Aspectos de una gran colección por Nelson Di Maggio
Uruguay debe ser el único país sin una colección permanente de arte moderno y contemporáneo. Se ignora la historia de la modernidad uruguaya. De manera parcial, han desfilado referentes internacionales. Es posible recordar algunos: Rodin, Klee, Tamayo, Botero, Kounellis, Calder, Yoko Ono, Equipo Crónica, Canogar, Barceló; dibujos de Beuys, grabados de Picasso —en 2019 viene medio centenar de pinturas—, la Bauhaus y tendencias (surrealismo). Acercaron al público obras originales de hoy, pero también clásicos históricos (maestros del dibujo del Ermitage ruso, grabados de Rembrandt). Eran diferentes los vínculos con el exterior. Hoy casi inexistentes. Es cierto que las obras podían viajar sin las actuales exigencias en seguridad, costos económicos y curatoriales. Sin embargo, el inglés Turner y la Afrodita de Capua, escultura clásica del Museo Arqueológico de Nápoles, hoy son huéspedes del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, visibles hasta febrero.
La Fundación Pablo Atchugarry (Manantiales, Maldonado), fundada en 2007, posee la más importante colección privada de arte actual. Situada en un maravilloso parque de 25 hectáreas poblado de esculturas del propio fundador, artistas nacionales y extranjeros de primer nivel, mantiene una actividad constante y diversificada en la docencia, exposiciones y apoyo a artistas emergentes.
El Museo Gurvich, en su firme apuesta a difundir el coleccionismo privado existente en el país, denominada Encuentros en el arte, inauguró 43 obras de la colección Fundación Pablo Atchugarry, seleccionadas por Martín Craciun. El escultor Atchugarry, de la misma manera que consolidó su prestigio en el escenario internacional, acumuló importantes distinciones y no cesó de crear, adquirió numerosas obras de artistas nacionales y extranjeros contemporáneos con aguda capacidad de elección.
Es impactante entrar al piso cuarto del museo. Maestros indiscutibles conforman un panorama sintético del arte cinético, geométrico e informalista. El fundador del arte madí Carmelo Arden Quin, Juan de Andrés, Marco Maggi, Lincoln Presno, María Freire, José P. Costigliolo en intenso diálogo con Richard Anuszkiewicz, Alberto Biasi, César Paternosto, Francisco Sobrino, Luis Tommasello, mientras un contundente cuadro de Washington Barcala, impresionante composición de compleja significación, atrapa al visitante hasta debilitar cualquier cercanía. El disfrute se extiende a Verónica Vázquez —poco conocida—, Hilda López, Ernesto Vila, Miguel Ángel Pareja, Miguel A. Battegazzore, esculturas de Octavio Podestá, Germán Cabrera, el olvidado Salustiano Pintos, Enrique Broglia, Wifredo Díaz Valdéz, Adela Neffa, sorprendentes Frank Stella y Bram Bogart. La selección posee tramos desiguales en el recorrido sin afectar las excepcionales virtudes de la colección y el necesario encuentro del público con grandes artistas.
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