Semanas atrás nos encontramos con Fito Garcé y charlamos en
que la sociedad debe encarar a la gente en situación de calle.
No debemos seguir mirando para el costado a esta problemática
que viven otros seres humanos y coincidimos en medidas radicales.
Antes que nada, debo decir que me tiene harto el discurso que
solo mencionan el problema como algo estético y que viola la
santísima propiedad privada de los vecinos de nuestros barrios.
Igualmente me repudre la prédica seudo humanista de la izquierda
cosmética que solo habla del libre albedrio y los derechos humanos.
Hay decenas de sesudos diagnósticos, pero el muerto no declara.
Y un día sí y otro también vemos que aumenta el número de
uruguayos que viven, comen, sufren y duermen en cualquier calle.
No es fácil ayudar a esta gente a salir de su mundo de miseria,
adicciones, carencias, salud mental y triste soledad, lleva tiempo.
Nuestra entrevistada de esta semana sabe de calle y plantea
conscientemente que un camino de salida es utilizar los cuarteles.
Años atrás Manini Ríos había planteado algo similar para los Ni-NI.
Era cantado que no le dieran bola y le dijeron de todo, menos que
era lindo, por supuesto que los prejuicios al militar pesaron mucho.
La cuestión es si somos capaces de encarar en serio este problema
Está demostrado que el uso del ejercito cuando la campaña del frio
polar, las inundaciones o la pandemia dieron muy buen resultado.
Hay infraestructura disponible, tenemos funcionarios que pueden
cubrir varias funciones, y capacidad de tratamiento a largo plazo.
Los parches circunstanciales han comprobado su ineficacia y acá
se trata de brindar vivienda, educación, disciplina, salud física y
mental, hábitos laborales, alimentación durante todo el tiempo que
sea necesario, sabiendo que el cortoplacismo equivale al fracaso.
No podemos darnos el lujo de dejar a ningún ciudadano tirado, es
indigno de un país que se jacta de su republicanismo e igualdad.
Buscar una solución ya, debe ser una política de Estado por encima
de los réditos partidarios. ¿Tenemos la voluntad política necesaria?
Alfredo García