En abril de 2025, la relación entre Estados Unidos y Panamá vuelve a ser un tema candente en el debate internacional, particularmente en lo que respecta al control y uso del Canal de Panamá. Este punto neurálgico para el comercio mundial ha resurgido en el centro de la geopolítica global, una vía interoceánica clave que conecta el Océano Atlántico con el Pacífico. En un contexto de competencia creciente entre potencias y de presión sobre los recursos estratégicos, el canal vuelve a ser un elemento crucial en la lucha por la influencia global. ¿Estamos ante un nuevo capítulo de las tensiones que marcaron el siglo XX o, por el contrario, asistimos a una reorganización del poder global donde el Canal es solo una pieza más en un tablero cada vez más complejo?
El Canal de Panamá bajo presión
A lo largo de su historia, el Canal de Panamá ha sido objeto de disputas de poder. Su construcción a principios del siglo XX y la posterior intervención de Estados Unidos consolidaron una relación de dependencia y control que persistió hasta el traspaso de la soberanía panameña en 1999. Sin embargo, hoy el Canal enfrenta una crisis que va mucho más allá de la geopolítica tradicional. En el siglo XXI, su relevancia sigue siendo incuestionable, pero el contexto ha cambiado drásticamente. En un escenario de creciente multipolaridad, las viejas dinámicas de poder entre Estados Unidos y Panamá se entrelazan con nuevas tensiones, en especial con la creciente influencia de China, que ha estrechado relaciones comerciales con Panamá y otros países de América Latina.
El Canal, que históricamente fue un símbolo del poderío estadounidense, se encuentra ahora en una encrucijada. La potencia norteamericana, aunque sigue siendo un actor dominante en la región, se enfrenta a un desafío estratégico importante en su intento de mantener su influencia en una América Latina cada vez más diversa en términos de alianzas políticas y económicas. El crecimiento del comercio entre China y América Latina, combinado con la creciente presencia de Beijing en proyectos de infraestructura en la región, coloca al Canal de Panamá en el centro de una nueva rivalidad global.
Crece la Influencia China por el Dominio del Canal de Panamá
El interés de China en el Canal de Panamá no es reciente. Desde que Panamá estableció relaciones diplomáticas con China en 2017, Beijing ha incrementado su presencia en la región a través de inversiones en infraestructura clave. El Canal, como punto de conexión entre el Atlántico y el Pacífico, es fundamental para las rutas comerciales que China busca dominar, especialmente a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Aunque la soberanía
panameña sobre el Canal es indiscutible, el aumento de la influencia china plantea interrogantes sobre las futuras dinámicas de control y uso del Canal, y si Estados Unidos, que históricamente ha tenido un control de facto sobre la vía, podrá adaptarse a un nuevo escenario de competidores estratégicos.
La reciente construcción de una ampliación del Canal, que incluye un tercer juego de esclusas, ha sido interpretada por algunos como un reflejo de la estrategia de Panamá para fortalecer su capacidad de negociación con las grandes potencias, particularmente en el contexto de una economía global cada vez más interdependiente y conflictiva. La presencia de China, no solo como socio comercial, sino también como inversor en infraestructuras portuarias y de transporte, incrementa las tensiones sobre el control de esta vía interoceánica.
¿Un nuevo capítulo de la historia o una reorganización global?
Lo que está en juego no es simplemente la soberanía de Panamá sobre el Canal, sino el control de una arteria clave para la economía global. La competencia por esta vía, que hasta hace poco parecía ser un tema resuelto en términos de dominio estadounidense, hoy se presenta como un campo de batalla geopolítico renovado. La rivalidad entre Estados Unidos y China, que se ha intensificado en los últimos años, añade una nueva capa de complejidad a la situación. En este sentido, el Canal de Panamá podría ser visto como un microcosmos de las tensiones globales más amplias, un símbolo de la transición hacia un orden multipolar en el que ya no solo las potencias tradicionales tienen voz y voto.
Panamá, por su parte, se encuentra en una posición delicada. Si bien el país ha mantenido una postura de neutralidad y ha buscado diversificar sus relaciones internacionales, la presión de las grandes potencias es innegable. La cuestión es si Panamá podrá navegar en este nuevo escenario sin perder su soberanía, pero también sin quedar atrapado en la rivalidad entre las grandes potencias. Las decisiones que tome el país en los próximos años podrían tener un impacto directo en la seguridad y estabilidad regional, y definirán el futuro del Canal en una nueva era geopolítica.
En conclusión, el Canal de Panamá, esa franja de tierra que conecta dos océanos, sigue siendo una de las piezas más estratégicas. Las tensiones que actualmente lo rodean son el reflejo de un mundo en transformación, donde las viejas alianzas se reconfiguran y nuevas potencias surgen con ambiciones geopolíticas. ¿Estamos ante un nuevo capítulo en la historia de las disputas por el Canal de Panamá, o simplemente ante un reacomodo de la jerarquía mundial en la que este sigue siendo solo una pieza más? Lo que es indiscutible es que el Canal de Panamá sigue siendo, hoy más que nunca, un elemento clave en las relaciones internacionales y en la lucha por el dominio geopolítico.