Home Política Ayer una promesa, hoy un renuncio    Ruben Montedonico
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Ayer una promesa, hoy un renuncio    Ruben Montedonico

Ayer una promesa, hoy un renuncio      Ruben Montedonico
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En la nota anterior señalé entre las temporales coincidencias de la derecha, inclinada al neoliberalismo, que sin inconveniente -al evaluar posibilidades del balotaje, para el caso uruguayo- se alió con la ultraderecha de raigambre fascistoide y nacionalismo antiglobalizante. Esa unión, en cualquier geografía, puede convertirse en una forma de conducta en oportunidades necesarias. Mencioné como coincidencias entrambos el adelgazamiento del papel del Estado con sus fobias y propensión a anular -formal y prácticamente- conquistas del campo popular obtenidas en el pasado inmediato.

Aquellos que pretendan verdaderos cambios, profundos, duraderos, de gran calado, de largo aliento para los pueblos, no pueden pensar sólo en las formas sino en democracias con fondo. No deben apostar siempre a la alternancia partidista donde al final nada definitivo se aporta a las grandes mayorías y -a lo sumo- se cosechan promesas que van a quedar en inscripciones de bronce (o con letras de oro) a las que les pasan un trapito para que deslumbren en un momento.

En general, el modelo de país que han propuesto las derechas, donde son gobierno, a las sociedades contienen una serie de medidas que -cada una y en conjunto- actúan facilitando el cumplimiento de las condicionantes mencionadas. Para ello dan algunos pasos que apunto a continuación: desmantelamiento de empresas públicas, notorio cuando estas son, además, las que producen bienes y servicios para la población, como las energéticas; intentos por subordinar, desarticular o rebajar el papel de los sindicatos reduciendo la fuerza obrera; incorporación y apoyo automáticos a las posiciones internacionales del país dominante del capitalismo, declinando principios propios de soberanía; crecimiento de pequeñas franjas de la burguesía generando desigualdad y pobreza de las mayorías; abrogación de los planes sociales de períodos con otros signos políticos; incremento de formas contemporáneas de corrupción, promoviendo la elusión y evasión fiscales; favorecimiento de soluciones que fortalecen el individualismo (en general relacionado con el consumismo).

En estos momentos -para únicamente poner un ejemplo- dadas las condicionantes impuestas por la nueva administración uruguaya, iniciada a principios de marzo, y tomando en cuenta las circunstancias existentes en algunos países vecinos, estimo que la integración regional (referida en particular al Mercosur) está detenida y, mirando el futuro, podemos augurar que, además, estará paralizada por años. Quizá se intente un Mercosur para usarlo más como ámbito negociador en común, amén de para hacer gárgaras con él en discursos acerca de hipotéticas complementaciones.

Cuando pensamos que no es posible dar la lucha contra el capitalismo y su engendro neoliberal con los manuales que pretenden introducir los capitalistas, los dueños de fortunas o los instrumentos organizados internacionalmente que le son funcionales, es porque se entiende que eso conduce por el camino de la dependencia y nos deja con el papel de simples marginales alienados en el campo del subdesarrollo dependiente.

Como nos comentaba y así escribía don Carlos Quijano en el exilio mexicano: Democracia, integración, ruptura del molde capitalista, he ahí, según pensamos y creemos con angustia y esperanza, las metas de nuestro difícil y exultante quehacer. Otra América vendrá. ¿Cuál? No sabemos. No hay modelos. La que seamos capaces de construir.”

De ninguna forma como un mitigante de regímenes pasados sino como una apreciación, corresponde señalar que coincido con aquellos que piensan que pese a la preeminencia que los gobiernos progresistas apoyados por la izquierda tuvieron en los primeras años de este siglo en Sudamérica, ello no supuso la desaparición ni mucho menos la extinción de las derechas: varios de los frenos en el avance de conquistas por parte del pueblo en los gobiernos de Lula, Vázquez, Mujica y hasta Bachelet, se debieron a la acción de fuerzas reaccionarias y, en todos los casos, sus medios de comunicación. En verdad sí discrepo de quienes ven en esas detenciones atenuantes para las autoridades de aquel momento: en mi consideración, esto más que eximirlos los exhibe. Dejo para ciertos dilettanti la discusión sobre si Norberto Bobbio tenía razón cuando definió a la izquierda y la derecha como polos antitéticos que existen por la presencia del otro: más directamente entiendo que hay revolucionarios (de izquierda) y contrarrevolucionarios (de derecha) sin que se deba renunciar a la construcción de una política de alianzas según las condicionantes de cada momento, estimando que esta no es la tribuna donde redargüir aquellas definiciones.

Al retomar el caso Uruguay, que inauguró su gobierno derechista (apoyado por el más rayano y rancio conservadurismo) la propuesta de la nueva autoridad pasa simbólicamente por el Poder Legislativo que se espera avale una ley de urgente consideración (LUC) enviada por el Ejecutivo, construyendo el molde quinquenal de la acción de gobierno. Tal vez un afán abarcador se abatió sobre el redactor y la prisa llevó al presidente electo -casi con seguridad debido a su incontenible narcisismo político- a presentarlo al conjunto de fuerzas conglomeradas que lo arropan como borrador de su bando (el llamado “honorable” directorio del Partido Nacional). Así se hicieron mezclas insólitas en sus centenares de prescripciones, con errores y tratamientos de urgencia pareja para cuestiones francamente desiguales, como chorizos y normas de acción jurídica o temas de represión con los de educación pública y becas de estudio (¿o son otra forma de reprimir?).

El “aderezo” es el tarifazo que le asestarán al conjunto contribuyente, algo que en la campaña se había negado con énfasis. Mi deseo es que sus legisladores logren pensar con cabeza propia y se olviden de la sumisión a los deseos del presidente: parece una ocurrencia improbable ya que algunos quieren hacerse trampas al solitario y creer que al Legislativo los llevó la cigüeña.

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