Home Política Los buenos pasos por Ruben Montedonico
0

Los buenos pasos por Ruben Montedonico

Los buenos pasos por Ruben Montedonico
0

Luego de un año en que el control del país -en parte- se le fue políticamente por la borda a la derecha, y a quien habían elegido para mostrar la cara, casi de «benefactor de la humanidad”, el empresario-millonario presidente Sebastián Piñera, el gobierno y su administración se han ido degradando, el 2021 inició con la lucha popular contra intentos de los gobernantes y los partidos tradicionales chilenos de no perder demasiado la manija sobre la “res publica”, terminaron cediéndole espacio a la demanda de una Carta Magna representativa de una nación democrática de verdad.

Las diversas expresiones de la derecha, sabiéndose derrotada en la elección de los constituyentes soñaba con que sus postulantes alcanzaran por lo menos un tercio de los resultados, dado que cada línea del articulado debía ser aprobada por dos tercios de los redactores (66%) para ser presentado al sufragio ciudadano final y su eventual aprobación. Recibieron el baño de agua fría que no consiguieron el propósito del veto mediante su esperanzador tercio y concluyeron que los electos redactarían un texto sustituto del actual con el que gobierna Chile que dificultaría la concreción de sus intereses.

La derecha acabó de entender en esa elección que no sólo había perdido en la Constituyente, sino también resquebrajado su dirección política hegemónica y que en los futuros comicios de noviembre que -con todos los atributos positivos que se le quieran poner y con los que se la desee adornar- corresponderá a sus opositores políticos.

En un domingo de julio tuvieron verificativo los comicios de las fuerzas políticas que competirán por la presidencia del país el próximo 21 de noviembre y tanto los hechos populares habidos en 2020 -que doblegaron

al gobierno, su represión, los partidos y a la derecha en su conjunto-, como la escogencia de constituyentes -que acabó como una hecatombe para los herederos del pasado dictatorial y especuladores de “conciertos”-, se alinearon detrás de dos alianzas. En una, manifiestamente de derecha, y otra (tenida como favorita para triunfar) en la que se agrupan progresistas -con algunas expresiones religiosas-, socialdemócratas, socialistas, independientes anticapitalistas de diversas ideologías, feministas, ecologistas, diversidades sexuales y etnias. Para el caso, existió otra derrota, aunque esta fue de orden temporal: las encuestadoras apostaron en cada caso por precandidatos que resultaron derrotados. En la alianza de izquierda, Apruebo Dignidad, fue escogido Gabriel Boric sobre el favorito comunista Daniel Jadue. El ganador proviene de Convergencia Social-Frente Amplio.

La derecha de Chile Vamos, entre varios, seleccionó a alguien que dice representar al independentismo conservador: Sebastián Sichel. Derrotó al que las encuestas daban el triunfo, Joaquín Lavín, de la Unión Demócrata Independiente. En este caso se recuerda que Sichel fue ministro de Desarrollo Social, es amigo personal del actual presidente, pero no explica que estando en la Democracia Cristiana, apoyó a la concertante Michele Bachelet.

Alienta suponer que de Aprueba Dignidad sea el próximo presidente, en particular el que declaró más de una vez que “si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba y que en cada día de nuestro mandato estaremos recordando por qué vinimos acá”. La frase de Boric debe entenderse en el contexto que él se encarga de dar: “Durante mucho tiempo el Estado era un administrador de las desigualdades, hoy queremos decir que puede cambiar su carácter político y de clase”, agregando “que sea un Estado cuidador, pero que también sea capaz de entregar poder, de confiar en su pueblo”.

Esta última parte de la frase, sin más definición, deja abierto el camino a la especulación (desde el cooperativismo, la gestión social o la protección a la empresa privada) está, en buena medida, en consonancia con lo que fue la campaña de Boric, que nunca cuestionó a Jadue por su pertenencia al Partido Comunista ni por sus propuestas sobre un cambio para el país. El ahora candidato mantuvo una postura no radical -si la comparo con la de su ocasional adversario interno- y se dirigió preferentemente a ciudadanos de centroizquierda, progresistas o socialdemócratas, con lineamientos dirigidos o planteando conceptos e ideas acerca del medio ambiente en una nación en la que sus poblaciones se encuentran en climas tórridos y desérticos del norte, en regiones intermedias templadas y en congeladas áreas montañosas y gélidas del sur, siempre como una relativamente estrecha estribación de Los Andes.

En el país preocupa la baja concurrencia ciudadana a comicios. Algo tan importante como decidir si se quería una nueva Constitución atrajo solamente a 53% del electorado en 2020, que descendió al 43% para escoger redactores de una eventual Carta Magna en mayo del 21 y que fue menor a 20% para votar por gobernadores. En el futuro es probable que se restituya el voto obligatorio.

Si inscribimos en un contexto sudamericano el movimiento popular del 2020, el desmoronamiento del Gobierno de Piñera junto con el de la derecha y la superación por los independientes de los tabicamientos interpuestos por los partidos tradicionales a constituyentes, es factible que el análisis nos conduzca a una avenida de ida y vuelta: la senda tomada por el movimiento popular chileno volcó un aire renovador a la política subregional; de otro lado, las acciones de expulsión de la dictadura en Bolivia, el triunfo de Pedro Castillo en Perú, la presencia en Argentina de Alberto y Cristina Fernández y la caída de Jair Bolsonaro junto a la liberación de Lula da Silva en Brasil, encontraremos efectos sobre algunos trasandinos.

Es de esperar que esa mutua incidencia que comentamos de situaciones políticas -aunque se den con diferente intensidad- impacte en los ciudadanos de otros países y es inevitable que en este instante piense en Colombia, mientras mantengo vivo el sueño de que se puedan construir amplios vallados (no ínfimos muritos de jardín) que detengan el dominio imperial.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
temas:
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.