Alberto Methol Ferré fue el pensador que más influyó en mi formación. Se hizo cargo de dar los fundamentos del programa de gobierno del sub-lema Manos a la obra del Partido Nacional para competir en las elecciones de 1994. Reunió a un grupo de expertos que coordinó el Dr. Carlos Barbé. A ellos les señaló que todas las áreas y temas del programa debían tener un horizonte orientador: el Mercosur. Quienes votaron al Partido Nacional atraídos por la orientación que el programa de Manos a la obra le daba al país, creyeron en el diseño de un futuro con profundas raíces en su historia. Nuestro ilustre compatriota, Enrique Iglesias, entre sus tantas enseñanzas, laudó cualquier duda en torno al compromiso del Uruguay con la integración regional, al decirnos que el Mercosur, paso hacia la integración sudamericana, es una cuestión de historia y geografía. Corría el año 1990. Presidía el país el Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, siendo su canciller Héctor Gros Espiell. Ellos lograron que el entendimiento bilateral que buscaban los gobiernos de Argentina y Brasil desde 1985, liderados por sus presidentes Alfonsín y Sarney, ampliarán el horizonte y dieran paso a la creación del Mercosur, al sumarse al histórico tratado Paraguay y Uruguay. El Parlamento, la totalidad de sus Diputados y Senadores – con una única excepción – sellaron la creación del Mercosur votando su aprobación Legislativa. Se consolidó una política de estado que incorporo el interés en la integración regional dentro del superior interés nacional a partir del cual definimos nuestra inserción internacional. El compromiso con el Mercosur, su nacimiento en nuestro país puso en evidencia que el interés nacional no se forma impulsado por ninguna ideología y ningún partido político puede sentirse dueño de él, pues como en tantas otras oportunidades todos los habitantes de esta tierra apoyamos el bien común, asegurando más un venturoso futuro que un potencial beneficio presente.
El mundo ha superado la tragedia del Covid. El gobierno presidido por Luis Lacalle Pou nos comprometió a ejercer nuestra libertad con responsabilidad. Sorteamos con buenos resultados una pandemia que en nuestra región costo mucho más. No supimos integrarnos para coincidir en un comportamiento social común y la obtención de la vacuna redentora para todos por igual. El Uruguay lo logró en soledad, pero cuanto más rápido y solidario hubiera sido superar la tragedia todos juntos. Nuestros legisladores resolvieron no revisar las decisiones de la administración que cesó el 28 de febrero. El reconocimiento de la comunidad internacional a las decisiones que desde marzo del 2020 se tomaron para combatirla, pone a nuestro país como ejemplo para todos. Tema laudado, pero en este aspecto la integración en deuda.
El Covid dejo secuelas universales que se están superando de distintas formas y en distintos tiempos. Quedaron huellas de todo orden, ya sea en la educación como en las nuevas formas de organizarse el trabajo. Las relaciones laborales tienen el desafío de amoldarse a la revolución tecnológica que trae tantos beneficios, pero que a la inmensa masa de trabajadores asalariados los obliga a adaptarse, no siempre con las mismas oportunidades. Todo se acentuó por las consecuencias de una pandemia que ya no afecta a la salud, pero cambio muchas de las formas de trabajar. En el 2008 el mundo occidental se vio atravesado por una crisis más financiera que económica de un impacto difícil de medir, pero con consecuencias que modificaron hasta resultados electorales y comportamientos políticos tanto en EEUU como en la Unión Europea. Hoy respetando reglas democráticas – electorales comprobamos desde nuestra región como surge un nuevo orden internacional, que podrá sorprender, no gustar, pero al que debemos adaptarnos. Dos guerras comprometen la paz mundial y ésta tiene como principal protección el temor a un enfrentamiento nuclear. El comercio internacional deja de ser ruta de entendimientos para convertirse en una zona de enfrentamientos, donde la OIC en los hechos ya no cuenta y los grandes bloques con sus políticas proteccionistas, a riesgo de empobrecerse, buscan en los aranceles armas que ya no son para defender economías locales sino para atacar y hasta amagar con invadir a los países que se consideran enemigos.
Leyendo y escuchando a la subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajadora Valeria Csukasi, valoré como trasmitió con ejemplar realismo que el Uruguay, su comercio internacional, sus exportaciones, deben bregar por la apertura internacional, pero que al comprobar los obstáculos que representan los aranceles, señala el camino para sortearlos en la integración, vale decir en el Mercosur. A través de su formación y experiencia, explicó cuidadosamente lo importante que sería ingresar al TRATADO INTEGRAL DE ASOCIACIÓN TRANSPACÍFICO (CPTPP). Varios medios de comunicación se hicieron eco de sus conceptos y confío de que la población vea en ellos la defensa del interés nacional y no las respetables opiniones de expertos, que habitualmente son consultados por los medios, trasmitiéndonos opiniones interesantes desde lo teórico pero alejados radicalmente del núcleo duro de la política internacional, que es reconocer la realidad y enfrentarla con los instrumentos que tenemos. Todo sabemos que no es posible lograr significativos acuerdos comerciales por fuera del Mercosur, para Uruguay o cualquiera de sus integrantes, empezando por Brasil y Argentina. Es legítimo. El expresidente Luis Lacalle Pou, dio fundamentadas razones para pedirle a nuestros socios de Mercosur su flexibilizacion. El Dr. Lacalle vio que todos sus socios quieren flexibilidad, pero no se encontró el camino para hacerla efectiva.
El domingo 2 de marzo, en un encuentro llevado a cabo en la sede de la CAF y organizado por el CEFIR, ALADI y la CAF, en una exposición de singular relevancia, el expresidente José Mujica, señaló entre otras cosas, que un camino de flexibilidad seria derogar la imposición de tomar decisiones a través de consensos. Mujica propuso que las decisiones se adopten por mayoría, permitiendo a los integrantes de la misma seguir un camino, pero dejando la puerta abierta para que los que no la compartieron, puedan sumarse a ella cuando sus intereses coincidan con el interés mayoritario.
El expresidente Dr. Tabaré Vázquez en su primera presidencia, quiso considerar un tratado de libre comercio con EEUU. No lo pudo concretar por no contar con la autorización expresa del Mercosur, independientemente del debate interno que ello suscitó, aún dentro del Frente Amplio. En su segundo mandato, el Dr. Vázquez, promovió por vía diplomática buscar caminos que le permitieran al Uruguay un tratado de libre comercio con China. Su Canciller, Rodolfo Nin Novoa, demostró los beneficios que recibía la agropecuaria uruguaya en sus exportaciones a China de aprobarse un tratado de libre comercio. Argumentos valiosos se sumaron. Todo terminó de igual forma que tuvo el intento de tratado de tratado de libre con EEUU en el primer mandato del Dr. Vázquez.
El expresidente Luis Lacalle Pou estuvo muy activo e impulsó retomar caminos conducentes a un acuerdo comercial con China. Nuevamente el consenso Mercusoriano se convirtió en la barrera que frustró los intentos del Dr. Vázquez y que al impulso del Dr. Lacalle Pou se llegó hasta firmar un acuerdo de factibilidad.
Los uruguayos exhibimos con orgullo a nuestros académicos, expertos, analistas de altísima calidad y los medios recurren a ellos para poder intentar explicar a la opinión pública que se debería hacer para ampliar nuestras exportaciones que son el principal camino para aumentar puestos de trabajo y de calidad. Bueno es conocer sus opiniones. En las relaciones internaciones la realpolitik se impone. Nuestra participación en el Mercosur no deja lugar para otra especulación, que desde dentro del mismo Mercosur, el Uruguay lidere la modificación de su carta orgánica – fundacional, para que todos juntos o la mayoría que así lo entienda, se abra para comercializar con todos en un mundo complejo. El indiscutido liderazgo regional de Brasil y la buena relación con su actual gobierno, es un capital que lejos de someternos a la voluntad del socio mayor, nos va a permitir influenciar para que el líder comprenda que la coyuntura internacional lo hace responsable de un cambio del que ya está convencido y solo le queda instrumentarlo. Hay una prueba del nuevo rumbo: fue el presidente Lula quien reflotó el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, que hace pocos días se firmó en nuestro país y era presidido por entonces expresidente Dr. Luis Lacalle Pou. Argentina es el otro socio mayor que hace pocos días en el Palacio San Martin, sus representantes diplomáticos, planteaban la posibilidad a los restantes socios de cambiar consensos por mayorías que le permitan a las minorías sumarse cuando su interés lo permita.
Los sueños, sueños son. No dejemos de soñar. Si aceptamos la realidad internacional y el mundo que nos rodea, desde el Mercosur encontraremos la mejor forma de competir ante tantas acechanzas, amenazas e incongruencias. Por eso integrados en nuestro Mercosur, nuestra población comprenderá que es el camino para que muchos sueños se cumplan y que haya trabajo y trabajo de calidad para todos, pues no conozco otro camino para lograr la felicidad colectiva.