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Argentina: crisis y futuro por Ruben Montedonico .

Argentina: crisis y futuro  por   Ruben Montedonico .
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Me resulta difícil imaginar cómo un 40% de la población argentina vive debajo de la línea de pobreza y subsiste en un país donde la inflación anualizada llega al 104 % y la proclividad al alza de cada mes -considerado desde noviembre de 2022 a marzo 2023- se refleja en el indicador del crecimiento de precios. Esto no tiene en cuenta que la clase trabajadora y los más pobres recurren primordialmente a los rubros alimentos, bebidas y medicinas
que se sitúan muy por encima de los guarismos apuntados. Alguien afirma que el impacto en esas categorías es 9,3% mensual.
Aunque es cierto que las inflaciones de más de 100% no son desconocidas en el país, la actual nos muestra que las acciones intentadas para detenerla no han dado resultado y subsiste un
elemento ilegal -no combatido- de medir su moneda con el dólar, fortaleciendo el mercado paralelo que coadyuva a la rebaja salarial y reduce el comercio minorista. Se ha impuesto en la sociedad un minimercado negro del que se adueñaron sectores del capital operativo, consiguiendo que la población lo considere elemento central de la crisis.
En medio de lo anterior, tras la sustitución permanente de ministros de Economía, el presidente Alberto Fernández -como un corcho en remolino- anunció que no se presentará como candidato a la reelección en las PASO. Otro tanto acontecerá con la vice Cristina Fernández. Aunque el anuncio presidencial no incidirá en el alicaído ánimo votante, los perfiles de los candidatos mencionados no auguran propuestas que abatan la decadencia social.

Una legión de explicaciones al caso brindan diferentes fuentes, entre las cuales elegí aquellas que me parecieron mejor fundamentadas en los antecedentes incorporados, incluidas las que involucran, en el permisivo gobierno de Mauricio Macri, la consejería y arbitrariedad del FMI y todas sus autoridades
que acrecentaron la deuda del país con esa institución otorgante de las formas más irregulares a otorgamientos de empréstitos y cuotas de cobro.
De acuerdo con un informe periodístico, la deuda externa total de Argentina es equivalente a 276 mil millones de dólares hasta 2022, correspondiendo al Estado unos 148 mil millones, de los que un tercio proviene del crédito del FMI al gobierno macrista. El panorama se complica para este año y el gobierno pidió al Fondo
mayor flexibilidad en el plan de acumular reservas. Según los datos con los que se cuenta, del total de la deuda pública acumulada hasta finales de 2022, el 92% corresponde al sector público nacional.
Para nadie, autoridad o persona de a pie, resultó inocua la contratación del tramo de préstamo de 45 mil millones de dólares -el que nunca antes el FMI había otorgado uno de tal envergadura a un país- al tramo postrero del ejercicio de Macri, contribuyendo con esa concesión, esencialmente, a la inflación galopante y al consiguientedeterioro del peso.

De acuerdo con el economista Andrés Wainer, en el curso del “largo tiempo liberal” existieron algunas presidencias que practicaron políticas más favorables a la clase trabajadora. Sin embargo, “la regresión estructural del neoliberalismo ha sido tan profunda que pese a mejoras parciales o transitorias, los trabajadores y los pequeños capitales nunca han logrado recuperar el terreno perdido”. Se consolidó -afirma- la función del
capital concentrado, al que arribaron una gran parte de las firmas extranjeras.
Por otra parte, los economistas asociados Julio Gambina, Mariano Borzel, Claudio Casparrino y Alfredo García, coinciden en situar la crisis inicial al promediar la década de los 70 (gobiernos de Isabelita y dictatorial) y su continuidad por ciertos gobiernos “democráticos”. La crítica se hace profunda sobre la inversión en la década de los 90, caracterizada por la afluencia de recursos subvencionados de corto plazo y “el financiamiento de operaciones de cambio de manos -que (…) aceleraron el proceso de concentración del capital- y, por otro lado, por una creciente
colocación de activos en el exterior”.
Este conjunto de economistas considera que un elevado nivel de endeudamiento significó una salida rentística para los capitales financieros internacionales. Al estimar lo anterior, el grupo recomienda tener en cuenta la definición de que la deuda externa es “un problema ético, político-social, histórico y ecológico” y acuerda que se la declare ilegítima.
Julio C. Gambina escribió en Rebelión, ante ciertas propuestas, que “dolarizar es un disparate que solo beneficia a un sector muy concentrado de la economía que necesita convertir (ganancias) en divisas para acumular en cualquier territorio del sistema mundial”.
Otros, como Juan Lehman, apuntan que “la inflación es la enfermedad crónica más grave de la economía argentina y la que genera mayores tensiones sociales”.
Mientras, Mario Wainfeld, de Página 12, casi con alivio, anunció la declinación de Fernández (a una renovación inviable) tras una semana estresante, con crecimiento del dólar “blue” -del circuito paralelo e ilegal- que se “disparó”, comparativamente, del valor de compra del cambio oficial.
Tal cual señalé hace unas semanas, suponemos que son varios los candidatos en carrera para las partidarias internas de agosto (las PASO) en las distintas organizaciones y será después que pasen estas que podremos formalizar alguna eventual opinión respecto a autoridades futuras y sus planes económicos, aunque sospecho que existirán pocos cambios que favorezcan a los asalariados, incluyendo sus percepciones y las seguridades para aquellos que hoy tienen un lugar de trabajo.
Parte del pueblo argentino aprendió de mala manera que los festejos por obtener la tercera medalla del primer lugar en un mundial de futbol duran una semana, pero el aventajado lugar en inflación y depreciación de su signo monetario persistirá muchos años para ser revertido.

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