Amalia Polleri: la búsqueda constante como pulsión vital por Alejandra Waltes
Pintora, escultora, grabadora, ilustradora, profesora y escritora, Amalia Polleri, fue la más joven de los alumnos del Círculo de Bellas Artes, y recibió durante su trayectoria múltiples premios en Salones Nacionales, Municipales y otros, por su obra en los campos del dibujo, la pintura, el muralismo y el grabado, actividades que mantuvo sin interrupciones hasta el fin de su vida.
Formada en dibujo y pintura en el Círculo de Bellas Artes, en 1927 obtuvo el Diplôme Supérieur pour l’Enseignement de la Langue Française. Entre 1931 y 1933 estudió cerámica en la Escuela de Industrias Femeninas. A partir de 1935 practicó dibujo y pintura decorativa con Guillermo Laborde. Asistió a cursos de Literatura e Historia en el Liceo Francés.
En 1937 obtuvo el segundo premio en la exposición Internacional de Artes y Técnicas de París. En 1938 se trasladó a Buenos Aires para estudiar con Demetrio Urruchúa y Cecilia Marcovich.
En 1941 participó en la ejecución del mural de la Biblioteca del actual Instituto de Profesores Artigas, junto a Demetrio Urruchúa. En 1942 emprendió la serie de dibujos simbolistas. En 1943 comenzó su militancia política.
Se desempeñó como docente de artes visuales en Educación secundaria, Universidad del Trabajo del Uruguay y como profesora de Metodología y Didáctica del Dibujo en el Instituto de Profesores “Artigas”. Publicó varios libros como autora sobre la enseñanza del Dibujo. En 1949 se convirtió en co-fundadora y dirigente de la Federación uruguaya de Profesores de Secundaria. En 1951 publicó “El Dibujo en la Enseñanza Técnica Femenina (UTU)”.
En 1959 obtuvo el Primer Premio en el “Concurso Decoración Mural la Escuela Nº 44” del Ministerio de Obras Públicas. En 1968 formó parte del envío “100 años de Pintura uruguaya” realizado en el Museo Corcoran de Washington. Entre 1971 y 1974 ejerció como “Directora General de los Programas de arte y artesanía y formación para la Mujer” (UTU). En 1980 realizó crónicas sobre las artes visuales en CX8 Radio Sarandí en el programa “En vivo y en directo”. Entre 1981 y 1985 escribió crónicas de arte para el Semanario El Correo de los Viernes. En 1982 publicó “El lenguaje gráfico Plástico. Manual de Enseñanza Superior” (con Brenda Lissardy y María Celia Rovira). En 1986 comenzó a escribir crónicas de artes visuales en el Semanario Brecha. En 1994 en colaboración con Quela Rovira publicó “Arte y Comunicación visual. Metodología y dimensión futura”. En 1995 es premiada por B’naiB’rith con el Candelabro de Oro, en reconocimiento a su la trayectoria.
En 2001 se realiza una muestra homenaje en B’naiB’rith. En 2003 se exhibe su obra temprana en el Molino de Pérez. En 2006 se expusieron las series La ciudad herida y Los ojos, en la Cátedra Alicia Goyena. En 2008 Galería Sur exhibió Caligramas y cilindros. En 2013 se organizó en el Museo Gurvich “Maneras de hacer. Pintura, diseño y artes aplicadas de Amalia Polleri”.
En el ámbito político, militó en el Partido Comunista desde el año 1945.
En los últimos años escribió en el diario La República, y a través de su columna, «La Columna Polleri», del suplemento «La República de las Mujeres», fustigó las prácticas machistas con basándose en su conocimiento de las dificultades para la inserción de la mujer en la vida pública. De su voluminosa producción poética publicó sólo “Maneras de Ser”.
En toda su extensa y prolífica producción, que pasó por varias etapas del arte abstracto, se distingue especialmente los Caligramas y Cilindros realizados en la década de los 60, presentados por primera vez en el Instituto General Electric de Montevideo, y expuestos con ese nombre en la Galería Sur en el 2008.
Repasando el catálogo de la muestra se llega a entender lo revolucionario de esta etapa.
Los “Cilindros Móviles” expresan un quiebre que se daba en ese momento. El arte sale de los caballetes, deja de ser un arte para entendidos y se traslada a los objetos cotidianos. Los cilindros al estar suspendidos del techo constituyen un elemento activo que reordena el espacio del entorno.
Estos objetos, decorativamente funcionales, que poseen una forma familiar por recordar a objetos cotidianos, llevaron a que los primeros espectadores abandonaran los prejuicios que lo alejaban del arte abstracto. En aquel entonces era difícil que el público lo aceptara en cuadros pero si lo hacía en una tela de decoración, en un vestido, en una cerámica, o en un tapiz. Las superficies de los cilindros, aunque tratadas como un cuadro, están concebidas para circular sobre un eje central. Polleri alterno formas abstractas, manchas y formas extraídas del mundo visual, mezclando procedimientos pictóricos y diversos
materiales. La obra no tiene a la vez ni comienzo ni fin, cualquier ángulo en el que se instale la persona sirve para iniciar el proceso de observación. Amalia Polleri falleció en Montevideo, el 18 de junio de 1996, a los ochenta y seis años.
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