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Incompatibilidad entre eutanasia y cuidados paliativos por Marco di Segni

Incompatibilidad entre eutanasia y cuidados paliativos por Marco di Segni
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De acuerdo con lo que se percibe, seguramente por razones políticas que incluyen malentendidos técnicos, se ha pretendido aunar en una ley dos proyectos inconciliables: el de cuidados paliativos (CC. PP.) y el de eutanasia y suicidio asistido. Presento a continuación las razones de su incompatibilidad:

  1. Una ley de eutanasia y suicidio asistido se propone deliberadamente poner fin a la vida del paciente (aunque alegue motivos humanitarios que en realidad son considerados y resueltos por los CC. PP.), mientras que una ley de CC. PP. se propone en cambio acompañar al paciente, sin dolor psíquico o físico, hasta su muerte natural, no forzada.

 

  1. Una ley de eutanasia y suicidio asistido se basa necesariamente en implicar a otros –¡según el proyecto, a médicos!– para hacer efectivo el dar la muerte, aspecto para el cual la universidad no los forma, por ser una acción opuesta a la ética en salud y al entrenamiento en curar o aliviar. La ley de CC. PP. en cambio forma para el acompañamiento, la sedación y el cuidado, para lo que el personal de salud ciertamente fue entrenado.

 

  1. La ley de eutanasia y suicidio asistido deja abiertas las puertas para que cada vez más grupos de seres frágiles ingresen a la condición de eutanasiables, mientras que una ley de CC. PP. se centra en pelear por cada vida, basándose en su originalidad y la dignidad que le es intrínseca en tanto humana.

 

  1. Una ley de eutanasia y suicidio asistido, como modelo, ante la sociedad y los futuros técnicos, supedita el valor de la muerte a factores políticos, económicos (aunque se haya demostrado que los CC. PP. no resultan más caros) o de estrategias demográficas globales ajenas al respeto a la vida como bien innegociable e irrenunciable, base de toda sociedad democrática y humana. Una ley de CC. PP. se centra en cambio en respetar y defender la originalidad de toda vida, en la medida en que los seres humanos son únicos e irrepetibles.

 

  1. En virtud de lo anterior una ley de CC. PP. cubriría, en caso de universalizarse, prácticamente toda la demanda de asistencia en esta etapa de la vida. De ser así, una ley de eutanasia y suicidio asistido vendría a abortar abruptamente un proceso del paciente en que es posible acompañarlo, por lo que resultaría innecesaria, con el agravante de que su aplicación se vería reflejada en la muerte de seres que pueden seguir acompañados hasta su fin natural.

 

  1. Finalmente, una ley de eutanasia y suicidio asistido llevaría a decisiones tomadas por interés o desesperación por creer que la única opción restante es el sufrimiento: lo cual ignora que quienes deseamos impedir la eutanasia, también nos oponemos al empecinamiento terapéutico (imaginable como una agonía rodeada de tubos, cuidados invasivos y ya no necesarios) que es contrario a la ética médica. Este empecinamiento prácticamente nadie lo quiere para sí, y resulta además evitable por elección del paciente gracias a la ya vigente ley de voluntad anticipada (N.º 18 473).

 

Conciliar ambos proyectos conceptuales, encierra pues una contradicción ingénita, insalvable, a modo de oxímoron conceptual, en que se busca políticamente conciliar lo inconciliable.

Claro está, puede resultar posible gracias a una retórica llena de eufemismos o a la búsqueda de una salida políticamente correcta que pretenda dejar aparentemente a todos satisfechos. Pero un análisis superficial resulta suficiente para revelar tales insalvables contradicciones.

El planteo de la eutanasia parece un atajo antinatural, ya que lo que presuntamente se busca evitar es la soledad y el dolor, pero se elimina a la persona sin dejarla morir humanamente. Los cuidados paliativos ofrecen la respuesta a una muerte digna, respetando los tiempos y ritmos naturales, eliminando ese dolor y esa soledad, no a las personas.

La cuestión es anterior a toda creencia personal, y tiene que ver con el respeto a los derechos humanos, para los que la vida es el bien supremo y la dignidad humana no se pierde por ninguna situación o condición. Como ciudadanos esta cuestión nos afecta a todos.

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