Home Cine My name is Connery, Sean Connery (1930-2020).
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My name is Connery, Sean Connery (1930-2020).

My name is Connery, Sean Connery (1930-2020).
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Murió Sean Connery. Se fue el mejor James Bond, y con él un pedazo enorme de mi infancia y pre-adolescencia. Claro que Connery no sólo fue Bond, y él mismo se empecinó en hacérnoslo saber. Un Oscar, tres Globos de Oro y dos BAFTA atestiguan su evolución como actor.

Connery había nacido en Edimburgo, Escocia, el 25 de agosto de 1930, en un hogar humilde. Su padre era un católico irlandés emigrado, conductor de camiones; su madre se desempeñaba como doméstica y era protestante. Su primer trabajo fue como repartidor de leche. Luego se alistó en la Marina Real, pero fue dado de baja debido a una úlcera duodenal hereditaria. Para salir del paso y ganarse la vida sin delinquir hizo de todo un poco: camionero, socorrista de piscinas, peón de granja, pulidor de ataúdes y finalmente, tras la sugerencia de un amigo, modelo. Porque entre labor y labor Connery había iniciado a los 18 años cursos de fisiculturismo, llegando a alcanzar en 1953 el tercer puesto en la categoría de hombres altos (medía 1.89) para el concurso de Mr. Universo.

A esas alturas Connery ayudaba entre bastidores en el King’s Theatre. En 1954 inició su carrera como actor en cine en un corto titulado Simon, donde hacía de policía. Durante los siguientes tres años se volcó a la TV, y al volver al cine como gangster tartamudo en Regreso imposible (1957) se abrió para Connery una difícil etapa de cinco años en las que no podría despegarse de roles absolutamente secundarios y olvidables. Por entonces no era buen actor, sino una presencia física imponente, no exenta de un porte caballeresco que lo hacía atractivo a las mujeres, quienes cuarenta años después seguirían votándolo como el hombre más sexy del mundo. Ya ocultaba con un peluquín el inicio de lo que luego sería una incipiente calvicie. Confió de nuevo en la TV, y allí tuvo más suerte: protagonizó Macbeth y Anna Karenina (ambas en 1961), lo cual le sirvió para aparecer en medio de un centenar de estrellas en El día más largo del siglo (1962). En ese preciso momento se topó con James Bond, y su vida cambió.

Como se sabe, Connery ha realizado seis films oficiales de Bond entre 1962 y 1971 (El satánico Dr. No, De Rusia con amor, Goldfinger, Operación Trueno, Sólo se vive dos veces, Los diamantes son eternos), más uno extra oficial en 1983 (Nunca digas nunca jamás). Fue a mi entender el mejor 007 de la saga, quizás porque fue el actor encargado de dar forma y características definitivas al personaje: frío, inteligente, eficaz, audaz, observador, implacable, elegante y extremadamente depredador de mujeres. Quiero decir: los demás 007 (Lazenby, Moore, Dalton, Brosnan, Craig) se esforzaron con más o menos suerte en adaptarse a un personaje, agregando cosas de su cosecha y quitando otras del original… Interpretaron a Bond, mientras que Connery fue Bond.

Durante los diez años oficiales de 007 Connery empero no se quedó quieto, y con visible esfuerzo se fue convirtiendo en buen actor. Trabajó para Alfred Hitchcock en Marnie (1964), pero sobre todo inició lo que sería una larga colaboración con Sidney Lumet, para quien trabajó cinco veces: en la notable La colina de la deshonra (1965), El gran golpe (1971), Hasta los dioses se equivocan (1972, donde tuvo una sensacional labor), Crimen en el Expreso de Oriente (1974) y Negocios de familia (1989). En ese ascenso hacia el verdadero talento hubo otros escalones, como el minero rebelde de Odio en las entrañas de Martin Ritt (1969), su episódica aparición como el explorador polar Roald Amundsen en La tienda roja de Mikhail Kalatozov (1969), el salvaje de la utopía futurista Zardoz de John Boorman (1974) y su coprotagónico junto a Michael Caine en El hombre que sería rey de John Huston (1975) sobre Rudyard Kipling. Connery estaba en el pináculo de su carrera, ya era más que 007, y lo confirmó como árabe revolucionario que raptaba a Candice Bergen en El viento y el león de John Milius (1975), un veterano Robin Hood en la desencantada versión del mito de Richard Lester en Robin y Marian (1976), y el periodista de la sátira política El hombre del lente mortal de Richard Brooks (1982).

Luego continuó una labor ininterrumpida durante otras dos décadas, donde hizo films de todo tipo y calidad. Del desparejo lote aún pueden rescatarse Highlander de Russell Mulcahy (1986), El nombre de la rosa de Jean-Jacques Annaud (1986) sobre Umberto Eco, Los intocables de Brian De Palma (1987), la divertida Indiana Jones y la última Cruzada de Steven Spielberg (1989), La caza al Octubre Rojo de John McTiernan (1990), La Casa Rusia de Fred Schepisi (1990) sobre John Le Carré, La roca de Michael Bay (1996) y el drama independiente Corazones apasionados de Willard Carroll (1998). Después llegó el estrepitoso fracaso de La liga extraordinaria (2003) y se retiró.

Se ha especulado mucho, y con bastante irresponsabilidad, por la razón de su alejamiento. A Connery lo mataron dos veces antes de tiempo los fabricantes de noticias. En 1995 se había aplicado un tratamiento con radiación para quitar unos nódulos en las cuerdas vocales. En 2003 se operó de cataratas, y en 2006 le fue extirpado un tumor benigno de riñón. En 2008 lo dieron de nuevo por muerto, cuando se supo que sólo se había astillado un hueso del hombro jugando al golf. En 2009 confesó que le habían diagnosticado una dolencia cardíaca, y en 2013 cierta declaración de su amigo Michael Caine sobre la mala memoria de Connery indujo a la prensa a especular con que 007 padecía Alzheimer, lo cual fue negado por un enfurecido Caine. El hecho real es que Connery falleció ahora, a los 90 años, mientras dormía, el 31 de octubre de 2020, en su hogar en las Bahamas. Según declaró su hijo Jason, había estado enfermo durante las últimas semanas. Murió el rey de Kafiristán, pero queda la leyenda de su invencible licencia para matar.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".