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Zapatos de jabón Por Hoenir Sarthou

Zapatos de jabón Por Hoenir Sarthou
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A los efectos de esta nota, no importa si te diste cinco dosis de vacunas Covid19 y estás esperando ansioso/a  la sexta, o  si estás convencido/a de que lo que se inyecta es un elíxir de Satanás destinado a enviar tu alma al infierno.

Porque  el objeto de esta nota es formular una sola pregunta, de una simplicidad absoluta, cuya respuesta puede ser de interés de todos, desde los “antivacunas” irredentos  hasta los “pro jeringa” incondicionales, pasando por toda la gama intermedia de personas que cree conveniente contar con información confiable sobre los asuntos importantes.

Y aquí va la pregunta:

¿Por qué el Ministerio de Salud Pública se niega rotundamente a analizar las vacunas anti Covid 19 y a informar sobre su contenido real, siendo que las recomienda y suministra gratis a toda la población?

Tanta generosidad vacunatoria sorprende, en un país en que los enfermos graves deben reclamar los medicamentos caros mediante amparos judiciales, porque el MSP se los “machetea”.

No hablamos de un curandero ni de una botica privada. Se trata del organismo estatal encargado de velar por la salud pública y de garantizar que los medicamentos y tratamientos sanitarios que se brindan en el Uruguay sean seguros y beneficiosos. ¿Por qué la negativa a analizar el contenido real de las vacunas y la insistencia en que se debe confiar a ojos cerrados en la información que proporciona el laboratorio fabricante?

El lunes pasado se conoció el fallo del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6º Turno, que revocó el amparo concedido por el Juez Alejandro Recarey a dos ciudadanas, que reclamaban al Ministerio de Salud Publica el análisis de las vacunas contra el Covid 19, y al Ministerio del Interior que para retornar a su país no les exigiera un test por su condición de no vacunadas.

Durante el proceso judicial, el Ministerio de Salud Pública agregó toda clase de folletos, informes y prospectos emitidos por el laboratorio Pfizer, pero, aunque se le exigió,  no presentó ningún informe hecho por técnicos del propio Ministerio, o por técnicos independientes contratados por éste, que indicaran haber analizado el contenido de los frasquitos para saber qué contenían y si ese contenido coincidía con el informado por el Laboratorio. ¿Extraño, no?

En sí mismo es extraño, porque la ley orgánica del MSP (ley 9202), en su artículo 2º, le impone al MSP contralorear la fabricación de sueros y vacunas. Así como la ley 18.335, en su artículo 11, establece el derecho del paciente a recibir toda la información pertinente para otorgar su consentimiento o rechazo informado a cualquier tratamiento sanitario. Es decir que la legislación vigente le impone al sistema de salud controlar y saber con exactitud la composición y efectos de cualquier medicamento que se suministre en el país, tanto para la seguridad pública como para el derecho a la información de cada paciente en particular.

La legislación lo impone, pero, aun si no lo impusiera, ¿qué razón habría para negarse a abrir unas decenas de frasquitos de distintas partidas y verificar física y/o químicamente su contenido? ¿No sería esa, acaso, la forma de asegurarnos todos, Ministerio y habitantes del país, de estar suministrando y recibiendo un medicamento adecuado? Es decir, si el medicamento fuera bueno y ajustado a lo anunciado por Pfizer, ¿que daño habría en comprobarlo y cerrar así a cualquier boca agorera?  Y si no lo fuera, ¿no sería imprescindible descubrirlo cuanto antes?

¿Por qué el MSP se niega a hacer ese control? ¿No quiere? ¿No puede? ¿Hay algún compromiso que le impida hacerlo? ¿Estará relacionado con el o los contratos firmados con Pfizer, que continúan secretos?

Por obvias razones, el primer destinatario de esas preguntas es el ministro Daniel Salinas, que hasta el momento ha mantenido y mantiene un silencio sideral al respecto. Algo así como el silencio nocturno de ciertos baldíos, en que sólo se oye el “cric, cric, cric” de los grillos.

¿Por qué el MSP no quiere o no puede disponer el análisis e informarnos?

La respuesta le corresponde, ante todo, al propio Salinas. Y la seguimos esperando.

Hasta hace algunos meses, la prensa parecía creer que las políticas vacunatorias podría ser algo así como la gran pirámide político-electoral de Salinas. Los periodistas no se cansaban de mencionarlo como el ministro más popular y con mayor indice de aprobación de todo el gobierno.

Hoy, ese entusiasmo ha mermado. Del mismo modo que, sordamente, ha mermado la confianza en las vacunas, al grado que la vacunación de niños ha sido muy inferior a la de los adultos, y muchos adultos que recibieron dos dosis decidieron no darse la tercera.

Quizá haya que recordar que, después de todo, las pirámides son monumentos mortuorios; directamente, tumbas.  Y, si son pirámides políticas, quizá puedan ser tumbas políticas.

Me pregunto cuántos políticos del oficialismo son conscientes de que, junto con el MSP, a mediano o largo plazo, le regalaron a Salinas unos zapatos de jabón.

Dicen que los zapatos de jabón, aunque resbalosos, pueden ser buenos para saltar al cielo de ciertos cargos internacionales. No sería para sorprenderse. Hay muchos casos de ocupantes de altos cargos internacionales que prácticamente no pueden pisar su país de orígen.

Cierro esta nota como la empecé, con una pregunta sencilla y rotunda como un martillazo. ¿Por qué el MSP no quiere o no puede verificar el contenido real de las vacunas?

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