Las operaciones políticas, a veces, se huelen de lejos y la lanzada contra Villar parece estar dando frutos. Hace unas semanas se desató una campaña de prensa, trascendidos en redes y otras yerbas que apuntaban contra uno de los contendientes a la IMM. Ante todo, quiero dejar claro que no voy a entrar en la cuestión de fondo de los hechos denunciados, entre otras cosas porque no tengo elementos para afirmar o desmentir nada. Pero principalmente porque no es el objetivo de esta columna.
Al mismo tiempo dejar claro que no soy votante de Villar, ni del Frente Amplio, pero me considero una persona con alguna capacidad de análisis político. Cuando se analizan los acontecimientos políticos, en especial los que son provocados con el fin de convertirse en temas que pudieran interferir en una campaña, siempre es bueno, para analizar sus orígenes, mirar el tablero entero y ver a quien se busca perjudicar y a quien beneficiar. De eso se trata una estrategia de campaña.
Si algo es claro, ese objetivo no sería el de un trasiego de votos hacia la candidata de la oposición departamental. Los votos de Villar son votos frenteamplistas. Dicho esto, una fuga desde el candidato del MPP y otras organizaciones, estos irían, al menos de forma mayoritaria, a uno de los otros dos candidatos de la coalición que gobierna Montevideo. Esto es un hecho objetivo y creo que no vale la pena argumentarlo demasiado.
Entonces si beneficia a uno u otro, habría que ver si no se trata de “fuego amigo”. En una interna bastante competitiva entre los Ingenieros Martínez y Cosse, hasta el momento en que comenzó la andanada de prensa, los sondeos estaban indicando una leve ventaja del primero, lo que al parecer se ha revertido.
Quienes tenemos alguna experiencia en el ámbito periodístico sabemos bien que, en la gran mayoría de los casos, los datos filtrados para escrachar o desprestigiar a un actor político provienen de la propia interna. El que está públicamente enfrentado, toma la denuncia por sí mismo, si recurre a “filtrarla” es porque, por alguna razón, no quiere verse directamente involucrado.
Tirar una información de este tipo tiene dos efectos, el primero es que obliga al “acusado” a ponerse a la defensiva ante todo público, el segundo es el incesante repique en redes sociales por parte de todos aquellos que, en medio de una polarización irracional, a veces lindando con el ridículo, cualquier comentario contra un dirigente o candidato de otro partido se repite hasta el hartazgo.
Pero lo que queda claro, que más allá de los “militantes de la pantalla”, las consecuencias políticas de esta operación han beneficiado a una de las candidaturas. No es difícil de deducir a cuál, máxime si se tiene en cuenta de donde vienen.
Tanto el ministerio de salud, como ASSE, y gran medida el propio gremio médico, ha respondido a un grupo político concreto dentro del Frente Amplio.
En este contexto no deja de tener razón el ex presidente Mujica cuando dice “justo ahora se acuerdan”. Y sí, es claro que la intencionalidad es electoral y se acuerdan “justo ahora”. No es que la información no existiera, o que estos hechos las autoridades de ASSE o de la Sociedad Anestésico Quirúrgica y, como se ha visto en algunos medios, hasta el propio Sindicato Médico, no tuvieran conocimiento. Es evidente que la información estaba allí y que quienes en su momento debieron actuar no lo hicieron. Por ello es que Mujica, con buen criterio plantea ese “justo ahora”, porque lo que queda en evidencia que no se trata ni de defender a una, o varias mujeres, de escrachar a un abusador contumaz o a su eventual encubridor. Si la verdadera preocupación hubiese estado en la protección de la o las eventuales víctimas, o en denuncia de un acosador serial, esto se habría realizado en su momento. Al parecer no es ese el caso, y no es esa la preocupación principal de quienes “filtraron” la información y comenzaron esta campaña. El discurso de protección de los derechos de las mujeres y la denuncia de hechos que atentan contra su dignidad no es más que un pretexto, que se hace mal y tarde con meros fines electorales.
Lo anterior no busca exculpar a ninguno de los eventuales implicados, ni mucho menos minimizar la gravedad de las denuncias presentadas, las cuales deberán ser investigadas en los ámbitos que correspondan. Lo que sí queda claro es que, si como sospechamos, un sector político tuvo durante años esta documentación en sus manos y no actuó como correspondía, son tan o más cómplices de los hechos denunciados que los actuales implicados y se cae a pedazos su discurso de defensa de las políticas de género.
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