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Llegan nuevas películas a las salas de cine

Llegan nuevas películas a las salas de cine
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El cine volvió a la pantalla grande a mediados de enero en Cine Universitario y en la Cinemateca. Más tarde se incorporaron las salas de GrupoCine en Punta Carretas. Pero lo sucedido la semana pasada fue diferente. No sólo porque GrupoCine sumó ahora sus salas en Las Piedras y Rivera, sino porque por primera vez en un año se estrenaron tres películas de primera línea, más allá de la opinión crítica que cada una merezca. Eso antes hubiera sido escaso (se estrenaban de cinco a nueve films por semana), pero hoy es excepcional, y hace sentir al público que la exhibición en salas retoma su cauce habitual, rumbo al Oscar en abril, y a una temporada 2021 más normal. Hablemos entonces de los estrenos del jueves pasado, que continuarán en salas.

MUJER MARAVILLA 1984. Era la más esperada de las tres películas por parte del público en general. Por lo que significaba el retorno de la famosa amazona con poderes cercanos a los de Superman, porque la película inicial había funcionado muy bien como entretenimiento durante el 90% de su duración, porque se repetía el tándem de dirección (Patty Jenkins) y actuación (Gal Gadot), y porque su estreno se había postergado varias veces. Con esa expectativa, el saldo de lo visto tiene sabor a poco. Camuflada como un entretenido espectáculo audiovisual, la faceta técnica nadie puede negarla, sobre todo en el enfoque de una Washington devastada, cerca del final. La película empero adolece de un libreto rutinario, lleno de recursos huecos, personajes que no sorprenden, un irritante regusto a déjà vu, y llegando a una duración innecesaria: dos horas y media. La falta de inspiración se nota sobre todo en la elaboración de los villanos, a medio camino entre el clisé y la caricatura, y cuyas motivaciones dejan que desear en términos dramáticos. Hay también un nivel naif que quiere resucitar juguetonamente el aroma de los años 80, pero que de a ratos choca con una gravedad impostada. El resultado no es un descalabro, como pareciera al leer estas líneas, porque el elenco tiene química y carisma, brillan las escenas de acción, y hay una muy buena labor de fotografía y música. Es un plato recomendado sólo para los fans de la bella guerrera.

SWALLOW. Este estreno de Cinemateca es lo mejor en cartelera. La protagonista Haley Bennett (notable) parece tener la vida resuelta: casada con el hijo de unos millonarios, vive en una suntuosa mansión y va a ser madre. En su interior sin embargo surge una incomodidad, un desgarramiento, y combate esa situación ingiriendo diversos elementos metálicos, desde una bolita a un tornillo. Sus suegros y el marido advierten que algo no está funcionando bien en ese hogar inmaculado y aséptico (en sentido kubrickiano), y empezarán a controlarla, hasta llevarla a sesiones psiquiátricas. Pero quizás todo empeore. El resultado podría definirse como una mezcla de thriller psicológico y film de suspenso, pero por detrás de la forma aquí impera el contenido: un reflejo crítico a las miserias de la clase alta y al lugar que ocupa la mujer en una sociedad estandarizada, con normas grotescas que, por el hecho de serlo, terminan resultando destructivas. La puesta en escena ya se dijo que es cuidada, estilizada, ingeniosa e inteligente, y en todo eso brilla la férrea mano del guionista y director debutante Carlo Mirabella-Davis, que propone algo muy novedoso: en un mundo donde lo femenino se supedita a la voluntad de lo masculino, no parece haber otra solución que la revolución individual. Eso se da a nivel del anecdotario, y no conviene revelar nada al respecto, pero también en sentido cinematográfico, porque el cineasta va mutando el escenario sin moverse del mismo espacio. Así, la simetría, la perfección, el orden programado de la primera parte va dando paso a un descontrol muy bien reflejado por los movimientos de cámara, hasta que un espacio en apariencia diáfano termina convertido en una cárcel que, sin cambiar de dimensión, parece empequeñecerse a medida que la protagonista ansía liberarse. El espectador advierte entonces que debajo de todo ese pulido formalismo lo que está viendo es una película sobre la lucha de clases, aunque ciertas escenas no resulten soportables para todos los paladares.

RAYA Y EL ÚLTIMO DRAGÓN. Es el típico producto Disney, con su claro mensaje acerca de dejar las diferencias de lado para potenciar todo lo que puede unirnos en torno al bien común. La historia se basa en leyendas del sudeste asiático, desde la construcción de personajes a los diseños gráficos, pasando por la propia aventura que se relata. Aunque en ese sentido resulta mucho más meritorio el viaje de los protagonistas que el destino final. La primera mitad tiene gran fuerza, todo es vistoso y muy ágil, y la narración atrapa al espectador no sólo por el motivo del viaje en sí mismo, sino por sus derivaciones, por las múltiples aventuras secundarias que viven Raya y los amigos que de a poco incorpora a su séquito. Lo previsible que siempre tienen los productos Disney (eso no sucede con Pixar, que siempre sorprende) se nota en la vertiente final en el desperdicio de lo que pudo ser el gran personaje de la historia, el amistoso dragón Sisu, que en lugar de formar parte de esta película parece haber salido de una aventura de Mi pequeño pony. Otra carencia es la elección de un villano temible: nadie pedía un monstruo en sentido literal, pero ese virus humoso violáceo (¿referencia al covid-19 por parte de Disney?) no tiene estatura ni mete miedo. A pesar de ello, el film es recomendable por sus hallazgos a nivel estético y visual, aunque no vaya a transformarse en el clásico que pudo haber sido.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".