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¿Qué pasa ahora en Uruguay?

¿Qué pasa ahora en Uruguay?
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El domingo fue el referéndum por la LUC. A la luz de los resultados obtenidos nos interesa saber su opinión sobre el futuro inmediato. ¿Qué escenario político se abre a partir de ahora? ¿Cómo queda el gobierno? ¿Qué papel jugara la oposición? ¿Trancazo o respaldo? ¿Marca tendencias para las elecciones del 2024? ¿Se podrá superar la polarización que aumentó con la campaña? ¿Es viable lograr ahora acuerdos nacionales sobre algunos puntos?

 

El metamensaje  Por Heraclio Labandera

El resultado del referéndum le envió al Frente Amplio un claro mensaje que éste debiera decodificar en forma adecuada.

Aunque desde que se supo el resultado se haya reiterado como una letanía de monje tibetano, que el esfuerzo electoral de los promotores del SI debía ser “una señal para el gobierno”, la realidad es absolutamente inversa.

La pregunta correcta debería ser como queda el Frente Amplio, luego del resultado del referéndum.

La craneoteca académica ha presentado lo del domingo pasado como si fuera una elección entre candidatos presidenciales, y distintos gurúes no se aburren de comparar las cifras de la elección de noviembre de 2019, con los porcentajes obtenidos por las papeletas del SI y del NO, en forma tan absurda como si se pudieran sumar o restar porcentajes.

En esa materia, no es “como te digo una cosa, te digo la otra”.

La pulseada fue diferente a si se tratase de un partido de fútbol entre dos rivales, compitiendo por puntos en una tabla.

Si así lo hubiese sido, el resultado de las urnas hubiese bastado para laudar de modo rotundo cualquier diferencia, y Fernando Pereira se preocupó el reiterar con insistencia que el tema no se terminaba con el referéndum.

Antes bien.

El verdadero desafío planteado por los estrategas de la papeleta rosada, fue el de un asalto a la ciudadela.

Y es importante recordar que el asalto se frustró.

Quien tenía algo para ganar en esta contienda no era el gobierno, con una LUC aprobada y vigente con o sin los 135 artículos cuestionados, sino una oposición necesitada de agenda.

Por lo tanto, es probable que, ante este nuevo fracaso en la obtención de resultados relevantes frente al gobierno de la Coalición Republicana, la conducción del Frente Amplio se radicalice y busque formas más cerriles de expresión política.

El referéndum logró que el PIT parasitara al Frente Amplio como si fuera una hiedra, no solo al coronar su presidencia, sino en su menú de temas políticos.

El domingo, Fernando Pereira en su discurso tras conocerse los datos de la Corte Electoral, exigió al Gobierno “un mayor diálogo social” como consecuencia del resultado del referéndum, y vale preguntarse si esa demanda le hace un guiño al Frente Amplio como partido o coalición de partidos, o al sindicalismo desplazado del poder por el Gobierno de la Coalición Republicana.

Pareciera que la agenda de la actual conducción frenteamplista sea pedir una cuota de poder para organizaciones sociales aliadas o satélites.

Por algo en el estrado, como contramuro de su discurso, lo acompañaron representantes sindicales y se mostraron ausentes los principales referentes partidarios de izquierda.

El hecho de que cierta conducción sindical del PIT intente convertir al Frente Amplio en el kiosco político del sindicalismo clasista y militante, revierte el histórico papel asignado al PIT por la coalición de izquierda, como su “ariete sindical” para negociar en el gran juego de la política.

Habrá que ver que resistencia ofrecen al abordaje, luego de este resultado.

 

Un solo Uruguay con dos mitades por Eduardo Vaz

Medio vaso lleno

Para los que votamos SÍ, el resultado es análogo al del partido Uruguay vs Holanda en Sudáfrica 2010. Ellos eran favoritos, tenían un equipo más poderoso que el nuestro, eran candidatos de antemano, nos pegaron a gusto y el juez vio poco y nada, nos fueron ganando hasta por dos goles y, sin embargo, terminaron a uno, encerrados en su área y pidiendo la hora. Perdimos pero salimos con la frente alta y orgullosos de nuestro equipo. No llegamos a la final, el gran sueño de salir campeones y tener la quinta estrella se frustró. Al retorno, el Maestro Tabárez nos explicó a todos: «el camino es la recompensa.»

Así, disfrutamos de la democracia uruguaya como aquel campeonato. Entramos por la puerta de atrás, fuimos ganando y creciendo contra todos los pronósticos y quedamos entre los 4 mejores y con el mejor jugador del Mundial. Ahora, llegamos casi al empate mostrando una potencia enorme que, en primer lugar, nosotros mismos debemos valorar.

El gobierno no ha acumulado ninguna fuerza nueva, ni política ni electoral y, es evidente que, siendo muy fuerte aún no le sobró nada para llevarse el triunfo. Si es cierta aquella famosa frase «el poder desgasta…, al que no lo tiene», podemos decir que no lo lograron en dos años. Al contrario, el FA como partido opositor se fortaleció y el bloque por el SÍ también.

Medio vaso vacío

Ganó el NO. Los 135 artículos tienen plena vigencia y respaldo popular mayoritario. Ahora se aplicarán con más entusiasmo y legitimidad y se crea ese «mantra político» que no se los puede tocar mañana porque la gente los avaló. Ya pasó con la impunidad.

Desde este punto de vista, las pérdidas son totales…

El Presidente refuerza su liderazgo pues fue el gran defensor con su exposición al límite constitucional y político, conferencia de prensa mediante, y quien puso su prestigio en juego.

La coalición tomó oxígeno y se llevó una victoria en un partido que no quiso jugar pero que planificó muy bien y puso todo para ganar.

La consolida y va generando sentimiento de pertenencia en socios que todavía recelan entre sí pero van confirmando las ventajas del camino común con el gran centro de ser anti FA y consolidar este nuevo «bipartidismo» en formato «bicoalicionismo».

Vendrá una aceleración de sus reformas cuyo sentido profundo irá por la misma senda que la LUC: neoliberal, antiestado, pro malla oro, autoritaria, gerencialista. «Agarrate Catalina» no solo es una gran murga.

¿Y ahora qué?

Para el SÍ, es necesario preguntarse si la estrategia desde el día uno fue la correcta. Que la ley es mala para nosotros no es el tema, por algo somos oposición real con otros valores identitarios.

¿Avanzamos como fuerza política, social y cultural opositora al modelo derechista? ¿Nos posiciona mejor para los años venideros para ejercer nuestro rol de contralor, de oposición constructiva y proposición alternativa?

Para el NO, el gran desafío será su capacidad de avanzar más rápido en su proyecto de reforma del estado y la sociedad, sabiendo que la otra mitad es fuerte, que tiene que ser muy dúctil para mantener su coalición pues no sobran ni el PI ni el P. de la Gente para mantener la mayoría -si será ajustada-, y le resulta difícil ganar nuevos sectores sociales.

¿Será que viene un viento de sensatez política y todos los actores se disponen a encontrar mejores soluciones para grandes mayorías nacionales? Difícil, pero quien sea capaz de articular una honesta política en este sentido, aún perdiendo ante la intransigencia de un bloque u otro, tendrá todas las chances de ganar más respaldo popular. Como decía Seregni: primero el país, después el partido.

 

De ganadores y perdedores por José Manuel Quijano

¿Qué escenario político se abre a partir de ahora?

En todas las consultas binarias (si o no) hay un ganador y un perdedor. Los politólogos entreverán las cartas, pero guste o no, el 27 de marzo, el gobierno ganó y la oposición perdió.
¿Cómo queda el gobierno?

A mi juicio bastante bien. La gente conserva el respaldo electoral al gobierno. Mantiene plena vigencia la LUC y se apresta a abordar las reformas de la educación y de la seguridad social. A dos años de gobierno, con pandemia que desestabiliza y petróleo en las nubes que ¿más se puede pedir?

¿Qué papel jugara la oposición?

Ignoro. Si el interlocutor es el PITCNT, que ha ido tomando funciones que eran del FA, habrá conversaciones, pero quizá no se logren acuerdos, en esos dos temas claves. Si figuras políticas capacitadas del FA, que las tiene, que conocen de educación y de seguridad social, toman la posta, entonces podrian alcanzarse aproximaciones prometedoras.

¿Marca tendencias para las elecciones del 2024?

Falta mucho. Y lo que se propone el gobierno, que es imprescindible abordar, no es nada fácil. No hay reforma de la seguridad social, en países envejecidos, que sea popular.

 

Pa delante son las casas por Santiago Gutiérrez

Terminó una campaña para el olvido, donde vimos pasar revista a la peor versión de uno y otro lado. Los peores argumentos contra los peores argumentos. Salvo contadas y destacadas excepciones, el sistema político demostró poca altura y sobre todo una muy pobre capacidad de comunicación.

Claro quedó que lo que estaba detrás de este proceso, muy poco tenía que ver con los 135 artículos en sí, sino en la significancia en el terreno del poder electoral de los posibles resultados.

Laudado el asunto.
En democracia se gana o se pierde. Por uno o doscientos mil votos. Es cualitativo. No existe ganar perdiendo, ni perder ganando. Cada fuerza política evaluará hilando fino su performance electoral y sacará sus conclusiones. Pero se gana o se pierde según lo que exprese la mayoría del pueblo.

De aquí para delante seguirá el Uruguay real, que a veces se esconde un poco de las cámaras y micrófonos, y nos hace perder noción de las relaciones y el estado de salud de nuestra democracia.

Ese Uruguay donde todos están a un “che, bo” de distancia. Donde legisladores, dirigentes, sindicalistas y empresarios sin importar mucho su bandera, dialogan, consensuan y discuten con mucho mayor frecuencia de lo que aparece en los medios.

Los presupuestos, las rendiciones y las leyes suelen discutirse en despachos sin cámaras, en asados sin micrófonos, en ambientes mucho más relajados y afables que cuando aparecen los flashes.

Diálogo hubo y habrá. No siempre nos pondremos de acuerdo, y claro está que en este país con un sistema democrático representativo, el poder lo pone la Constitución y la gente en sus representantes cada cinco años y en ningún lado más. Siempre estarán los sindicatos defendiendo salarios y condiciones laborales, los gremios estudiantiles mejores oportunidades para los estudiantes, las cámaras los intereses de los empresarios y así cada entidad agrupada. Son fundamentales para el bienestar ciudadano y para nuestra democracia. Pero ninguna de todas estas goza del respaldo representativo de la ciudadanía legitimada a través del voto. Por lo tanto no les corresponde integrar los espacios de poder que sólo el voto otorga. Si opinar, hacerse escuchar y buscar soluciones para los sectores que defienden.

Por este mismo principio rector es que a través de un sistema de partidos fuertes, nos destacamos en el mundo por lo estable de nuestra democracia.

El 28 de marzo el país siguió. No en dos mitades que buscan terminar con la otra. En dos corrientes en constante mutación y cambio (como lo es hace 200 años), que con su mirada y su proyecto buscan lo mismo: Cambiar para mejor la realidad de todos los uruguayos, salvo contadas y tristes excepciones.

 

Nada cambia por José Luis Perera

Los datos (y no el relato, diría Darwin), son que el referéndum fracasó, y que la LUC sigue firme en todo su articulado. Eso deja bien parado al gobierno. Un triunfo del SI hubiera complicado sus planes, tal como lo dijo más de una vez el propio presidente. Pero casi medio país a favor de la derogación es un dato que habrá de tener en cuenta.

En cuanto a la oposición, obtuvo algún punto menos que en el balotaje de 2019 (al igual que el gobierno) y no logró lo que se proponía. Pero esto no la deja debilitada ni nada que se le parezca.

Las primeras declaraciones de sus principales líderes son las naturales, pero dejan algunas dudas sobre si habrá algún cambio en su actitud. Por cierto, nadie espera que deje de ser oposición. Da la impresión que la polarización continuará, puesto que los temas que están sobre el tapete no son de los que generen gran consenso, ya que los costos políticos a pagar son de entidad (reforma de las jubilaciones, por ejemplo).

Del lado del PIT-CNT seguramente aumentará la presión sobre el gobierno de aquí en más. No descartaría un nuevo referéndum contra la reforma jubilatoria si sus puntos de vista no son tenidos en cuenta.

Por otro lado, a medida que se aproximen las elecciones 2024 el clima de enfrentamiento tenderá a aumentar como sucede siempre.

Eso no es preocupante. Lo preocupante es el traslado de ese clima tenso al electorado. Y eso no parecen verlo algunos dirigentes políticos, que encararon este tipo de cuestiones como si el mundo se acabara el día después, o como si fuese el campeonato del mundo y el referéndum una final.

Algunas expresiones posteriores al referéndum no ayudan para nada a crear un clima de entendimientos hacia adelante (aunque no son imposibles, desde luego): “Dejen gobernar y vayan a trabajar que el trabajo es salud” (Graciela Bianchi) o “Con 15 minutos más los cagábamos a pelotazos” (Gustavo González, dirigente de FUCVAM).

Hoy en día, el peso que tienen las redes sociales en la formación de opinión no presagia nada bueno, cuando desde arriba se divide el país en dos bandos irreconciliables y opuestos (cosa que en la realidad está lejos de suceder).

En una nota que escribí mucho antes del domingo, decía: “Ver el próximo referéndum nuevamente como el enfrentamiento entre dos bloques diferentes, o dos proyectos de país diferentes, es de una gran ingenuidad”.

Oposición y gobierno han gobernado y lo seguirán haciendo para el capital, para las grandes empresas extranjeras, para la concentración del capital y los medios de producción, atados a los designios del norte y a los préstamos internacionales y encomendándose al dios mercado.

Nada cambió radicalmente el domingo y nada cambiará radicalmente el último domingo de noviembre del 2024.

 

Nihil novi  sub sole por Oscar Licandro

Voces nos pregunta cuál creemos que será el escenario que se abre tras el resultado del referéndum. Mi respuesta es simple: el mismo que ya teníamos. Esto es, dos actores que continuarán accionando de igual forma a como lo han hecho desde el primero de marzo de 2020. Mientras que el foco del gobierno estará en implementar su agenda de reformas, el de la izquierda estará en bloquear y dar manija, procurando medrar con vistas a volver al poder en 2025.

Por un lado, tendremos un gobierno legítimamente electo, que continuará llevando adelante las políticas y la agenda de reformas por las que la mayoría de los uruguayos lo eligieron en 2019. El 27 de marzo la mayoría de los uruguayos ratificó los mecanismos legales creados por el gobierno para llevar adelante su agenda de reformas, luego que la izquierda los procura derribar. Por lo tanto, a partir de ahora el gobierno cuenta con una doble legitimidad para seguir adelante: la que le dieron las elecciones de 2019 y la que le dio el referéndum del domingo.

Por otro lado, nos encontraremos con una izquierda que ha retomado las viejas prácticas que empleaba cuando era oposición: criticar todo, aprovechar los problemas que afectan al país (y que no son responsabilidad del gobierno) con la finalidad de alimentar el descontento de la gente y poner todos los palos en la rueda posibles para que el gobierno fracase. Como el Frente Amplio solo puede actuar en el Parlamento (que es un lugar donde poco daño puede infringir al gobierno), el papel principal lo desempeñará el aparato sindical, apoyado en la movilización de las organizaciones sociales y de otros actores institucionales afines a la izquierda.

Los datos presentados por Rafael Porzecansky este lunes en Telenoche muestran claramente que el resultado del referendum fue casi un calco del que se registró en el balotaje de 2019. El análisis por departamentos, y en Montevideo por municipios, demuestra que la absoluta mayoría los uruguayos que eligieron a Lacalle Pou votaron No y que lo mismo ocurrió con quienes eligieron a Martínez respecto del SI. Esto tiene una sola explicación: en los hechos, el referéndum terminó siendo un plebiscito sobre la aprobación o no del gobierno. Los votantes de la coalición multicolor le ratificaron su apoyo y los votantes frenteamplistas ratificaron su oposición. A dos años de gobierno nada cambió, en términos cuantitativos, en el apoyo que ambas coaliciones recibieron en noviembre de 2019.

A pesar del desastre económico y social que causó el coronavirus, de los efectos económicos de la última sequía y de la crisis argentina, del aumento reciente de precios ocasionado por la guerra en Ucrania (en particular el del petróleo), entre otras dificultades, quienes eligieron a Lacalle Pou lo siguen apoyando.  Este apoyo refleja claramente un reconocimiento de al menos dos cosas importantes: que la coalición multicolor está cumpliendo sus promesas de campaña y que ha sabido manejar adecuadamente las crisis que le cayeron de fuera. En ese sentido, el resultado del 27 de marzo es un feed-back positivo para el gobierno, porque le indica que va por el rumbo correcto y que lo está haciendo bien.

Pese a la derrota del domingo, la dirigencia de izquierda ha evaluado el resultado como un triunfo. Siente que “por un pelito” no pudo torcerle el brazo al gobierno: sólo le faltaron 26.000. Más allá de un discurso auto-complaciente, lo cierto es que el FA logró retener a su electorado, a pesar del desempeño positivo del gobierno (la alta aprobación del presidente así lo sugiere). Un ejemplo de ello es la amplia mayoría que obtuvo el SI en los barrios del arco norte y noroeste de Montevideo, ya que en eso barrios es donde el gobierno ha puesto mayor esfuerzo para amortiguar los impactos sociales negativos de la pandemia y para abordar el problema de la inseguridad. Estos resultados sugieren que el FA tiene un público fiel, que no cambiará su voto ni aunque el gobierno haga las cosas bien en su favor. En ese sentido, el resultado del domingo será interpretado como ratificación de su estrategia opositora. Por lo tanto, es de esperar que en los próximos tres años dicha estrategia no sólo se mantenga, sino que también, y en función de las circunstancias, se profundice.

La prueba del nueve será la reforma de la seguridad social. Estoy seguro que el FA no la acompañará, porque será una nueva oportunidad para obtener réditos con vistas a las elecciones de 2024, ya que seguramente generará insatisfacción en una parte del electorado de la coalición multicolor. Del otro lado, Lacalle Pou ha demostrado que “va para adelante” aún en situaciones adversas y que está dispuesto a asumir riesgos y pagar costos políticos. Quizá tengamos un nuevo referéndum o quizá el FA deje este tema como plato fuerte a ser servido en la próxima campaña electoral. Lo que viene no será muy diferente de lo que ha ocurrido estos dos años. Nihil novi  sub sole.

 

Alternativas políticas por Isabel Viana

Terminó la confrontación cívica entre quienes votaban por SI la derogación de 153 artículos de la Ley de Urgente Consideración o por NO, manteniendo la integridad del texto legal, dando la victoria, por un pequeño número de votos, a quienes optaron por mantener la vigencia plena de la Ley.

La LUC fue anunciada, propuesta y difundida a nivel partidos políticos y ciudadanía antes y después de las elecciones presidenciales nacionales, con tiempo más que suficiente para su estudio. Se negociaron más de 200 modificaciones al texto inicial. Como Ley No. 19889 (LUC), fue aprobada en julio de 2020 por el Parlamento, siguiendo los procedimientos y plazos establecidos constitucionalmente y estuvo en vigencia hasta la fecha, sin que su aplicación fuera conflictiva.

Los líderes de algunas organizaciones sociales vieron en la LUC una posible semilla de conflicto políticamente útil para movilizar a la ciudadanía y propusieron derogarla, vía un referéndum. Requirieron apoyo de la central sindical PIT-CNT, del Frente Amplio y de otros grupos diversos y muchos se encolumnaron, después de manifestar dudas explícitas. Se cuestionó que el texto era muy largo, que comprendía demasiadas áreas temáticas diferentes, que no hubo tiempo suficiente para estudiarlo a fondo, que algunos artículos eran riesgosos para el futuro del país al introducir cambios en su funcionamiento. Para dirigir el proceso se creó una Comisión de integración múltiple, que debió convocar a la militancia para conseguir las firmas necesarias para iniciar el referéndum y para luego a protagonizar la campaña.

En el interín el gobierno electo prosiguió su tarea, hizo frente exitosamente a la pandemia y condujo al país por situaciones conflictivas de salud y desempleo, sin dejar de establecer comunicaciones formales y frecuentes con la totalidad de la ciudadanía. Entre otros problemas, debió encarar la dispersión de esfuerzos de sus dirigentes para defender la LUC y organizar el referéndum.

En los hechos, éste se convirtió en una evaluación del gobierno de medio término, e instrumento de pulseada política. Al concretarse la fecha de votación para el 27 de marzo, se iniciaron campañas, de estilo radicalmente diferente.

Los promotores de la derogación (SI) hicieron una campaña instalada en el espacio público y con la militancia como gran protagonista. Se materializó en actos de masas-fiesteros, animados por cantantes populares y murgas. Hicieron del color rosa de su papeleta un fuerte símbolo identificatorio que se repitió en muros, carteles, propaganda audiovisual, vestimenta y disfraces. La actividad resultó en potentes llamados a la pertenencia emotiva. También resultó convocante el que se incluyeran en la propaganda asuntos conflictivos vigentes, ajenos a la temática de la LUC. Se usó un lenguaje fuerte, tanto en medios como en los múltiples debates.

La coalición de gobierno empleó medios tradicionales de contacto con la población, actividad que fue asumida personalmente por sus líderes políticos. Éstos recorrieron el país y realizaron actos públicos pueblo a pueblo, generalmente con tinte partidario, en los que, con discursos formales, fundamentaron la validez de la Ley.

Esos estilos diferentes se pusieron en evidencia en los cierres del referéndum. La arenga de Fernando Pereira (SI a la derogación), presidente del FA, rodeado por líderes sindicales, pareció una culminación de campaña electoral: voceó consignas en medio de un festejo con músicos y murgas, no reconoció la derrota y exigió presencia de sus fuerzas en futuros actos de gobierno. El cierre de Luis Lacalle (NO), fue sobrio y claro, desde su lugar de gobernante, rodeado por sus ministros. Aseguró que al día siguiente se seguiría haciendo frente a los problemas urgentes del país.

Puede afirmarse que en 2024 se enfrentarán diferentes modos para la acción política. Unos (SI) buscarán incorporar instituciones de consulta permanente a la población o a las organizaciones sociales que se erigen en sus representantes e incorporarán grados de informalidad superiores a los que ya vimos durante la presidencia de José Mujica. Los otros (NO) entenderán al país como estructurado en una república democrática definida por la Constitución, que atribuye la representación de la ciudadanía a los electos como parlamentarios, reconociendo su rol legal de resolver sobre las iniciativas que se les sometan.

Estará en manos de la ciudadanía el elegir el tipo de gobierno adecuado para ejercer la gestión de la cosa pública. El gobierno actual y sea cual sea el gobierno que se elija, deben y deberán abocarse a grandes y difíciles transformaciones para mantener al país funcionando y capaz de construirse un futuro adecuado a nuevas circunstancias, sin dejar por ello de ser modelo por sus políticas sociales.

 

Un aplauso para La Política por Cristina De Armas

En julio de 2020 se promulgaba la Ley de Urgente Consideración (LUC) en el Parlamento uruguayo, en medio del peor momento de la pandemia y crisis económica. Se aprobó con mayoría de la coalición gobernante, pero con muchos artículos votados por la oposición.

Para setiembre 2020 Fancap presentaba una moción que fue aprobada por el Pit-Cnt para juntar firmas que llevaran a un Referéndum para derogar la LUC. En un principio no sabían si pretendían derogar toda la ley o parte de ella; el Frente Amplio (FA) era remiso a sumarse a lo que suponía un imposible en medio de la situación general del país, analizaba lógicamente el costo político de no lograrlo. Finalmente, y como siempre en base a los cinco grandes temas que ocupan a la población general; seguridad, vivienda, educación, empleo y salud, se decantaron por la anulación de 135 artículos.

El FA se sumó a la recolección entendiendo que siempre tenía el argumento de haber sido propuesta por organizaciones sociales, que era una forma de motivar a la militancia con la que siempre cuenta y que, de no conseguirse, la situación general era la excusa perfecta. La campaña de recolección de firmas tomó otro color. Haciendo el cuento corto, se lograron las firmas.

La impronta batllista de la democracia directa como siempre dio resultado y no frenteamplistas prestaron sus firmas. Aquella idea de José Batlle y Ordoñez para que le votaran el colegiado nos dejó las herramientas más éticas y a la vez más manipulables que tiene nuestra democracia. Se puso fecha para el Referéndum, el gobierno entendió que debía desviar atención y recursos para evitar lo que desde un principio entendió sin equivocarse que era una votación polarizada en un Sí o No al gobierno, aunque finalmente el No lo respaldaba y el voto en blanco se le sumaba. Hay que comprender que al ciudadano fuera del entendimiento político electoral, nunca le hacen las cosas fáciles.

Los discursos fáciles para la masa electoral; entre el desalojo express que reclamaba la izquierda sin explicar las excepciones de toda la vida y la derecha que tomaba como argumento a favor la portabilidad numérica del celular. En lo personal me agarraba la cabeza, pero cuando escuché al dos veces ex presidente Sanguinetti dar ese argumento sonreí; realmente está escribiendo la mejor página del libo de su vida, hace lo que quiere, porque quiere, bajo lluvia y como sea. Un hombre que levanta el teléfono y puede hablar con Putin o Biden, en las calles de Montevideo militando una campaña que sabía ganada con la fuerza de un joven de 20 años. Es que era muy difícil ganar al gobierno en coalición cuando tiene los recursos, los medios de prensa y por sobre todo al presidente con un porcentaje de aprobación más que positivo para la situación.

El gasto que ha implicado esta campaña que no era más que una medición de fuerzas políticas en definitiva se hacía indignante y vergonzoso. Sumado a la pandemia que sigue matando compatriotas, la llegada de una guerra que nos afecta en lo económico, con una inflación que socava los salarios día a día se podía suponer que el No a favor del gobierno podría ser más moderado. Se emparejaban los ánimos, sin embargo, las palabras del presidente tan esperadas como el golpe de gracia dejaron ver que, para él, no era lo más importante. Hay que entender; con o sin esas 135 modificaciones que se agregaron en la LUC, su proyecto país, lo que mira hacia el futuro, no se altera en lo más mínimo.

Finalmente, el resultado dijo que la voluntad ciudadana del país se mantiene como en noviembre de 2019, como si nada hubiera pasado y una vez más, el mérito es de la militancia frenteamplista. Se gastó, se movilizó, nada se ganó, pero a nivel político el Frente Amplio puede decir que mantiene su fuerza, su mitad país y negociar; los socios de la Coalición saben que la fuerza principal de la derecha que es el PN, los necesita y para el Gobierno luego y aún con pandemia, con crisis económica y guerra, las exportaciones crecen junto al sistema financiero, industrial, ruralista y hay mucho por construir. Todos tienen un discurso ganador porque ganó la política y ante eso cualquier político de cualquier tienda respondería; ganó la democracia. Un aplauso.

 

Ni fácil ni lindo por Danilo Arbilla

Como escribí dos semanas antes, los uruguayos no tendremos nada que agradecer al referéndum. Gane el No, gane el Si o gane el No muy ajustado, – esto es: que se repitiera el balotaje-, fueron las tres posibilidades barajadas.

Lo dicho entonces: nada para agradecer. Gasto y pérdida de tiempo. Un ejercicio de recuperación de la autoestima perdida a costa del erario; de los contribuyentes.

Sirvió sí, para que los uruguayos nos batiéramos el parche. Para que todo el mundo se golpeara el pecho como custodios de la democracia. Los uruguayos somos maravillosos, somos los mayores demócratas de la tierra. Pero no lo decimos, porque además, somos humildes.

Creo sí, más en serio e inquietante, que se alimentó la polarización. Y seriamente. Pero el tiempo dirá.

Se habla e insiste con las dos mitades. Y sí, ya hace décadas que somos dos mitades. ¿Cuál es la novedad?

¿Se necesitaba hacer un referéndum y crear una confrontación para descubrir lo sabido?

Lo de Uruguay es un caso harto elocuente de disonancia cognitiva. Desde hace mucho.

Fueron dos mitades en el ’19, después de la segunda vuelta, con algún detalle en la elección del parlamento; un numero de uruguayos, tradicionalmente más cercanos al FA, pensaron que era bueno cambiar un poco la integración de las cámaras legislativas, donde se venía legislando mucho a carpeta cerrada y con demasiado voto por disciplina.

El hecho es que la LUC quedo firme. Se ratificó. Y la ratificó más o menos la misma cantidad de ciudadanos – quizás un poquitito más- que eligieron al actual gobierno.

Pero, y he aquí la diferencia que enturbia el ambiente, ahora aparece una mitad mayor que la anterior e incluso, si apuran, mayor que la que logro el más 1 necesario. Ese tipo de disonancias cognitivas manejadas y alimentadas por las dirigencias pueden cambiar el tono de la “polarización”. Pueden provocar grietas.

¿Habrá diálogo?  ¿Grandes Acuerdos Nacionales? No lo veo. Buenas maneras supongo que sí. Y ojalá se mantengan.

Pero diálogo, lo que se entiende efectivamente por dialogo – dejemos de lado el vestido, en casos como disfraz, que hoy estilan usar muchos- no creo que sea muy fluido. Más bien de sordos

Es lo natural, se trata de dirigencias y partidos coaligados de un lado y del otro, con ideas y filosofías incompatibles, casi. El presidente del FA lo reitera cada vez que tiene ocasión, en el sentido de que su visión y su idea de lo que hay que hacer son totalmente distintas a las del gobierno. ¿Y sobre qué van a dialogar? ¿Y para qué? No se pusieron de acuerdo en tiempo de emergencias en si cuarentena o libertad controlada ni en que vacunas, difícil que logren algo en materia de políticas económicas o sobre seguridad y el papel que debe cumplir la policía o sobre cómo y quiénes manejan la enseñanza.

Acuerdos nacionales: ¿la seguridad social? Puede ser. Visiones muy diferentes.  No va a ser fácil, ni lindo, creo.

 

¿Objetivos comunes? Por Gonzalo Pérez del Castillo

Los países que logran avanzar y desarrollarse son aquellos en los que la población, toda ella, comparte objetivos comunes. Por ejemplo: los uruguayos, salvo algunos trasnochados, compartimos que el mejor sistema político de gobierno es el democrático representativo republicano. Lo creemos de veras porque viene de nuestra historia, lo vivimos con convicción y actuamos en consecuencia. Ello nos diferencia de muchos países latinoamericanos.

En materia de desarrollo económico y social los uruguayos carecemos de ese objetivo común y llevamos años a los tumbos. No nos ponemos de acuerdo sobre cuál de los modelos económicos foráneos (los políticos también lo son) debemos imitar o perseguir.

El “país objetivo” que tiene la coalición multicolor es fácil de discernir. Puede ser cualquiera de las democracias plenas y económicamente exitosas que quedan en el mundo occidental.

El “país objetivo” del Frente Amplio actual con aplastante mayoría del MPP y del Partido Comunista y una dirigencia copada, ya sin disimulos, por el PIT-CNT no queda claro. No excluye de sus referentes a la Cuba actual, la Nicaragua de Ortega, la Venezuela de Maduro, la Rusia de Putin o el peronismo de Fernández o de los Kirchner.

En 2019 el pueblo uruguayo se pronunció a favor de la propuesta de la coalición multicolor. En dos años todo cambió en el mundo, y en el Uruguay, pero las preferencias del electorado se mantuvieron igual.

El referéndum promovido por las gremiales de ANCAP y de la educación fue refutado y en definitiva sólo representó una lamentable pérdida de tiempo y de oportunidades para el país entero. Un eficaz palo en la rueda que el pueblo rechazó mayoritariamente.

¿Es viable en estas circunstancias lograr acuerdos nacionales para los muy variados desafíos que el país aún enfrenta? Por supuesto que sí.

En temas como la reforma del Estado, de la seguridad social o de la política internacional es deseable que existan ámbitos donde se puede llegar a diseñar y adoptar, entre todos, políticas de Estado. Si el FA considera que el parlamento, por contar con mayorías simples de la coalición multicolor, no es el lugar adecuado y suficiente para dirimir estas cuestiones habría que escuchar su propuesta alternativa o complementaria.

En todas aquellas reformas que propuso la LUC referidas a la reforma educativa, la seguridad pública, las adopciones etc. hay que recuperar el tiempo perdido y proceder, ahora sí, con decisión firme. ¡No más contemplaciones de intereses corporativos!

Debe permitirse que la coalición desarrolle el programa de trabajo al que se comprometió con la ciudadanía y que esta aprobó y ahora reconfirmó mayoritariamente.

El pueblo uruguayo habló. En 2024 le corresponderá nuevamente juzgar y pronunciarse. ¡Adelante!

 

¡Ahora a gobernar! Por Celina McCall

A la pregunta de Voces, me gustaría responder: (1) ahora se va a poder gobernar y priorizar los cambios que el país necesita y son impostergables; (2) nos quedaremos tranquilos por un tiempo mientras cada partido decide qué hacer en el futuro y dibujan sus diferentes estrategias; (3) esperamos tener por lo menos un año de paz sin mayores zozobras.

¡Qué esperanza!  Sacan pecho y dicen que son la mitad del país y tienen que ser escuchados Y que perdieron pero ganaron…  La campaña hacia el 2025 ya empezó y no nos dará un minuto de sosiego.  Por lo menos a los que estamos dentro de esa pecera llamada redes sociales.  Hay otros, una mayoría silenciosa, que lo único que quiere es sacar a su familia adelante… y espera que ¡finalmente! la rueda se empiece a mover…

Ya se perdió mucho tiempo.  Dos años pueden no significar nada en la historia de un país, pero generalmente son los dos principales años de un gobierno.  Es cuando habitualmente lo dejan ser. La tentativa de ponerlo en jaque  a través del referéndum, mal llamado de democracia directa, por parte del movimiento sindical no les funcionó, pero paralizó al país en lo que sería su mejor momento.  Si uno se pone a pensar, no fueron dos años cualesquiera.  Fueron años marcados por la peor pandemia mundial que hayamos conocido y ahora por una canallesca guerra contra Ucrania, que está poniendo también en jaque a la gobernanza mundial.  Entonces la bravuconada inútil nos quitó tiempo y mucho dinero (ese que reclaman no darles a los más desposeídos) pero los visibilizó y puso en la carrera presidencial y esa era en definitiva la intención que tenían.  Volver al poder que no se conforman haber perdido. Por eso mayor la infamia.

Pero no todo ha sido negativo en este proceso.  Caretas han caído.  Quedó obvio que el Frente Amplio ha sido devorado por la central sindical.  La noche de la no aceptación de la derrota fue emitida desde la central de los trabajadores y no había ni un solo dirigente frenteamplista alrededor.  Si esa no es una señal de alerta para “la otra mitad del país” no sé cuál sería.  Y si ahora, ya sin obstáculos, el gobierno no cumple las reformas que prometió, el poco capital que aún tienen los políticos en este país se va a esfumar.   Y entonces… ¡sálvese quien pueda!

Y cuanto a los acuerdos nacionales, la izquierda nunca tuvo ni tendrá mucha voluntad de dialogar.  Siempre trata de imponer su forma bastante anquilosada de pensar.  Y vale recordar a Jean-Jacques Rousseau: “La resolución de los asuntos se vuelve más lenta a medida que se encarga de ellos mayor número de personas”.  El lugar para dialogar es el Parlamento.  Espero lo entiendan de una vez. Pues ahora tenemos prisa.

 

El tiro en el pie por Rodrigo da Oliveira

Eso presuponían que podía llegar a ser el hecho de acompañar este referéndum si fallaba, y así sucedió, los dirigentes del Frente Amplio frente a la propuesta de algunos sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, encabezados por Fucvam y Fancap. Luego de haber votado en Cámara muchos de los artículos de la LUC se vieron en la encrucijada de jugarse en contra del todo, tal fue la primera propuesta (llevada adelante por Adeom), o parte de la citada ley. Se discutió que fueran treinta y se decidió que se impulsara la derogación de estos ciento treinta y cinco, finalmente fueron refrendados este veintisiete de marzo pasado por parte de la ciudadanía.

Costosa electoralmente fue esta cuarta derrota seguida por parte de la dirigencia frenteamplista. Perdieron octubre de 2019, noviembre de 2019, tres de las seis intendencias que tenían y ahora esta convocatoria.

Convocatoria que, bajo la cobertura de discutir artículos «inconvenientes para el pueblo», transformaron en una elección de medio término intentando menguar el apoyo de la ciudadanía al gobierno y dejarlo mal posicionado para la segunda mitad del período en curso. Tan costosa fue la derrota que en la conferencia dada por el comando del SI al cierre de las urnas y ya con una tendencia visible, marcada e irrebatible, no había un solo dirigente político de los que en primera línea estuvieron apoyando la propuesta de derogar. Era el sindicalismo radical del PIT y Fernando Pereira, no se sabe bien si en calidad de presidente del FA o de presidente salido del PIT. Inclino por lo segundo, pero eso es opinión y no dato.

Nadie de la primera línea de la oposición se hizo presente en ese estrado, así fuere para acompañar a los militantes que dejaron su esfuerzo y dedicación para juntar firmas primero y trabajar en la elección después. Otra derrota huérfana de padres políticos. Y van…

Pereira, para no ser quedarse corto y dando un discurso de barricada propio de hace cincuenta años, emplazó al gobierno a instalar mesas de diálogo y no sé qué otras cosas, enancado en la novedosa conclusión de la cantidad de votos alcanzados por la opción SI. Noventa mil votos dejó de convocar la actual oposición entre noviembre de 2019 y marzo de 2022. Lejos de enterarse de este hecho y, en una pirueta dialéctica que debemos reconocerle ingeniosa, pasó a sostener que debían darse instancias de convocatoria a las mesas citadas. ¿Desconoce Pereira que vivimos en un país con una democracia representativa y que el ámbito natural de propuestas, debates, alcance de acuerdos y legislación consiguiente, es el Parlamento? ¿O pretende gobernar por Asambleas, de ahora en más? Entendemos que no le guste estrenar cargo con un choque frontal del tipo perdedor, pero es necesario situarse en la realidad electoral del país y aceptar que están fuera de la administración, que los votantes eligieron otra cosa y que es cada cinco años que se puede cambiar de rumbo. Le quedan tres para aceptar dicha realidad, barajar y dar de nuevo.

Desde el lado de la actual administración y la coalición que la integra, las cosas aparentan estar más asentadas. Y ello implica también que, a pesar de que los números no fueron nada malos, que la ciudadanía no acompañó la derogación de esos artículos y que se vio claramente sustentada por un importante apoyo en votos, no todo son aplausos y vítores.

Es necesario acelerar el ritmo de las reformas para las cuales fue mandatado este elenco y entender las claras e importantes necesidades que hoy posee un sector de la población, integrado en su mayoría por niños y adolescentes, que no la están pasando nada bien. Varios fueron los dirigentes que se pronunciaron en este sentido y ello debe ser tomado como una buena señal, de captar que hay muestras de reales disconformidades públicas y que no hay lugar para errores ni cambios de rumbo respecto a aquello para lo que fueron votados. Sus electores entendieron que la pandemia fue y sigue siendo un enorme obstáculo inesperado, que la actual guerra ha trastocado de manera importante algunas cuestiones relativas sobre todo a precios de algunos insumos básicos y que además el proceso inflacionario que se da hoy a nivel mundial hace difícil que se puedan manejar determinados factores, dadas las dimensiones de nuestro país y su dependencia de variables externas.

Pero no hay lugar para excusas, sino una exigencia legítima de ideas y soluciones, de ingenio y de salidas. Para seguir oyendo autocomplacencias, se seguía con lo que había, que en materia de discursos vacíos son expertos.

En resultados, algo menos, visto lo visto.

El resultado electoral del domingo fue un espaldarazo al gobierno, un refrendar posiciones, a la par de un llamado de atención y así debe ser leído, so pena de pagar cara la soberbia, en elecciones venideras. Se le reconoce la gran gestión sanitaria, el sostén del aparato productivo y la coherencia del proyecto presentado en noviembre 2019, la LUC es un ejemplo de ello.

Habrá una segunda luna de miel ahora, con sus votantes. Luego, vendrá la reforma jubilatoria, el énfasis en lo educativo, la profundización en materia de seguridad y la búsqueda imperiosa de resultados económicos tangibles para los de a pie, más allá de los buenos números macroeconómicos alcanzados. De ello dependerá la aprobación de la gestión y la eventualidad de la continuidad de un proceso que no debe basarse en el camino recorrido, sino en los resultados alcanzados.

Lo otro, es mediocridad. Y de ello estamos hartos.

 

Volver a ganar por Gonzalo Maciel

El 27 de marzo se realizó un referéndum por el cual se pretendían derogar 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, para eso sus promotores debían obtener el 50 más uno de los votos válidos. Los convocantes no alcanzaron ese número, quedando ratificados los 135 artículos y por ende la LUC ratificada en su totalidad.

Empecemos por el análisis más sencillo, no por sencillo deja de ser válido. El Frente Amplio y el PitCnt pidieron el voto para derogar determinados artículos, la mayoría voto NO derogarlos, por lo tanto la oposición perdió y el gobierno ganó.

Ahora hilemos más fino, la oposición tenía varios objetivos. El primero, reactivar la militancia y volverla a motivar, objetivo cumplido. El segundo, plebiscitar la gestión de gobierno, pandemia y guerra en Ucrania mediante, el gobierno retiene apoyo de más de la mitad de la población, objetivo no cumplido. El tercero, plebiscitar la gestión de Luis Lacalle que además en la recta final le puso cara a la defensa de la LUC, el presidente sigue con niveles de aprobación superiores al 50%, objetivo no cumplido. El cuarto y último, derogar los 135 artículos, objetivo no logrado.

Si hacemos un balance de esos objetivos, claramente los perdedores del domingo son el Frente Amplio y el PitCnt.

Ahora vayamos al día después, el Frente pidió una mesa de dialogo. ¿El Frente que pide dialogo, es el de la campaña basada en mentiras y el de las denuncias falsas? A ese Frente le debemos decir, no hay cogobierno y que el dialogo fue y es una característica del actual Presidente de la Republica. Y que el dialogo se debe dar en el Parlamento, de hecho, la LUC es hija del dialogo parlamentario.

Y para cerrar debemos sacar cuatro conclusiones que como gobierno y coalición deberíamos tener en cuenta.

Dialogo existió y existirá, esa es la impronta de Luis Lacalle, al punto que fue él quien llamo a Pereyra la noche del domingo, aunque este no lo atendió.

Que la coalición en dos años le gana dos elecciones al Frente Amplio, la de noviembre de 2019 y la del 27 de marzo de 2022. Y que mantiene un caudal electoral similar al del balotaje de 2019.

Que debe haber una consolidación de la coalición y seguir madurando como tal, para así tener oportunidad de repetir en 2024.

Y la última conclusión, debemos mirar de reojo la pequeña diferencia electoral que sigue habiendo entre un bloque y otro. Esa diferencia nos dice que debemos acelerar y concretar lo prometido en campaña y lo prometido durante estos dos años. Y sobre todo, debemos abandonar algunos dogmatismos para hacer lo que dijo Luis Lacalle, que al final del periodo, los uruguayos vivan un poco mejor.

 

Las luces del mañana se encienden hoy por Fernando Pioli

El resultado de la consulta popular obviamente resultó en un respaldo a la voluntad del gobierno, que utilizó un recurso legal controvertido para encauzar su gestión de manera temprana. Pero este respaldo tiene matices, porque fue limitado y distó mucho de los números que se han manejado como simpatía por la gestión del Presidente.

No deja de resultar ofensiva a la inteligencia, o cuando menos a los ojos, esta discrepancia pobremente explicada. ¿De dónde sale ese respaldo de más del 60% que vemos en los informativos en sesudos informes de empresas encuestadoras que se atrincheran en galones obtenidos en diversas instituciones académicas? Porque ahora que tuvimos una consulta electoral que debía refrendar ese respaldo nos encontramos que casi la mitad de los concurrentes dijeron que no era para tanto.

En este referendo el gobierno tuvo una serie de ventajas, más minutos en los medios masivos y el trato amable de la mayoría del periodismo al que acceden las mayorías populares. Trato que no disfrutaron los promotores del Sí, que a veces debían polemizar con los entrevistadores. Sin embargo, el mensaje del gobierno no caló hondo en ningún nicho generacional, ni siquiera pudo llegar al 60 % en los sectores de edad más avanzados donde era más probable que obtuviera éxito por afinidad partidaria. En el otro extremo hubo un alineamiento muy fuerte entre la juventud y la oposición. Una vez más, ¿de dónde sale ese respaldo de más del 60 % de la población a la gestión del gobierno? Porque para encontrarlo en este referendo hay que ir a Rivera o a Carrasco y pocos lugares más.

La oposición, si bien derrotada, encuentra en este resultado una imagen que le resulta alentadora. Si a pesar de todas las dificultades lograron poner en un aprieto al gobierno, resulta que su músculo político no está tan atrofiado. La ausente autocrítica que ha caracterizado a la izquierda, cuando no negación de la realidad, le ha impedido captar con claridad qué es lo que le ha hecho perder la elección. Pero el asunto es que este referendo ha sido una oportunidad para recibir un mensaje del electorado, los votos están y hay que ir a buscarlos. Hoy el asunto es más quién y cómo los va a ir a buscar, porque si va la misma gente que fue en 2019 no los va a encontrar por más que vaya al lugar correcto.

 

Algunas reflexiones por Juan Pablo Grandal

La campaña relacionada a la derogación, o no, de 135 artículos de la LUC ha finalizado. Esto parece ser un punto de inflexión fundamental en este período de gobierno, un antes y después. Entre todas las reacciones que he visto desde el domingo a la fecha, hay muchos que consideran (en mi opinión, correctamente) a este referéndum como una especie de elección de medio término. Nuestro régimen electoral no incorpora elecciones de medio término; en mi opinión, por suerte no lo hace, ya que tienden a jugar un rol desestabilizador para cualquier gobierno, teniendo como consecuencia que el período en que un gobierno puede efectivamente gobernar se reduce a la mitad de su mandato. Esto se debe a que generalmente las elecciones de medio término son negativas para el oficialismo y se ve un fortalecimiento de los sectores de oposición. Esto claramente no sucedió en nuestro país.

Tengo clara una de las principales críticas que se puede hacer a mi razonamiento: esta no era una elección de medio término, era un referéndum relativo a una ley puntual, no un referéndum a favor o en contra del gobierno. Esto es objetivamente cierto, pero, de todas maneras, tanto el sentido común como las estadísticas electorales dictan que detrás la discusión sobre la LUC lo que subyacía era un apoyo o no al actual gobierno, y que esta fue la principal motivación del electorado.

Y aquí vale la pena repasar no solamente el hecho de que las elecciones de medio término tienden a ser perjudiciales para el oficialismo: también se debe entender el contexto. 2 años de pandemia, crisis socioeconómica consecuencia de esta, actualmente una guerra fratricida en Europa cuyas consecuencias últimas aún no tenemos claras. La inestabilidad se ha adueñado de buena parte del planeta. Y aún en estas condiciones, la oposición no pudo derrotar al gobierno. Subió mínimamente su apoyo en comparación con noviembre del 2019, pero más nada. Es cierto que tampoco es una gran victoria para un gobierno que disfruta de índices de aprobación mucho más altos en comparación con los votos a favor del No del pasado domingo; pero visto el contexto, creo que el oficialismo puede respirar tranquilo, ya que su agenda fue respaldada electoralmente.

Desde el punto de vista del Frente Amplio, he dicho en columnas anteriores que la principal consecuencia positiva que podría tener la campaña de recolección de firmas además de la referida específicamente al referéndum, era movilizar a sus bases militantes, que venían bastante golpeadas después de la derrota del 2019 y un magro desempeño en 2020, además de mostrar dificultades en volver a acomodarse en el rol de oposición tras 15 años de gobierno. En ese sentido el objetivo fue claramente logrado, el despliegue militante fue importante y muy visible. Pero, de todas formas, la incapacidad de derrotar al gobierno en una contienda electoral, en un contexto en que alrededor del mundo casi todos los oficialismos están sufriendo derrotas electorales, deja poco lugar para la épica de la derrota. Se valora el esfuerzo, se estuvo cerca, pero es una derrota, lisa y llanamente. Cuanto antes lo entienda el Frente Amplio, mejor para ellos.

Un tema que me interesaría tocar antes de finalizar, ya que debería preocuparnos a todos, es el discurso polarizador que se ha escuchado en estos últimos días. Me refiero principalmente a un discurso constante en algunos medios de comunicación sobre la existencia de una supuesta “grieta” en nuestro país. Por suerte en la realidad dicha grieta no existe, más allá de que existe gran diversidad ideológica en nuestra sociedad. Pero gracias a Dios, en nuestro país la mayoría de nosotros convivimos a diario con gente que piensa y vota distinto, sea entre nuestras familias, amistades, trabajos o lugares de estudio, sin ningún inconveniente. Esa grieta solo existe en una minoría ultra-ideologizada que por suerte es muy minoritaria (aunque a veces sus discursos reciben altavoces). Me preocupa entonces que se apele constantemente a este concepto falso e imaginario de “grieta”, casi como una expresión de deseo. ¿Por qué se podría desear la existencia de una grieta social causada por la política partidaria? Ojalá pudiera responder esta pregunta.

En este sentido, quiero destacar los comentarios del Senador Manini Ríos. El líder de Cabildo Abierto habló de promover la concordia, de superar nuestras diferencias político-partidarias para afrontar juntos los grandes problemas que aquejan a nuestro país y particularmente a los más vulnerables (y que lo aquejarían ganara el No o el Sí) y los desafíos que se vienen a futuro. El discurso disolvente de los lazos sociales y que promueve el enfrentamiento entre compatriotas debe ser combatido, y recordar nuestra pertenencia a una misma comunidad más allá de diferencias político-partidarias o ideológicas, es fundamental. No solo porque es ético, sino porque es cierto.

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