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Sobre Giancarlo De Carlo y Mariano Arana por Osvaldo Ferreyra

Sobre Giancarlo De Carlo y Mariano Arana por  Osvaldo Ferreyra
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En 1987 hacía mi primer viaje de estudios a Europa, había sido invitado por estudiantes de la generación 80 a integrarme al Grupo de Viajes de ellos.    Yo había sido docente de “Anteproyecto III” de varios de los estudiantes de aquel grupo y a raíz de eso surge la generosa invitación que me hicieron.              Tenía en el debe el Viaje con mi generación porque en dictadura tenía vedado viajar al exterior, entre otras cosas.    El Docente Responsable del Grupo de viaje en el 87 era Luis Rocca, un fuera de serie, con quien comenzamos a raíz del viaje una entrañable amistad que llega invicta hasta nuestros días.            Habíamos recorrido muchos países del Este y de Occidente en el agónico mundo bipolar de aquella época; tendríamos casi un mes para dedicarle a Italia, para ver lo clásico y lo contemporáneo; nos despertaban especial interés las obras de Giancarlo De Carlo, de ahí que Urbino fuera de los puntos más disfrutados por nosotros y los estudiantes.             Llegamos en ese periplo a Milán, allí estaba el Estudio de Giancarlo De Carlo, al que averiguando ubicamos y concurrimos.             Nos atiende su Secretaria, que nos confirma lo que ya habíamos escuchado y era de esperar “El Arquitecto no concede entrevistas, está concentrado en sus últimas obras” y “ni siquiera recibe a la prensa”.            Nosotros, con algo de picardía le dijimos que habíamos venido de Uruguay para verle, que éramos un grupo de la Facultad de Arquitectura interesados en sus trabajos.                      Ella tomó nota y nos dijo que se lo trasmitiría al Arquitecto; que ella trabajaba hasta las 18:00 horas y que la llamáramos por si él nos dejaba algún mensaje.      Estábamos recorriendo el Duomo di Milano y su entorno cuando vimos que era la hora en que se retiraba la Secretaria del Estudio, buscamos un teléfono público y alguien hizo la llamada; ella preguntó si éramos “de la Facultad de Arquitectura de Mon-te-vi-deo”, se le contestó que sí, (de hecho era la única que había en esos tiempos) y nos respondió que De Carlo haría una excepción y nos recibiría a las 19:00 horas.          Un pequeño grupo tuvimos el privilegio de ser recibidos en su Estudio por el propio Giancarlo De Carlo quien amablemente nos abrió la puerta, saludó y nos dice  “¿Son de la Facultad donde es Profesor Mariano Arana?”, ¡si claro!, le respondimos ¿es amigo suyo?.    – “Yo lo leo”, contestó.                     “Pasen, siéntanse cómodos, deben ser gente interesante”; seguramente le contestamos que no nos pusiera en el compromiso de demostrarlo.      Su lugar de trabajo, despojado de computadoras, con grandes mesas de dibujo, tecnígrafos, lámparas, libros y muchos papeles pintados con lápiz de color, mientras nos mostraba el Estudio, nos dijo: “Hay dos colegas latinoamericanos que me interesan mucho: el colombiano Rogelio Salmona y el uruguayo Mariano Arana, miren, en esos estantes tengo mucho material de ambos”.             Vaya uno a saber en cuál de las mudanzas perdí el cassette con 90 minutos de grabación de la charla que mantuvimos con él mientras nos mostraba sus proyectos de un nuevo tipo de Escuelas públicas que estaba diseñando y también el Proyecto de un conjunto de viviendas sociales en la isla de Burano, en Venecia.   Revalorizaba el rol del dibujo manual en el proceso proyectual y su poco apego a las tecnologías informáticas de la época.    Al despedirse nos pidió le hiciéramos llegar un saludo a Mariano Arana de su parte.                       Ese momento fue uno de los más sustanciosos y recordados de aquel viaje de 200 días y nos ubicó en la verdadera dimensión y consideración que se tenía en el exterior de quien fuera nuestro influyente Profesor de “»Historia de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos» cuando éramos estudiantes.                         De vuelta en Montevideo, me reintegro a Facultad y me cruzo en el hall frente a la Victoria de Samotracia con Mariano, nos saludamos me preguntó por el Viaje y le comenté que en Milán habíamos tenido una larga conversación con Giancarlo De Carlo, se asombró porque se sabía que no recibía prácticamente a nadie, al decirle que nos había atendido gracias a él y a sus escritos, Mariano se sonrojó y me dijo con su humor característico: “¿ Él me lee a mí ?….debe estar loco!!!”.                        Poco tiempo después, en la siguiente Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, organizada por Jorge Glusberg, Giancarlo De Carlo representaría a Italia y Mariano Arana a Uruguay, sin dudas ambos cumplieron la mutua expectativa de ese esperado reencuentro.

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