Home ARTES VISUALES Arte Povera: una corriente marginal y cuestionadora    por Alejandra Waltes

Arte Povera: una corriente marginal y cuestionadora    por Alejandra Waltes

Arte Povera: una corriente marginal y cuestionadora    por Alejandra Waltes
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Con tan solo 27 años y en el contexto del llamado “milagro económico italiano”, Germano Celant montó la exposición Arte Povera – Im Spazio en la galería La Bertesca de Génova. Fue en septiembre de 1967, dónde al surgir una nueva generación de artistas provenientes del norte de Italia con una impronta contestataria y disruptiva, nació el último movimiento artístico real del siglo XX.                                                                                                                                                                     En el catálogo de la exposición, Germano Celant sentaba las bases del movimiento, configurando los elementos de una nueva poética: un arte revolucionario, cuestionador de los valores establecidos socialmente. En él surgía una noción del artista como una especie de guerrillero, cuyo trabajo buscaba la identificación entre el individuo y el mundo. Se oponía al “sistema”, planteando “la libre proyección del ser humano”, optando por “un arte pobre” alternativo al “arte complejo”.                                                                   Sus textos y una serie de exposiciones proporcionaron una identidad colectiva a varios jóvenes artistas italianos. Su consagración internacional se dio en 1969, durante una exposición en la Kunsthalle de Berna. Además, durante la Guerra de Vietnam, el Arte Povera se acercó a los movimientos de protesta contra la intervención estadounidense.                                                                                                                          Arte Povera significa literalmente “arte pobre”, pero la palabra “pobre” se refiere aquí a la exploración de una amplia gama de materiales más allá de los tradicionales, incluyendo tierra, trapos, ramitas, carbón, piedra, vidrio y desechos varios. La corriente busca provocar una reflexión entre el objeto y su forma, a través de la manipulación del material y la observación de sus cualidades específicas.                                 El Arte Povera, rechaza los iconos de los mass media y las imágenes reductivistas, así como también las industriales del pop art y el minimalismo. Propone un modelo de extremismo operacional basado en valores marginales y pobres. Prefiere el contacto directo con los materiales sin significación cultural alguna, rechazando el consumismo.                                                                                                                  Según Celant, consiste en “sacar, eliminar, reducir las cosas a su mínima expresión y empobrecer los signos para reducirlos a sus arquetipos”. Al rechazar  los materiales tradicionales, los artistas pudieron llevar a cabo una exploración creativa,  reunciando a las convenciones artísticas, y creando nuevos lenguajes expresivos, apostando por una estética de lo cotidiano, lo ordinario y lo austero. El apogeo del movimiento fue entre 1967 a 1972, pero su influencia en el arte posterior ha sido duradera.                     En franca oposición al arte pop, los representantes del Arte Povera intentaron reinstaurar la atención en el objeto como elemento de la vida cotidiana, frágil y perecedero. Por esa razón, hacer obras vivas y experienciales, como happenings o performances, era primordial para este movimiento artístico.               Dentro de esta corriente, los objetos dejan de ser lo que eran y su función ya no es definitiva. Esta característica está relacionada con el hecho de que la presentación es más importante que la representación.                                                                                                                                          Disolver la oposición entre cultura y natura fue una de las búsquedas estéticas centrales del Arte Povera. Bajo estos emblemas, Celant logró juntar un grupo de personalidades heterogéneas, unidas solamente por una “actitud”. Todos ellos fueron protagonistas sobresalientes de la segunda mitad del siglo XX.                                                             Pero Celant fue más que el “padre” del Arte Povera. Entre sus méritos se cuenta el de haber identificado y teorizado tempranamente sobre el uso de libros, discos y videos como forma artística en un volumen crucial como Off-Media, de 1977, y sobre todo sus capacidades organizativas, gestoras, especialmente en la construcción de un puente artístico entre Italia y Estados Unidos.                                                                      Gracias a la sólida reputación y al triunfo de muchos de sus emprendimientos, siempre encontró soportes económicos para organizar exhibiciones que, por sus dimensiones épicas, difícilmente dejaban indiferente al público.                                                                                                                                                         Más allá del éxito personal de cada uno de estos artistas, el uso de materiales humildes y naturales (tierra, cera, hierro, carbón, hojas, entre otros) que estaba en el centro de la operación, de sus posturas entre lo escultórico, la instalación y lo conceptual, la corriente influyó internacionalmente, admitiendo en el recinto artístico elementos lejanos a las tendencias pop y minimalistas dominantes (quizá podamos encontrar algún vestigio en la obra de algún uruguayo cómo Washington Barcala, Rimer Cardillo o Ricardo Pascale). El crítico y curador genovés, que murió víctima del coronavirus, se volvió, con el correr de las décadas, una estrella del mundo del arte contemporáneo, poderoso y extremadamente influyente a nivel de tendencias, museos y coleccionismo, integrándose así al sistema que tanto cuestionara en los fundamentos de su corriente.

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