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7 mitos sobre la eutanasia por Miguel Pastorino

7 mitos sobre la eutanasia por Miguel Pastorino
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Después de dos años de discusión pública sobre la eutanasia, se sigue escuchando de legisladores y de periodistas una serie de falsos supuestos sobre el tema que llevan a conclusiones erróneas y que se constituyeron en dogmas incuestionables, aunque la evidencia muestre lo contrario. Es tan fuerte a veces la creencia y el prejuicio instalado que hace difícil la escucha y el razonamiento de argumentos simples, basados en evidencias contrastables.

Esto no sucede solamente con este tema, ya que a diario vemos en las redes sociales y en discusiones políticas que los debates no toman en cuenta el argumento contrario para pensar y repensar la discusión, sino que simplemente se repite un monólogo. Y la mayoría de las veces se evocan argumentos del contrario que no existen, que son inventados por quien desea contestar para dar por cerrada la discusión (falacia de hombre de paja); o se responde atacando al interlocutor sin responder al argumento, o se cae en un círculo interminable de repetición de lo mismo. Solo una escucha reflexiva y atenta a los argumentos de todas las partes puede hacer avanzar un debate. Pero antes de abordar argumentos, hay que despejar los falsos supuestos, mitos y prejuicios.

Mito 1: “La sedación paliativa es una forma de eutanasia”. Es falso, porque la sedación no mata al paciente, ni tiene un “doble efecto” como se suele decir. Alcanza con preguntarle a cualquier paliativista o, ante la duda, a la Sociedad Uruguaya de Medicina y Cuidados Paliativos. La sedación reduce la conciencia del paciente para que no padezca el sufrimiento causado por los síntomas refractarios, y la persona no fallece a causa de la sedación sino de la progresión de su enfermedad. En algunos casos, la sedación puede incluso aplicarse de forma intermitente (sólo en algunos momentos del día).

Mito 2: “La eutanasia es un secreto a voces, es el famoso ‘cocktail’”. Es tal vez el más extendido y aceptado, pero no es verdad. Se le llamaba “cocktail lítico” a una sedación profunda, que no era eutanasia. Aun así, ya no existe y su uso ha sido sustituido por las pautas de sedación de Cuidados Paliativos con nuevos fármacos, que tampoco atrasan ni adelantan la muerte. Muchas personas en nuestro país, cuando el médico explica que se sedará a un paciente y que morirá en las próximas horas o días, creen que la muerte es producto de la sedación, pero esto es falso. Y sería bueno llamar a un médico paliativista para que lo explique.

Mito 3: “La eutanasia es una forma de rechazo de tratamientos que alargan innecesariamente la vida o de soportes vitales artificiales”. Esto no es eutanasia. Los uruguayos tenemos el derecho a negarnos a recibir determinados tratamientos, y esto es un derecho de los usuarios y pacientes (Ley N° 18335). También tenemos la posibilidad de manifestar nuestra voluntad anticipada de que no se prolongue nuestra vida artificialmente si tenemos una enfermedad terminal (Ley N° 18473). Por lo tanto, rechazar un tratamiento o solicitar que no se prolongue nuestra vida no es eutanasia y está contemplado en nuestra legislación actual.

Mito 4: “Los argumentos en contra de la eutanasia son, en el fondo, religiosos”. Es tal vez el más repetido y parece el más difícil de razonar debido al fosilizado prejuicio que lo sostiene. ¿No alcanza con mostrar que hay ateos, agnósticos y creyentes, tanto a favor como en contra de la legalización de la eutanasia? ¿No es suficiente razonar que, en un país laico como el nuestro, nuestras leyes prohíben la eutanasia porque es una forma de homicidio y no se basa en la religión? ¿Y el Código de Ética Médica por qué lo prohíbe? Seguro no es porque algún dogma religioso lo sostenga. Ningún pacto internacional de Derechos Humanos sostiene que la eutanasia sea un derecho, más bien lo contrario. ¿Y eso en qué se basa? Incluso las mismas religiones cuando argumentan contra la eutanasia sostienen argumentos que no suelen ser teológicos, sino en defensa de la dignidad humana y del derecho fundamental a la vida, que es el fundamento de todos los demás derechos. En general el repetir que es por “motivos religiosos” es una forma de censurar la opinión contraria, de discriminación por la identidad religiosa del interlocutor (si la tiene) o porque no se tienen argumentos para responder racionalmente.

Mito 5: “La eutanasia es una cuestión de libertad individual, es uno mismo quien decide”. No es cierto. Si así fuera, la eutanasia sería una opción para todos los ciudadanos, concedida a pedido. La solicitud es solo para determinadas personas (las menos libres y más vulnerables) y la decisión final es del médico. Es el médico quien pasaría a tener el poder para decidir la vida de quién se protege y la de quién no, porque la evaluación final para decidir si se da la eutanasia no es del paciente. Lo que realmente sucederá -si se legaliza- es que algunos perderán las garantías de que se proteja su vida y el médico que comete un homicidio a pedido de su paciente no cometerá delito. Por más que se usen eufemismos para suavizar lo que implica, el hecho sigue siendo que se da muerte a un semejante.

Mito 6: “Quienes se oponen a la eutanasia quieren obligar a otros a vivir, quieren imponer sus valores”. Esta es una falacia recurrente. Quienes nos oponemos a la eutanasia defendemos la legislación vigente, el derecho a morir en paz y sin sufrimiento, que a nadie se le prolongue la vida si no lo desea, y que todos tengan acceso a cuidados paliativos. Nos oponemos a que a algunas personas se las pueda eliminar, si así lo solicitan, siendo además las más vulnerables y manipulables. Nos oponemos porque la eutanasia va contra la ética médica y violenta el fundamento de los derechos humanos, que es la igual dignidad de todas las personas sin importar su condición de salud, su edad, su conducta o su circunstancia de vida.

Mito 7: “Un porcentaje altísimo de personas apoya la eutanasia”. Las encuestas en Uruguay fueron bajando los números, empezando con 82 % en mayo del 2020 (SMU) acercándose ahora a tan solo 55 % (Cifra), lo cual parece mostrar que a medida que la gente se informa, empieza a entender de qué se trata este proyecto y cambia su postura. Toda encuesta que pretenda estimar el porcentaje de aceptación de la eutanasia debería, previamente, verificar qué entiende la persona por eutanasia. Sólo si la persona comprende la diferencia entre eutanasia, sedación paliativa y adecuación del esfuerzo terapéutico, se debería cuantificar su respuesta a favor o en contra de la eutanasia. Las encuestas con las que contamos hasta el momento en Uruguay no garantizan que las confusiones frecuentes sobre el tema hayan sido debidamente esclarecidas.

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