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Inundaciones urbanas: Soberbia e ignorancia por Isabel Viana

Inundaciones urbanas: Soberbia e ignorancia por Isabel Viana
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Durante el mes de enero de 2022, en la zona urbana de Piriápolis, a consecuencia de lluvias intensas, aguas de drenaje de pluviales, mezcladas con aguas servidas, inundaron espacios públicos y privados del centro de la ciudad. En Montevideo, ante lluvias intensas, el agua inundó zonas de la ciudad consolidada y los barrios periféricos donde se construyó ciudad espontánea en las inmediaciones de cursos de agua.

En una obviedad decir que la ciudad se construye sobre un territorio. Las Leyes de Indias (primera recopilación, 1680) establecían condiciones para los territorios a urbanizar: en síntesis, debían ser saludables. Tenían claro que la construcción exitosa de ciudades está fuertemente condicionada por el sitio y que éste debe ser elegido cuidadosamente para albergar las instalaciones físicas y la concentración de población que implica la vida urbana. Hoy no sucede eso: es tan fuerte la convicción de que las capacidades tecnológicas de la humanidad pueden revertir condiciones territoriales desfavorables, que los ricos construyen ciudades sobre el agua y en desiertos y permiten que la ciudad pobre y auto construida se extienda en las periferias interminables de las ciudades.

Cada territorio tiene dinámicas propias, particularmente aquellos en que las tierras emergidas limitan con el mundo de las aguas, sean éstas incipientes cursos de agua o mares y océanos. Los territorios cambian sensiblemente en el tiempo: se mueven los continentes, el lecho y la desembocadura de los cursos de agua, las líneas de costa fluvial y marítima, cambia la flora y la fauna. La ignorancia de esas dinámicas, habilita lo que sucede, por ejemplo, en Aguas Dulces: casas construidas donde no deben impiden la dinámica natural de las arenas, con ello la conservación de la playa, lo que habilita que el mar destruya esas mismas construcciones.

Cuando a fines del S XIX Piria decidió edificar ciudad en un hermoso valle costero rodeado de cerros. La primera obra que hizo en el terreno fue entubar casi todas las vertientes de los cerros siguiendo sus trazas naturales para conducir sus aguas hacia el Río de la Plata. No existen planos de esa red. Terminada, se tapó esa obra, extendiendo balasto y arena sobre ella para nivelar el área a urbanizar. Sobre la superficie nivelada se demarcó el trazado de calles y el loteo, de manera tal que hoy hay edificios construidos sobre loa antiguos conductos. Piriápolis creció sobre una red de drenaje olvidada, que funcionó eficazmente durante casi 100 años. Los túneles de mampostería techados con vigas de hierro no fueron mantenidos y hoy, soportan los drenajes de una ciudad crecida e impermeabilizada y desbordan ante lluvias fuertes.

En 1998 el Gobierno Departamental (Intendente Burgueño) contrató con la empresa consultora que yo dirigía, la realización de un Plan Director Urbano para Piriápolis, en el que trabajó un destacado grupo de expertos nacionales. El capítulo titulado “Recolección y Disposición de Aguas Pluviales”, elaborado por la Mg. Alice Elizabeth González tiene una asombrosa vigencia, tanto en su diagnóstico como por las propuestas de obras consideradas imprescindibles.

Establece que “… se formula como primera y fundamental recomendación el relevar exhaustivamente todas las obras existentes y analizar su funcionamiento… y posponer de momento todas las inversiones previstas y supeditarlas a los resultados de los trabajos de reconocimiento, de modo que … potencien la realidad existente en vez de superponerse con u oponerse a ella.”

Pasaron diversos gobiernos departamentales y nada se hizo. Mejor dicho, muchas cosas se hicieron, precisamente superponiéndose y oponiéndose a la realidad preexistente. No se colocaron rejas en inicio de los ductos para evitar entrada de ramas u hojarasca que los cegara, no se mantuvo su estructura, no se limpiaron, no se corrigió el desgaste por erosión de los pisos de los túneles. Pero sí se hicieron obras que los obstruyeron: ante las inundaciones (enero 2022) cuenta Marcelo Umpierrez: “… me metí en la alcantarilla de calle Trápani con la Rambla de Piriápolis y efectivamente está tapada la salida de más de ¾ boca por una obra posterior.”

 

Se relata también que desde la Alcaldía se habría dado orden de reducir a 1/5 la superficie de los puntos de vertido de los drenajes practicados en el muro de cintura. En la Rinconada puede verse la entrada de un gran túnel cuya boca mide aproximadamente 3 x 4 mts., donde puede apreciarse el procedimiento constructivo empleado hace más de 100 años y su estado de su conservación. Los pisos semidestruidos del túnel hacen riesgoso adentrarse en el mismo.

Arroyos entubados de Montevideo – MTOP / Ing. Ponce de León / Mateo Almada

En Montevideo hay 12 cursos de agua entubados, total o parcialmente, bajo la ciudad (el arroyo Malvín entre ellos), que funcionan como parte del complejo sistema de drenajes pluviales. Otra parte del sistema son caños maestros unitarios, que llevan simultáneamente aguas pluviales y servidas. Se agrega el escurrimiento superficial por calles, zanjeados y banquinas. Particularmente en los asentamientos, el agua corre por cauces abiertos, muy frecuentemente usados como vertederos de basura.

Piriápolis y Montevideo son dos ejemplos recientes y dolorosos de la soberbia, la ignorancia y en algunos casos la urgencia política por salir del paso, con que se manejan temas urbanos trascendentes, como la gestión de pluviales en las ciudades. No es cierto lo afirmado por la Intendente de Montevideo al afirmar que el saneamiento está bien, que los problemas son de los drenajes, ni al decir que era imposible prever lo que sucedería. Los drenajes – que son parte del saneamiento – están mal y la lluvia diluvial es una consecuencia esperable del cambio climático, circunstancia conocida, medida y evaluada desde hace 30 años.

Se agrega a este hecho que las ciudades son ámbitos incapaces de retener el agua, que escurre rápidamente por las superficies construidas, esto es, impermeabilizadas. El agua llega rápidamente a los sistemas de drenaje, que no pueden contenerla ni conducirla. Otro fenómeno sucede entonces: desde los conductos del sistema de drenaje mixto, las aguas servidas desbordan hacia los sistemas sanitarios privados y los edificios se inundan con aguas negras, que brotan en su interior desde desagües y alcantarillas.

Los gobiernos departamentales, responsables del manejo de pluviales urbanos, no mantuvieron adecuadamente el sistema de drenajes preexistente, no previeron que el caudal de lluvias aumentaría y, por ende, tampoco diseñaron sistemas que contemplaran los aumentos previsibles.

No pueden negarse las lógicas del funcionamiento planetario y menos taparlas con materiales de construcción. La ciudad es un ambiente con un grado de artificialización máxima: la luz, el agua, el clima, el suelo la vegetación responden a lógicas y acciones humanas. Sin embargo, su gestión no debe olvidar que se asientan en territorio natural y que por fuertes que sean los constructos, no resisten las grandes fuerzas de la tierra, como las de tsunamis y tornados, erupciones, terremotos o la potencia del agua fluyendo. Hay que recordar también que no sólo los grandes eventos son temibles: las herrumbres centenarias y la fuerza de enredaderas tenaces pueden implicar también el colapso de las estructuras construidas.

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