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Réquiem por Fructuoso por Luis Nieto

Réquiem por Fructuoso por Luis Nieto
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A las 8 de la noche del 14 julio de 1972 fue detenido Simón Berreta Hernández, alias Fructuoso, por una patrulla militar del  Grupo de Artillería Nro. 1, en Casavalle y Coronel Raíz. Fructuoso pertenecía al M.L.N. Sólo pudieron retenerlo durante poco menos de 8 horas.

Eran tiempos muy difíciles para el Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), estaba sufriendo una derrota que, era el preludio de su destrucción.

Simón Berreta había pertenecido a la Dirección del M.L.N. Su nombre no era conocido por las Fuerzas Conjuntas. Como dirigente bancario, en Juan Lacaze, tenía notoriedad local, pero antes de que su situación lo llevase a pasar a la clandestinidad se trasladó a Montevideo, donde en agosto de 1970, después de la caída de la Dirección ocupa un lugar en el Ejecutiva Nacional. Estuvo vinculado a muchas de las acciones armadas que llevó adelante el M.L.N., como el secuestro de Mitrione, el asalto al cuartel de la Marina, el copamiento de la ciudad de Pando. Tenía un conocimiento muy directo de todo lo que se hizo antes y después de agosto de 1970.

Es difícil tener amigos en una organización clandestina, donde los datos personales, incluyendo el nombre, están vedados divulgar. Con Fructuoso terminamos siendo amigos. A raíz de nuestra oposición al Plan Cacao los dos fuimos a parar a un grupo de acción y, posteriormente, a la Columna 7. Algunos domingos de mañana actuábamos como simples ciudadanos, ninguno de los dos éramos clandestinos. Solíamos encontrarnos en el café Mera, de 8 de Octubre y Garibaldi, a tomar algún copetín, y a hablar de nuestras vidas. Le hubiera gustado tener un hijo, su compañera vivía en Juan Lacaze, él militaba en Montevideo. Por fin pudo arreglar para tener una vida más normal con su compañera, y cuando yo ya estaba preso me enteré que esperaban un hijo, o una hija, quién podía saber.

La noticia de su detención y su muerte me llegaron cuando me trasladaron al cuartel Florida. Recién estaban atando cabos de quién era, verdaderamente, aquel que habían detenido en Casavalle y Coronel Raíz. En un barracón atestado de presos, me contaron cómo había sucedido.

Él era consciente que sabía mucho. Por ejemplo, a quién le entregaba las libras esterlinas para cambiarlas por dólares o pesos. Conocía y trataba con varios de los policías y militares que  colaboraban con el M.L.N. Era el encargado de coordinar los traslados de clandestinos al interior por medio de un parlamentario que sólo ponía una condición: que no fuesen armados. Cuando cae preso todo eso estaba dentro de su cabeza, no había forma de borrarlo, salvo por medio de la muerte. Lo torturaron y se inventó un par de domicilios que, supuestamente, actuaban como locales clandestinos del M.L.N. El ejército no sabía en el momento de su captura nada de Fructuoso. Lo detuvieron a las 8 de la noche, de madrugada lo llevaron a esas dos casas. La primera estaba vacía, él lo sabía. Según el informe que el Tte. Cnel. Alfredo Rubio eleva al jefe de la Región Militar 1, Fructuoso pide para ir a la segunda casa porque no estaba seguro de cuál era. El Tte. 1ro. Sergio Velazco Villanueva, le da la orden a los soldados que lo acompañan que si intenta escapar le disparen. Cuando caminaban hacia el presunto local del M.L.N., Fructuoso le da una  patada a uno y un empujón al otro soldado, comenzando a correr, alcanzando a doblar una esquina. Según el informe del jefe de la unidad, Velazco efectúa un tiro al aire, y el soldado Leonardo Vidal dispara una ráfaga de subametralladora, que hiere con dos tiros a Fructuoso. ¿Habrá tirado al aire el teniente Velazco?  Eran las 3.50 de la madrugada del 15 de julio de 1972. No llegó a estar 8 horas preso.

Fructuoso sabía que la única forma de no decir nada era muriendo. Fue su decisión, estando esposado no podía sacarle mucha ventaja a una patrulla de 6, integrada por 2 tenientes, 2 cabos y 2 soldados, todos armados.

La decisión del fiscal Ricardo Perciballe de procesar al soldado que lo mató, y la respuesta del ministro García seguirán su curso, al margen de lo que pasó aquella noche a un hombre joven, común, un bancario como tantos, que había optado por la lucha armada. Otra vida valiosa sacrificada por el accionar de una guerrilla innecesaria, de la que Simón Berreta formó parte, como tantos otros, que entregamos nuestros mejores años a una lucha equivocada.

Según testimonios de quienes estaban allí esa madrugada de julio, Fructuoso gritaba mientras corría: “Déjenme ir, no quiero volver”. Había vivido años entre la vida y la muerte, ya no era el miedo el que lo aconsejaba.

El Estatuto de Roma tipifica detalladamente los crímenes de lesa humanidad. Y si ese soldado que apretó el gatillo en cumplimiento de una orden está incluido en ellos, también los  que estaban en el cuartel haciendo el resto del trabajo. El Art. 22 del Título II está referido a la tortura. En todos los cuarteles de este país se torturó, y si el fiscal Perciballe quiere hacer bien su trabajo debe continuar investigando a todos los que revistaban 48 años atrás. El expresidente Mujica, al opinar sobre el tema, afirmó que “el soldado tiene responsabilidad, porque hay órdenes que no se deben obedecer”. ¿Inyectarle 5 cms. de pentotal a un peón de campo está dentro de las que sí se deben obedecer? ¿Matar a un preso común, reclutado por el M.L.N., rompiéndole la cabeza a fierrazos está dentro de las que se tienen que obedecer?

¿Y si seguimos para atrás, a quienes integraron el Escuadrón de la Muerte por qué no se los tocó? ¿Y a los que entraron al domicilio de los Martirena, a sangre y fuego?

Simón Berreta Hernández eligió la muerte antes que la tortura. Réquiem, en latín, significa descanso. Después de una vida breve, pero agitada y azarosa, puede descansar en paz con su conciencia limpia. Tal vez haya salvado algunas vidas y muchos sufrimientos.

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