Discurso del Rector de la UCU Julio Fernández Techera
Es con mucho placer que recibimos hoy al señor Presidente de la República. A la señora vicepresidenta que hace dos años, cuando era intendenta, vino a la universidad y estábamos recién empezando el edificio. Le dije a ver si iba a venir la inauguración y me lo prometió. Y está cumpliendo con esa promesa. Al señor Presidente Sanguinetti y señor Presidente Lacalle Herrera y a los ministros, a los obispos que como les dije recién en la capilla en la Misa de Acción de Gracias, son los dueños de casa, porque esta Universidad Católica del Uruguay, pertenece a toda la Iglesia del Uruguay.
Hoy vamos a celebrar estos 40 años. Con el Presidente de la República nos une una pasión, a los dos nos gustaba mucho la historia. Él eligió ser hijo de Grompone y se fue al IPA. Yo elegí ser hijo de Vaz Ferreira y me fui a la Facultad de Humanidades.
Tuve el honor de ser alumno de la madre y el padre del ministro de Economía, Gabriel Odonne de los cuales aprendí mucho de lo que voy a decir ahora.
Pero una cosa que aprendíamos en primero con 18 años en teoría de la historia, era una frase que a los historiadores les encantaba, que era de Benedetto Croce y que decía que toda historia es historia contemporánea. Yo creo que a los 18 años no me enteraba mucho qué quería decir eso, pero me encantaba porque era como provocadora. Te rompía un poco los esquemas.
Pero creo que con los años, cuando van pasando las décadas y uno tiene más experiencia de vida, empieza a entender un poco qué es esto de que la historia es siempre historia contemporánea. Y esto tiene que ver con que la historia que no es el pasado, sino el relato que nosotros hacemos del pasado siempre está condicionado por el presente.
Croce dice que por las necesidades y los requerimientos del presente, yo digo que también por los intereses del presente.
Porque cuando uno va a mirar la historia está queriendo ver lo que está viviendo hoy. Y entonces cuando uno piensa en estos 40 años, los aniversarios siempre nos invitan a mirar, hacer relatos de la historia.
En esta UCU ¿qué es lo que aparece en este relato?
Y a mí me aparecen tres palabras: continuidad, disrupción, e innovación.
Y digo continuidad porque la historia de la Iglesia en el Uruguay vinculada a la educación es antiquísima y la de la compañía de Jesús como una parte de esa iglesia también. En 1680 se fundó la Colonia del Sacramento y se abre el primer centro educativo que fue el colegio de San Francisco Javier de los jesuitas portugueses.
Una década después se funda Montevideo y el Cabildo pide a los jesuitas que abran un colegio y se abre el primer centro educativo de Montevideo. El colegio San Estanislao de Cosca, donde hoy está el MTOP en la plaza Matriz.
Pero también todo lo recordaba el Cardenal en la homilía que Larrañaga, del cual esta universidad lleva el nombre fue fundamental en la educación del país y en la ley que se llama Ley Larrañaga de 1833, que fue la base legal para que años después, debido a las guerras civiles, se instalara la Universidad Mayor en 1849.
Y el primer rector de esa universidad que hoy llamamos Udelar, fue monseñor Lorenzo Fernández, segundo Vicario Apostólico de Montevideo.
Aunque el que realmente hacía el trabajo era el doctor Luis José de la Peña, que era un sacerdote argentino.
O sea que yo creo que los 40 años tienen que ver con esta historia de la universidad en el Uruguay del cual nos honramos, y está aquí el rector de la Udelar, el doctor Mombrú.
Entre otras cosas no solo porque es la tradición nacional de muchos años, muchísimos de los que estamos aquí, el rector, algunos vicerrectores, algunos decanos y profesores tenemos la Udelar como nuestra alma mater.
Entonces siempre la Udelar va a ser la hermana mayor y esa es la continuidad.
Pero también esta historia es disrupción, porque hace 40 años no fue nada fácil fundar esta universidad, porque los uruguayos no nos gustan mucho los cambios y había mucha resistencia y costó mucho sacarla adelante.
Y fue una disrupción para nuestro sistema universitario y dio pie a que hoy tengamos siete universidades, dos públicas y cinco privadas que se enriquecen mutuamente y que tienen unos vínculos muy fraternos. No siempre fue así, pero hoy realmente tenemos muy buenos vínculos y eso enriquece al país.
Y también es innovación. Y yo lo dije hace tres años, cuando inauguramos el edificio Semprún, hablando del padre Semprún, que era un hombre enormemente innovador.
Apenas llegó acá le hicieron cargo del Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras y le dijeron hay que ver cómo se transforma en una universidad. Enseguida dijo hay que hacer carreras que en el Uruguay no existan.
Y abrió Ciencias de la Comunicación y Dirección de Empresas que en Uruguay hasta ese momento no había. Y fue una innovación.
Y yo digo que la UCU tiene su ADN con sus más y sus menos, la innovación, el pensar las cosas de otra manera.
Y esa innovación primero tiene que ver con el objetivo.
Esto es un centro de servicio a la sociedad. Entonces, la primera innovación tiene que ser servir mejor. Ser más útiles.
Hacerlo de una manera más adecuada para los tiempos.
Y en la universidad estamos viviendo un tiempo de innovación enorme, de todo tipo, que abarca lo pedagógico, lo didáctico, lo profesional, las prácticas, la gobernanza, la organización del campus.
Pero siempre con eso de que nosotros tenemos un sentido de servicio a la sociedad.
Esta no es una organización con fines de lucro. Esta es una organización con fin social. Y ese fin social tiene que ser innovador, tiene que responder a las situaciones cambiantes. Tiene que ser innovadora también porque debe ser pertinente y útil.
En la tecnología hay muchas cosas que antes solo se podían aprender en la universidad y que hoy se pueden aprender en un celular. Pero entonces la universidad tiene que dar algo más para ser pertinente y útil a los jóvenes y no tan jóvenes, porque hoy hablamos mucho de la formación a lo largo de la vida, que vienen aquí.
Ayer empezaron más de 1550 estudiantes en los tres campus de la universidad. Bueno, ser pertinente es saber responder a las necesidades de formación de esos jóvenes de hoy del 2025.
Pero también tiene que ser innovadora en lo permanente, porque cuando hablamos tanto de cambio y de innovación tecnológica, veamos que todo tiene que ver con los valores y con la buena formación académica, que son permanentes.
Pero que el que sean permanentes no quiere decir que haya que seguirlos enseñando igual.
Hay que ser muy innovador para que realmente podamos crecer como personas, como ciudadanos, como profesionales pero manteniendo lo permanente.
Y por eso hoy, 40 años después, aquella pequeña universidad tiene 7000 estudiantes activos, tiene 26.300 graduados, que en un país como Uruguay es mucha gente.
Encontramos gente en todos lados que son graduados de aquí. Está ofreciendo 57 carreras de grado entre Montevideo y los dos campus que tenemos en Salto y en Punta del Este y 41 posgrados, de los cuales hay tres doctorados.
La universidad, además, como tiene ese fin social, aunque se nutre de las cuotas que pagan sus estudiantes. Siempre tiene presente: ¿Cómo hacemos para llegar a más gente?
Porque, entre otras cosas, el 41% de nuestros estudiantes son primera generación universitaria y eso a mí me toca mucho porque yo soy primera generación y además de los once hijos soy el único universitario. No es lo mismo tener padres ya son profesionales que ser el primero en la casa que hace eso.
Tenemos un 53% de estudiantes que trabaja y un 51% seis o más horas y trabajan para poderse pagar la universidad.
Pero tenemos también un 33% de estudiantes que tienen algún tipo de beca. Algunos totales. Y tenemos un plan para 18 estudiantes de contexto muy vulnerable que todos los años becamos completamente. Con un seguimiento muy grande, porque hay que ayudarlos. No solo basta el decirles entren, hay que acompañarlos en la carrera. Pero es un programa que nos gusta mucho.
Entonces, esa innovación que nosotros tenemos y que la pusimos en el perfil de graduado UCU, queremos gente con espíritu innovador, es lo que tiene que ver con esta historia.
Mirar la historia también como inspiración para esa innovación. ¿Cómo responder a lo nuevo?
Creo que este edificio, el San José, es un buen icono de ese modelo que estamos teniendo.
Para empezar no es todo nuevo, aunque les va a costar cuando recorran distinguirlo.
La parte que está ahí detrás. ese edificio ya existía. Nosotros después adquirimos dos solares más y construimos todo. Pero lo hicimos para que quedara como si fuese uno solo. Aquello era la Facultad de Odontología. Después fue la Clínica Universitaria y construimos esto para duplicar esa clínica universitaria que además de ser un lugar de aprendizaje para nuestros estudiantes, es un servicio social muy fuerte.
El año pasado recibimos 1760 pacientes en la Clínica Universitaria. En odontología, en fisioterapia, en psicología, en psicomotricidad, en psico pedagogía. Tenemos que incorporar todavía Medicina, que ya tendremos nuestros primeros médicos a fin de año, pero tenemos que también incorporarla a la clínica.
Esto es innovar con lo viejo y con lo nuevo.
Pero además hicimos un edificio que lo van a ver muy flexible.
Y hasta cuando armamos el auditorio, pusimos un mobiliario que se pueda mover todo.
Que un día sea teatro, otro día sala de conferencias, otro día salón de baile. ¿Por qué? Porque parte de nuestro modelo es la flexibilidad y es ir probando cosas nuevas.
Es un edificio que tiene arte pero tiene que tener mucho más.
Primero agradecer a Saravia por la obra preciosa que nos hizo de este San José con el niño que queríamos que estuviera acá.
Que lo tuve que sacar de sus casillas porque me decía: “usted me pide algo más. Yo soy más clásico”.
No lo hice súper contemporáneo porque sino el cardenal se ponía nervioso porque aparecía un San José, que era una cosa muy rara.
Dije que sea clásico, pero que sea moderno.
Pero además allí tenemos a Gustavo El Pollo Vázquez que es un gran artista nuestro, que nos regaló una de sus obras preciosas, que preside el auditorio y que son las dos primeras obras de arte de un edificio que creemos, como todo el resto del campus, que se vaya llenando de arte, porque eso también tiene que ver con nuestro modelo de innovar en la universidad.
Y este edificio tuvo algunos bemoles porque tenía que empezarse en el 2020. Estábamos haciendo todos los trámites cuando estalló la pandemia. Acabábamos de empezar el Semprún, pero este tenía que seguirlo unos meses después y ahí decidimos que se frenaba todo porque no sabíamos lo que iba a pasar. O sea que se atrasó como dos años.
Y los arquitectos Florencia Hughes, Bernardo Monteverde y Germán Tortora.
Ellos tres diseñaron este edificio y lo estuvimos discutiendo hasta hace como cuatro días.
Porque a veces el rector se mete en algunas de las cosas. Pocas, pero se mete y se arma un poco de lío.
Ellos y todo su equipo, porque no solo fue el diseño sino también la dirección de obra.
Agradecerle a Ciemsa con Martín Villar y su gran equipo, que en estos dos años han estado trabajando hasta hace diez minutos.
El edificio tiene cinco plantas, hay tres que están prontas. Son las que vamos a visitar. Pero la planta cero, hay una parte que no está terminada. Y en la cuarta planta está un parrillero muy grande que este campus se debía y que no me lo habían dejado hacer en el edificio anterior porque querían un jardín japonés. Pero en este no se libraron del parrillero. Pero no está, para Pascua creo que vamos a poder inaugurar el parrillero de la universidad.
Este trabajo es de gente que nos viene a ayudar, pero también es muchísimo trabajo de la gente de la universidad.
No puedo nombrarlos a todos, pero planta física con Valentina Carrau al frente ha dejado la vida en esta obra.
Tiene tres hijas, las mandó a Punta del Este y se quedó todo el sábado y domingo trabajando para que el lunes pudiera recibir a los estudiantes a las ocho de la mañana.
Pero no fue solo esto, sino que ha sido un equipo de arquitectas y de personal de limpieza que han trabajado impresionante y que hay que agradecer porque esto es así gracias a ellos.
También a toda la Dirección de Transformación Digital con Michele Volpi a la cabeza porque este es un edificio muy tecnológico.
Van a ver que hay ahí una pantalla que es un capricho del vicerrector administrative, acá todos tenemos algún capricho.
Bueno, ahí está funcionando esa pantalla que queríamos y la gente de Transformación Digital ha trabajado incansablemente y todos los demás servicios de la UCU, comunicación, finanzas y todos los demás.
A la Clínica Universitaria, porque esto siguió funcionando. El pobre personal de la Clínica Universitaria que lo mudaban de un lado para el otro, hoy estarán felices porque tiene una clínica que más del doble de lo que tenían antes, Pero con el doctor Federico Todeschini al frente, todo ese equipo ha sufrido estos dos años el edificio San José y hay que agradecérselo.
Y por último, yo quiero agradecer a toda la gente que ha trabajado en la UCU estos 40 años, que son muchísimos. Algunos ya están en el cielo, otros están aquí presents.
Como no los puedo nombrar a todos. sí quiero nombrar especialmente a Monseñor Luis del Castillo, que está allí atrás
que fue el primer rector de la universidad.
Que fue el que asumió el 5 de marzo de 1985 y fue durante cuatro años rector de la Universidad y con él, a tanta gente que ha dejado la vida en esta universidad.
Porque como bien decía ayer el rector de la UM, cuando estuvimos ayer en un acto: Las universidades no son los edificios, son la gente que trabaja en ella, los estudiantes, los profesores y el personal. Ellos son los que hacen posible esto.
Y acá obreros, electricistas, carpinteros, infinidad de gente, cientos de personas que han trabajado, a los que tenemos que agradecer, que a lo mejor no los conocemos personalmente o no sabemos su nombre, pero que han dejado mucho de su arte y de su buen hacer aquí.
Así que muchas gracias a todos. Que sigamos siendo esa universidad innovadora, que sirve al país, que sirve a la gente y a los estudiantes y profesores que la integran. Muchas gracias.