Home Indisciplina Partidaria ¿5.000 años en 6 MESES? o ¿Cómo amputar el pasado? Por Hoenir Sarthou

¿5.000 años en 6 MESES? o ¿Cómo amputar el pasado? Por Hoenir Sarthou

¿5.000 años en 6 MESES? o  ¿Cómo amputar el pasado? Por Hoenir Sarthou
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Una investigación hecha por la organización estudiantil “Lápices negros”, del ámbito de formación docente, a la que accedí por medio del Profesor Fernando Pita, analiza los cambios planteados en tiempos de “Transformación educativa” para los programas de estudio de los futuros docentes de Historia.
Los cambios preocupantes en materia educativa son muchos y abarcan prácticamente a todas las materias. ¿Por qué centrarse en Historia?
El estudio de la historia es esencial para la ubicación de las personas en tiempo y lugar. ¿Cómo entender el presente sin saber qué hechos lo precedieron y le dieron origen? ¿Cómo distinguir lo nuevo de lo viejo, lo normal de lo extraordinario, lo importante de lo banal? ¿Cómo evitar que nos deslumbren con fruslerías noveleras o que permanezcamos indiferentes ante cambios cataclísmicos?
La Historia, como materia, es un hilo conductor que atraviesa todos los fenómenos humanos. Al estudiarla, es inevitable enterarse de la economía, la política, las religiones, las ciencias, las artes y las relaciones humanas de cada época. En suma, es una materia identitaria. En el sentido de que uno no “es” plenamente sin cierto conocimiento del pasado. Un individuo al que se le amputara el pasado sería poco más que un “zombi”, incapaz de entender y descifrar las cosas, los hechos, los símbolos y las personas que lo rodean.
Los cambios proyectados reducen en todos los sentidos posibles el aprendizaje de los futuros docentes sobre los períodos, los procesos, las teorías y los conocimientos históricos.
Según denuncia “Lápices negros”, se elimina por completo el estudio de la Prehistoria, que desaparece como materia. La Historia Antigua, un periodo de aproximadamente cinco mil años que comprende desde las primeras civilizaciones hasta la Época Moderna, se comprime en un solo semestre del primer año. Se eliminan materias como Historiografía y Filosofía de la Historia. Artes Visuales, que era un curso anual durante cada año del ciclo de formación, se reduce a uno o dos semestres. Historia Moderna e Historia Contemporánea se concentran en tres semestres, dedicados sobre todo a la Historia Reciente (tema con carga partidaria actual sobre el que volveremos). Historia de América, que era un curso anual durante todos los años del ciclo de formación, se reduce a dos semestres. Historia del Río de la Plata, en que usualmente se estudia nada menos que la Independencia y el artiguismo, pasa de un curso de dos años a uno de un solo semestre. Historia del Uruguay desde 1830 a 1930, que comprende las guerras civiles, los inicios del Uruguay como país, la reforma vareliana, el batllismo y las más importantes gestas del Partido Nacional, se despacha en otro semestre. En Historia del Uruguay de 1930 al presente, se cursa también en un único semestre, dedicado sobre todo al “pasado reciente”.
¿Por qué este empobrecimiento deliberado en la formación de quienes deberán enseñar Historia a todos los chiquilines del país?
Como señala siempre otro docente, el Dr. Juan Besuzzo, no es éste un fenómeno nuevo. Puede decirse que los nuevos planes son la continuación y la profundización de un proceso de degradación de la enseñanza que tiene larga data.
Basta recordar la función social e individualmente identitaria del estudio de la Historia, su capacidad de situar a los individuos en la realidad actual por la vía de mostrarles los hilos de continuidad y de causalidad entre el pasado y el presente, para entender los verdaderos efectos de esta forma de enseñanza de la Historia.
Un sujeto incapaz de entender el juego de fuerzas en que se formó el Uruguay, será también un sujeto incapaz de comprender el juego de fuerzas que operan en el presente para hacer del Uruguay lo que es y lo que se quiere hacer de él. Tal sujeto no sólo será incapaz de oponerse a algo, sino que será incapaz de lamentar la pérdida de lo que fuimos o pudimos ser. Porque ignorará qué fuimos y qué pudimos ser.
¿Tengo que recordarles que el financiador de este proyecto educativo (de los planes y programas burocráticos encargados de implementarlo) es el Banco Interamericano de Desarrollo? ¿Es necesario recordar que el Norte de toda la actividad del BID y del Banco Mundial (incansablemente expresado en todos sus documentos y proyectos) es acondicionar a los países destinatarios de sus créditos para captar inversión extranjera?
En estos momentos, Uruguay atrae la atención de grandes corporaciones transnacionales por algunas características de su territorio y de su sistema político. Por un lado, tiene agua, superficial y subterránea, tierra barata, costas aptas para puertos y eventualmente petróleo. Por otro, tiene un sistema político estable y una obscena propensión a entregar sus recursos naturales libres de impuestos, sin exigencias ni controles, con legislación hecha a la medida, e incluso a endeudarse y a invertir recursos propios, sin ganancia ni intereses, para mayor beneficio del inversor.
¿Qué es lo que no necesita el Uruguay a juicio del BID y de los inversores?
Bueno, claramente no necesita uruguayos que recuerden el reglamento de tierras artiguista, ni las políticas sociales y estatistas del batllismo, ni la educación vareliana, ni los impulsos nacionalistas e independentistas de los grandes caudillos blancos.
¿Qué hacer, entonces? ¿Qué enseñarles a los uruguayitos actuales y futuros?
Por supuesto, la feliz posibilidad de elegir el sexo que quieran, sólo ensombrecida por la amenaza del cambio climático y el calentamiento global, corregibles mediante inversión en tecnologías verdes, bonos verdes y la sustitución de las vacas contaminantes por eucaliptos sumamente ecológicos.
Pero, en materia estrictamente histórica, ¿qué enseñarles?
Ah, bueno, está la historia reciente. Que consiste en un relato (en rigor son dos relatos) sobre los inicios, el desarrollo y el fin de la última dictadura cívico militar (1973-1985).
¿Y por qué tanto énfasis en la historia reciente?
Sencillo: porque es un coto de caza de las dos coaliciones partidarias que disputan el gobierno, y que necesitan imponer su propia versión de ese pasado, acotado, descafeinado y despojado de causas económicas y geopolíticas que lo compliquen.
El Frente Amplio se ocupó primero de construir una historia reciente en la que el “proceso cívico militar” era una fuerza intrínsecamente maligna, surgida de la nada, en tanto que a los militantes de izquierda les correspondía un papel angélico de víctimas, cuya heroicidad había logrado derrotar a la dictadura.
La coalición gobernante está empeñada ahora en hacer el contra relato. Se trata básicamente de instalar la teoría de “los dos demonios”, según la cual la izquierda y los militares fueron los dos brazos -también surgidos de la nada- de una pinza que oprimió violentamente a la población y desplazó a una casta política impoluta, pacífica, democrática e inocente de todo vicio, violencia y corrupción.
Los dos relatos son, obviamente, simplificaciones y falsificaciones de los hechos. En ninguno de los dos juegan un papel las fuerzas geopolíticas y los intereses económicos transnacionales que, entre los años 60´y los 80´ del Siglo pasado, determinaron tanto la violencia social como las dictaduras en casi todos los países de América Latina (Argentina, Chile y Uruguay, como ejemplos).
Las verdaderas causas de las dictaduras no se tocan en ninguno de los dos relatos. Ante todo, porque son los mismos intereses, organismos internacionales y hasta las mismas personas (Kissinger, la familia Rockefeller, y otros destacados miembros de la Comisión Trilateral y del actual Foro Económico Mundial, por ejemplo), que determinaron y determinan lo ocurrido después de las dictaduras, así como lo que está ocurriendo o por ocurrir ahora.
De modo que no nos puede extrañar que la enseñanza de la Historia se planifique dando la espalda a miles de años de trayectoria humana, concentrando el foco de luz en un pequeño instante de la historia local, y trabajando ese pequeño instante con una gran goma de borrar hechos y unos anteojos destinados a colorear partidariamente a los que no serán borrados.
¿De qué otra manera educar a ciudadanos funcionales a un modelo económico y político que consiste en la entrega gratuita de los recursos más valiosos de nuestro territorio y de nuestras vidas, en secreto y sin consulta democrática alguna?

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