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Ésta noche es de recuerdos

Ésta noche es de recuerdos
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La historiadora Milita Alfaro acaba de publicar el libro “Jaime Roos. El montevideano. Vida y obra” (Editorial Planeta). En el formato de entrevista profunda que se complementa con documentos personales del músico, material de prensa y varias fotografías, este bienvenido trabajo es un aporte detallado y casi en primera persona que permite repasar el largo camino artístico de uno de los grandes referentes de la música popular uruguaya.

Milita Alfaro es  profesora de Historia  y se desempeña como docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Es coordinadora del diploma en Carnaval y Fiestas Populares que se imparte en el marco de la cátedra UNESCO en Carnaval  y Patrimonio.  Es investigadora en temas de historia social y cultural y se ha especializado en el estudio de la evolución histórica del carnaval montevideano. Ha participado en congresos  nacionales e internacionales y es autora de numerosos artículos, fascículos y libros sobre temas de su especialidad.

Conoció a Jaime Roos en febrero de 1986 cuando lo entrevistó para una nota del semanario Brecha. Aquel primer encuentro derivó en otros tantos donde, picada y whisky Ballantine´s mediante, ambientaron y dieron vida en noviembre de 1987 al libro “Jaime Roos. El sonido de la calle” (Ediciones Trilce). Fueron 40 horas de charlas realizadas en la madrugada y durante dos meses. El libro se agotó rápidamente y nunca se reeditó. En la introducción Alfaro reflexionaba que Montevideo, “necesitaba consolidar las vertientes dispersas de una música intransferiblemente suya, capaz de interpretar el sonido de sus calles y de hablar en el idioma de su gente. Hoy (en 1987) la tiene, y los montevideanos nos reconocemos en ella. Nació del aporte de varias generaciones de músicos que, desde hace décadas, confluyen en esa búsqueda mediante la cual la ciudad ha ido definiendo su identidad”. A renglón seguido, Alfaro anotaba – con sobrada razón – que Roos era “uno de los protagonistas decisivos en ese proceso de consolidación de la música uruguaya”. Y agregaba que en las páginas de aquel libro se abordaba su  obra no desde una perspectiva musical sino “por la preocupación de descubrir al hombre que hay detrás de las canciones”, apuntando a “rastrear la esencia de ese montevideano que se nutre de la  vida de la ciudad”.

En la contratapa de “El sonido de la calle” se apuntaba que el libro se planteaba rastrear “los orígenes, la convicciones, los propósitos, las mufas y los amores” de Roos. De aquellos polvos son estos lodos. Treinta años después, como en una promesa cumplida, la historiadora y el músico volvieron a reunirse  para repetir la fórmula y dieron forma a este “Jaime Roos. El montevideano. Vida y obra” que se acaba de publicar. “El montevideano” es un trabajo que retoma y de alguna manera reescribe “El sonido…” y que luego suelta su mano y se lanza a su propio vuelo. Sobre todo porque “El sonido …” se cerraba justo cuando Roos se aprestaba a publicar su disco “Sur”. Y si bien su popularidad  había explotado dos años antes gracias a la canción “Brindis por Pierrot” y el disco homónimo, aún quedaba historia por contar. Entre otras, la edición de discos referenciales en su carrera como fueron “Estamos rodeados”, “Si me voy antes que vos”, “Contraseña” o “Fuera de ambiente”.

“El montevideano…” mantiene el formato de entrevista mano a mano en clave íntima, que por eso mismo permite una suerte de confesiones que, en algún punto, son escuchadas por primera vez en boca del músico. Por ejemplo, cuando se refiere a la legendaria crispación que mantuvo durante años con Washington “El Canario” Luna luego de haber compartido grabaciones, discos y tablados que cabalgaron en el éxito fulminante de “Brindis por Pierrot”. Roos no elude la pregunta sobre qué pasó en aquellos tiempos y da su versión sobre el publicitado entredicho. O la “leyenda negra” que supuestamente se tejió a su alrededor por cuestiones políticas, sobre todo a partir de 1989 cuando decidió apoyar públicamente a Hugo Batalla, quien se había alejado del Frente Amplio en medio de una gran polémica, lo que le generó no pocas pedradas. Incluso, según se dice en el libro, le llegó el comentario sobre una reunión del Partido Comunista donde se lo había sometido “en ausencia” a un juicio en el que, naturalmente, resultó condenado. O la tensión creciente con los integrantes de “Repique”, la banda soporte que lo acompañó a mediados de los 80, y que un buen día de 1988 disolvió en medio de tensiones que dejaron heridas que trascendieron el tiempo. O sus idas y vueltas con el consumo de alcohol y cocaína. O el siempre tirante vínculo con la crítica que le diagnosticó prematura muerte artística en más de una oportunidad y sobre la que Roos entiende “lo maltrató en los 80 y lo ignoró en los 90”, particularmente cuando editó el disco “Estamos rodeados” (1992).

En el libro también hay espacio, claro está, para la música. Sobre el final de cada capítulo se agrega un análisis disco a disco y canción a canción, donde el propio Roos comparte su visión y análisis sobre su obra. No sólo analiza estructuras y estilos sino que comparte los recuerdos asociados a cada tema, en el contexto en el que fueron realizados, sus defectos y virtudes y, finalmente, qué lugar ocupan en sus propias preferencias. Curiosamente, como lo ha dicho más de una vez, varias de sus “favoritas” no coinciden con sus canciones masivas o esas que el público ha transformado en clásicos y le pide / exige en cada concierto. Ahí aparecen, por ejemplo, “Flamenca real” (incluida en el disco “Aquello”, de 1981), que es casi desconocida para el gran público, pero que él no duda en calificar como una de sus favoritas “de toda su producción”. O “Duérmase la mamá”, que forma parte del disco “Para espantar el sueño”, de 1979, a la que califica como “de lo mejor que he hecho”.

A diferencia de “El sonido…”, que solo incluía algunas fotos referenciales de la vida de Roos, este “El montevideano…” incluye varias imágenes de distintas etapas y momentos del músico. Desde sus épocas de la niñez y la adolescencia, con las primeras bandas de las que formó parte, hasta todo su extenso camino musical, donde se lo puede ver, entre otros, con Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Rubén Blades, Hugo Fattoruso, Ruben Rada y José Carbajal “El Sabalero”. Roos aparece en distintos escenarios, grabaciones, encuentros y giras. Tomando mate o tocando la guitarra o el tambor. El libro incluye también los reconocimientos que recibió en su extensa carrera, – entre otros más de 100 Discos de Oro y Platino solo en Uruguay – , la bibliografía vinculada a su vida y obra, los audiovisuales que lo tuvieron como protagonista, los discos de otros artistas que produjo (desde Estela Magnone o Laura Canoura hasta Repique o Adriana Varela), los compilados y naturalmente su discografía.

Sobre el final de “El sonido…” Alfaro le preguntaba a Roos – en el último diálogo del libro – cómo pensaba que iba a reaccionar el público frente a los temas del disco “Sur” que se aprestaba a presentar. “Ah, yo qué sé…Hay cosas a las que uno le siente un cierto gustito… (…) Pero mirá que a veces le erro. Y ahora me voy… Me esperan unos amigos en el boliche”. Este “El montevideano…” se cierra con otra frase de Roos. Cuando Alfaro le pregunta por su presente, el músico hace un resumen de sus últimos tres años de vida, en los que desmontó su productora, desguazó el depósito de instrumentos y dejó de tocar en vivo y de asistir a  los lugares donde lo invitaban. Y respecto a grabar material nuevo, sentencia algo que bien puede ser una promesa de volver entero: “si algún día siento que tengo algo nuevo para decir…”

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