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Título de pelotudo por Antonio Pippo

Título de pelotudo por Antonio Pippo
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Ahora sí, lector, creo que puede decirse.

Y lo voy a decir, nomás, obviamente con profundo respeto y a modo de una suerte de alegoría: Sendic se recibió de pelotudo. Después de perder un diploma, de no tener una licenciatura ni para dirigir a Huracán de Paso de la Arena, de declamar que pretende volver a estudiar, de desbarrar con la tarjeta de Ancap –y hablando de Ancap dejémoslo ahí, en manos de la Justicia- y de perder, en opinión de bastantes ciudadanos, toda credibilidad política, al punto que pelea con Novick el lugar del que uno solo podrá agarrarse en el camión de los rezagados, salió a hablar con una incontinencia verbal digna de Dady Brieva, ¡y rompió el misterio!

Claro. Tenía un sesgo de cierta comicidad ese misterio. ¿Qué lo había llevado a esa apestosa condición de tipo sospechado de todo, hasta de que Tabárez siga dirigiendo la selección uruguaya? El misterio alimentaba especulaciones variopintas, a favor y en contra, provocando un debate, sobre todo en las redes sociales, más disfrutables que los cuentos interminables de Landriscina. O sea… ¡un divertimento sabrosísimo que, por fin, le daba algo de vida a la aburrida política vernácula.

Pero el pelotudo va y declara, en reiteración real, que todo es una confabulación del imperialismo norteamericano, que lo ha tomado a él como foco –no sé, ¿tanto ilumina este muchacho?- de un plan de destrucción de toda la izquierda progresista en América Latina.

Es decir que ya está. A cagar con el diploma que se voló en El Malecón, pero que la Tronca llegó a ver (supongo que por algún misterioso rito que le habrá dado algún pae o el Pato Celeste), con la tarjeta corporativa, con el colchón medio carito que compró en Divino y con todas esas cosas.

Se ve que respiró hondo, consultó antes con el pastor masón –que anda tan distraído que les dice a todos “vos dale pa’delante que vamos bien”-, derritió micrófonos a lo bruto y, previo a decir que la va “a pelear hasta el último momento para esclarecer todo”, pateó de larga distancia y le encajó un pelotazo a Trump en la jeta.

¿Resulta entonces que creíamos que este noble vicepresidente había hecho alrededor de veinte mil macanas y todo era una operación de inteligencia?

Qué se yo, pese a todo estoy confundido.

Yo sé que el elefantito rosado y rubión del Norte es capaz de perpetrar las estupideces más grandes, pero… No le da bola al imbécil de Maduro, que es una bomba de tiempo, Cuba le importa un carajo, no sabe ni el nombre del presidente de Ecuador que quería la reelección permanente pero tuvo que bajar del caballo de apuro, y si le preguntan por el vitalicio boliviano pide la foto y se convence enseguida que es un indio sioux que tuvo la viveza de rajar para el Sur porque no le caía bien.

Pah… Es brava esa de que el tarado Donald mueva a la CIA –no iba a ser al FBI con el que tiene un quilombo de padre y señor nuestro- para defecar sobre… ¡Sendic! y, bien enchastrado éste, extender la diarrea sobre “la izquierda progresista latinoamericana”, que, a decir verdad, nadie sabe qué carajo es ni dónde anida realmente.

Y hay otro punto interesante que Raulito no parece haber tenido en cuenta: Trump, con disimulo, anda a los besos de trompa con el karateca Putin, nuevo zar de la Gran Madre Rusia. ¿O acaso la patria de Iván el Terrible se ha convertido al capitalismo? Bueno, si lo han hecho los chinos…, aunque cierto es que los amarillos, que se van a llevar toda la riqueza ictícola nacional, dicen que, políticamente, siguen siendo comunistas (acá los que tendrían que alegrarse son Lorier, Marina, Olesker, Marcelo Abdala, Juancito Castillo y el Oso Andrade, que, seguro se sentirán menos solos, y menos boludos.

Finalmente, ¿y si este contrataque del Rulo es un globo sonda? ¿Si el único que se lo cree es Mirandita, el otro yo nabo de Isidoro Cañones? ¿Si no puede probar un sorete de toda esa conspiración –que al gaucho payador no lo tiene muy contento porque él ama a Obama, es muy amigo de la familia Rockefeller, aprecia a Bush, con quien desearía pescar y últimamente habla de “un capitalismo bueno-, que hacemos?

Y… Retrocedemos tres casilleros y caemos a la puerta del edificio de Bartolomé Mitre y Buenos Aires, a esperar la próxima jugada.

¡No vamos a ir al Parlamento!

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Antonio Pippo Tiene 58 años de trabajo en el periodismo. Ha trabajado en todos los canales de TV del país, abiertos y por cable, menos VTV; ha trabajado en casi todos los diarios, semanarios y revistas (los que se han editado y los que aún se editan en el país); ha trabajado como columnista en varias radios. Ha sido docente de comunicación en la Universidad  ORT. Ha publicado seis libros. Ha dictado charlas y conferencias en la capital y diversas ciudades del interior sobre temas de periodismo. Fue productor general y co protagonista de un espectáculo de tango que se presentó en el país durante diez años, cerrando ese extenso ciclo el año pasado.