Home Política Uno para todos: Mercosur por Ruben Montedonico
0

Uno para todos: Mercosur por Ruben Montedonico

Uno para todos: Mercosur por Ruben Montedonico
0

Compartimos el dolor por el deceso en Colombia de nuestro querido Rafael Vergara 

Hace un tiempo que viene estando en boca de muchos, convoca esperanzas y dice cosas que hay quienes quieren escucharlas y las aplauden. El mandatario colombiano al incursionar en su discurso inicial en el terreno internacional delineó, de manera que debe aceptarse como indeleble, la deriva de su gobierno. En un momento, dio cifras de la derrota rotunda de la “guerra” emprendida contra las drogas ilícitas duras que, en el caso de su país y en el tránsito hacia geografías de gran consumo, las bandas narcotraficantes transportan fundamentalmente cocaína. Apuntado este tema, otro de máximo calado fue el de la necesaria unidad política, comercial y de todo tipo latinoamericana. Sobre este segundo tópico, Gustavo Petro manifestó breve y puntualmente: es «hora de dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos», recibiendo por ello elogios de Alberto Fernández y de Gabriel Boric la señalización de que en conjunto debieran reactivar la Comunidad Andina y robustecer la Celac. Sin embargo, hasta hoy la impronta neoliberal de los firmantes del Tratado de Asunción junto con grupos económicos y tecnoburocráticos sostienen que las acciones del Mercosur deberán ceñirse a las de un Tratado de Libre Comercio (TLC) y hay gobiernos que explícitamente -como el de Uruguay- que así lo suponen. Los firmantes de su creación por Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991, fueron los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Carlos Saúl Menem, Fernando Collor de Melo, Andrés Rodríguez y Luis Lacalle Herrera, respectivamente.  Tras las palabras de Petro, con las que parte del subcontinente coincide, recordamos que en virtud de los acuerdos que lo rigen, la rotación de la presidencia del Mercosur pasó -por el semestre- a corresponder a Uruguay, cuyo presidente se despidió del saliente primer magistrado de Colombia, pero no asistió a la asunción presidencial de quien lo sustituyó.

Una pintura de lo que es hoy el Mercosur lo dan las placas fotográficas de la última cumbre en Luque. No solo fue la falta del presidente de Brasil, sino la reiteración uruguaya de que persiste en la firma de un TLC al margen de si lo signa todo el Mercosur: la población actual de China Popular es unas 415 veces mayor a la de la nación sudamericana y la superficie de unas 56. Aquello que observamos como un desdén o movimiento disgregante es el resultado obvio de un letargo mercosuriano que tuvo como resultante un “sálvese quien pueda” comercial que no pudo ser superado por los sectores dominantes locales ni formular una salida alternativa nacional a la sujeción imperial.

Las consecuencias de fondo de la actitud destemplada uruguaya no se la encontrarán únicamente analizando cifras de sus bien protegidos sectores primordiales, los inversores en la agroindustria (los más contentos con la promesa de un TLC con China), que serían exportadores que aprovecharían sobremanera sus colocaciones de carne, lácteos y lana. No sólo se trata de un primer y contundente intento de dispersión de un bloque que tiene más de perspectiva que de realidad; parte de una competencia cuatripartita de comerciar colocando “comodities”, sino supone la amenaza para los dos integrantes de mayor desarrollo industrial relativo, que para defender sus intereses se verían enfrentados a una competencia desleal y, a la larga, insostenible. Por otra parte, no olvidemos que Brasil tiene como su principal socio comercial a China Popular y es uno de los más interesados en la reanimación de los BRICS, mientras Argentina -que suma a los mismos productos exportables que Uruguay, la pesca- mantiene un comercio donde el país asiático ocupaba un quinto lugar, solicitó formalmente integrarse al conjunto transcontinental. Asimismo, aunque debilitado, el imperialismo no va a quedarse de brazos a cruzados sin ensayar sus malas artes y ejercerá presión en varios sentidos: por un lado, en el contexto de su “Guerra Fría II” (ahora contra China y la eventual solidificación internacional del eje Moscú-Pekín) no va a dejar que se arraigue en esta zona una corriente de signo distinto al suyo, mostrándose dispuesto a combatir -con más ahínco- a una potencia competidora comercial que absorbería mercados que entiende propios, como serían los sudamericanos en la Ruta de la Seda. En ese sentido, sometería a la región, en particular al Mercosur, a una serie imaginable e inimaginable de presiones en tiempos en que en este se producirán cambios de las autoridades electas a partir de comicios que se extenderán entre octubre de 2022 (Brasil), hasta noviembre de 2024 (Uruguay).

La posibilidad de cambios en el Mercosur (una unión aduanera imperfecta, como se autodefine) como consecuencia de los movimientos políticos de la región y de los cuatro en particular, podría con algunos sectores coordinados generar cambios sociales entre sectores diversos: sindicatos, empresarios, pequeños productores, universidades, maestros, investigadores, partidos, etcétera.  Para el logro de cambios significativos, el Mercosur deberá superar varias instancias difíciles: las políticas neoliberales vigentes, la teoría del “goteo” y el Estado mínimo; los “lobbies” empresariales; el centralismo de los productores trasnacionales; los aumentos totales o sectoriales del PIB con prescindencia de los sectores sociales; las ópticas macro que privilegian lo financiero sobre lo productivo; la segmentación mercadológica y la segregación de áreas en un mismo país; el construir democracias de ocasión, de corta duración, tras de las cuales asoman y dispuestas a azotar con posiciones autoritarias. Por lo precedente, es importante decir que la integración no debe entenderse como proceso cupular que se conoce económicamente. Por lo tanto, los conflictos y diferencias que existan deberán ser resueltos con acuerdos propios, siguiendo la premisa que no se saldarán mejor y más rápido aislándose del conjunto, buscando consejos afuera.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.