Cecilia Mattos: saber ver, saber hacer. por Alejandra Waltes

En el marco del ciclo de exposiciones “Contactos” del Museo Figari (que busca vincular la producción de artistas contemporáneos al legado figariano), expone por segunda vez la Artista Visual Cecilia Mattos. La muestra “Cecilia Mattos: Figari residual (utilidad e inutilidad del arte)” puede visitarse hasta el 10 de mayo en el horario de martes a viernes de 13.00 a 18.00 hs. y los sábados de 10.00 a 14.00 hs. . “Si yo puedo transformar esa basura en arte, en belleza, en algo que ilumine de alguna forma, para mí todo es posible, esa es mi filosofía. Cada obra es una búsqueda. Y siempre se termina notando cuando trabajás desde adentro y no desde la superficie” (Cecilia Mattos. “El País”. 30 de junio de 2024)

Cecilia Mattos (Montevideo, 1958). Comenzó su formación artística en 1975 en California (Estados Unidos) en donde permaneció hasta 1976. En 1984 fue becada por CIDAP (OEA) para realizar estudios de diseño artesanal en Catamarca (Argentina). En 1986 se radicó en Buenos Aires (Argentina), donde continuó el estudio en diversas disciplinas y técnicas visuales: historia del arte, dibujo, pintura, impresión, grabado. En 1990 regresó a Montevideo (Uruguay), en donde siguió sus investigaciones de técnicas escultóricas (papel maché) y profundizó su formación artística con numerosos cursos teóricos. Ha participado en forma colectiva e individual de numerosas muestras nacionales e internacionales en Italia, Alemania, Israel, Estados Unidos, México, Paraguay y Argentina. En 2009 fue premiada, junto a Nacho Seimanas, con el Fondo Concursable del Ministerio de Cultura por el proyecto “Kit Básico para la Fundación de un Pueblo”. Representó a Uruguay en la II Bienal de Mercosur, Porto Alegre (Brasil), en la V y I Bienal Iberoamericana del Instituto Domecq (México) y en la XIV Bienal de San Pablo (Brasil). Su obra se encuentra en numerosas colecciones públicas y privadas nacionales y extranjeras. En su web, Mattos dice de si: “El arte es para mí una forma de acercarme a la realidad y transformarla en algo… maravilloso. Siempre me he dedicado a este oficio, lo aprendí con mis manos experimentando el mundo que me rodea. Siento atracción por los materiales olvidados y los soportes no convencionales, quizás sea consecuencia de haber vivido en el campo durante mi infancia, lugar donde aprendí a trabajar con lo que encontraba en el lugar, dándoles muchas veces una segunda vida. Me encanta investigar, jugar y dar otros significados a estos objetos y materiales. Creo que ser artista es un trabajo hermoso y difícil, en el que aprendes a lidiar con la frustración, a perder los paradigmas establecidos, a equivocarte y a encontrar una nueva oportunidad a partir de ahí. Por otro lado, todo eso lo convierte en una experiencia única que no cambiaría por nada. Cada día valoro más ser una mujer artista, mayor y del sur del continente.” Para mí el artista tiene el rol de investigar, de desenterrar lo cotidiano, de dar nuevas lecturas, de reordenar. En un mundo cada vez más eficiente, el artista tiene el lujo de ser inútil y de no crear nada fácilmente evaluable…” (Cecilia Mattos. Texto curaturial). Como queda registrado en múltiples notas el punto de quiebre en la propuesta artística de Mattos fue en el  2017 cuándo se mudó al balneario Las Flores y durante sus caminatas le llamaron la atención los colores de las cosas que iba encontrando. Resolvió dar otra vida, colectando, lavando y clasificando los residuos plásticos que aparecían en su camino. “Me interesa de dónde viene, el mar une territorios. Pero más que eso, me interesa saber por qué se consume. Encuentro restos que mantienen su color original y puedo sentir el deseo unido a su belleza. Tomo mi propio deseo y colecciono colores, formas, texturas. También me fascina el hecho de que es basura y puedo transformarla en otra cosa. ¿Cuándo dejará de ser basura y se convertirá en arte?” Comenzó así una experimentación de años con el material encontrado: cortó, pegó, quemó, pintó arriba. Esa operación conceptual fue la decisión que dio forma al mosaico en plástico. Las obras de Cecilia no son obras en base al reciclaje de materiales, son obras en base a la reutilización de materiales, que invitan a pensar en diferentes niveles de significantes éticos. “La contaminación no es solo material. Es en cómo convivimos en sociedad, en cómo nos tratamos. Capaz que la capa que ves es eso, una exposición sobre material reciclado, pero hay un núcleo que tiene que ver mucho con la valoración y la desvalorización” (Cecilia Mattos. “El País”. 30 de junio de 2024). La identificación de Mattos con la obra de Figari tiene dos antecedentes: en el 2000 “Mattos desde Figari” (Galería del Paseo, Montevideo) y en el 2019 “Homenaje a Figari” (Espacio Cultural Edificio Artigas, Montevideo). “Con la basura Cecilia recrea pinturas famosas de Figari. Se sirve de una técnica insólita que combina efectos del collage, del mosaico y del tapiz. La imagen se conforma de un modo residual en la retina por superposición de capas de color que promueven transparencias, brillos, efectos de movimiento y relieve, degradés inesperados. Del mismo modo que hace un siglo la pincelada del maestro se sirvió de la técnica impresionista para que se conjugaran los colores en la retina del observador, así Cecilia superpone y combina desechos plásticos de gran variedad cromática para reinventar las evocaciones de sus cuadros. La completa operativa de Mattos supone una reflexión sobre los usos de la materia, sobre el consumo y la producción de imágenes, sobre la utilidad e inutilidad de todo arte y, tal vez, sobre la posibilidad de encontrar soluciones creativas a problemáticas complejas.” (Pablo Thiago Rocca. Texto curatorial). Cecilia Mattos sabe ver las posibilidades plásticas de los materiales con los que se encuentra, un saber ver cómo el mostrado por Fernando Sicco en la muestra ““EL VIENTRE DEL ESCARABAJO / cuestión de escalas”. El ojo sensible y profesional abierto a encontrar la belleza decodificando la cotidianeidad descubrió y convirtió en un goce estético el resultado visual de las texturas que se van formando capa a capa. “Figari consideraba a la naturaleza como la suprema guía del accionar humano. Sus danzas criollas, sus casamientos y entierros a menudo están insertos de tal modo en el ambiente natural que resulta imposible desligar las personas de los árboles, el cielo y los animales. En las creaciones de Cecilia los personajes también están integrados a un mundo que, ciertamente, ha cambiado. Son las pinturas de Figari y no lo son. Evocación de evocaciones pasadas, remembranzas de Figari que se vuelven a pasar por el tamiz de los sueños. Imágenes residuales como ecos, como olas que vienen del mar. La obra de Cecilia Mattos cuestiona los estándares de la belleza convencional y nos obliga a reflexionar sobre el valor de los objetos y el lugar que ocupan en nuestro entorno.” (Pablo Thiago Rocca. Texto curatorial)

“El petiso de los mandados” (Cecilia Mattos-s/f)