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Ibero Gutiérrez contemporáneo

Ibero Gutiérrez contemporáneo
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El pasado 28 de febrero se cumplieron cincuenta años del asesinato de Ibero Gutiérrez. En ese marco en Casa de Filosofía se presentó el proyecto Inter-Rogación Ibero Gutiérrez, que incluye una investigación del contexto filosófico de nuestro país en los años cincuenta y sesenta, a cargo de Sebastián Ferreira; el documental El Arte de la Lucha, de Fernando García y Francisco Mato; y el libro de Ricardo Viscardi Inter-Rogación Ibero Gutiérrez desde el presente, que reúne artículos y textos de diversa índole escritos por Viscardi sobre su amigo Ibero desde 1974.
Ya la portada del libro, una composición de Laura Sandoval, nos dice mucho sobre como el autor entiende el legado de Ibero. Lo que vemos en la tapa es un jarrón de Rubin, una figura gestáltica en que podemos ver, alternadamente, un par de caras enfrentadas o un jarrón. El que estén las dos imágenes pero no podamos verlas las dos al mismo tiempo obliga a tomar una decisión cada vez que nos enfrentamos a esa imagen. Esto tiene que ver con el pensamiento de Ibero, a quien en el año 2014 Viscardi ya le había dedicado el libro Contragobernar. Sobre aquella dedicatoria el autor nos confió en su momento: “Si no tuviéramos la memoria del FER 68 (Frente Estudiantil Revolucionario 1968) y no tuviéramos la obra de Ibero, quizá no tendríamos marcas significativas de la pertenencia del Uruguay al 68 mundial, no como circunstancia política sino como sensibilidad universal”. Pero Ibero también fue un militante revolucionario y en ese sentido Viscardi planteaba: “en un principio la obra de Ibero no es percibida de esa manera (…) como una diferenciación estratégica con los lineamientos tradicionales de esta izquierda dentro de una sensibilidad que la trascendía”. Para Viscardi en todo el mundo había una dualidad: “entre recibir un legado de luchas marcadas por el arranque crítico con el liberalismo del siglo XIX junto a la idea de que se había agotado aquel movimiento y que era necesario reposicionarlo”.
En los años sesenta confluyen varias corrientes que tienen en común el estar marcadas “por la ruptura con determinado criterio de racionalidad y de articulación entre el poder y la racionalidad”. Esta articulación entre poder y racionalidad tiene que ver, por ejemplo, con el rol del Estado, un rol frontalmente cuestionado por los movimientos de los años sesenta. Una característica relevante del 68 es que atravesó los bloques que surgieron tras la Conferencia de Yalta, a la salida de la Segunda Guerra Mundial, configurando la Guerra Fría. Desde aquel momento, ya se ha señalado, los partidos comunistas de Occidente se convirtieron en colaboradores de las instituciones de sus países, en una suerte de pacto que, a la vez, mantenía al bloque soviético a resguardo de una confrontación directa con las potencias occidentales. Por eso muchos partidos comunistas fueron reacios a las luchas guerrilleras que se propagaron en América Latina. Y por eso muchas veces no fueron protagonistas de esas grandes movilizaciones que caracterizaron al 68 (esto es particularmente destacable en el mayo parisiense). Pero también hubo 68 en Praga, por entonces capital de Checoslovaquia. Y para comprender que la racionalidad de Estado del bloque soviético también era cuestionada en esos años basta recordar las palabras del propio Ernesto “Che” Guevara, quien en 1964 afirmaba: “Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin, ha sucedido un pragmatismo inconsistente. Y, lo que es trágico, esto (…) sucede en todos los aspectos de la vida de los pueblos socialistas, creando perturbaciones ya enormemente dañinas, pero cuyos resultados finales son incalculables (…) Muchos sobresaltos esperan a la humanidad antes de su liberación definitiva; pero (…) esta no podrá llegar sino a través de un radical cambio de estrategia de las principales potencias socialistas”.
En el planteo de Viscardi Ibero es un representante de esa sensibilidad del 68 que rompe con un “determinado criterio de racionalidad y de articulación entre el poder y la racionalidad”. La imposibilidad de percibir la dualidad que atravesaba a Ibero quizá tenga como signo trágico a su propia muerte. La obra poética y plástica de Ibero, de indudable cuño “contracultural” para los parámetros de aquella época, recién fue conocida por el gran público después de su asesinato. Las características de esa obra, elogiada luego de su muerte, imposibilitaron, sin embargo, que se publicara estando Ibero con vida. Una de las particularidades del Inter-Rogación es echar luz sobre ese itinerario de la obra de un artista que fue incomprendido incluso por los espacios libertarios en los que se movía.
Pero Inter-Rogación es un libro de filosofía, y otra de las vertientes de Ibero que Viscardi señala es la ruptura con la racionalidad moderna. En particular, a partir de ideas que emergen de la obra de Ibero que se cristalizan en esta frase: “la realidad es un concepto social en cierto sentido y por eso un concepto conservador y reaccionario. La realidad es un concepto reaccionario». Esta afirmación de Ibero rompe con la correspondencia entre realidad y razón, ya formulada por Hegel. Viscardi profundiza en la “ruptura epistémica” que representó la obra de los filósofos pos estructuralistas, y señala que esa ruptura está también en la obra de Ibero. Y no es menor este vínculo pensándolo en el plano estético, porque ayuda a entender por qué Ibero estaba muy lejos de cualquier formulación vinculada al “realismo” (burgués o socialista), y que su obra, en todo caso, era un manantial de posibles realidades que contrariaban la realidad conservadora en la que se movía a diario.
Es imposible agotar Inter-Rogación en una reseña, vale destacar someramente la prioridad que Ibero le daba al frente de masas en su militancia. La particularidad de que su asesinato, el 28 de febrero de 1972, aconteciera un día antes de que asumiera la presidencia Juan María Bordaberry, principal responsable civil del golpe de estado. Y quizá lo más fructífero en el presente, el que ayuda a pensar la forma en que las particularidades de nuestro país ocultan el protagonismo de los movimientos sociales. En Inter-Rogación se recuerda que fueron las organizaciones sociales las que lucharon contra la dictadura, que fueron desplazadas luego por la “restauración” de partidos políticos que habían quedado inoperantes. Esta prioridad del movimiento social frente a la institucionalidad estatal Viscardi la señala en varios pasajes de su libro; con ejemplos extraídos de Uruguay, Chile, España o Francia.
La “impunocracia” en que vivimos, al decir del periodista Roger Rodríguez, impide que conozcamos quienes fueron los responsables directos del asesinato de Ibero, pero la influencia de su obra no ha dejado de crecer. Inter-Rogación es un ejemplo más de esto.

Inter-Rogación. Ibero Gutiérrez desde el presente. Autor: Ricardo Viscardi. Edita: Krisoscopio

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.