Una práctica en curso para “descarrilar” opositores (izquierdistas, reales o supuestos, progresistas, excesivamente estatistas, antineoliberales “Marxistas o comunistas”) molestos- por no atender a los pedidos, las exigencias o las demandas de instituciones afines a EEUU- están sacando credenciales de trámite expedito en Sudamérica y así ser regímenes “democráticos”. Las intervenciones washingtonianas no piden permiso para entrar desde las embajadas,
los visitantes-inspectores-vigilantes, las consideraciones de la prensa empresarial afín, la propia Casa Blanca y su
inquilino. La Presidencia salvadoreña es de las más “democráticas”-de acuerdo con lo anterior- debido a sus quehaceres domésticos, en muchos casos violatorios de los derechos humanos, como en el terreno internacional aceptando encarcelar a inmigrantes de nacionales latinos y votar siempre de acuerdo con los ”diktat” de Trump. De estas intervenciones que restan o intentan reducir soberanía a los países, los jueces suelen ser objeto de los dicterios del emperador de turno: tenemos como ejemplo el juicio y la condena a Jair Bolsonaro. Otro tanto se podrá agregar a esas intervenciones nada solapadas de
las fuerzas militares de EEUU asolando con sus merodeos Venezuela y el Caribe.
Como un ensayo de la modalidad aplicada en Bolivia, se debe recordar el golpe contra Manuel “Mel” Zelaya en Honduras (2009). El primer presidente de Perú de extracción campesino-sindical, Pedro Castillo, asediado sistemáticamente en su labor ejecutiva por el Congreso hasta que lo depusieron; a instancias de este cuerpo, se lo encarceló y se lo juzga por rebelión, abuso de autoridad y alteración de la tranquilidad pública. Fue electo en comicios generales y lo sustituyó en el cargo Dina Boluarte, activa contribuyente a su deceso político, destituida el 9 de octubre ppdo. Luego siguió el excura Fernando Lugo, en Paraguay, tras un “juicio político” en el Parlamento. Tiempo después, con la intervención del Senado brasileño, Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil fue depuesta.
Más acá, la dirigente de un sector del peronismo, dos veces presidenta de Argentina y exsenadora (fungió como vicepresidenta del país) fue -de acuerdo con declaraciones del presidente Milei- detenida y procesada por orden suya) en un acto no solo anticonstitucional, sino que no logró restarle simpatizantes.
Por último, llegamos al caso de Evo Morales. Álvaro García Linera, quien fuera vicepresidente del sancionado
-considerado un gran pensador revolucionario marxista capaz de superar las limitaciones del progresismo incorporando pensamientos de Gramsci- es decir, un actor “in medias res”, atribuyó a falta de representatividad en el partido que fundó el dirigente cocalero; el mismo ocurrió, según García Linera, como producto de su involucramiento en una guerra de “egos” con el presidente Luis Arce.
Un mes antes de la primera vuelta comicial las autoridades electorales decretaron la negativa a Morales de su postulación. La interpretación -cuestionada- de la norma comicial prohíbe postulaciones consecutivas a los expresidentes que hayan ejercido dos mandatos, lo que no impide -de acuerdo con una lectura estricta del texto- su postulación después de cumplir con la regla:
tras dos periodos presidenciales de Evo Morales, ¿no fue nombrada presidenta de la dictadura Jeanine Áñez? El gobierno vigente, que cumple Luis Arce como presidente, ¿no abre el espacio que sí habilita la norma?
Al momento de comunicársele a Evo Morales que no se aceptaba su candidatura presidencial, de acuerdo con las encuestas, el dirigente político contaba con el 32% de los electores; en la primera vuelta del 17 de agosto de 2025, Rodrigo Paz obtuvo 32,06% de los votos y quien resultaría su contrincante en el balotaje, 26.70%. La fiscal del caso, Sandra Gutiérrez, invocó que la investigación a Morales era por “trata de personas para facilitar la prostitución”, un objeto bastante torpe que el mencionado niega públicamente desde la provincia de Chapare, sin presentarse ante la fiscalía que exige que comparezca.
Si bien el MAS -dirigido por Evo Morales- nunca fue toda la izquierda boliviana, sí fue una rama importante,
infaltable, de la misma. Las candidaturas de quienes pasaron por el MAS o lo representaron en los comicios
obtuvieron muy magros resultados, no llegando al 12%. La tarea de disolver o “descarrilar” al principal ariete
político de los cambios resultó satisfactorio: ni siquiera llegaron al balotaje.
Es cierto que pesan entre los argumentos sobre la situación del MAS las imágenes que nos plantean que sus
discordias significaron un disparo en un propio pie; asimismo, la visión de García Linera -denostado por el
mismo Evo- de un conflicto de egos no puede negarse. Tampoco se debe dejar pasar la oportunidad de la
autocrítica y el sondeo acerca de cuánto puso de sí la derecha, sus equipos de comunicación social y el interés
de esa corriente en lo internacional para desfondar lo alcanzado en las últimas dos décadas e incluir el difícil
momento económico actual.
Habrá que estar atentos, por ejemplo, a los miles de pobres que pasaron a las capas medias y que con cualquier gobierno que llegue tras el resultado del 29 de octubre sufren ante la amenaza de regresar a la condición de pobreza de inicio del siglo. Se debe poner atención a que el salario mínimo creció tres veces en el mandato de Evo y pudo erigirse en una nación de voz soberana en el campo internacional.
Los proyectos de los candidatos de quitar los subsidios, rehacer la política extractiva para hacerla atrayente al
inversor extranjero, no es y está probado, el camino a seguir por un pueblo y sus organizaciones. El próximo,
domingo, en el balotaje se ofrecerán al público entre dos postulantes: ambas pertenecen a facciones de la
derecha más conservadora.
El futuro gobierno (que ingresará el 8 de noviembre) no solo deberá mirar a los costados en el ámbito internacional, -con o sin MAS, con o sin Evo- sino que en conjunto todas sus expresiones, tienen un futuro de oposición por delante.







