Home Política Guanacos, roperos y camellos por Fernando Barboza
0

Guanacos, roperos y camellos por Fernando Barboza

Guanacos, roperos y camellos  por Fernando Barboza
0

A las 5 de la tarde del 9 de julio de 1973 hubo un instante único, un aliento, una exclamación de rabia obstinada, un grito de ahora, jóvenes en mayoría, y bandadas de palomas como en aplauso, corrimos por la plaza y llenamos la avenida. Despedimos una democracia malherida desde décadas atrás, un país en que el acceso a la educación había formado ciudadanos, y por eso reprimidos, para evitar “contagio” en las generaciones futuras. También la primera manifestación de rechazo a una dictadura, y llegaron los guanacos, roperos y camellos que atropellaron a la multitud, gases lacrimógenos y disparos, y soldados y tanquetas contra la protesta pacífica que esa misma noche un comunicado calificó de “asonada”, según el diccionario: reunión tumultuaria y violenta.

Ese momento marcaría al país y a nuestras propias vidas hasta hoy, casi medio siglo después, en que seguimos siendo rehenes de ese tiempo. Hemos sido crédulos y confiados. Lo grave, gravísimo, es que sigamos siéndolo.

En esa plaza que atravesamos hace tanto como una vida puede verse la historia repetida una y otra vez: gauchos, indios y negros que han regado de sangre esta tierra sin enterarse que lo hacían en beneficio de los que disputaban el mundo, fueran españoles, portugueses, franceses, o ingleses. Los “malos europeos” que han contado desde siempre con la complicidad de los “peores americanos”, según dicen que dijo Artigas.

Los que se adueñaron del gobierno en 1973 no fueron cuatro milicos extraviados que aprovecharon el bollo. Detrás estaba la banca, los frigoríficos, los latifundistas, los exportadores e importadores, los diarios, la televisión y las radios que habían preparado el terreno en décadas de siembra de odio y confusión, sin olvidar a los políticos que se subieron al carro de los vencedores, los que guiñaron ojos, los oportunistas, los que miraron para otro lado. Y tampoco a los que les dieron armas y adiestraron para la tortura o la “heroica tarea” de tirar cuerpos desde los aires como en Vietnam.

Aunque después Estados Unidos ya no necesitó de las dictaduras para “enfrentar a los enemigos comunistas” porque caía con estrépito en Vietnam y comenzaba una política de distención con el bloque soviético y, sobre todo, los acuerdos comerciales con China que cambiaron el eje sobre el que ha girado el mundo.

Los militares de las dictaduras se quedaron aferrados al anticomunismo como señal de identidad, y un cierto resentimiento porque los dejaron, con su más y sus menos, colgados del pincel. En esos años oíamos a los generales que decían pestes de Amnesty o de organismos  internacionales donde se denunciaban los crímenes que cometían las dictaduras. Aunque el FMI y otros organismos internacionales de crédito sostuvieron y financiaron a los gobiernos militares que empobrecieron países enteros a causa de las políticas económicas impuestas. Y los militares se retiraron ordenados y con todos los privilegios, y devolvieron un país más dependiente de los organismos internacionales de crédito y el rol de productor de materias primas a gusto y conveniencia de las cámaras empresariales que los apoyaron para dar el golpe. Los militares cumplieron el objetivo funcional al sistema que es arte y parte.

Cuando se habla de la dictadura no se habla de esos asuntos, y las discusiones, si las hay, derivan a los manejos políticos de “la salida” o los codazos que se propinaron unos a otros. Y se generan esas escaramuzas tan bobetas como disputar acerca de la altura de un túnel, o de lo que dijo el cocinero o la periodista deportiva. Por eso, no es extraño que, después de demasiado tiempo, y a instancias externas, algunos castigos simbólicos cayeron sobre pocos militares y casi ninguno de los civiles que se adueñaron del gobierno en 1973.

Un fruto tardío de esos tiempos ha caído de un árbol inesperado para muchos, con un discurso apegado al viejo y conocido anticomunismo y opuesto a las políticas de género propiciadas por organismos internacionales, y cuando se le presenta oportunidad intenta defender la actuación militar. O si le resulta conveniente marca perfil dentro de la coalición que integra y en la que fue decisivo para triunfar en las elecciones. Eso sí, no suelen hablar de los beneficios extraordinarios como las jubilaciones de privilegio de los oficiales para las que el presupuesto de la república destina millones de dólares al año. Algún mal pensado podría decir que ese es uno de los motivos por los que cayó el fruto del árbol que lo sostenía. Aunque, es seguro que hay muchos otros.

Ese fruto no es el único mal que debemos afrontar en un país que dilapida ciudadanía, reniega de la crítica y el análisis, compra cuentos de hadas y mira el dedo en lugar de ver la luna, mientras miseria y marginación crecen cada día. Porque ese es el negocio que sirve para las políticas asistenciales que se alientan de un lado y otro, bien lejos de la conciencia, bien lejos de la dignidad. Ese es el sistema, que cambia de cara, azuza o asusta según le convenga y tiene armas nuevitas para dominarte.

Por eso, no olvidemos el 9 de julio de 1973, hay algo que se sigue llamando sistema capitalista.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.