Home Literatura Florencia Infante. Actriz y escritora: “Perdonar, sanar y reírse del patetismo individual”

Florencia Infante. Actriz y escritora: “Perdonar, sanar y reírse del patetismo individual”

Florencia Infante. Actriz y escritora:  “Perdonar, sanar y reírse del patetismo individual”
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La actriz Florencia Infante acaba de publicar el libro “La fiesta de los nadie”, una reconstrucción vital donde se mezclan recuerdos, reflexiones y grandes dosis de humor. Se presenta este jueves 14 a las 20 horas en Magnolio Sala.

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

En realidad no empezó con la idea de escribir un libro. Y empezó cuando tuve covid en 2020. Fui una de las primeras, y éramos todos como un experimento. No te daban el alta sin un hisopado negativo. Estuve 26 dias encerrada en mi casa, de esos 10 pasó que mis hijos dieron negativo antes. O sea que estuve 16 dias completamente sola. Sin perro, balcón ni nada. Y entonces me puse a escribir. Porque al tener que escribir mis espectáculos, desde hace tiempo como que es algo que me sale natural. Escribí mucho sin saber qué era, si un libro o un diario íntimo. Y en un momento publiqué en mis redes sociales que creía que tenía un libro. Y ahí me contactó Soledad Gago para decirme que me iba a contactar con la editorial Penguin Randomhouse, y me pone en contacto con Luisina, que es mi editora. Y nos reunimos, le mostré lo que tenía. Me dijeron que les interesaba, Y a los días me dijeron que iba a tener un libro. Y ahí empezó la aventura (Risas).

¿Qué objetivos te planteaste al hacerlo?

Al principio no entendía qué era, pero al empezar a entender que era un libro. Porwue además estoy como en un camino de conciencia, coherencia e intimidad con mi público, como pasó en este último tiempo con “Yo soy la tormenta”, mi espectáculo. Entonces empezó a ser como una especie de diario íntimo. Como contar mi historia. Sentía que había muchos puntos en común con el uruguayo promedio, no tengo una historia de vida tan distinta. Y me embarqué en esa aventura de la honestidad. Y quería decir palabras que me representaran mucho, porque empecé a sentir el peso de eso de “el libro queda para siempre”. No me servía de nada ser graciosa ni bonita si no podía ser yo. Debía ser desde las vísceras la risa y el dolor y la honestidad. Y por ahí caminé.

¿El nombre del libro apunta a ubicarte en un lugar de “par” con el lector?

El nombre del libro apunta a ubicarme a la par con el lector. En todas las cosas que yo hago, lo primero que se me viene es el nombre. Todos mis espectáculos, que son tres, lo primero que se me viene es el nombre y el final. No me preguntes por qué. Pero mi cabeza funciona así. Yo más o menos sabía lo que quería, en mi inocencia de no haber sido escritora, al final del libro quería poner un espejo. Y en la editorial me dijeron “¿cómo vas a poner un espejo? El libro debería salir 800.000 pesos. ¿Quién lo va a comprar?”. (Risas). Pero igual creo que lo logré con las palabras. Es una especie de “si no podes con vos, podés con otro”. Y eso es una revolución también.

Hay una mezcla de humor y recuerdos, pero también de reírte de vos misma, ¿esa fue la intención desde el comienzo?

No, no había intención. Creo que fue todo muy orgánico y muy lo que yo sentía que tenía para ofrecer. Lo dividí en capítulos e hice lo que quise. Me acompañó Ernesto Muniz, que lo puse como condición para la editorial, porque me acompaña escribiendo desde hace seis años. Y si bien tenía a la editora, que era Pipi, necesitaba a otro editor que era Ernesto. Porque sabe cómo funciona mi cabeza. Yo escribía pero él sabía dónde meterse para que yo hiciera un zoom, como una expansión en algunos conceptos. Porque él sabe cómo funciona mi psiquis perfectamente. Es mi director y coguionista desde hace seis años.

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Fue como todos mis procesos: obsesivos y delirantes (Risas). Yo soy  una actriz metódica, egresada de la Escuela de Arte Dramático, entonces aunque no tenga ganas, me obligo. Porque es un trabajo. Al principio fue todo muy laxo porque era yo encerrada en mi casa, porque tenía covid, y no podía salir. Así que escribía para no volverme loca. Cuando desde la editorial me dicen “vamos a escribir un libro”, ahí para mí, como cualquier obra de teatro que hago, empezó a ser un trabajo. Entonces pasé a tener un horario para escribir. En el único momento que suspendí la escritura fue cuando me fui de vacaciones con mis hijos en diciembre. Y cuando me fui a despedir de mi papá en enero. El resto de los días nunca dejé de escribir, todos los días tenía la mañana, que es cuando yo funciono mejor, de sentarme, a veces por videollamada con Ernesto, a veces sola en mi casa, a veces en cafeterías. Pero siempre, pasara lo que pasara, escribía. Había días que escribía una oración, hasta que quedara perfecta, como a mí me gusta. Y había días que escribía mucho, como en una purga de decenas, miles de palabras.

En un momento decís que no es un libro de autoayuda, pero es verdad que hay una intención de que el lector se sienta identificado con tu “nadie”…

Lo digo porque no es la intención, pero es verdad que al haber una identificación, es imposible, imposible – y lo estoy viendo ahora con el paso de los días – como no reparar inconscientemente los agujeros de otro con las palabras. Porque en esta cosa de las semejanzas y todos ser “nadies”, donde hay miles y millones de puntos en común. Entonces, no es un libro de autoayuda, pero me parece que a muchos les va a ayudar a perdonar y a sanar. Entonces creo que me gustan esas dos palabras: perdonar, sanar y reírse del patetismo individual.

¿Ya has tenido las primeras devoluciones? ¿Cómo lo recibe el lector?

Era lo que me tenía más aterrada (Risas). La primera fue de Gonzalo Camarotta, que fue la primera persona que tuvo el libro, y a quien yo respeto mucho porque hace reseñas, porque es escritor, a quien conozco hace muchos años y respeto profundamente. Y me dio hasta vergüenza darle el libro. Y se lo dije. En la editorial estaban muy contentos, de hecho la primera edición es de 3.000 libros, que es un montón. Sentía que estaba bien, y cuando Gonza me manda un mensaje diciendo todo lo bueno que le generaba el libro, dije “bueno, capaz que acá hay algo interesante”. Y con los días fueron llegando otras devoluciones, y otras y otras. Y recibo muchos mensajes por día de hombres y mujeres, y es muy sanador para mí las palabras que me llegan. Lo que más me dicen es “me reí y lloré y lo leí rapidísimo”. Una amiga Dahiana me dijo cuando lo leyó y me dijo “ya tenés que ponerte a pensar en un segundo libro”. Y la verdad siento que hice una purga importante. Estoy estudiando para mi espectáculo de “la tormenta” que será en setiembre, porque en un momento quedé como vacía. Pero es precioso lo que está pasando. Y no quiere decir que a todos les guste, pero cuando a muchos les gusta, es porque hay algo que está bien.

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