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Gianni Amelio en el instituto Italiano de Cultura

Gianni Amelio en el instituto Italiano de Cultura
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Los martes de setiembre se estará llevando a cabo en el Instituto Italiano de Cultura (Paraguay entre Canelones y Maldonado), a las 19 horas, con entrada gratuita y en versiones subtituladas al español, una revisión de cuatro importantes películas de Gianni Amelio. Luego de cada proyección habrá un debate sobre el título de turno.

Gianni Amelio es un realizador valioso que tuvo su auge en los años 90, pero luego fue descartado de la cartelera montevideana. Compañero de generación de Pupi Avati, Bernardo Bertolucci y Marco Bellocchio, cultivó un perfil más bajo, quizá porque desde sus inicios su camino fue diferente. Nació en Catanzaro el 20 de enero de 1945, hijo de una madre quinceañera y un padre dos años mayor, que dejó a su familia para viajar a Argentina en busca de su propio progenitor, y nunca más se supo de él. Amelio, criado por su madre y su abuela, cursó sus estudios y se diplomó en Filosofía en la Universidad de Messina. Allí se interesó por el cine: desde 1967 fue ayudante de dirección en varios westerns spaghetti, e inició su labor como director de TV, donde se desempeñó hasta 1985. En medio de esa tarea debutó en cine en 1982 con un estupendo análisis sobre el terrorismo, Golpear al corazón. Un segundo título (I Ragazzi di Via Panisperna) lo proyectó hacia sus grandes films de los años 90 (Puertas abiertas, El ladrón de niños, Lamérica), con los que fue premiado en numerosos festivales y recibió una nominación al Oscar. Su cine retorna al neorrealismo con un estilo más moderno, enfocando temas urticantes como la inmigración, los conflictos generacionales, la violencia cotidiana y el desarraigo familiar. La programación del Instituto Italiano rescata sus obras maestras de los años 90, y un cuarto film realizado en la década pasada.

Puertas abiertas (1990): Cine intimista sobre libro de Leonardo Sciascia, basado en su indagación del denso archivo de “la muerte siciliana”. Aunque el film enfoca el juicio sobre un triple asesinato en 1937, la forma en que lo hace atiende al ritmo subjetivo de dudas y revelaciones que el proceso produce en un juez. La instancia legal es detonante del afianzamiento de la conciencia ética del protagonista (Gian María Volontè) y de uno de los jurados en esas épocas de fascismo. Ordenando el relato en acciones y personajes definidos, Amelio coloca al totalitarismo en plano secundario pero genérico, y hechiza mediante un film austero y a la vez suntuoso en la reproducción del Palermo de los años 30. Afirmación de una postura ética en años fanáticos, la película está construida por el engarce narrativo que nos transporta de la sala del juicio a la toma de conciencia del juez en su vida cotidiana. Va el martes 3 de setiembre.

El ladrón de niños (1992): En esta crónica de un intento de salvación no hay grandes escenas ni picos emocionales que alivien, ya que la conmoción se empapa de reflexión, inquietud e incomodidad. Una niña prostituida por su madre a los 11 años; un hermano humillado que se refugia en un silencio casi autista. Dos retratos de chiquilines como hace años no muestra el cine, con enorme pudor y mucha paciencia en el acercamiento, en ir descubriendo bajo la aparente soltura de la bambina y la oscuridad del ragazzo a dos cachorros lastimados hasta el hueso. Similar paciencia y mesura tiene Amelio para enlazar la compasión hacia los niños del carabinero calabrés (Enrico Lo Verso), y hacer nacer desde allí un sentimiento de ternura y solidaridad. Pibes desconfiados y paisajes deprimentes, gente que zafa y gente que acusa por burocrática dureza, o por maldad lisa y llana. Todo es elipsis en una película que deja correr el drama de desamparo en su más aterradora dimensión. Para pensar, y mucho. Va el martes 10 de setiembre.

Lamérica (1994): La trama se desarrolla desde dos puntos de vista, teniendo como tema el espíritu aventurero del hombre. En el primero se aprecia a dos empresarios italianos (Enrico Lo Verso, Michele Placido) que compran por poco dinero una fábrica de zapatos en Albania, para cuya instalación las leyes exigen un tercer socio. En un segundo plano se puede ver a un viejo soldado italiano que desea ir a la América y no sabe cómo financiarse el viaje. Los empresarios italianos intentarán utilizar al soldado para afincarse en Albania y desarrollar su proyecto económico, mientras que el viejo ve en ellos su boleto de partida para llegar a la tierra prometida. Con esas armas Amelio plantea una división entre el actual mundo globalizado y el de mediados de siglo, y de paso propone la unión de dos Italias, la del hambre y el terror de la posguerra, y la de la prosperidad económica de 1994. Va el martes 17 de setiembre.

La estrella que no es (2006): Un italiano (Sergio Castellitto) se mete en la entraña de la China trabajadora del Oeste y ofende a su traductora (Tai Ling), deudora y víctima de lo mejor y lo peor de la cultura china: es paciente, discreta, dueña de mucha dignidad y un delicado sentido del humor, pero también víctima de un sistema económico inhumano, y marginada (es madre soltera) por una sociedad intolerante que une la rígida norma confuciana a un rechazable puritanismo estatal. El italiano por su lado representa lo más luminoso y oscuro de Europa: apasionado, guiado por un inquebrantable sentido del deber que le permite estar en pie pese a ser un perdedor, pero víctima de la soledad y del irónico desencanto al que nos ha llevado el excesivo individualismo. Un equilibrado vistazo a la China actual con una mujer y un hombre que demuestran que somos iguales en todas partes, y basta querer entenderse para lograrlo. Va el martes 24 de setiembre.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".