Home Entrevista Central Romina Andrioli, periodista: El periodismo y el poder están siempre en tensión

Romina Andrioli, periodista: El periodismo y el poder están siempre en tensión

Romina Andrioli, periodista: El periodismo y el poder están siempre en tensión
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Hace tiempo que la veníamos persiguiendo, pero resultó más escurridiza que una anguila y siempre con excelentes excusas. No le gusta exhibirse y es de bajo perfil en las redes sociales, pero se muestra diariamente como una profesional de fuste que se destaca en la medianía de nuestros medios. Para mí es una de las mejores periodistas de nuestro país y esta entrevista era ineludible.

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López
Perfil:
Nació en Montevideo, hace treinta y siete años. Fue la hija única de un contador y una maestra. Estudió periodismo en la Universidad Católica. Está casada con Iván, y tiene dos hijos: Valentín y Milena. Trabajó en Crónicas, Búsqueda y Nuevo Siglo y en la actualidad es coconductora de En Perspectiva e integra Subrayado de Canal 10.

¿Te definís como periodista?
Sí, ¿si no?
Como paleontóloga nunca más.
No, no.
¿De dónde salió eso?
Yo qué sé, de niña. ¿Viste el nene que quiere ser piloto o astronauta? Pero fue muy fugaz. Después siempre me vi para el periodismo.
¿Había alguien en tu familia?
No. Es más, mi viejo es contador y la gente siempre me decía que fuera para ahí. La típica. Pero mis padres siempre me dieron absoluta libertad. En casa se compraba el diario, y yo me acostaba con el diario y la radio, y mirando la tele. Me encantaba. No tenía duda. Aunque después dudé, por la típica, cuando te dicen que por qué no vas a hacer lo que hizo tu viejo. Pero él siempre me apoyó. Descubrí que era un periodista frustrado, quizás. Siempre le gustó mi carrera, y a mi madre también.
¿Quién te marcó en la Católica?
Tomás Linn.
Todo el mundo habla de Tomás Linn. ¿Era tan bueno?
Con Tomás tenía las materias de Dilemas Profesionales, Periodismo Escrito. A Barret Puig lo tuve en los primeros años, y también tengo de él preciosos recuerdos. Me inclinaba para periodismo escrito, era donde me veía.
Y lo ejerciste.
Sí, empecé ahí, en Crónicas, en una pasantía en la sección economía. Precisaban a alguien, y se dio.
Y te metiste a estudiar Economía.
Empecé a hacer los típicos cursos de economía para no economistas. Me parecía interesante. Y veía un campo en la especialización. Tenía ese desafío. También me gustó siempre ir por otros lados. Esos años de periodismo económico me encantaron. De hecho, mis tres años y medio en Búsqueda fueron básicamente en periodismo económico, con alguna otra cosa más social, porque ya me gustaba la política. Tuvo su desafío, porque era una gurisa cuando arranqué, tenía 21 años. Lo primero que me tocó ir a cubrir fue la cancelación con el Fondo Monetario Internacional. Me quería morir. Crónicas cerraba los jueves, y me llamaron un lunes o un martes para que arrancara. Y la primera cobertura fue un jueves de tarde, con esa noticia, en la residencia de Suárez y Reyes. Tenía de jefe a Ricardo Díaz Lladó, un crack, que me tenía muchísima paciencia y me enseñaba muchísimo. Pero claro, fue un inconsciente. Creo que salí llorando de ahí, pensando que eso no era lo mío, y con el pánico de tener que volver al semanario con los tiempos de cierre apretados. Me hizo hacer la nota, pero él ya la tenía armada. Fue como una prueba de fuego. Estuvo salado como primera experiencia. Pero desde ahí me encantó, y fui aprendiendo más. Me empezó a gustar el periodismo económico, el tratar de entender los temas económicos. En Búsqueda me pasó algo parecido. Llegué y me mandaron a cubrir bancos y AFAP, el sistema previsional. Me quería morir. Tuve que empezar a estudiar de cero el sistema previsional. Claro, agarraba una especialización muy de nicho. En ese momento se trabajaba mucho así, todavía. Pero me encantó, fue una preciosa experiencia. Después pasó el tiempo y me salió la posibilidad de En Perspectiva, y me gustó la idea de cambiar. Empecé en producción.
Y luego pasaste al aire. ¿Te sigue gustando lo escrito?
Me encanta, y es como la base.
Lo practicás poco.
Sí.
Y cuando lo hacés, lo hacés regular.
Sos malo. Me estás cobrando la columna que hice para Voces. Me gusta, me encanta, te da una base, una formación. La hoja en blanco, el ordenar ideas, el conceptualizar lo que querés. Pero son etapas.
También tuviste tu período de tele, con Nuevo Siglo. Fueron varios programas, durante mucho tiempo. Ahí era política pura.
Era política pura. Ahí hice un salto. Estando en la producción de En Perspectiva un día tenía que hacer la nota económica, al otro la política, al otro la científica, y al otro día la de arquitectura. Me abría la cabeza permanentemente, lo mismo que me pasa hoy haciendo las notas yo. En Nuevo Siglo era un programa de debate, A las pruebas me remito, donde cambiaba el relojito.
Era bueno.
Me encantaba. Era un programa bien de nicho, con una lógica de otros tiempos y no de televisión abierta. Se respetaba mucho que los tiempos fueran equitativos. Como programa de debate funcionó mucho. Había muy buenas ideas, muy buen nivel de debate. Teníamos todo tipo de debate, pero en general eran discusiones políticas. Entendían que tenían que ir preparados, porque era desafiante. El nivel de intercambio estaba bueno, había diálogo. No era el clima de crispación que después ves afuera. No sé cómo sería ese backstage si lo hiciese ahora. Pero en aquel momento nos permitía tener esa realidad política que no la captás viéndola de afuera.
¿Qué tan importante es que los políticos te vean como un interlocutor válido? Que sepan que no pueden tirar cualquier bolazo.
Es fundamental que sepan que no les vas a levantar centros y que respeten el espacio que les das, en el sentido de que no vayan a payar. Eso lo ganás con credibilidad, estudiando los temas, siendo incisivo cuando corresponde serlo, y profundizar y no quedarte con lo superficial. Eso hace que el público lo valore cuando hay una entrevista en la que se dicen cosas importantes. Pero sobre todo es importante el respeto al periodista, el no ir a talentear. Que sepan que te van a agarrar bien parado, que sabés dónde preguntar.
¿Se crispan mucho?
Hay de todo. Hay algunos políticos que entienden mucho el rol del periodista y son súper respetuosos. Sí, se calientan con las preguntas, pero entienden tu rol y lo respetan. Luego está el otro, al que de repente lo agarrás en un mal día y se calienta si le hacés una pregunta que lo deja en offside.
Y piensa que le hiciste una zancadilla.
Me pasó de todo. A veces con el diario del lunes pensás: “No le dejé pasar una”, cuando marcás, marcás y marcás. Alguna vez, al día siguiente, tuve que llamar a un entrevistado para pedirle el dato, y pensar que no me iba a atender. Pero me atendieron impecable, entendiendo perfectamente el rol. Pero también me ha pasado que no lo entiendan, que no entiendan que tenés una visión independiente y no milites. Eso siempre es un desafío.
En esto la credibilidad es clave.
Totalmente.
Cuando la perdés, marchás.
Sí, porque es tu carita y es tu mayor valor como periodista. Si dejás de ser creíble, el público no va a recurrir a vos, no vas a ser un lugar de lectura, de consulta, donde los oyentes sintonicen y te escuchen. La credibilidad es fundamental. Construirla es difícil, y la podés perder enseguida. Por eso tenés que rendir pruebas permanentemente. Es tu carta de presentación, el sello del periodista. Hoy en día eso pesa mucho.
¿Hay periodismo independiente, en serio?
Creo que sí.
Es la escuela que aprendiste en Búsqueda.
Sabía que me ibas a decir eso. Sin duda, creo que sí. El periodismo no es objetivo, y eso se sabe. Somos subjetivos, somos seres humanos. Pero uno aspira a presentar las noticias de la forma más independiente posible. Creo que sí, que hay periodismo independiente. Podemos discutir sobre la calidad, sobre los recursos que hay para hacer periodismo. Eso también incide. Hay veces en que se dice que no se investiga. Le pasa a medios en todas partes del mundo. Es cierto que los recursos son escasos, que los periodistas están sobreexigidos, y que a veces no tienen tiempo para profundizar en los temas de la forma en que les gustaría hacerlo. También incide la lógica con la que hoy funcionan los medios, los portales, el ir a cubrir conferencias y hacer tuits.
¿Cuánto marca la agenda el periodismo?
Incide, y creo que sería ingenuo decir que no.
Hablo del periodismo profesional, no de las redes sociales, que también marcan agenda, pero quizás de otra forma.
Hoy en día, la diversidad y multiplicidad de medios y canales de comunicación que tenemos hace que sea difícil. ¿Quién marca la agenda? Si te pregunto cuáles son las tres noticias del día, va a haber días en que tres o cuatro periodistas vamos a coincidir, y otros días va a estar más complicado. Antes era más fácil tener ese panorama. Antes iba a la cinco de la mañana a la radio, leía los diarios y tenía un panorama donde sabía que estaba todo. Hoy en día, no. Hoy tengo que hacer eso y también estar con un ojo en qué está pasando en Twitter, sin caer en ese tupper, y tengo que ver los noticieros, y estar atenta a los mensajes que nos mandan los oyentes. Hoy es más difícil ver cómo se marca la agenda, incluso en la dinámica de los propios medios. ¿Quién marca hoy la agenda? No lo sé. Está muy difusa la cosa. A veces hay dos noticias que son bomba y hay claridad al respecto de que son el tema del día, y hay veces en que no y la cosa está mucho más entreverada. En eso supongo que inciden las redes sociales.
¿No hay una especie de seguidismo, en el que surge un tema y todo el mundo se enloquece con eso, aunque a veces sea bastante intrascendente? A veces lo banal ocupa un lugar bastante importante en la agenda pública.
Sí, puede ser.
¿Somos responsables de eso? Jugátela.
Si fuera sencillo… A mí me gusta el periodismo para complicarme, y para que no haya un manual de estilo, que diga qué es importante para la gente y qué no. Depende de las elecciones que haga el medio en cuanto a su dinámica e identidad. Capaz en un noticiero tenés que poner contenidos mucho más diversos, con temas más variados. Si sos un programa matutino, vas a marcar tu cancha en determinado rango, y más o menos algún día podrás salirte un poco de tema. En En Perspectiva tratamos de salirnos un poco.
A veces están totalmente fuera de agenda.
Lo intentamos.
Con temas que los escuchás nada más que ahí.
El periodismo explicativo cumple un rol fundamental. Ni que hablar del periodismo de investigación e independiente. Pero el explicativo te para en el lugar, te permite entender nuevas tendencias, ver para dónde va el mundo. Yo hice una mesa de filósofos con el chat GPT. ¿Tenemos idea de adónde va eso? La semana pasada hice una entrevista con un español que tiene una empresa que se está especializando en recrear voces. Está salado. Capaz dentro de un par de años los titulares no los voy a leer yo o Emiliano Cotelo, sino una voz que recrea las nuestras.
¿Cómo hacés para pasar de un tema a otro en un mismo día? De la tertulia sobre política nacional a la mesa de filósofos o la mesa verde.
Es lo que más me gusta.
Es bravo.
Es un sello de Emiliano el decir: “Miremos para otros lados”. A veces está la discusión, a las ocho de la mañana, sobre qué quiere escuchar la gente. ¿Temas de actualidad caliente sobre lo que pasó ayer? ¿O cada tanto está bueno mechar otras cosas? En la Segunda Mañana tengo más flexibilidad. En la tertulia se habla más de actualidad, y lo mismo en la primera entrevista, ya sea de tema político o social. Luego tengo esos respiros, que están buenos. Se trata de estudiar lo máximo que se pueda. Los periodistas tenemos que ser un poco todólogos, en el sentido de abarcar mucho y tratar de profundizar todo lo que se pueda. En mi caso tengo una especialización en economía porque laburé muchos años ahí, y en política porque son los temas que sigo ahora, por el informativo. Si no, la especialización es brava. En un equipo como el nuestro es muy importante la producción, porque las cosas no salen de la nada.
¿Cuántos son?
Tenemos productores netamente para el programa de radio, pero también están los que trabajan más para la web y las redes sociales. Son tres productores periodísticos en el horario de la tarde.
Hacen milagros.
La reunión de producción nos lleva mucho tiempo. Discutimos mucho. En ese sentido, está bueno que haya un espacio de mucha reflexión sobre lo que hacemos. El momento más importante del programa es esa reunión de producción, donde ponemos en común y se juntan los dos equipos, el de la mañana, con Emiliano y yo, y el de la tarde. Ahí se da un intercambio que está bueno, donde quedamos discutiendo sobre el programa que hicimos, viendo qué salió bien y qué salió mal, y qué anduvo y qué no. Somos muy autocríticos, muy de buscarle la vuelta y no conformarnos. Emiliano es muy exigente, se sabe. Muy exigente con el equipo, por supuesto, pero también con él mismo. Siempre lo dice, que siempre empieza criticándose a él mismo. Ahí hay una instancia de mucho intercambio, de cuestionarnos, de dudar. Después empezamos a prever el programa para el día siguiente. Por eso nos lleva lo que nos lleva, una hora y pico. Ahí tenemos que ver los temas que están en la vuelta, si queremos seguir o si queremos ir a otra cosa y no caer en lo obvio, en lo fácil.
No han caído para nada en el infotainment, como muchas radios en el mismo horario que ustedes, con cómicos, diversión. Es otra cosa. ¿Es periodismo el infotainment?
Esos programas también tienen su área periodística pura y dura. Tienen una parte que genera mucho atractivo en la gente, y a veces la gente se informa por ahí, que mezcla más el humor. Es un mix que les funciona. No me animo a decir que es o no es periodismo, en esa línea que es tan delgada. Hay mucha gente que consume la parte de humor y es la forma que tiene de enterarse de las noticias, a través del humor. A veces los periodistas vivimos en un tupper, al pensar que todo el mundo está pendiente de las noticias todo el tiempo. Yo estoy pendiente todo el tiempo de las noticias. De repente me tomo unos días de licencia y escuchás el diálogo del almacenero y ves qué lejos estás de la realidad de mucha gente.
Todos tendemos a tener una pecera propia, en cualquier actividad. También en el periodismo. Para nosotros lo más importante es esto y, mientras, la gente está en otra cosa.
Lo que para vos es un drama, para otros no lo es, como que se te caiga una entrevista central.
Me pasa.
Sabés lo que es. Es un drama. A nosotros nos gusta salir y tratar de no hacer periodismo de escritorio. No hacemos todo lo que nos gustaría, pero intentamos. Me fui a hacer una nota en un asentamiento. Cuando volvía pensaba que la vida se me pasaba en conseguir tal o cual información. Le das otra dimensión. Pero, como decís, pasa en todas las profesiones.
Vemos la realidad a través de una lupa, que podrá ser más amplia o diversa, pero…
Pero a veces está bueno salir, mirar de afuera, conectar con la realidad. El día en que el periodismo pierde ese contacto con la realidad es cuando se come fenómenos, y te quedás sin poder explicar cosas que pasan e impactan en las noticias, sin hacer una lectura correcta de la realidad. Es un equilibrio que tenés que manejar, y no es fácil, porque estamos en esa rosca, y las exigencias de hoy en día te llevan a que no te puedas desconectar. ¿Me voy a ir de vacaciones y no voy a mirar nada por una semana? Quedo fuera del planeta y luego no engancho más. Nunca hay que perderse del todo. No tenemos horario. A veces la gente no lo entiende, pero es así. La reunión de producción termina a las dos y media de la tarde, ¿me voy a tirar para atrás después? No podés. Pero tampoco quiero victimizar el periodismo. Soy una agradecida de poder hacer lo que me gusta. Sacrificado es el que se tiene que levantar a la hora en que yo me levanto para tener que hacer algo que no le gusta. El periodismo es muy vocacional. Si te gusta, lo vas a disfrutar y vas a estar dispuesto a hacer doce horas, porque lo vivís y es tu pasión.
No es por plata, en general.
Usted lo ha dicho.
En todos los medios había periodistas especializados en áreas. Hoy son más multifacéticos, todoterreno. Tenés que ser polivalente.
Sí, jugar en todas las canchas. En la prensa escrita todavía se conserva alguna cosa de área, pero no con ese grado de especialización que supo haber.
Los cronistas parlamentarios desaparecieron, prácticamente.
Sí,
El Parlamento no lo justifica. Antes era otro Parlamento (risas).
La típica, ahora nos ponemos a hablar de que todo tiempo pasado fue mejor. Soy más joven, pero soy de la generación que llegó a vivir el ambiente de redacción. En Búsqueda sigue instalado lo del cierre. Y en Crónicas yo era una gurisa, y cuando se cerraba íbamos al López y Bouza, y ahí era donde se hablaba de periodismo, donde los veteranos te enseñaban.
Había mucho intercambio. Tampoco había escuelas, entonces la escuela era esa.
Sí. Agradezco siempre a aquellos periodistas, como Teddy Álvarez y Ricardo, que era mi jefe en Crónicas. Me editaban las notas, pero explicándome cada una de las cosas. Ojalá yo tuviera ese tiempo hoy para charlar con periodistas más jóvenes. Era ahí donde se cocinaba la cosa, y se respiraba periodismo. Pero hoy en día los gurises jóvenes tienen otras habilidades. Capaz son mucho más vivos. También había periodistas veteranos de la vieja guardia que no tenían vida personal porque estaban totalmente absorbidos, terminando el día a las doce de la noche. Valoro eso, el haber pasado por ese período de transición que me permite todavía tener algo de aquello.
¿Llegaste al ciclo de Arbilla y Paolillo?
Cuando yo empecé, Arbilla ya estaba más como asesor, siempre en la consulta permanente, pero no ya estando en el día a día. A Claudio lo tuve como director mientras estuve en Búsqueda, aunque no como docente, donde todo el mundo resalta que era muy bueno. Era un gran jefe. Yo no llegué a la mudanza, y estaba en la vieja casona de Uruguay y Rondeau. Todo el tiempo al Sorocabana iban periodistas con consultas, con dudas. Claudio siempre fue un referente en esa materia. Tenía mucha capacidad para analizar las cosas y defender el trabajo, aunque te cuestionaba. Teniendo pocas semanas llegó una carta al director en donde me cuestionaban toda una nota. Me llamó Claudio y yo temblaba. Me empezó a preguntar, exigiéndome. Luego terminó escribiendo él una carta, con total respaldo. Tenía eso de respaldarte, pero no a cualquier precio, sino con base firme y cuando estaba seguro. Se prestaba mucho para la charla en los cierres. Yo no era de las áreas que más interactuaban con Claudio, pero era de las periodistas de economía a las que le gustaba quedarse a esas tertulias, que tenían esa magia.
Aprendías.
Aprendías un montón. Hoy me da cierta culpa el no poder transmitir como transmitían ellos. Nos quejamos de los periodistas más jóvenes, pero son hijos de otra realidad.
¿El periodismo uruguayo es muy corporativo?
No me gustan las visiones corporativistas, en ningún caso. Trato de no serlo, de no caer en ese corporativismo fácil. En el periodismo se da mucho cuando los cuestionan, con esa especie de “vamos todos a defender…”.
El honor de las plumas.
Hay de todo. Los periodistas tenemos una gran responsabilidad cuando nos critican. Creo que damos por obvio que todos tienen que saber cómo trabajamos nosotros, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Y la gente no lo sabe, no lo tiene claro. No necesariamente sabe que vos realmente decidiste no militar por ninguna causa y hacer un periodismo independiente. Capaz parte de la culpa, sobre todo cuando nos plantean dudas o hay cuestionamientos hacia el periodismo, tiene que ver con que nosotros hablamos poco de la profesión hacia afuera, y eso hace que se genere mucho mito, también.
Que somos superhombres, que sabemos todo de todo, o que estamos operando.
Los títulos. Cuando sale esa discusión con algún dirigente político le digo que vaya a una redacción a ver cómo es la dinámica. ¿Estaba operando o lo que le dijeron fue que achicara el título? Pasa eso, en general. Creo que tendríamos que hablar o reflexionar más sobre cómo hacemos nuestro trabajo, y cómo es la dinámica en una redacción. Cuando se da la crítica desde el sistema político, hay gente que por suerte entiende mucho el trabajo de los periodistas, y otra que no, que en su cabeza tiene la militancia y piensa que vos te manejás en los mismos términos.
Lo que me rechina es la cuestión de que no se puede criticar nada. No se aceptan críticas de afuera, ni de adentro tampoco.
Desde afuera siempre vas a tener críticas.
Pero parece que somos de cristal.
Hay una sensibilidad.
“Se afecta a libertad de expresión”. ¿Sentís que en Uruguay hay limitaciones a la libertad de expresión?
Esto está bueno verlo en perspectiva. Hace unos meses fui a Alemania a un seminario de periodismo de calidad. Había periodistas de todas partes del mundo. Se buscaba mostrar el valor de la prensa y de la libertad de prensa y del sistema de medios públicos en Alemania. Justo coincidía con la fecha del Día de la Libertad de Prensa. Había periodistas de todas partes del mundo. De Omán, de Rumania, de México. Claro, hacés la presentación y quedás medio como…
Como la mosca blanca.
¿De qué te estás quejando? Sentís que tenés que decir algo para no desentonar, pero comparativamente, en el contexto global… No me gusta cuando surgen distintas informaciones que muestran determinadas situaciones complicadas, pero también tengo claro que el periodismo y el poder siempre están en tensión. El mejor aporte que se le puede hacer a la democracia es que tengas un periodismo independiente. Un día te pegan de un lado y al otro de otro. Lo vemos con las noticias de las últimas semanas y meses. Cuatro años atrás, en la izquierda, con lo de Sendic se decía que se estaban socavando las instituciones democráticas. Y ahora con Astesiano es lo mismo. En definitiva, es eso. El mejor aporte es el periodismo independiente, y a veces tenés que aguantar. Con el tiempo los zapallos se acomodan en el carro. Hoy en día hablamos de cuidar la democracia. El sistema político sabe cuidar la democracia. Si no, mirá para al lado. Yo no quiero tener un periodismo como el de Argentina.
Aunque tiene cosas interesantes, también. Hay debates en televisión como acá no los tenemos nunca. Hay pila de programas que son enfrentamientos con nivel.
Por supuesto, y tenemos un montón para aprender de los argentinos. Lo que pasa es que, para hacerte una composición del escenario, ¿cuánto tenés que leer? Clarín y Página 12 parece que hablan de dos mundos diferentes. Acá no tenemos eso, y ojalá que nunca nos pase.
Parece que estuviéramos con una persecución de la libertad de prensa por unos tuits de unos políticos. ¿Has sentido presión?
Nunca me pasó.
Te tienen miedo, no se animan.
Fuera de broma, nunca trabajé en un lugar donde sintiera esa presión. Ni conozco situaciones así de primera mano. Que las hay, no me extraña. Pero ese es el lugar que tiene CAINFO, el de defender esas cosas y esos límites. Si lo analizás con frialdad, ves que hay cosas que no está bueno que pasen, pero en líneas generales acá los periodistas, por suerte, podemos trabajar con mucha libertad de prensa y de expresión, y más cuando mirás para otros lados. Después tenemos que saber que, si no te gusta la tensión, te tenés que dedicar a otra cosa porque el periodismo es eso, es estar en permanente tensión, en todos los temas, en distintas situaciones. Y no todas las situaciones son equiparables. Si no, sería facilísimo.
La izquierda en el gobierno se quejaba de tener los medios en contra. ¿Lo veías así?
No. Lo bueno del cambio de gobierno es que te permite ver situaciones que de un lado antes se criticaban de una forma y ahora de otra, y al revés. El periodista independiente, que hace su trabajo con responsabilidad de consciencia y se sabe honesto, lo que no quiere decir que no le pueda errar, tiene por trabajo el molestar y poner luz donde no hay. Lo otro no es periodismo, son comunicados de prensa del gobierno. Eso hay que cubrirlo, hay que consignarlo. Cuando nos toca armar el programa lo vemos. Tenés que informar sobre las cosas que se anuncian y se hacen, y también hay otro componente que es el incomodar, el de mostrar, el de llevar luz a donde las cosas no se están haciendo de la mejor manera, o hay algo que no parece del todo transparente, o donde falta información.
¿Ves cambios a nivel de libertad de expresión entre los diferentes gobiernos que ha habido? Empezaste en 2005.
Mi comparación es acotada. Pero Tabaré Vázquez hizo una lista de medios opositores. Ahora Lacalle habla de medios opositores.
Siempre hay medios que molestan.
Ahora la izquierda también sigue siendo crítica de los medios, en otras cosas. Es como la defensora del trabajo de los periodistas. Y lo mismo pasa del otro lado. Cuando se dio el escándalo de Raúl Sendic, los que hoy están en el oficialismo eran los grandes defensores del periodismo, y para ellos ahora somos los que estamos operando. En la causa de Astesiano hay una canal judicial y otro periodístico. El periodismo está cumpliendo su…
Muchas veces por el tema de los clics, o de tener la primicia que marque agenda, se cae en cuestiones muy banales.
Puede ser. No me gusta ser complaciente en eso, y estoy totalmente de acuerdo. Sí, es eso, lo taquillero. Tampoco creo que sea tan adrede. A veces nos distrae, también. Hay cuestiones superfluas que nos distraen. Hay un intercambio de políticos en Twitter que…
A veces se resalta un hecho que no es nada desde el punto de vista informativo. ¿El enfrentamiento rinde, paga?
Y sí. Estamos en una sociedad que está valorizando eso. Después está el trabajo que haga cada uno. En la radio me siento cómoda saliendo de eso, de la fácil. Hay gente que quiere esa polémica y esa crispación a ese nivel. Hay público para todo, y la oferta de medios hace que puedas salir para distintos lados.
¿Tenemos los medios que necesitamos como sociedad? Medios escritos han cerrado muchos.
Cuando yo empecé a estudiar periodismo ya estaban en crisis los medios. Y no salimos de esa. Y siempre vas a escuchar a los medios quejándose. ¿Hace cuánto no se escucha en un medio que alguien se tome una semana para investigar tal tema? Sí, los propios medios están cambiando su modelo de negocio. Estamos en permanente experimentación. Hoy en día tenés a los medios compitiendo con los periodistas. En el seminario en Alemania se mencionaban varios casos de esos. Capaz acá todavía no está esa cultura, pero en el mundo hay una tendencia de periodistas muy prestigiosos que deciden dejar los medios tradicionales y abocarse a lograr que te suscribas a su newsletter. Incluso hubo casos en donde Twitter les ofreció pagarles, a periodistas que tenían muchos seguidores y generaban conversación en Twitter.
Es bravo ese tema.
Es bravo. Pero después está la típica de acá: cierra un medio y todo el mundo se lamenta. En esta búsqueda por el modelo de negocios, que no se termina de equilibrar nunca… Estuvo lo de todo gratis, ¿y quién paga la fiesta? El periodismo requiere recursos, y eso se tiene que pagar.
Acá hay poca cultura de eso. Está el garrón uruguayo, el “pasame la contraseña”.
Si querés tener buen periodismo, tenés que pagar. El periodismo necesita de eso, en un momento en que está cambiando todo el ecosistema del negocio. Creo que todavía hay para crecer en ese nicho, de buscar fidelidad.
Históricamente, la referencia eran los medios. Un diario, un semanario, una radio. Ahora son las personas. La gente busca las opiniones, las firmas.
Más que el medio.Y ahí es como una competencia entre el medio y el periodista. Creo que se ha reflexionado poco, pero son esas tendencias que tenemos que empezar a mirar. ¿Hacia dónde va la cosa?
Casciari cortó con todo, se fue por su cuenta y se volvió una marca en sí mismo. ¿Se lee menos que antes?
Por los números de ventas de libros, seguimos siendo un país de lectores. Quiero ver cuántos los compran y los dejan en la mesa de luz, y me incluyo.
¿Sos de comprar libros y no leerlos?
A veces me pasa, me pasa la vida. No tengo tanto tiempo como para leer tantos libros como me gustaría. ¿Cuántas veces en portales o en Twitter viste que el comentario es por el título de la nota? Comentan sin leer la nota, forman su opinión. Creo que sí, que se lee menos. Para el periodismo hoy es un desafío cómo hacer para enganchar más. Para escribir historias o noticias que permitan que salgas de eso.
Se lee menos y se escucha menos.
Se escucha diferente. En YouTube descubrimos otro tipo de público. Me ha pasado de gente que me dice: “Te veo en la tertulia”, y capaz se enteró del programa por ahí. Hasta hace un tiempo era algo impensado. Es otro tipo de audiencia, que llega de otra forma y consume de otra forma. En En Perspectiva hemos optado por un modelo por el cual, si querés escuchar, tenés que hacerlo en vivo. Después tenés todos los contenidos en la web y podés escuchar on demand. No limitamos el acceso, siguiendo el modelo de decir que quienes están comprometidos colaboren.
¿Les ha dado resultado?
Sí. Hay una comunidad de oyentes muy fuerte, que valoran mucho el programa.
Es una marca potente, de muchos años.Y van todos, nadie se niega a ir, ¿no?
¿Cómo sabés si alguien se negó, hoy en día?
Lo invitás y no va.
Te puede decir que tiene problemas de agenda. Alguna vez pasa, sí. Es una marca fuerte, potente, y hay gente que entendió ese modelo y entendió que, para que siga, tiene que apoyarlo. Y a veces no solamente con este sistema de socios 3.0. A veces hay comunidades de gente interesante, que tiene cosas para aportar. Por ejemplo, tenemos colaboradores y columnistas que han surgido de esa comunidad y pueden profundizar en informaciones del mundo científico, por ejemplo. Es interesante cómo funciona esa comunidad.
Decías que la gente lee el titular y con eso hace el comentario. Hoy es más importante tener el comentario y el “Me gusta”. El mostrarse. Hay una especie de hedonismo. Hay gente que piensa que su opinión es muy importante.
Coincido. Cuando en la radio instrumentamos el WhatsApp, al principio fue todo un desafío para ver cómo leíamos eso en el momento sin perder el foco. Tenés de todo, desde el militante que se calienta hasta los que te ayudan a enriquecer la entrevista planteando cosas que no se te habían ocurrido. Ahí siempre viene bien. Pero coincido, hay en la sociedad una cosa de hedonismo. A todos nos pasa, el decir: “Acá estoy yo”. Es un tema.
¿Vos manejás redes sociales personales?
Sí, pero soy de perfil bastante bajo.
Sos cuidadosa.
Sí. En Twitter, sobre todo.
Algunos lo llaman cobardía.
Sí, soy consciente. Cuido mucho cómo posicionarme. Adopté una línea que, ojo, capaz la cambié si volvemos a hablar en diez años. Hoy en día creo que donde hago el mejor aporte es en ser muy cuidadosa, en no opinar. En general las uso más para difundir algunas notas que me interesan en particular. Pero nunca opino en redes sociales. En general, no hago periodismo de opinión, tampoco. Es un rol muy válido en el periodismo, pero en el que no me veo jugando.
¿Te da miedo perder credibilidad?
No, no necesariamente. Donde me siento más cómoda es en el análisis. Y a veces pienso, también, que a quién le puede importar lo que yo opino. Cada uno tiene su nicho. Hoy es más fácil mandar la opinión que contenerse. Opté por el camino de jugar en el partido del periodismo independiente y el dar información. Mi limito a eso, lo que no quiere decir que no emita algún comentario al hacer una pregunta. Pero en redes sociales no opino. El periodismo de opinión me parece súper válido, y capaz en otro momento de mi carrera agarro para ahí.
¿Qué firmas leés?
Leo de todo. Leo las columnas de opinión y las editoriales. Marcelo Pereira, Martín Aguirre, Andrés Danza.
Son un embole cualquiera de los tres (risas).
Mentira. Me gustan, y es como me nutro más. Me parece que me enriquezco más teniendo esa multiplicidad de puntos de vista. En todo.
¿Es más difícil en Uruguay hacer periodismo siendo mujer?
Por suerte, ha cambiado bastante. Hay muchas mujeres en el periodismo que tienen cargos muy importantes, como Natalia Roba en El Observador, Ana Laura en El País, y otras colegas y amigas mías en la radio, como Patricia Madrid y Viviana Ruggiero.
Son unas chantas esas dos (risas).
No me hagas hablar mal de ellas, nunca nos vas a enemistar.
Eso es la corporación.
Somos de esa generación.
Malena Castaldi, también.
Las cuatro. Y Blanca Rodríguez como la principal conductora de Subrayado. Eso capaz hace unos años era más difícil de ver.
¿Te considerás feminista?
Si me hubieras hecho esta pregunta hace unos años, te decía que no. Ahora, sí.
¿Por qué antes no?
Cambié, evolucioné, entendí más el feminismo. Si me preguntás si milito, te digo que no, como opté por no militar por ninguna causa. Porque entiendo que donde aporto más es en el periodismo y sintiéndome con libertad de, el día que hago una nota que tiene que ver con el feminismo, poder hacer las preguntas que quiera hacer. Esto no quiere decir que no las haga porque decida militar. Digo que es donde me siento más cómoda, y fue una renuncia que siempre hice, en todos los ámbitos.
Te marcaron.
Me chipearon bien.
Saliste armadita. Sos como Patricia, que no vota. ¿Hay blindaje mediático en este gobierno?
Creo que no. Por suerte, el periodismo cada tanto tiene la chance de demostrar que no, que está vivo y pujante, y que hay periodismo y periodismo del bueno. Podemos criticar mil cosas. Podemos decir que hubo momentos mejores o peores, o que no tenemos todos los recursos. Pero cada tanto hay momentos donde la profesión puede lucirse al mostrar que está teniendo el rol que tiene en una sociedad democrática, que es aportar información relevante, de interés público. Después siempre tenés momento para debatir, y me parece válido que quienes discrepen lo cuestionen. Creo que no. Como también pasaba en gobiernos pasados, donde se decía lo mismo.
¿Qué asignatura te queda pendiente en el periodismo?
No me lo he planteado.
Estuviste en China un mes y no hiciste nada de China.
Cómo que no, hice cantidad de reportes. Fue de las experiencias… A veces los periodistas tenemos esas oportunidades. Fue un viaje completísimo, revolucionario para entender China, para entender de qué hablo, para entender la idiosincrasia de cuánto no los entendemos a ellos y cuánto ellos no nos entienden a nosotros. Ahí hay un campo enorme. Fue en 2018. Luego tuvimos la pandemia. Pero me resultó una experiencia riquísima. Hasta para entender culturalmente qué es lo que nos mostraban en los cursos, o por qué les puede chocar que vos hagas determinado tipo de preguntas.
Hay una confrontación cultural muy grande, por ignorancia mutua.
Una de las cosas más interesantes es que estuve en el centro de China. Estuve en Beijing pero haciendo la muralla china. Estuve en Changsha, una ciudad de siete millones de habitantes, que en China es una ciudad más. No tenía el mismo contacto con Occidente. Fui con Victoria Fernández, de Búsqueda, y veíamos cómo nos miraban, o nos pedían una foto. A ese nivel es el choque cultural. Son esas cosas de la idiosincrasia. Después te explota la cabeza y te quedás pensando. Nosotros queríamos empaparnos de cosas de la cultura china, y entender. En vez de llevarnos a ver un monumento enorme de Mao, nos llevaron a una ciudad de la que ellos están súper orgullosos, que es como una Venecia en miniatura, donde replican occidente. No queríamos ver eso, pero esa cuestión cultural te permite ver otra realidad, entender mucho más y ver que entendernos es un camino mucho más complejo, teniendo sistemas e idiosincrasias tan distintas, y tanto desconocimiento de uno y otro lado. Ellos entendían que al llevarnos ahí nos estaban halagando. Y nosotros queríamos ver otra cosa. Y así cantidad de cosas. Si tengo que pensar en cosas que me quedan pendientes, serían viajes en los que el periodismo me permita abrir la cabeza de esa forma, como en esa experiencia. Esas son cosas que me quedan como asignaturas pendientes.
¿A dónde te gustaría ir?
Bueno, estando en Búsqueda viajé a Estados Unidos y fue una experiencia interesantísima, cuando todavía no había la polarización en los medios y Estados Unidos estaba orgulloso de ser la meca del periodismo independiente, entendido en ese sentido. En ese momento capaz no lo vi del todo, pero ya ahí empezaban a hablar de una incipiente crispación en la sociedad, que años después se reflejó en lo que vimos, en el nivel que están teniendo hoy.
Son dos Estados Unidos.
Sí, con un periodismo completamente diferente. Agradezco haber tenido la experiencia de haber visto eso. Pero como asignatura pendiente no tengo el “querer llegar a”.
O alguna cosa que te gustaría hacer.
La televisión abierta era un desafío, y me encantó cuando Nelson Fernández me lo propuso. Estuve muchos años trabajando en Nuevo Siglo.
Te sacó bastante jugo.
Fue un gran profe. Me enseñó muchísimo. Tiene esa pasión por la política, le encanta, y me la transmitió.
No sabe nada de política, igual. Ese es otro tema.
Eso corre por tu cuenta (risas). Fuera de broma, ese era un desafío que tenía, la televisión abierta. Son distintos ritmos, distintos lenguajes, distintas exigencias en los tiempos. El último programa que hicimos en Nuevo Siglo fue Diario de Campaña, con Leo Haberkorn.
Era bueno.
Hicimos una gran cobertura de la campaña, con un programa que se especializaba en eso.
Leo es bueno.
Es bueno, me encantó laburar con él. Y Nelson estaba como director. Me encantó ese programa. Son esas cosas que se dan. De repente no me lo había planteado como un desafío. Ahora no tengo, pero capaz la vida me sorprende. La televisión abierta era un desafío, y me gustó mucho.
Faltan periodísticos en televisión abierta, en horario central. No hay. En Argentina sí, o en España u otros lados.
Si lo hay, capaz lo miramos solo vos y yo a las once de la noche.
El de las once de la noche no es horario central.
Tenés razón. Pero si estuviera más temprano, también.
¿La gente consume lo que le dan o vos tenés que dar lo que la gente pide?
Creo que no es una receta mágica, ni es en blanco y negro. En un medio tenés que tener de las notas “cliqueras”, que son las que te permiten sobrevivir, y de las otras, del periodismo puro y duro, de calidad, poniendo los temas importantes y trascendentes. Es el dilema que tienen todos los días los medios hoy en día. Y que esas notas “cliqueras” te permitan de alguna forma bancar el resto. Los medios hoy tienen ese tipo de dilema. Es como el huevo y la gallina. ¿Por qué la gente se va para otro lado cuando le ponés algo serio? Tenés que tratar de entender el mundo en que vivimos, y creo que a veces nos cuesta entender y reflexionar sobre que no es todo para un lado ni para el otro. No es todo blanco o negro, como sucede con todo en la vida. Y no hay recetas tan fáciles. Creo que tenés que encontrar un justo equilibro que te permita subsistir y tener tu nicho como medio.
¿Qué entrevistas que no hayas hecho te gustaría hacer?
No pienso en grandes figuras. Me encantan las entrevistas de actualidad, o cuando hago una entrevista y es levantada y tiene repercusiones. Pero las entrevistas que más me marcaron no tuvieron nada que ver con el día a día. Y nunca me las esperaba hacer. O las entrevistas que me fueron más desafiantes, que no fueron las de pelearme con un político. Fueron más historias humanas.
El asentamiento.
El asentamiento. Una madre cuya hija había fallecido y hacía una campaña para promover la donación de órganos. Me acuerdo que esa entrevista la preparé llorando, desde que empezó. En el momento de salir al aire me dije: “Tengo que ser profesional”, y además veía que estaba entera y convencida, así que pude sobrevivir. Pero pensé que me iba a morir ahí. Y otra vez me desarmé. Tengo el chip, pero tampoco soy de hierro. Era una historia de una familia amiga, con el esposo de Virginia Arlington, Juan. Son seres muy especiales, y está eso de dejar el egoísmo de lado y pensar que le podés cambiar la vida a un gurí. Esas fueron las entrevistas que más me movieron. No tengo una figura que te pueda decir que quiero entrevistar antes de morirme. Estas otras son las que no esperaba hacer y sin embargo son las que más me movilizaron.
¿Y el fracaso más estrepitoso que hayas tenido como periodista?
Permanentemente me pasa pensar que preparo mis entrevistas, pero después hago un mea culpa. Pero no tengo un caso en particular. Casos en los que no haya quedado conforme, seguro.
¿Sos muy estructurada o arrancás para donde vaya?
Soy estructurada. Escuela Emiliano, escuela de cabeza de formación de ingeniero. Como empecé en laburos de producción, eso me sirve para ordenarme mucho. Yo necesito tener ese orden. Después, obviamente, tenés que tener la flexibilidad, porque no podés quedar preso de la estructura. Pero me permite ordenarme. En entrevistas que son más explicativas creo que está bueno que vaya siguiendo un orden para que se entienda, pero siempre teniendo flexibilidad.
A Emiliano lo veo más como que salta para otros lados. Antes las entrevistas en En Perspectiva eran muy rígidas.
Me lo dicen a veces, pero por el programa en general, no por la pregunta. Hoy en día estamos más descontracturados. Puede ser. Es un estilo que se fue dando. Llevamos muchos años trabajando juntos, y entonces jugamos bastante de taquito. Hoy en día también está el juego con la audiencia. Ves cuando un tema prende. A veces vas con una noticia y la gente está con la cabeza totalmente en otra, y ahí tenés la posibilidad de pegar una vuelta de timón.
¿Qué medios internacionales leés?
Sobre todo la BBC, el New York Times, El País de Madrid. Sigo algunas agencias de noticias chinas. El Orden Mundial. Últimamente me suscribí mucho a newsletters especializadas en temas como tecnología o cuestiones internacionales. Más o menos hago ese recorrido. Quizás por contagio escucho Cadena Ser, por Emiliano. Es una buena fuente de información. Y siempre tenés que estar con las antenas viendo qué están haciendo otros medios, cómo están trabajando, qué recursos están usando, o viendo si hay algo para innovar. Uno siempre tiene que tener las antenas alertas para percibir todas esas cosas. En el viaje a Alemania, por ejemplo, hablamos con algunos emprendedores del periodismo que tenían el convencimiento de que los periodistas no nos vendíamos bien, e hicieron como una plataforma donde vos, desde acá, podés hacer una entrevista y subirla, y hay otro medio internacional que te la compra, ese medio tiene un contenido único, no gastó en un corresponsal. Es como un Mercado Libre, donde vas recorriendo temas. Son nuevos fenómenos ante los que hay que estar alerta. Acá tuvimos un auge con la newsletter. En algunos países está funcionando más, creo, porque son otros mercados y tenés mucho nicho. Está el tema de todo lo que tiene que ver con la movilidad, por ejemplo, y particularmente de las bicicletas. Hay medios que están especializados en ese tipo de cosas y les está yendo bien, le encontraron la vuelta y están pudiendo funcionar de esa manera.
¿Qué estás leyendo?
Tengo poco tiempo para leer. Sí, hice el intento con este filósofo, Byung-Chul Han. Un libro corto. Está bueno. Sobre los tiempos que estamos viendo, sobre la aceleración, sobre el poder de la imagen, para qué sacamos tantas fotos si no las guardamos, y qué valor tiene la imagen hoy. Habla de la inteligencia artificial. Me gustan esos temas. Después tengo que leer otros temas para hacer entrevistas. Hay veces que es un desafío, porque no me gusta hacer las entrevistas sin prepararme, y sin leer el libro. Y no siempre llegás a tiempo cuando se lanza un libro. Pero esto no quiere decir que no lea.
Estás leyendo todo el tiempo.
De las veinticuatro horas, treinta.
Por eso te preguntaba si se lee más o menos. Quizás en nuestra profesión leemos más, pero no sé en las nuevas generaciones.
Nosotros, sí. Tenés que leer más. Ojo, a mí me ayudan los nuevos formatos. Gané veinte minutos de sueño, porque antes tenía que llegar a la radio a leer los diarios. Ahora, mientras me voy aprontando, tengo la diaria que me lee los artículos. Consumo mucho el podcast de la diaria. Y te das cuenta que procesás distinto la información. Después tenés que revisar y repasar por la distracción con el WhatsApp. A veces los medios audiovisuales me generan más atención. O me permiten relacionarme diferente.
¿Quién labura bien en el periodismo?
Hay muchos, me voy a quedar corta y va a ser una lista incompleta. Yo te dije que era aburrida, y no me la voy a jugar.
Políticamente correcta.
Soy políticamente correcta. Fuera de joda, hay muchos. No te puedo decir uno, porque tendría que hacer una lista larga. Y tengo mis periodistas referentes, con los que me formé. Mis jefes de alguna forma siempre fueron referentes, con una influencia muy importante. Obviamente Emiliano, porque me crié escuchando En Perspectiva. Cuando se me dio la oportunidad de trabajar ahí era como cantado y siempre me sentí muy cómoda. Pero he aprendido muchísimo de todos los jefes que he tenido, desde Ismael Grau en Búsqueda, que era mi editor y tiene una forma de ser súper seria. Parece muy callado y muy pacato, pero hay muchas fuentes a las que eso les genera una confianza y una credibilidad increíbles. A veces era muy exigente en la edición de las notas, y eso me ayudó un montón. Cuando más me deshacía la nota y más caliente me iba, más lo valoré con el paso del tiempo. Nelson ni que hablar. Me enseñó cuestiones para entender bien la política, para exigirme siempre mucho. Valoro siempre mucho la confianza que me ha tenido. Esos son mis periodistas referentes, lo que no quiere decir que en muchas cosas no discrepe, o que yo ahora no busque mi propio camino. Yo quiero hacer mi propio camino. Después, con otros colegas, hay muchísimos que trabajan muy bien y que admiro, con otros estilos, con otras formas. Las amigas que mencioné son un ejemplo. Siempre les voy a dar para adelante.
¿No te ves como docente?
Hice un pasaje corto por la docencia. Siempre pensé que me iba a encantar, y me gustó, pero ya está. Hoy no tendría tiempo para dedicarle. Me gusta la idea de poder decir algo que prenda y que marque la formación de un periodista. A veces cargo con esa culpa de no poder dedicarle más tiempo a quien empieza. Pero bueno, capaz en otro momento sí. En su momento me complicó con los horarios de la radio. Y no se volvió a dar la oportunidad. Fue un pasaje como asistente de docente. Fue una linda experiencia. En ese momento era muy joven, creo que hoy podría aportar desde otro lugar o con más boliche. Tenía incluso muy poca diferencia de edad con los estudiantes.

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.