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Festivales de Verdi

Festivales de Verdi
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Desde hace años el inicio de la temporada teatral montevideana tiene su corazón en la Sala Verdi, mostrando un trabajo de programación previsible y ordenado que se destaca dentro de la discrecional y aleatoria programación de las salas teatrales públicas de nuestra ciudad.

Entre los meses de enero y febrero el público montevideano tiene acceso a lo mejor de la temporada de nuestra ciudad del año anterior, reunido en el Festival Montevideo de las Artes; a una selección de espectáculos internacionales que formaron parte del Festival Temporada Alta (de la ciudad catalana de Girona) y a una selección de espectáculos de la Liga de las Artes Escénicas del Litoral, en que son protagonistas, entre otros, artistas del interior de nuestro país. Respecto a las características de la programación el director de la Verdi, Gustavo Zidán, le decía a Voces el año pasado: “Nosotros ponemos el énfasis en la mirada del exterior, o en tratar de que lleguen cosas que no suelen llegar a Montevideo como las propuestas del resto del país, que no era fácil que tuvieran la posibilidad de estar con garantías para que puedan mostrar su trabajo” (Voces N° 636).

Sexto Festival Temporada Alta de Montevideo

En ese contexto, pensando la sala “desde el prestigio artístico y no desde el prestigio social” como agregaba Zidán, es que entre el 1° y el 15 de febrero se realizó la sexta edición del Festival Temporada Alta en Montevideo con espectáculos de Argentina, Portugal, Francia y España. A continuación ofrecemos una reseña de algunas de las obras de la programación.

– Carta rechazada (Portugal, martes 4) parte de una idea de la actriz Crista Alfaiate interesada en investigar sobre las cartas como medio de comunicación que ha sido, lentamente, desplazado por medios virtuales (mail, redes sociales, etcétera). La historia que vertebra el espectáculo es la de una cantante lírica que se encuentra del otro lado del Atlántico sin recursos para volver a su país, pero a esa historia central se le intercalan fragmentos de cartas como las Cartas portuguesas (de Mariana Alcoforado) y las Nuevas cartas portuguesas (de María Teresa Horta, María Isabel Barreno y María Velho da Costa). Esto abre la posibilidad de que en el espectáculo se cuestionen, desde ángulos imprevistos, el orden jerárquico y la institucionalidad patriarcal de organizaciones religiosas, políticas y compañías artísticas. Particularmente deliciosa fue la forma de actualizar el “descubrimiento” de Brasil, tomando algunas ideas de la Carta del hallazgo de Pero Vaz de Caminha y reformulándolas en una situación contemporánea, en donde a punta de pistola alguien entra en la casa de otra persona, se la arrebata y la esclaviza. El espectáculo, uno de los más relevantes del festival para quien escribe, comenzó con la actriz ataviada como personaje del siglo XVIII y esposada esperando una condena por espiar correspondencia. Desde esa situación inicial, con un lenguaje que todo el tiempo homenajeó la literatura epistolar, se atravesaron siglos y continentes en una singular combinación de recursos que ajustaban lo formal a los cuestionamientos políticos muchas veces soltados como al pasar, pero sin perder capacidad explosiva. La actuación de Alfaiate fue uno de los deleites de esta edición de Temporada Alta.

– Tanto Bello Final (Francia, miércoles 5) de Mohamed El Khatib como Hasta agotar existencias (España, jueves 6 y viernes 7) de Verónica Navas Ramírez abordaron, desde lugares disímiles aunque apelando a recursos similares, el tema de la muerte materna. Bello Final se inscribe, según palabras del creador, en un “intento de explorar diferentes modos de exposición anti-espectacular”. Formalmente esto se tradujo en la continuidad entre la presentación del propio Mohamed y la historia de la muerte y entierro de su madre. Los elementos que se utilizaron para contar la historia fueron audios de entrevistas en un hospital de Francia, videos del entierro en Marruecos, y hasta la partida de defunción fotocopiada a la que accedieron los espectadores. Este collage de recursos, o puñado de escombros de una vida que se apagó, articuló un relato en que lo íntimo y personal se relacionó con las vicisitudes políticas y culturales entre una metrópolis y una zona periférica que, apenas divididas por el Mediterráneo, parecen universos casi excluyentes. Hasta agotar existencias partió de una premisa algo distinta, la muerte de la madre es una idea recurrente, y para ésta hay que prepararse, más allá de que nada en la salud de la progenitora anuncie ese fin temido. El espectáculo derivó, entre otras cosas, en una reflexión sobre la construcción del género a partir del cuerpo, o mejor, a partir de cómo se moldea el cuerpo en vestidos y ropas diversas. Fue particularmente enfocado, a partir de recursos de diseño gráfico ejecutados en vivo, cómo con el paso del tiempo la construcción de género a partir de la moda va mutando, y lo que es más visible décadas atrás sigue operando, aunque no lo veamos tan claro, en el presente. Algunos espectadores masculinos no pasaron por alto que la artista se dirigiera a la platea usando el plural femenino “espectadoras”, quizá evidenciando lo excluidas que se sienten hoy en día muchas mujeres cuando se utiliza el plural masculino para hablar de grupos en que hay varones y mujeres. Lo más valioso de la obra fue el momento final en donde la búsqueda por ocupar el mismo espacio de la madre cristalizó en la proyección de la progenitora en el cuerpo de la actriz, materializándose poéticamente la simbiosis que pareció ser la búsqueda central del espectáculo.

– Parias (España, viernes 7 y sábado 8), espectáculo de títeres creado y realizado por Javier Aranda fue otro de los puntos altos del Festival. Las cuatro historias de Parias las protagonizaron, como se sugiere en el título, criaturas marginales que dan ese tono ya desde los materiales y la forma con que son confeccionadas. Las personalidades sin embargo son disímiles, subrayándose la centralidad de la muerte como obsesión de estas criaturas, obsesión que se manifiesta ya desde la angustia y la reflexión, ya desde la caricaturesca necesidad de segar la vida de terceros, ejemplificada en un “Yo mato” del personaje más divertido del espectáculo. Aranda  aparece siempre a la vista del espectador, pero éste acepta la convención sin titubear ante el carácter mágicamente lleno de vida de esos muñecos. Incluso en los momentos de interacción entre Aranda y sus creaciones no apareció la subordinación del títere sino que por momentos creímos que realmente el titiritero era el manipulado. Parias se presentó en Centro Cultural Goes siendo el único espectáculo que salió de la Verdi, y seguramente presentó a las criaturas más entrañables de esta edición de Temporada Alta.

– Kassandra (España, lunes 10 y martes 11) era a priori uno de los puntos fuertes del Festival. Escrita por Sergio Blanco y dirigida por Sergi Belbel, dos grandes protagonistas de la escena contemporánea, la obra contaba con la actuación de Elisabet Casanovas, actriz reconocida popularmente por integrar el elenco de la serie Merlí. El combo no defraudó las expectativas de un público que agotó las entradas de las dos funciones. Kassandra, que fuera estrenada en nuestra ciudad hace años dirigida por Gabriel Calderón y protagonizada por Roxana Blanco, cuenta la historia de la hija de Príamo que cargó con la angustia de predecir la caída de Troya a manos de los aqueos liderados por Agamenón, pero sin que su palabra fuera dada por cierta. Blanco hace que su Kassandra, que en realidad es una mujer trans, viva en un presente que la obliga a prostituirse en lugares de Europa a los que fue obligada a llegar como botín de guerra. Así el mito es resignificado, aunque nunca linealmente, para que nos permita leer una realidad que viven decenas de miles de europeas de la periferia. Casanovas mostró una gran capacidad para mostrar a una criatura que esconde su tragedia bajo una actitud a veces desafiante, que además se comunica en una lengua que no domina del todo. En la interacción con algunos espectadores (entre la que se destacó en la función del lunes 11 la que mantuvo con Roxana Blanco) es cuando más pudimos apreciar la gran capacidad de Casanovas para improvisar y simular incomodidad al utilizar el castellano como lengua que su personaje no domina. Kassandra fue el tercer punto fuerte del festival para quien escribe.

– Que todas las vaquitas argentinas griten Mu (Argentina, viernes 14 y sábado 15) escrita y dirigida por Juan Francisco Dasso reunió tres historias: una ubicada en la antigüedad clásica, otra en la Argentina de comienzos de siglo XX y otra en la Argentina de los años setenta, que tienen en común el fracaso del protagonista. Más allá de la historia, lo más relevante del espectáculo tuvo que ver con una estética que camina entre lo paródico y el grotesco, una estética que se fue forjando en la Buenos Aires de los años ochenta, en boliches como el Parakultural por artistas como Batato Barea o Alejandro Urdapilleta y que terminó de cuajar en programas masivos de televisión como los de Antonio Gasalla, Jorge Guinzburg y Horacio Fontova. Las vaquitas hereda de forma totalmente reconocible esa estética en que la propia actuación no siempre parece estar delimitada, abriéndose a un juego en el escenario en que la risa aparece desde gestos o situaciones inverosímiles. Este espectáculo hizo reír a la platea de la Verdi de forma estruendosa, dejando la sensación, eso sí, de tener poco que ver con la propuesta estética global del festival.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.