, acompañadas de nuevas relaciones sociales de producción, de servidumbre. El feudalismo aparece entre los siglos V y VII, alcanza su plenitud del IX al XIII, o del XI al XIV -según apreciaciones de distintos especialistas- y comienza a ser enfrentado por el naciente modo de producción capitalista en el XIV. Pero con excepción de Inglaterra y en cierto modo de Holanda, cuyas revoluciones burguesas abren camino al pleno dominio del capitalismo, el feudalismo se mantiene hasta fines del siglo XVIII o comienzos del XIX.

Europa recupera terreno respecto a Oriente gracias a las Cruzadas, empresas económicas y religiosas iniciadas en el siglo XI. En sus orígenes, fructifica la prédica de la Iglesia con el propósito de desviar la violencia internobiliaria desde Europa hacia Oriente. Las Cruzadas son encabezadas por la nobleza y apuntaladas con dinero de los comerciantes de Génova y Venecia).  El resultado más significativo es la apertura comercial, puesto que el propósito religioso no se obtiene. Los rudos nobles feudales gozan de las delicias orientales: especias, telas, alimentos, perfumes. Y se endeudan, al tiempo que las ciudades crecen, y con ellas, la burguesía. Las necesidades siempre crecientes derivadas del comercio, favorecen una serie de inventos y descubrimientos trascendentes.

Los transportes se revolucionan. El timón moderno posibilita aumentar el tamaño de los barcos. La brújula llega desde Oriente en el siglo XII y en los siglos XII y XIII la navegación progresa más que en los cuatro mil años anteriores. En el XIII la carretilla mejora el transporte de carga. En el XIV se aplican las esclusas en los canales, lo que mejora la navegación fluvial. Todos allanan el camino de la Revolución Comercial, comenzada en el XII. Ésta constituye un período de expansión económica de Europa, y de la aparición del colonialismo y el mercantilismo. Hay factores tecnológicos que hemos señalado, geopolíticos y económicos: inflación, desarrollo de los bancos, sociedades anónimas, bolsas de valores, etc.

También revolucionan la industria, las costumbres, la vida intelectual: el telar de lazos, una máquina de hilar, el vidrio, el cristal, los anteojos, el microscopio, el telescopio, el papel, la imprenta. Y en el plano político, por el siglo XV surgieron las naciones, dada la necesidad de un Estado nacional, para imponer el orden al caos feudal, unificando países.

 

                                               El VM domina al NM

 

El Viejo Mundo (VM) domina al Nuevo Mundo (NM), y desde fines del siglo XV se relacionan como metrópolis y colonias respectivamente, coincidiendo con la génesis del sistema capitalista en Europa Occidental. La expansión colonial es una poderosa inyección estimulante para el capitalismo naciente. Al ampliarse los mercados se agigantan las posibilidades de la industria, lo que estimula la división del trabajo y la introducción de mejoras técnicas. Como hay emigración a las colonias, aumenta el excedente nacional de las metrópolis y el ahorro. El control de la industria y del comercio pasa de los gremios medievales a los empresarios capitalistas.  Además, el flujo abundante de metales preciosos de procedencia americana, genera una formidable inflación (crece el circulante, se mantiene la producción, suben los precios). Y la inflación redistribuye la riqueza, beneficiando a los capitalistas y perjudicando a los rentistas fijos y a los asalariados. A su vez, la necesidad de proteger a las industrias nacionales, pone en boga a las doctrinas mercantilistas, basadas en la concepción de mantener una balanza comercial favorable, es decir, vender más de lo que se compra. Como varias potencias buscan lo mismo y se disputan las colonias, las frecuentes guerras son el corolario lógico.

              Inglaterra y el resto de Europa

La evolución es diferente en Inglaterra que en el resto de Europa. En Inglaterra durante los siglos XV y XVI, se introducen métodos capitalistas en gran escala en el campo; los señores no pueden impedir la difusión de la industria capitalista en el campo, ni que los campesinos se conviertan en asalariados industriales. En el resto de Europa, en cambio, se agrava la situación de la servidumbre, se descomponen las bases de la existencia feudal, sin que el capitalismo triunfe. La consecuencia es la sucesión de sublevaciones. “En muchas partes de Europa encontramos sublevaciones de campesinos, grandes guerras campesinas que se enfrentan a estos fenómenos de decadencia del feudalismo con la consigna: libertad de contribuciones y tributos, suficiente tierra. En el siglo XIV en Francia e Inglaterra, en el XV en España y Bohemia, en el XVI en Alemania, en los siglos XVII y XVIII en Rusia”. (3) 

Pero esas sublevaciones son vencidas por la falta de unidad campesina y ausencia de apoyo urbano. El efecto es opuesto al buscado: un fuerte movimiento reaccionario reflorece al feudalismo decadente. Se sella la derrota del “primer capitalismo” fuera de Inglaterra. Por ende, degeneran las ciudades alemanas, italianas, francesas, españolas. Degenera la cultura. Los efectos se sienten en Europa, y se expanden a regiones dependientes.

          

                                                 Los reinos ibéricos

España pudo ser vanguardia del capitalismo. Su proceso explica su rol semi periférico semejante al de Portugal, respecto a Inglaterra. En efecto, los reinos ibéricos registran un curso menos típicamente feudal debido a la temprana invasión árabe-bereber (711). La “historia oficial” católica oculta que ya en el siglo VIII existe la civilización de “Al-Andaluz”, refinada, pacífica, tolerante. El modo de producción vigente en el área musulmana es tributario. Basta señalar la presencia de un importante sector capitalista mercantil subordinado a los militares-propietarios de tierras inmuebles, la escasa importancia de la esclavitud y el hecho que la servidumbre aparece en Egipto y en Irán mogol recién en el siglo XV.

    Cara y cruz. Así aparece la Europa cristiana frente a la península ibérica musulmana. Ignorante, ruda y sucia, la primera; floreciente la península en el siglo X, bajo el califa Abderramán III (912-961) con canalizaciones, multiplicación de regadíos, de molinos de agua y de viento. El campo es la residencia de la aristocracia, pero también de numerosos pequeños propietarios. Las ciudades son ricas, asiento de una burguesía poderosa en la que abundan los judíos, dedicados al comercio y a la industria. La industria se ocupa del cuero, marfil, papel, vidrio, astilleros, metalurgia del bronce y del hierro. El comercio es activo con otras regiones del islam y con Bizancio, Persia, India, China. Hay fortunas, pero no miseria. La mayoría de la población se ubica en sectores medios y es elevado el porcentaje de alfabetización. Córdoba es la Meca del occidente desde 760 a 1050. Su población es del orden de 400.000 habitantes.

Lentamente el norte cristiano se despereza. Los reinos de Asturias, León, Castilla, sucesivamente están a la vanguardia de la “reconquista”. Según Vicens Vives (4) antes del siglo X, se forma una sociedad sencilla, campesina, poco poblada, feudal. Pero en ese siglo la fisonomía agraria cede paso a otra monetaria, industrial, mercantil, con progresiva liberación en el campo. En el siglo XI la potencia de los burgos fuerza en León al nacimiento de las primeras Cortes de Europa, verdaderas asambleas del reino que prestigian a la monarquía. En gran medida el despertar es resultado de los territorios islamizados incorporados militarmente. Por consiguiente, el feudalismo será lo menos feudal que podía ser. La guerra fortalece la autoridad central monárquica contra los señoríos.  El rey se yergue como árbitro entre la nobleza y la burguesía. Las ciudades son su principal apoyo y fuente de recursos. La inestable zona fronteriza estimula la aparición de numerosos campesinos libres.

Portugal se independiza de León (1143), anticipa a los restantes reinos en la expulsión de los musulmanes de su territorio (1238) y después, con la Revolución Nacional (1383-1385) se convierte en pionero de la unificación, de la monarquía centralizada, de la eliminación de la servidumbre jurídica.  En él la burguesía se desarrolla en los puertos.

¿Qué es la reconquista?

La Reconquista en lo que es hoy España es el avance de los cristianos sobre los territorios musulmanes. Por razones de síntesis, partamos del siglo XIII, aunque la Reconquista comienza en el X. Desde el XIII se prepara la Nacionalidad Católica. A fines de ese siglo existen los reinos cristianos de Navarra, arrinconada en el norte, Aragón, que absorbe a Cataluña y se extiende por el litoral mediterráneo, y Castilla. Castilla es el más extenso y el único lindante con los territorios musulmanes, por lo que prosigue la reconquista hasta la caída de Granada (1481-1492). Con el matrimonio de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) comienza la unidad política española, afianzada con la incorporación de Navarra (1503), unidad que será definitiva cuando su nieto Carlos I ciña las coronas de ambos reinos (1516). Pero la nobleza castellana, opuesta a la centralización que implica la unidad española, se opone al matrimonio de los Reyes Católicos, que deben casarse disfrazados de campesinos en el domicilio de unos arrieros. Estos Reyes, simultáneamente a combatir a esa nobleza, atacan las formas más autonómicas de los municipios, dominados por la burguesía. Y en la lucha simultánea contra la nobleza y la burguesía, el absolutismo naciente de los Reyes Católicos encuentra un aliado poderoso en la Iglesia. Así, la unidad española se celebra en nombre del catolicismo al precio de la persecución y expulsión de cientos de miles de moros y judíos, entorpeciendo el desarrollo capitalista, al impedir la constitución de una clase de empresarios capaz de configurar una burguesía poderosa, en tanto aquéllos eran claves para las artesanías y el comercio. (5)

Dos consecuencias trascendentes

El redescubrimiento de América y la nueva ruta de acceso al Oriente circunnavegando África, rompe la hegemonía de las ciudades italianas ejercida en el Mediterráneo y de las ciudades de la Liga Hanseática por los mares del Norte y Báltico. Y será el tiempo de nuevas grandes potencias; España y Portugal inicialmente, y después Holanda, Inglaterra, Francia, que, a diferencia de las dos primeras, combinan la producción de manufacturas con el comercio.

A su vez, se ponen en evidencia las mentalidades diferentes de ambos “mundos”. “Todos tomaban y daban de aquello que tenían, de buena voluntad; más me pareció que era gente pobre de todo” (6) observan los españoles.  En cambio, los aztecas opinan de los españoles: “Les dieron a los españoles banderas de oro, banderas de pluma de quetzal, y collares de oro. Y cuando les hubieron dado esto, se les puso risueña la cara, se alegraron mucho, estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón… Como unos puercos de la tierra, puercos hambrientos, ansían el oro.” (7)            

NOTAS

(1).Samir Amín: “El eurocentrismo. Crítica de una ideología”. México. Editorial Siglo XXI. 1989. Capítulos “El eurocentrismo y el debate sobre la esclavitud” (páginas 176-181) y “El feudalismo europeo, como tributario periférico” (páginas 161-166).

(2) Ibidem.

(3) Jürgen Kuczynski: “Breve historia de la economía”. Buenos Aires. Editorial Platina. Página 161.

(4) Jaime Vicens Vives: “Historia social y económica de España y América”. Barcelona. Teide. 1957. Capítulo “Asturias, León y Castilla en los primeros siglos de la Edad Media” de J. Font Ruis, páginas 254-260.

(5) Julio A. Louis. “La colonización europea de América”, primera parte de “Colonias, independencia e  integración” Arca/ensayo. 2010. Páginas 18 a 25.

(6) “Diario del descubrimiento” de Colón Relato de los primeros aborígenes hallados. De “Cartas del Nuevo Mundo”.Enciclopedia Uruguaya. No. 3. Página 137.

(7) Sahagún, Libro XII, “La conquista de México”. Capítulo XII, traducción del nahuatl de Garibay, tomo 4. Páginas 100-101.

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