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Liga de Artes Escénicas del Litoral

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 Una red ideológica de colectivos y afectos escénicos

 

Hasta el 28 de febrero se continúa desarrollando en Sala Verdi el festival Cercanías, que reúne diversos colectivos pertenecientes a La Liga de Artes Escénicas del Litoral. Entre el 27 y el 29 de febrero, pero en la Sala Delmira Agustini del Teatro Solís, también se presentará Matrioska, unipersonal del grupo Imaginateatro, integrante de La Liga. Para conocer un poco más de ese particular litoral escénico Voces conversó con Leonardo Martínez, Laura Galin y Darío Lapaz.

 Cuando hablan del Litoral se refieren mucho más a un espacio de intercambio y de trabajo colectivo que a un eje geográfico ¿Cómo piensan hoy a la Liga?

Leo: Para entenderlo creo que podemos hablarlo desde donde se visibiliza la Liga, en sus varias patas que tiene de su hacer: la creación, los festivales, y la investigación o experimentación. Desde 2017 nos hemos embarcado en creaciones conjuntas, por ejemplo ahora estamos, por estrenar, el 14 de marzo en Paysandú, La inminencia de la fragilidad, donde actúan André (Hübener) de El Almacén de Montevideo, Juan Frache de La Caja de Carmelo, Seba Barret de Teatro Sin Fogón de Fray Bentos, Danilo Pandolfo y Darío Lapaz de Imagina de Paysandú, y la coreógrafa es Laura, de Imagina también. Ahí se ve, en un proceso creativo, a la Liga en su máxima extensión. Lo que ha pasado también es que el grupo El Almacén ha desarrollado gran sentido de pertenencia y ya son litoraleños. Creo que ponernos teatro litoraleño nos permite justamente desarrollar un trabajo local, que es importante, y a su vez sentirnos identificados con los trabajos de compañeros de otros lugares, en una entidad en lo territorial bastante mudable y transformable. En El Achique (de Imaginateatro, estrenada en 2018) también trabajó André, que hizo la dirección de actores. En varias creaciones estamos entreverados. Y creo que esto empezó y se gesta en los buses turísticos que hacemos allá (en Paysandú, durante la semana de turismo), creo que ahí es que nace.

Laura: Y no olvidarnos de Germinadores, que también es algo interesante que está sucediendo hace tres años y también fue impulsado por estos mismos grupos que te dice Leo. Germinadores es un momento de encuentro que se ha realizado en Las Termas o en Las Cañas de Fray Bentos por ejemplo, en que presentamos a los demás los proyectos y las obras que tenemos como para empezar a trabajar. Ponemos sobre la mesa el trabajo que está en proceso, o la idea en la etapa que esté, y ahí germina con la ayuda de todos.

Leo: Y después tenemos los festivales, que son dos, Cercanías, que también es fundacional de llamarnos Liga de Artes Escénicas del Litoral, y el Festival Internacional del Litoral y el más allá en Carmelo. Y en Cercanías nos pareció lindo integrar vínculos que íbamos encontrando en el camino, grupos cercanos desde lo afectivo y desde lo estético aunque no pertenecieran al litoral geográfico. El año pasado vino un grupo de Buenos Aires (Sin Retorno, con la obra Yesterdei) y Gustavo (Zidán, director de Sala Verdi) nos  preguntó por qué, y ahí reformulamos lo litoraleño.

Darío: Leo escribió, como respuesta a esa pregunta de Gustavo, una especie de editorial que después usamos en el dossier del festival que para mí lo define de una manera muy linda. Leo decía que, además de hablar de un territorio afectivo más que geográfico, podemos definir el litoral como lo que se siente cerca y se encuentra. Eso lo hace un territorio con fronteras más laxas, con la posibilidad de intercambiar ideológicamente más que territorialmente con gente a la que sentimos cerca de nuestro hacer.

Comentaban que El Almacén forma parte orgánica de La Liga, un colectivo que también integra Leonardo ¿Cómo se da ese vínculo?

 Leo: Empezó en 2013, que lo conocí a André, porque me invitaron de la EMAD a escribir la dramaturgia del egreso de ese año. Y él fue la primera persona desde que venía a Montevideo en 2009 que me preguntó si tenía un lugar donde quedarme. Ese gesto me hizo sentir muy cercano en el sentido de que es lo que pasa cuando vas para nuestros lares, no se nos ocurre no preguntarte eso. Y yo he venido mucho a Montevideo y nunca había un anfitrión claro. Ese gesto fue como una señal de afinidad, después en las charlas y en lo creativo mantuvimos esa cercanía y él me invitó al primer trabajo de El Almacén (Schmürz. El hombre que se quedó ido, 2014), para hacer la dramaturgia. Ellos ya tenían el texto escénico, me lo mostraron y empecé a intervenir desde el punto de vista técnico en cosas que consideraba que les podía potenciar digamos, ahí empezó el diálogo creativo. André propone el universo de las obras de El Almacén, la primera idea, y enseguida la abre al diálogo conmigo, un diálogo profundo en el sentido de que las ideas no pertenecen a nadie, que también lo hacemos con Imagina por ejemplo, del que también soy parte. Si te fijás nunca ponemos que la obra es «de» alguien. Para nosotros todos son autores en los procesos y la dramaturgia la hace alguien porque tiene un trabajo técnico muy claro, pero así como lo tiene la dirección o la actuación o el diseño.

Darío: Leo ha sido como el hilo de esa costura de la red. A la gente de El Almacén la conocimos por intermedio de él y es el que más se mueve, el que más viaja. Pero lo particular en los trabajos de la red es que si bien por ejemplo Leo hizo la dramaturgia de La defensa (Imaginateatro, 2013), de El achique, de La Langosta (El Almacén, 2019) o de La Chancha (El Almacén, 2018) en esos espectáculos vos podés identificar un estilo de teatro de El Almacén o un estilo de Imagina. Esa poética y esas particularidades se siguen manteniendo aún cuando en la creación poética participemos todos. André dirigió El Achique también, pero vino a hacer la dirección adaptándose a la poética que estábamos desarrollando. Dirige distinto un espectáculo concebido para El Almacén que uno de Imagina.

Laura: Por eso te decimos que es también una red de afectos, porque como nos conocemos bastante, sabemos bien qué puntos calza cada uno, entonces por ahí es que se va rumbeando el trabajo de dirección, el trabajo de dramaturgia y también, por suerte, podemos pasar mucho tiempo juntos. Cuando nos juntamos a ensayar hacemos asados y cantarolas, comemos y tomamos, convivimos bastante. Y eso hace que una vez terminado el ensayo se siga hablando de la obra, se siga craneando la puesta en escena y demás. La red de afectos está presente siempre.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.